Documentos Diocesanos

II Sínodo Diocesano para la Nueva Evangelización

Juventud

I. Iluminación

181 -El fenómeno de la adolescencia y de la juventud es de vital importancia para la Iglesia y para la sociedad. Nuestra Patria está compuesta mayoritariamente de jóvenes menores de 25 años. Una adecuada atención al mundo de la adolescencia y de la juventud sólo se podrá ofrecer, por parte del mundo de los adultos, si se tienen en cuenta perspectivas distintas y complementarias con sentido integral, tales como la pastoral educativa, la pastoral catequética asumida como itinerario de fe que lleve al seguimiento de Jesús, y las pastorales diferenciadas que se abocan al acompañamiento de los jóvenes en sus diversos ambientes específicos: estudiantiles, laborales (en el campo y en la ciudad, ambientes de barrio, de colonia o de pequeños poblados, y esto sin olvidar la atención a los medios y espacios de la llamada juventud en situaciones críticas.

182- La juventud, además de una edad cronológica, es la etapa de la maduración, en la que el individuo se juega la estabilidad y la integración de su personalidad. La juventud, por lo tanto, no es una etapa intranscendente, provisional. Es más bien, un tiempo privilegiado para fundamentar la vida y darle unas bases seguras en todas las dimensiones de la existencia.

Los jóvenes y la Iglesia

183- En la Carta pastoral del Episcopado mexicano sobre El desarrollo e integración de nuestra Patria, en el primer aniversario de la Populorum progressio (26 de Marzo de 1968), nuestros obispos decían: "Las generaciones jóvenes, que representan la mayoría de nuestra población, están llamadas no solamente a reemplazar biológicamente a los adultos, sino a aportar su dinamismo al desarrollo de nuestra sociedad hacia etapas más humanas... Las construcciones reales comienzan por los cimientos. Nuestra juventud debe pensar en su preparación para forjar al hombre, al profesionista, al cristiano... Hacemos un llamado a los adultos para que, conscientes de la importancia y dificultades que experimenta la juventud, le entreguen su ayuda, muestren a los jóvenes el aprecio de los valores espirituales, el ejemplo de una vida coherente y la sinceridad de la amistad. Hacemos un llamamiento también a nuestros colaboradores para que consagremos nuestros mejores esfuerzos a la juventud, por lo que vale y por lo que representa para el porvenir de nuestra Patria".

184- "La Iglesia ve en la juventud una enorme fuerza renovadora, símbolo de la misma Iglesia. Esto lo hace por vocación y no por táctica... El servicio a la juventud, realizado con humildad, debe hacer cambiar en la Iglesia cualquier actitud de desconfianza o de incoherencia hacia los jóvenes" (DP, 1178). Efectivamente, "La Iglesia ve en la juventud la constante renovación de la vida de la humanidad y descubre en ella un signo de sí misma: ‘la Iglesia es la verdadera juventud del mundo’ (Vaticano II)... Es la juventud un símbolo de la Iglesia, llamada a una constante renovación de sí misma, o sea a un incesante rejuvenecimiento" (DM, "Juventud", 10.12). "Actualmente, sin embargo, los jóvenes ven a la Iglesia de diversas maneras: unos la aman espontáneamente como ella es, Sacramento de Cristo; otros, la cuestionan para que sea auténtica, y no faltan los que buscan un Cristo vivo sin su Cuerpo que es la Iglesia" (DP, 1179). Frecuentemente los jóvenes identifican a la Iglesia sólo con los obispos y los sacerdotes, pero no fácilmente ellos mismos se sienten Iglesia (DM, "Juventud", 5).

185- Escribiendo a los jóvenes con motivo del Año Internacional de la Juventud (31 de Marzo de 1985) el Papa Juan Pablo II los invitaba a una larga y profunda meditación, extraída de aquel memorable encuentro de Jesús con el joven del Evangelio que le pregunta: "Maestro bueno, ¿qué debo hacer para conseguir la vida eterna?" (Mc 10, 17-22; Mt 19, 16-22; Lc 18-23).

186- Ahí, entre otras cosas, les decía: "Si el hombre es el fundamental y, al mismo tiempo, cotidiano camino de la Iglesia (RH, 14) entonces se comprende bien por qué la Iglesia atribuye una especial importancia al período de la juventud como a una etapa clave de la vida de todo hombre. Ustedes, jóvenes -les decía- encarnan precisamente esta juventud: ustedes son la juventud de las naciones y de la sociedad, la juventud de cada una de las familias y de la humanidad entera; ustedes son también la juventud de la Iglesia. Todos miramos hacia ustedes, ya que nosotros todos, gracias a ustedes, en un cierto sentido volvemos a ser continuamente jóvenes. Por tanto, su juventud no es sólo propiedad suya, propiedad personal o de una generación: ella pertenece al conjunto de ese espacio que cada hombre ha de recorrer en el itinerario de su vida y, al mismo tiempo, es un bien singular que a todos nos pertenece. Es un bien de toda humanidad. En ustedes está la esperanza, pues ustedes pertenecen al futuro, como el futuro les pertenece a ustedes" (EnV, 5, 1453).

187- Los jóvenes, esperanza del futuro, están llamados a ser protagonistas en la construcción de una sociedad libre y reconciliada; por lo tanto, artífices de la solidaridad, de la dignidad, de la libertad y los derechos humanos. La Iglesia ve en la juventud una esperanza presente, un potencial evangelizador, una fuerza renovadora y dinamizadora de la comunidad humana y de la comunidad eclesial. Por eso la Iglesia hace una opción preferencial por los jóvenes (DP, 1186; SD, 114). No tendremos una Nueva Evangelización ni una nueva sociedad sin el protagonismo juvenil.

Cristo, el ideal del joven

188- La comunidad cristiana, con su acción evangelizadora, busca desarrollar procesos de formación integral para que los jóvenes tengan un encuentro profundo con Jesucristo, y se transformen en hombres y mujeres nuevos, comprometidos totalmente en la pastoral de la Iglesia y en la transformación de la sociedad (SD, 115).

189- "La Iglesia, con su palabra y su testimonio, debe ante todo presentar a los adolescentes y a los jóvenes a Jesucristo en forma atractiva y motivante, de modo tal que sea para ellos el camino, la verdad y la vida que responde a sus ansias de realización personal y a sus necesidades de encontrar sentido a la misma vida" (SD, 119). En efecto, Cristo ha de ser ideal que sostenga y unifique nuestra vida, la fuerza que nos libere de toda esclavitud espiritual, material y social, y que nos haga capaces de vivir en armonía con nosotros mismos y con los demás (Lc 4, 16-21).

190- Jesús recorrió las etapas de la vida de toda persona humana: niñez, adolescencia, juventud, edad adulta (SD, 111). El joven vive un momento de búsqueda del camino para su vida, por eso Jesús se le revela como el Camino, la Verdad y la Vida (Jn 14,5), y quiere darle la vida en abundancia (Jn 10,10). Él sigue llamando hoy a los jóvenes para dar sentido a sus vidas. Cristo ha de ser fundamento de la vida de todo joven cristiano; como principio unificador y totalizante de su personalidad, Jesucristo ha de dar sentido a la vida de los jóvenes y sólo Él ha de responder con plenitud a sus ansias de realización personal (SD, 119).

Situación y rasgos de la juventud

191- Como sabemos, la vida de los adolescentes y de los jóvenes está siempre cargada de gran número de interrogantes existenciales. Los rasgos más significativos de la juventud se presentan en el desafío de tener un proyecto de vida personal y comunitario que dé sentido a sus vidas y así logren la realización de sus capacidades; manifiestan la necesidad de ser acompañados en sus caminos de crecimiento en su fe y trabajo eclesial y preocupaciones de transformación necesaria, a través de una pastoral orgánica (SD, 112).

192- Entre las características más sobresalientes de la juventud se pueden resaltar: "Un inconformismo que lo cuestiona todo; un espíritu de riesgo que la lleva a compromisos y situaciones radicales; una capacidad creativa con respuestas nuevas al mundo en cambio, que aspira a mejorar siempre como signo de esperanza. Su aspiración personal más espontánea y fuerte es la libertad, emancipada de toda tutela exterior. Es signo de gozo y felicidad. Muy sensible a los problemas sociales. Exige autenticidad y sencillez, y rechaza con rebeldía una sociedad invadida por hipocresías y antivalores" (DP, 1168).

193- "Característica de la juventud es también la espontaneidad que la lleva a un menosprecio no siempre justificado de las formas institucionales, de las normas, de la autoridad y del formalismo. Presenta finalmente un conjunto de valores en el plano de la relación comunitaria, vgr., ciertas formas de responsabilidad, una voluntad de autenticidad y de sinceridad, una aceptación de los demás, tales como son, y un franco reconocimiento del carácter pluralista de la sociedad. Esta tendencia comunitaria, por otra parte, le hace correr el peligro de encerrarse en pequeños grupos agresivos" (DM, "Juventud", 9).

194- Como miembros de una sociedad y de una Iglesia concreta, hemos de adoptar una actitud de apertura hacia los jóvenes, tratando de discernir los aspectos positivos y negativos. Una actitud de apertura, sin embargo, no es lo mismo que una actitud complaciente o paternalista que trate simplemente de sintonizar con las necesidades y aspiraciones juveniles sin, al mismo tiempo, ofrecerles un amplio panorama de compromisos y retos por los que valga la pena entregar la propia vida.

195- Volvamos nuevamente a las palabras del Papa a los jóvenes: "Les entrego esta Carta en el año de la juventud, mientras nos estamos acercando al término del segundo milenio cristiano. Se las entrego en el año en el cual conmemoramos el vigésimo aniversario de la conclusión del Vaticano II, que llamó a los jóvenes esperanza de la Iglesia (GE, 2), y a los jóvenes de entonces -como a aquellos de hoy y de siempre- les dirigió aquel Ultimo mensaje, en el cual la Iglesia se presentaba como la verdadera juventud del mundo, como aquella que ‘posee lo que atrae a los jóvenes por su fuerza: la capacidad de alegrarse por lo que comienza, de donarse gratuitamente, de renovarse y de emprender siempre nuevas conquistas’" (EnV, 5, 531).

Una acción pastoral progresiva y coordinada

196 -No obstante la actual crisis socio-cultural que ha generado en muchos adolescentes y jóvenes actitudes de rechazo hacia las instituciones -comprendida la Iglesia y la familia tradicional- y la marcada desconfianza hacia los valores que ellas representan y pregonan, nuestra Iglesia diocesana quiere asumir su compromiso de anunciarles a ellos un mensaje de esperanza y de liberación. Y esto sin olvidar que: "La familia es el cuerpo social primario en el que se origina y educa la juventud; de su estabilidad, tipo de relaciones, vivencia y apertura a la juventud y a sus valores, depende mucho el fracaso o el éxito de la juventud en la sociedad y en la Iglesia" (DP, 1173).

197- Los jóvenes deben ser sujetos activos, protagonistas de la evangelización y artífices de la renovación social (CL, 46). La catequesis de adolescentes y jóvenes debe prestar un apoyo progresivo al desarrollo de su fe (CT, 42); los contenidos de esta catequesis deben referirse a las inquietudes, problemas y anhelos de esta etapa de la vida (CT, 39). O, como nos lo recordaba Juan Pablo II en su visita a nuestras tierras jaliscienses, más concretamente a San Juan de los Lagos: "Más que dar valores digeridos a los jóvenes, es importante ayudarles a formularse preguntas adecuadas que les permitan buscar en una dirección correcta. ¿Se dejarán engañar por estos poderes que pretenden convertirlos en títeres e instrumentos fácilmente manipulables al servicio de una cultura insolidaria y sin horizontes? ¿Caerán en la tentación de alienar el precioso don de su vida con el poder de la droga destructora y asesina, con la fuerza cegadora del hedonismo o la prepotencia irracional de la violencia?" Y concluía: "¡Jóvenes, ayuden a sus amigos a salir de la cárcel de la indiferencia y de la desesperanza! ¡Cristo les llama a resucitar en otros jóvenes la ilusión por la vida!"

198 -La acción pastoral debe responder a las necesidades de maduración y a un acompañamiento de adolescentes y jóvenes en todo el proceso de formación humana y crecimiento de la fe, con especial énfasis en el sacramento de la Confirmación, para que su celebración lleve al compromiso apostólico y a ser evangelizadores de otros jóvenes (SD, 115).

199- Es sin duda importante desarrollar una pastoral en todos los sectores para promover e impulsar una actividad pastoral: -l Que tome como punto de partida la realidad histórica y cultural en que viven los jóvenes, así como sus necesidades y aspiraciones concretas. l Que utilice una pedagogía que integre la fe y la vida. Tal pedagogía ha de ser experiencial, transformadora, comunitaria, participativa y progresiva (SD, 119). l Que capacite a los jóvenes para optar vocacionalmente (DP, 1200). La juventud es el período privilegiado para la opción vocacional. Consecuentemente, la pastoral juvenil debe tener siempre una dimensión vocacional (SD, 114). l Que dinamice una espiritualidad del seguimiento de Jesús (SD, 116).

200- Esta espiritualidad ha de ser animada por la oración personal y comunitaria, alimentada por la Palabra de Dios, vivida en comunidad, celebrada en la liturgia, comprometida en los valores del Reino, expresada en la opción por los pobres, inspirada en el estilo de vida de María y proyectada hacia el compromiso misionero. Esta opción por los jóvenes, que ha de ser afectiva y efectiva, debe significar una opción concretada por una pastoral juvenil orgánica (SD, 114), que ofrezca líneas pastorales claras a fin de responder adecuadamente a los interrogantes vitales de la juventud. Una tarea prioritaria de la comunidad cristiana es, además, la formación integral y permanente de los asesores de pastoral juvenil (DP, 1203), para que éstos puedan realizar con mayor eficacia su ministerio eclesial. Por último, conviene subrayar que la pastoral de los jóvenes no es una acción aislada, sino, íntimamente unida a la pastoral de conjunto. De manera especial, la pastoral juvenil ha de estar integrada a la pastoral familiar, a la pastoral catequética y a la pastoral vocacional.

II. Desafíos de la realidad

201- Los jóvenes ordinariamente carecen de una formación que abarque, en forma completa y equilibrada, los aspectos fundamentales de la existencia, en lo humano y en lo cristiano.

202- Se constata la ausencia de valores evangélicos en la vida de muchos jóvenes; no hay formación bíblica ni en la Doctrina social de la Iglesia.

203- La espiritualidad juvenil muchas veces es intimista, poco encarnada, sin mística de militancia. No se ha logrado orientar hacia una espiritualidad cristocéntrica que anime y sostenga el compromiso de su acción transformadora en el corazón del mundo.

204- Existe entre los jóvenes y adolescentes una gran confusión al momento de definir su proyecto de vida o el rumbo de su vocación. Se pide una pastoral adecuada que responda a las exigencias de la nueva cultura, que atienda a los jóvenes en sus medios específicos. Se constata un vacío pastoral en la atención del adolescente.

205- Se detectan serios problemas familiares: no hay formación sexual-afectiva, se vive mucha violencia y se está cada día más lejos de la posibilidad de estudios medios y superiores.

206- Muchos jóvenes son víctimas del empobrecimiento y de la marginación social, del subempleo y de la falta de empleo; jóvenes que viven en situaciones críticas: drogadicción, delincuencia, pandillerismo, prostitución, homosexualidad, etc. 207- Urge la creación de pequeñas comunidades juveniles que favorezcan los procesos de formación humana y cristiana, y que combatan la tendencia natural al individualismo.

208- No se promueve la creación de asociaciones y cooperativas que permitan la autogestión. Falta un compromiso o participación seria de los jóvenes cristianos en: asociaciones laborales, movimientos populares, cívicos y en los partidos políticos. En el ámbito laboral existe la explotación en el trabajo.

209- No está garantizado para los principales movimientos juveniles el servicio de asesores bien capacitados y con suficiente disponibilidad de tiempo.

III. Líneas pastorales

210- Anunciar que el Dios de la vida ama a los jóvenes y quiere para ellos un futuro distinto, sin frustraciones ni marginaciones, en medio de los compromisos asumidos en la vida cotidiana.

211- Vivir cada día la Pascua de Jesús, siendo portadores de esperanza, asumiendo la revisión de vida como práctica en la comunidad juvenil, en diálogo con el hombre y el mundo de hoy.

212- Desarrollar en todos los agentes y jóvenes la actitud permanente de cercanía y compromiso con la realidad, para encarnar los valores del Reino en todos los espacios de la vida personal y social.

213- Crear planes de formación sistemáticos y graduales, para formar en el joven una conciencia crítica frente a las reales necesidades del mundo en que les ha tocado vivir, y en especial frente a la presencia tan poderosa de la publicidad y de los medios de comunicación social.

214- Buscar una profunda experiencia de Jesús, el Buen Pastor, para lograr la proyección comunitaria, utilizando la pedagogía de acción-reflexión, pasando de la asistencia a la promoción y de ésta a la transformación social del Evangelio.

215- Promover encuentros de diálogo y estudio entre pastores y educadores, para programar acciones comunes de prevención y solución a problemas juveniles.

216- Favorecer la creación y animación de pequeñas comunidades juveniles, cuidando dar relevancia a la pastoral juvenil diversificada: obreros, campesinos, universitarios, etc.

217- Fortalecer los espacios comunitarios de formación, capacitación y espiritualidad que ofrecen los diversos organismos y movimientos dedicados a la promoción de la pastoral juvenil, como elementos que pueden dar articulación a las distintas acciones, dentro de un verdadero proceso de acompañamiento.

218- Que haya itinerarios de formación adecuados y específicos para coordinadores y formadores de jóvenes en la diócesis, y que el acompañamiento a los jóvenes anime al compromiso eclesial y social de manera concreta, buscando el trato más personificado y personificante, para que influya efectivamente en todos los ámbitos de la vida del joven.

219- Trabajar permanentemente en la defensa de la vida y a favor de la democracia, basados en el respeto a los derechos humanos, en la justicia social, en la participación ciudadana y en la interacción armónica con la naturaleza.

220- Animar a la participación de los jóvenes en los partidos políticos, buscando la integración en los procesos de democratización y apoyando instancias que contribuyan a la defensa de los derechos humanos y al cultivo de valores fundamentales, por ejemplo los de la justicia, la libertad y la verdad.

221- Que para este campo de la pastoral se busquen buenos asesores que no sean sólo sacerdotes o religiosos, sino también jóvenes bien preparados y dispuestos, para que también ellos den testimonio con su experiencia personal de querer ser una Iglesia más participativa.

IV. Disposiciones

41- Coordine la Vicaría de pastoral una acción evangelizadora en favor de los adolescentes y de los jóvenes, integrando en un mismo proceso a los agentes de otras comisiones y organismos que parezca convenientes. Propiciará y supervisará la elaboración de material impreso y audiovisual que venga a facilitar el trabajo en las zonas, los decanatos, las parroquias y las escuelas.

42- Intégrense los movimientos juveniles al proceso pastoral diocesano siguiendo las líneas marcadas por el obispo, pero cultivando su legítima autonomía y pluralidad, a fin de enriquecer con su mística y carismas propios nuestras comunidades cristianas.

43- Se promoverá la militancia en la vivencia comunitaria de la fe y en la participación en los organismos diocesanos de juventud, teniendo de modelo a Jesucristo, el único Salvador, a fin de que lleguen a sentirse los adolescentes y los jóvenes parte vital de una Iglesia peregrina, pueblo de Dios y Sacramento de salvación.

44- Se apoyará decididamente una pastoral juvenil bien organizada a nivel parroquia, decanato y zona pastoral, unificando criterios entre los asesores y coordinadores, de manera que se favorecezca el trabajo en común y la efectividad en la acción.

45- Se dará en las comunidades parroquiales un impulso particular a la liturgia juvenil, buscando enriquecer la experiencia comunitaria de la fe con nuevas formas celebrativas propias de la cultura de los jóvenes, de manera que ésta pueda llegar a ser parte de su vida, valiéndose de las distintas opciones que los libros litúrgicos renovados ofrecen a nuestra creatividad y fieles siempre a la tradición de la Iglesia.

46- El Equipo diocesano de pastoral juvenil (EDIPAJ), los equipos de zonas y el Instituto diocesano de pastoral, implementarán sistemáticamente programas de formación y capacitación para los agentes de pastoral juvenil. Se buscará que este organismo sea más eclesial, integrando a los institutos religiosos, según su carisma apostólico, con un enfoque misionero y vocacional.

47- Se invitará a asistir, al menos anualmente, a todos los jóvenes asesores y animadores de movimientos juveniles, para apoyarlos en su formación permanente en la fe, de manera que luego ellos puedan cumplir mejor su apostolado de ser evangelizadores de otros jóvenes.

48- La pastoral juvenil deberá presentar con fuerza y de un modo accesible a la vida de los jóvenes los ideales evangélicos, y en especial la figura de Cristo como Modelo de la vida del joven.

49- Los jóvenes cristianos en sus respectivos ambientes y situaciones particulares, han de decidirse a aportar con valentía nuevas ideas y nuevos signos de esperanza en la construcción de la civilización del amor. Estos impulsos generosos podrán tomar mayor fuerza si se integran, con libertad de espíritu, a las organizaciones diocesanas o parroquiales de pastoral juvenil.

50- Los organismos y movimientos de pastoral juvenil, en coordinación con la Escuela diocesana de música sagrada, prestarán atención especial a la formación litúrgico-musical de grupos corales. Es muy importante que ellos mismos comprendan el valor religioso y cultural de una música diferente para promover la alabanza de Dios en las asambleas litúrgicas.


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