19 viernes
Blanco
FERIA DE PASCUA
MR p. 361 [366] / Lecc. I p. 895
ANTÍFONA DE ENTRADA Apoc 5, 12
Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder,
la riqueza, la sabiduría, la fuerza y el honor. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, concede a quienes hemos conocido la
gracia de la resurrección del Señor, resucitar, por el amor del
Espíritu Santo, a una vida nueva. Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo
y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Es el instrumento escogido por mí, para que me dé a conocer
a las naciones.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 1-20
En aquellos días, Saulo, amenazando todavía de muerte a los
discípulos del Señor, fue a ver al sumo sacerdote y le pidió,
para las sinagogas de Damasco, cartas que lo autorizaran para
traer presos a Jerusalén a todos aquellos hombres y mujeres que
seguían la nueva doctrina.
Pero sucedió que, cuando se aproximaba a Damasco, una luz
del cielo lo envolvió de repente con su resplandor. Cayó por
tierra y oyó una voz que le decía: “Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues?” Preguntó él: “¿Quién eres, Señor?” La respuesta
fue: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Levántate. Entra en la
ciudad y ahí se te dirá lo que tienes que hacer”.
Los hombres que lo acompañaban en el viaje se habían
detenido, mudos de asombro, pues oyeron la voz, pero no vieron
a nadie. Saulo se levantó del suelo, y aunque tenía abiertos los
ojos, no podía ver. Lo llevaron de la mano hasta Damasco y ahí
estuvo tres días ciego, sin comer ni beber.
Había en Damasco un discípulo que se llamaba Ananías, a
quien se le apareció el Señor y le dijo: “Ananías”. El respondió:
“Aquí estoy, Señor”. El Señor le dijo: “Ve a la calle principal y
busca en casa de Judas a un hombre de Tarso, llamado Saulo,
que está orando”. Saulo tuvo también la visión de un hombre
llamado Ananías, que entraba y le imponía las manos para que
recobrara la vista.
Ananías contestó: “Señor, he oído a muchos hablar de ese
individuo y del daño que ha hecho a tus fieles en Jerusalén. Además,
trae autorización de los sumos sacerdotes para poner presos a todos
los que invocan tu nombre”. Pero el Señor le dijo: “No importa. Tú
ve allá, porque yo lo he escogido como instrumento, para que me
dé a conocer a las naciones, a los reyes y a los hijos de Israel. Yo le
mostraré cuánto tendrá que padecer por mi causa”.
Ananías fue allá, entró en la casa, le impuso las manos a Saulo
y le dijo: “Saulo, hermano, el Señor Jesús, que se te apareció en
el camino, me envía para que recobres la vista y quedes lleno del
Espíritu Santo”. Al instante, algo como escamas se le desprendió
de los ojos y recobró la vista. Se levantó y lo bautizaron. Luego
comió y recuperó las fuerzas. Se quedó unos días con los discípulos
en Damasco y se puso a predicar en las sinagogas, afirmando que
Jesús era el Hijo de Dios. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 116, 1 .2
R. Que aclamen al Señor todos los pueblos. Aleluya.
Que alaben al Señor, todas las naciones, que lo aclamen todos
los pueblos. R.
Porque grande es su amor hacia nosotros y su fidelidad dura
por siempre. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Jn 6, 56
R. Aleluya, aleluya.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y
yo en él, dice el Señor. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida.]
Del santo Evangelio según san Juan 6, 52-59
En aquel tiempo, los judíos se pusieron a discutir entre sí:
“¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Jesús les dijo: “Yo les aseguro: Si no comen la carne del
Hijo del hombre y no beben su sangre, no podrán tener vida
en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida
eterna y yo lo resucitaré el último día.
Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera
bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en
mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida
y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí.
Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná
que comieron sus padres, pues murieron. El que come de este
pan vivirá para siempre”.
Esto lo dijo Jesús enseñando en la sinagoga de Cafarnaúm.
Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Con este pasaje evangélico entramos
en la segunda parte del memorable discurso de
Jesús sobre el «Pan de vida». En él se desarrollan
ulteriormente las anteriores y muy sorprendentes
afirmaciones, que en principio tanto escandalizaron
a sus oyentes. Más que entretenerse en los “cómos”
de lo que luego será el «gran milagro» eucarístico, lo
que Jesús hace ahora es precisar los “efectos” de tal
comida y de tal bebida. Ellos serán, sobre todo, la vida
en plenitud y la comunión real con Él. Este singular
prodigio acompañará y nutrirá la vida de la Iglesia a lo
largo de los siglos.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Santifica, Señor, por tu piedad, estos dones y al recibir en
oblación este sacrificio espiritual, conviértenos para ti en una
perenne ofrenda. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN
El Crucificado resucitó de entre los muertos y nos ha
redimido. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al recibir, Señor, el don de estos sagrados misterios, te
suplicamos humildemente que lo que tu Hijo nos mandó celebrar
en memoria suya, nos aproveche para crecer en nuestra caridad
fraterna. Por Jesucristo, nuestro Señor.