Circular 39/2014
Prot. A4251/2014
Jornada de Oración por la Paz en México
(Del 30 de noviembre al 12 de diciembre 2014)
A toda la Comunidad Diocesana
Queridos hermanos les saludo cordialmente, esperando que la Paz de Cristo reine en sus corazones y les colme de los frutos del Espíritu Santo.
El día 12 de noviembre los Obispos de México hemos dicho: “¡Basta ya! No queremos más sangre,” con ello, compartimos la aflicción y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o desaparecidos, y por tantas víctimas anónimas que han fallecido a causa de la violencia, sin plegaria ni funeral, sin dignidad ni justicia.
Desde el año 2010 la Conferencia del Episcopado Mexicano advertía sobre el efecto destructor de la violencia y sus consecuencias en la economía y en la calidad de la democracia. Ahora, sigue el espiral de violencia, y su crecimiento nos invita a renovar la solidaridad eficaz y concreta con todos los mexicanos, cada uno en su propio lugar y comunidad, como lo acordamos en la reciente Asamblea de la Conferencia del Episcopado Mexicano.
Invito a todos los sacerdotes, religiosos, fieles y a todas las personas que tengan buena voluntad a unirse en oración en esta Campaña en favor de la Paz en México, que será del 30 de noviembre al 12 de diciembre de 2014, en todas las comunidades parroquiales, creyendo en la fuerza de la fe, como respuesta solidaria y fraterna. Se enviará, a todas las comunidades parroquiales, una estampita con la imagen de la Virgen de Guadalupe y la oración que unirá nuestros sentimientos en Jesucristo, y que la realización de acciones de solidaridad coincidan en las Eucaristías celebradas durante toda la Jornada de Oración por la Paz en México, especialmente unidos con la Santa Eucaristía que el Papa Francisco, celebrará el día 12 de diciembre en la Basílica de San Pedro, en Roma, donde el Santo Padre pedirá por la Paz en México y en el mundo.
Que la protección amorosa de María, Ntra. Sra. de Guadalupe, para quien todos somos sus hijos, interceda por nosotros, a fin de que seamos capaces de reconstruir una sociedad más honesta, justa y pacífica.
Guadalajara, Jal., a 24 de noviembre de 2014.
+ José Francisco Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara
Javier Magdaleno Cueva Pbro.
Secretario Canciller
México, D.F. a 12 de
noviembre de 2014
CEM B. 160 / 2014
¡¡BASTA YA!!
Mensaje de los Obispos de México
Los Obispos de México decimos: ¡Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desparecidos. No queremos más dolor ni más vergüenza. Compartimos como mexicanos la pena y el sufrimiento de las familias cuyos hijos están muertos o están desaparecidos en Iguala, en Tlatlaya y que se suman a los miles de víctimas anónimas en diversas regiones de nuestro país. Nos unimos al clamor generalizado por un México en el que la verdad y la justicia provoquen una profunda transformación del orden institucional, judicial y político, que asegure que jamás hechos como estos vuelvan a repetirse.
Reunidos para reflexionar sobre los desafíos actuales, vemos en esta crisis un llamado para construir un país que valore la vida, dignidad y derechos de cada persona, haciéndonos capaces de encontrarnos como hermanos.
En el año 2010, en la exhortación pastoral “Que en Cristo nuestra paz, México tenga vida digna” advertíamos sobre el efecto destructor de la violencia, que daña las relaciones humanas, genera desconfianza, lastima a las personas, las envenena con el resentimiento, el miedo, la angustia y el deseo de venganza; afecta la economía, la calidad de nuestra democracia y altera la paz.
Con tristeza reconocemos que la situación del país ha empeorado, desatando una verdadera crisis nacional. Muchas personas viven sometidas por el miedo, la desconfianza al encontrarse indefensas ante la amenaza de grupos criminales y, en algunos casos, la lamentable corrupción de las autoridades. Queda al descubierto una situación dolorosa que nos preocupa y que tiene que ser atendida por todos los mexicanos, cada uno desde su propio lugar y en su propia comunidad.
En nuestra visión de fe, estos hechos hacen evidente que nos hemos alejado de Dios; lo vemos en el olvido de la verdad, el desprecio de la dignidad humana, la miseria y la inequidad crecientes, la pérdida del sentido de la vida, de la credibilidad y confianza necesarias para establecer relaciones sociales estables y duraderas.
En medio de esta crisis vemos con esperanza el despertar de la sociedad civil que, como nunca antes en los últimos años, se ha manifestado contra la corrupción, la impunidad y la complicidad de algunas autoridades. Creemos que es necesario pasar de las protestas a las propuestas. Que nadie esté como buitre esperando los despojos del país para quedar satisfecho. La vía pacífica, que privilegia el diálogo y los acuerdos transparentes, sin intereses ocultos, es la que asegura la participación de todos para edificar un país para todos.
Estamos en un momento crítico. Nos jugamos una auténtica democracia que garantice el fortalecimiento de las instituciones, el respeto de las leyes, y la educación, el trabajo y la seguridad de las nuevas generaciones, a las que no debemos negarles un futuro digno. Todos somos parte de la solución que reclama en nosotros mentalidad y corazón nuevos, para ser capaces de auténticas relaciones fraternas, de amistad sincera, de convivencia armónica, de participación solidaria.
Nos vemos urgidos junto con los actores y responsables de la vida nacional a colaborar para superar las causas de esta crisis. Se necesita un orden institucional, leyes y administración de justicia que generen confianza. Es indispensable la participación de la ciudadanía para el bien común. Sin el acompañamiento y la vigilancia por parte de la sociedad civil, el poder se queda en manos de pocos.
Ante la situación que enfrentamos, los Obispos de México queremos unirnos a todos los habitantes de nuestra nación, en particular a aquellos que más sufren las consecuencias de la violencia, acompañándoles, en su dolor, a encontrar consuelo y a recuperar la esperanza.
Jesucristo es nuestra paz. Él está presente en su Palabra, en la Eucaristía, en donde dos o más se reúnen en su nombre, en todo gesto de amor misericordioso y en el compromiso por construir la paz en la verdad y la justicia.
Con esta certeza, redoblaremos nuestro compromiso de formar, animar y motivar a nuestras comunidades diocesanas para acompañar espiritual y solidariamente a las víctimas de la violencia en todo el país. A colaborar con los procesos de reconciliación y búsqueda de paz. A respaldar los esfuerzos de la sociedad y sus instituciones a favor de un auténtico Estado de Derecho en México. A seguir comunicando el Evangelio a las familias y acompañar a sus miembros para que se alejen de la violencia y sean escuelas de reconciliación y justicia.
Agradecemos al Papa Francisco su cercanía y preocupación en estas circunstancias. Unidos a él, celebraremos el próximo 12 de diciembre la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, haciendo una jornada de oración por la paz. Le pediremos su intercesión por la conversión de todos los mexicanos, particularmente la de quienes provocan sufrimiento y muerte.
Que Santa María de Guadalupe, Madre del verdadero Dios por quien se vive, que reclama a sus hijos desaparecidos y ruega por la paz en México, interceda por nosotros para que una oleada de amor nos haga capaces reconstruir la sociedad dañada.
Por los obispos de México