28 domingo
Verde
XXVI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
[Se omite la Memoria de SAN WENCESLAO, Mártir,
y de SAN LORENZO RUÍZ y Compañeros Mártires]
MR p. 438 [436] / Lecc. II p. 277. LH Semana II del Salterio.
ANTÍFONA DE ENTRADA Dn 3, 31. 29. 30. 43. 42
Todo lo que hiciste con nosotros, Señor, es verdaderamente
justo, porque hemos pecado contra ti y hemos desobedecido tus
mandatos; pero haz honor a tu nombre y trátanos conforme a tu
inmensa misericordia.
Se dice Gloria.
ORACIÓN COLECTA
Señor Dios, que manifiestas tu poder de una manera admirable
sobre todo cuando perdonas y ejerces tu misericordia, multiplica
tu gracia sobre nosotros, para que, apresurándonos hacia lo que
nos prometes, nos hagas partícipes de los bienes celestiales. Por
nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la
unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Ustedes, los que lleven una vida disoluta, irán al destierro.]
Del libro del profeta Amos 6, 1a. 4-7
Esto dice el Señor todopoderoso: “¡Ay de ustedes, los que se
sienten seguros en Sión y los que ponen su confianza en el monte
sagrado de Samaria! Se reclinan sobre divanes adornados con
marfil, se recuestan sobre almohadones para comer los corderos
del rebaño y las terneras en engorda. Canturrean al son del arpa,
creyendo cantar como David. Se atiborran de vino, se ponen los
perfumes más costosos, pero no se preocupan por las desgracias
de sus hermanos.
Por eso irán al destierro a la cabeza de los cautivos y se acabará
la orgía de los disolutos”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 145
R. Alabemos al Señor, que viene a salvarnos.
El Señor siempre es fiel a su palabra, y es quien hace justicia
al oprimido; él proporciona pan a los hambrientos y libera al
cautivo. R.
Abre el Señor los ojos de los ciegos y alivia al agobiado. Ama
el Señor al hombre justo y toma al forastero a su cuidado. R.
A la viuda y al huérfano sustenta y trastorna los planes del
inicuo. Reina el Señor eternamente, reina tu Dios, oh Sión, reina
por siglos. R.
SEGUNDA LECTURA
[Cumple todo lo mandado, hasta la venida de nuestro Señor
Jesucristo.]
De la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 6, 11-16
Hermano: Tú, como hombre de Dios, lleva una vida de
rectitud, piedad, fe, amor, paciencia y mansedumbre. Lucha en
el noble combate de la fe, conquista la vida eterna a la que has
sido llamado y de la que hiciste tan admirable profesión ante
numerosos testigos.
Ahora, en presencia de Dios, que da vida a todas las cosas,
y de Cristo Jesús, que dio tan admirable testimonio ante Poncio
Pilato, te ordeno que cumplas fiel e irreprochablemente todo lo
mandado, hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo, la cual dará
a conocer a su debido tiempo Dios, el bienaventurado y único
soberano, Rey de los reyes y Señor de los señores, el único que
posee la inmortalidad, el que habita en una luz inaccesible y a
quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A él todo honor y
poder para siempre. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO 2 Cor 8, 9
R. Aleluya, aleluya.
Jesucristo, siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con
su pobreza. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Recibiste bienes en tu vida y Lázaro, males; ahora él goza de
consuelo, mientras que tú sufres tormentos.]
Del santo Evangelio según san Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, Jesús dijo a los fariseos: “Había un hombre
rico, que se vestía de púrpura y telas finas y banqueteaba
espléndidamente cada día. Y un mendigo, llamado Lázaro, yacía
a la entrada de su casa, cubierto de llagas y ansiando llenarse con
las sobras que caían de la mesa del rico. Y hasta los perros se
acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió, pues, que murió el mendigo y los ángeles lo llevaron
al seno de Abraham. Murió también el rico y lo enterraron. Estaba
éste en el lugar de castigo, en medio de tormentos, cuando levantó
los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro junto a él.
Entonces gritó: ‘Padre Abraham, ten piedad de mí. Manda a
Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la
lengua, porque me torturan estas llamas’. Pero Abraham le contestó:
‘Hijo, recuerda que en tu vida recibiste bienes y Lázaro, en cambio,
males. Por eso él goza ahora de consuelo, mientras que tú sufres
tormentos. Además, entre ustedes y nosotros se abre un abismo
inmenso, que nadie puede cruzar, ni hacia allá ni hacia acá’.
El rico insistió: ‘Te ruego, entonces, padre Abraham, que
mandes a Lázaro a mi casa, pues me quedan allá cinco hermanos,
para que les advierta y no acaben también ellos en este lugar de
tormentos’. Abraham le dijo: ‘Tienen a Moisés y a los profetas;
que los escuchen’. Pero el rico replicó: ‘No, padre Abraham. Si
un muerto va a decírselo, entonces sí se arrepentirán’. Abraham
repuso: ‘Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso,
ni aunque resucite un muerto’ “. Palabra del Señor.
Se dice Credo.
ORACIONES DE LOS FIELES:
Oremos por todos los hombres para que a nadie
falte nunca la ayuda de nuestra caridad:
1. Para que el Señor vivifique su Iglesia y le
conceda santos y numerosos ministros que iluminen
y santifiquen a los fieles, roguemos al Señor.
2. Para que Dios conceda a los gobernantes el deseo
de ser justos e infunda en los responsables de los
pueblos el sentido de la unidad de la familia humana,
roguemos al Señor.
3. Para que los que buscan a Dios sinceramente
encuentren la verdad que desean y –habiéndola
encontrado– descansen contemplándola, roguemos
al Señor.
4. Para que el Señor perdone nuestras culpas, no
permita que recaigamos en el pecado y nos libre de
una muerte imprevista, roguemos al Señor.
Dios nuestro, que desconoces a quien –olvidándose
de los necesitados– sólo se goza en las riquezas,
concédenos que, al escuchar tu palabra, creamos
que Cristo ha regresado verdaderamente de entre los
muertos y nos recibirá, al término de nuestros días,
en el seno de nuestro padre Abraham. Él, que vive y
reina por los siglos de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Concédenos, Dios misericordioso, que nuestra ofrenda te sea
aceptable y que por ella quede abierta para nosotros la fuente de
toda bendición. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Sal 118, 49-50
Recuerda, Señor, la promesa que le hiciste a tu siervo, ella me
infunde esperanza y consuelo en mi dolor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que este misterio celestial renueve, Señor, nuestro cuerpo
y nuestro espíritu, para que seamos coherederos en la gloria de
aquel cuya muerte, al anunciarla, la hemos compartido. El, que
vive y reina por los siglos de los siglos.
ACTIVIDAD DIOCESANA
Visita al Santuario de los Mártires:
Ministros Extraordinarios de la Sagrada Comunión