Documentos Diocesanos

II Sínodo Diocesano para la Nueva Evangelización

Vida y Misión de los Laicos en la Iglesia y en el Mundo

I. ILUMINACION

607- Al mirar retrospectivamente hacia el Concilio Vaticano II y al analizar sus consecuencias para la vida de la Iglesia, inmediatamente nos damos cuenta de que la doctrina sobre los laicos aparece como uno de los elementos más relevantes de la herencia conciliar. "Común es la dignidad de los miembros (de la Iglesia) por el hecho de su regeneración en Cristo; común es la gracia de adopción filial; común es la vocación a la perfección; ya que no hay más que una salvación, una esperanza y una caridad, sin división" (LG, 32). Esta dignidad común, conferida por el Bautismo y la Confirmación, hace a los laicos, por su parte, responsables de la misión de la Iglesia, en relación con los ministros ordenados.

El ser de los fieles cristianos laicos

608- Según la enseñanza del Concilio, laicos son aquellos fieles cristianos que, sin pertenecer al clero ni al estado de vida religiosa, por su Bautismo quedan incorporados a Cristo y participan de su misión profética, sacerdotal y regia, la cual ejercen conforme a la parte que les corresponde, en la Iglesia y en el mundo (LG, 31; SD, 254). Los fieles cristianos laicos, juntamente con quienes han recibido el sacramento del orden y con quienes han asumido el estado de vida religiosa por los consejos evangélicos, constituyen la entera Iglesia de Jesucristo. A través de ellos y de su testimonio, insertado en las actividades temporales, la Iglesia se hace Sacramento universal de salvación para el mundo (LG, 48). Por tanto, el laico tiene una misión en la Iglesia y en el mundo. El laico vive en el mundo, debe santificarse en el mundo y debe santificar el mundo.

609- Hay que distinguir entre sacerdocio común, que se confiere por el sacramento del Bautismo y el sacerdocio ministerial o jerárquico, que se confiere por el sacramento del Orden. Ambos sacerdocios, aunque esencialmente distintos, tienen su fuente en el único Sacerdocio de Jesucristo. El Concilio dice: "El sacerdocio común de los fieles y el sacerdocio ministerial o jerárquico, aunque diferentes esencialmente y no sólo en grado, se ordenan, sin embargo, el uno al otro, pues ambos participan a su manera del único sacerdocio de Cristo" (LG, 10). Los laicos ejercen su sacerdocio común ofreciéndose a sí mismos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Rom 1, 12), mediante la práctica de los sacramentos, de la oración, del testimonio de una vida santa, del servicio apostólico a los demás, con abnegación y caridad operante.

Identidad de los laicos

610- La condición bautismal fundamenta la común vocación y dignidad, como también el origen de la común misión, que está confiada a todos y cada uno de los bautizados. Los fieles laicos, no son simplemente los obreros que trabajan en la viña, sino que forman parte de la viña misma. Por tanto, deben tomar conciencia, cada vez más, no sólo de pertenecer a la Iglesia, sino de ser la misma Iglesia (LG, 32; CL, 8). A ellos también se dirigen las palabras de Jesús: "Id también vosotros a mi viña" (Mt 20, 3-4). Pues este llamado no se refiere solamente a los pastores, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, sino que se extiende a todos, también a los fieles laicos (CL, 12).

611 -l Por su participación en la misión profética de Cristo los fieles laicos quedan habilitados y comprometidos a "acoger con fe el Evangelio y a anunciarlo con la palabra y con las obras, sin vacilar en denunciar el mal con valentía"... l Por su participación en el oficio sacerdotal de Cristo los laicos se unen al sacrificio de Jesucristo en la cruz continuamente renovado por la celebración de la Eucaristía, mediante "el ofrecimiento de sí mismos y de todas sus actividades" que se realizan en la Iglesia y en el mundo... l Por su participación en el oficio real de Cristo los laicos "son llamados por Él para servir al Reino de Dios y difundirlo en la historia", sirviendo precisamente con obras de justicia y caridad especialmente a los más pequeños, a los más necesitados (CL, 14).

Llamados a la santidad

612- Los laicos, al igual que los demás miembros de la Iglesia, clérigos y religiosos, están llamados a la santidad, es decir "a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad" (LG, 40). Han de buscar la santidad no sólo como medio para el apostolado, sino para realizar su identidad en el mundo, ya que la santidad es elemento esencial de su ser cristiano. La razón última para buscar la santidad es porque Dios es santo. "Sean santos, porque yo el Señor, Dios de ustedes, soy santo" (Lev 19, 1-2). San Pedro decía a la primitiva comunidad cristiana: "Así como el que los ha llamado es santo, así también ustedes sean santos en toda su conducta" (1 Pe 1, 14-15).

613- La santidad de los laicos es indispensable para transformar las familias, las parroquias, todo tipo de ambiente y la sociedad en general. -l La Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Medellín nos decía: "La originalidad del mensaje cristiano consiste en la conversión del hombre... No habrá continente nuevo sin hombres nuevos, que a la luz del Evangelio sepan ser responsables" (DM, "Justicia", 3). l El Documento de Puebla pone como signos de santidad en los laicos las obras de amor, de justicia, de paz, de solidaridad, frecuencia de sacramentos, oración y devoción a María (DP, 969). l El Documento de Santo Domingo afirma que "es urgente un esfuerzo por favorecer, en el marco de la comunión eclesial, la búsqueda de la santidad de los laicos y el ejercicio de su misión" (SD, 97).

614- La creciente santidad de los laicos es indispensable para hacer llegar el testimonio del Evangelio al mundo donde se encuentran inmersos. Para el laico, el mundo es el espacio prioritario para santificarse. Es allí donde debe cultivar la unidad inquebrantable entre su fe y la vida, entre el trabajo y la oración, entre las ocupaciones económicas y políticas y la contemplación. De la santificación personal del laico depende la santificación del mundo temporal (CL, 17).

615- Los laicos, en comparación con los que no lo son, se distinguen por vivir en el mundo y realizar su vocación cristiana secular; pero la secularidad no es algo exclusivo, monopolizado por los seglares, sino sólo una nota distintiva. La Iglesia propone también a los laicos el camino de la perfección evangélica hasta poder vivir la consagración a Dios mediante la asunción con votos de los consejos evangélicos de pobreza, obediencia y castidad, como lo hacen los religiosos, pero sin dejar de ser laicos y permaneciendo en sus propios ambientes seculares de familia, de trabajo, de compromisos sociales, culturales, cívicos y políticos. Tales son los institutos seculares que, aunque no sean institutos religiosos, llevan consigo la profesión verdadera y completa, en el siglo, de los consejos evangélicos" (PC, 11).

La misión de los fieles cristianos laicos

616- El laico es un cristiano que vive y trabaja en el mundo, y esa realidad define su misión. A los laicos corresponde, por propia vocación, buscar el Reino de Dios, tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios (LG, 31.33; GS, 43). De esta forma, el mundo se convierte en el ámbito y en el medio de la vocación cristiana. Es indispensable que los laicos no huyan de las realidades terrenas, sino que vivan la experiencia cristiana en el mundo que pasa. "El fiel laico es un hombre de Iglesia en el corazón del mundo... y un hombre del mundo en el corazón de la Iglesia" (DP, 786). Los laicos están llamados por Cristo, como Iglesia, para ser agentes y destinatarios del Evangelio, y a ejercer en el mundo, viña de Dios, una tarea evangelizadora indispensable (SD, 94).

Apostolado de inserción y de colaboración

617- Los laicos deben desempeñar su misión apostólica en una doble dimensión: tanto al exterior, como al interior de la Iglesia. Al exterior haciendo presente el Evangelio en las diferentes actividades temporales e instituciones de la sociedad. Es su apostolado de inserción. Al interior de la Iglesia, tomando parte en las actividades pastorales que organizan los obispos y los presbíteros. Es su apostolado de colaboración.

618- Es urgente el apostolado de inserción de laicos sobre todo en los ambientes seculares a donde no puede llegar la acción directa de la jerarquía. Los laicos están especialmente llamados a hacer presente y operante a la Iglesia, en aquellos lugares y circunstancias en que sólo puede llegar a ser sal de la tierra a través de ellos (LG, 33). El apostolado de inserción en los ambientes seculares de la economía, de la política, de la cultura, de la educación, de los medios de comunicación, etc., es el apostolado propio y específico de los laicos. Para ello deben capacitarse y cultivar una profunda espiritualidad evangélica. "El carácter secular es propio y peculiar de los laicos... Viven en el siglo... Allí están llamados por Dios para que contribuyan a la santificación del mundo como desde dentro, a modo de fermento" (LG, 31; CIC, 898).

619- El Documento de Santo Domingo presenta como desafío el "que todos los laicos sean protagonistas de la Nueva Evangelización, de la promoción humana y de la cultura cristiana. Es necesaria la constante promoción del laicado, libre de todo clericalismo" (SD, 97). Vale la pena resaltar la palabra: protagonistas. A propósito del apostolado de inserción, el Vaticano II dice: "Entre las obras de este apostolado sobresale la acción social cristiana, la cual desea este santo Concilio que se extienda hoy día a todo el ámbito temporal, incluida la cultura" (AA, 7).

620- Hay diversos grados de actuación y de compromiso eclesial en el mundo. Esto exige también una corresponsabilidad y distintos grados de colaboración entre la jerarquía y los seglares, especialmente en cuanto concierne a la misión en el mundo. Esto implica asumir el protagonismo de los laicos con todas sus consecuencias; esto implica aceptar sus iniciativas, sin reducirlos a meros ejecutores. "Anímense incluso a emprender obras por propia iniciativa" (LG, 37). El Decreto Apostolicam actuositatem, tiene un texto pleno y maravilloso: "Los laicos tienen su parte activa en la vida y en la acción de la Iglesia... Su acción, dentro de las comunidades de la Iglesia es tan necesaria, que sin ella el propio apostolado de los pastores no puede conseguir, la mayoría de las veces, plenamente su efecto" (AA, 33). El apostolado de colaboración en las tareas pastorales de la Iglesia, fundamentado en los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, es derecho y deber de los fieles laicos conforme a los carismas o dones que han recibido del Espíritu Santo para el bien de las comunidades eclesiales.

621- Precisamente por esto, los laicos, deben ser reconocidos no sólo como destinatarios de la acción pastoral, sino, además, como verdaderos agentes y, en no pocos casos -como nos lo ha recordado explícitamente Santo Domingo- aún como protagonistas. De esta manera han de tomar sus responsabilidades y compromisos dentro de la vida eclesial. Y cuando hablamos de laicos no debemos olvidar a las mujeres, cuyo papel es tan grande e insustituible en la transmisión de la fe y en la animación misma de las comunidades; ellas deben sentirse reconocidas en estas tan importantes responsabilidades (AA, 9). Refiriéndonos más concretamente a la vida parroquial, hemos de darnos cuenta de que los laicos tienen su lugar insustituible en los consejos pastorales, en los equipos coordinadores básicos, en los consejos para los asuntos económicos, en los distintos equipos de animación parroquial acordes con el triple ministerio, tal como lo prevé y ordena el Derecho de la Iglesia (CDC, 517; 536-537).

622- Los laicos también pueden ser llamados de diversos modos a una colaboración más inmediata con el apostolado de la jerarquía, al igual que aquellos hombres y mujeres que ayudaban al apóstol Pablo en la Evangelización (Fil 4, 3; Rom 16, 3ss)... "Incumbe a todos los laicos la preclara empresa de colaborar para que el divino designio de salvación alcance más y más a todos los hombres" (LG, 33). El apostolado de colaboración es apremiante, sobre todo en las parroquias y en los movimientos apostólicos. La preparación que reciben en los movimientos y asociaciones laicales, no ha de ser para encerrarse en sí mismos, sino para proyectarla en un servicio de mayor calidad en las mismas comunidades parroquiales y en todos los demás ambientes seculares. Los laicos no pueden cerrarse sobre sí mismos, aislándose de la comunidad eclesial, sino que deben vivir en convivencia con los demás y con sentido de fraternidad (CL, 20).

Ministerios, oficios y funciones de los laicos

623- La comunión de los cristianos con Jesús, tiene como modelo, fuente y meta, la misma comunión del Hijo con el Padre en el don del Espíritu Santo. Los cristianos se unen al Padre al unirse al Hijo en el vínculo amoroso del Espíritu. La comunión de los cristianos entre sí, nace de su comunión con Cristo: Todos somos sarmientos de la única Vid, que es Cristo (Jn 15). La comunión eclesial es, por tanto, un don. Un gran don del Espíritu Santo que los laicos están llamados a recibir con gratitud y, al mismo tiempo, a vivir con profundo sentido de responsabilidad.

624- "Los pastores, por tanto, deben reconocer y promover los ministerios, oficios y funciones de los fieles laicos, los cuales tienen su fundamento sacramental en el Bautismo, en la Confirmación y, en el caso de muchos de ellos, en el Matrimonio" (CL, 23). Es muy importante, por tanto, conforme a las necesidades de la Iglesia local y a las normas canónicas universales (CDC, 230), establecer los ministerios laicales en las tres dimensiones de la acción pastoral. En la pastoral profética para que colaboren a organizar la evangelización y la catequesis. En la pastoral litúrgica para que animen los servicios de santificación y celebraciones. En la pastoral social para que promuevan los servicios de justicia y caridad con atención especial a los más pobres. En el desempeño de estas funciones han de mantener su identidad laical y no clericalizarse.

625- Señalemos, más concretamente, algunos de los ministerios más urgentes que se podrían promover o, en su caso, instituir. -l En el área profética: ministerio de catequistas y celebradores de la Palabra, ministerio de catequesis prebautismal, ministerio de catequesis precrismal, ministerio para la primera comunión, ministerio de catequesis prematrimonial y postmatrimonial, ministerio de círculos bíblicos, ministerio para el apostolado entre jóvenes... l En el área litúrgica: ministros extraordinarios de la Eucaristía, ministerio de lectores, ministerio de acólitos, ministerio de cantos... l En el área social: los ministerios de la caridad y de la promoción social, ministerio en favor de los enfermos, drogadictos, niños de la calle, etc. Y en un sentido más integral: ministerio de animación de las pequeñas comunidades eclesiales.

626- De esta forma, los ministerios, los carismas, los encargos y los servicios de los laicos, existen en la comunión y para la comunión. Son riquezas que se complementan entre sí, en favor de todos, bajo la guía prudente de los pastores. El Vaticano II presenta los ministerios y los carismas como dones del Espíritu Santo para la edificación del cuerpo de Cristo y para el cumplimiento de su misión salvadora en el mundo (LG, 12). Los ministerios, si bien con modalidades diversas, son una participación en el ministerio de Jesucristo, el Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. En los últimos años han brotado y se han difundido muchas formas de agrupación laical: movimientos, asociaciones, grupos, etc. El asociarse de los fieles laicos, por razones espirituales y apostólicas, nace de diversas fuentes y responde a variadas exigencias. Se reconoce la libertad de asociación en el Código de Derecho Canónico (c. 215); sin embargo, ante la riqueza y el desarrollo de grupos apostólicos, es necesario aceptar los criterios de eclesialidad y las normas pastorales del obispo.

La formación de los fieles laicos

627- La formación, en su sentido más profundo, es un continuo proceso de conversión. Los laicos necesitan, ante todo, de una formación espiritual que ha de apoyarse en una formación humana-integral, que ha de tender a desarrollar las virtudes humanas fundamentales, tales como la lealtad, la solidaridad, la fidelidad y, en general, la coherencia entre fe y vida. Ninguna otra formación, incluso la bíblico-teológica, ninguna otra capacitación, incluso en las ciencias y técnicas teológico-pastorales, tendrá efecto y vigencia, si no tiene como fundamento la formación espiritual del laicado.

628- La formación de los fieles laicos, con este sentido integral, ha de colocarse entre las prioridades más apoyadas y apreciadas de la diócesis, y se ha de incluir en los programas de acción pastoral, a todos los niveles y en todas las instancias. La formación de los laicos tiene como objetivo fundamental el de capacitarlos a descubrir, cada vez con mayor claridad, su propia vocación y el de estimularlos a desarrollar con gran disponibilidad el cumplimiento de su propia misión.

II. DESAFIOS DE LA REALIDAD

629- Lograr que cada laico se sienta miembro vivo de la Iglesia y, como protagonista de la Nueva Evangelización, actúe en consecuencia entre sus hermanos.

630- El número creciente de bautizados que han perdido y abandonado los valores evangélicos y viven como ateos prácticos o se han pasado las sectas, o trabajan dentro de sus propios movimientos con espíritu prácticamente sectario, sin deseos de estar en comunión con los propios pastores.

631- Los sacerdotes que no quieren saber nada de movimientos y asociaciones laicales en sus parroquias y que, por tanto, obstaculizan su acción. Los sacerdotes con cura de almas que no respetan y no aceptan ciertos movimientos laicales aprobados por la Iglesia.

632- La inadecuada inserción de muchas asociaciones y movimientos laicales en la pastoral diocesana y parroquial, según las líneas pastorales del obispo y las normas de eclesialidad. Que los organismos laicales estén abiertos a las disposiciones del pastor y atiendan a las necesidades urgentes de la diócesis.

633- La no superación de cierto paternalismo clerical que no deja crecer a los laicos y la tendencia de algunos laicos comprometidos a clericalizarse.

634- Gran número de laicos que terminan programas de formación en los movimientos, en las asociaciones, en los institutos diocesanos, no asumen ningún tipo de compromisos pastorales ni en las parroquias, ni en los movimientos apostólicos, ni en los ambientes seculares donde se desenvuelven.

635- La poca o nula presencia de laicos apostólicos en determinados ambientes seculares donde no hay atención pastoral adecuada, por ejemplo: militares, políticos, artistas, intelectuales, estudiantes, obreros, etc.

636- La multiplicación de agrupaciones laicales, sobre todo juveniles, que carecen de objetivos concretos y, más que buscar la comunicación, parecen estar en competencia.

637- La exagerada autonomía de ciertos grupos, movimientos o líderes laicales, surgidos dentro de las parroquias o independientemente de ellas, y que luego se separan de la comunidad eclesial y de la dinámica apostólica de la diócesis.

III. LINEAS PASTORALES

638- Impulsar la formación humana-integral y espiritual de los laicos en un auténtico y continuo proceso de conversión que los capacite para integrar la fe con la vida.

639- La formación de los laicos ha de tener como objetivo fundamental el llevarlos a descubrir cada vez con mayor claridad su propia vocación y el capacitarlos para el cumplimiento de su misión específica en la Iglesia y en el mundo.

640- Impulsar a los laicos a profundizar en sus derechos y obligaciones como parte efectiva y activa de la Iglesia; y emprender iniciativas para una Nueva Evangelización en todos los ambientes.

641- Que los agentes de pastoral de una comunidad, con espíritu misionero, estudien y pongan en práctica un programa de acción apostólica para llegar a los más alejados.

642- Que los movimientos supraparroquiales concienticen a sus afiliados a fin de que descubran la conveniencia de desarrollar su apostolado en sintonía con los planes parroquiales.

643- Que se promuevan los ministerios laicales no sólo los referentes a la liturgia, sino también los referentes a la catequesis y a la pastoral social, sin olvidar el referente a la animación o coordinación de las pequeñas comunidades eclesiales en las parroquias.

644- Que todos los miembros de los organismos de apostolado seglar de la ciudad, en ciertos momentos importantes o cruciales de la diócesis, integren su acción pastoral en una tarea común. Por ejemplo: una misión bíblica para contrarrestar las sectas en un decanato o en una zona.

645- Que la comisión de laicos tenga una sección especializada en las etapas de juventud y adolescencia, formada por un equipo eclesial de aquellos que trabajan en ese campo, y que sus trabajos y experiencias puedan apoyar efectivamente la labor de parroquias y escuelas a nivel diocesano.

646- Concientizar al laico sobre su responsabilidad política, y aún sobre la necesidad de que, de acuerdo a su conciencia, se adhieran con libertad a los partidos políticos.

647- Que se tomen en cuenta los medios de comunicación social y otras alternativas propias de nuestro tiempo, para que sea conocida la rica y vasta doctrina sobre la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo.

IV. DISPOSICIONES

-133- Estudiar y revisar los Estatutos de los movimientos y asociaciones laicales, para que se formen los criterios operativos de su inserción pastoral y sean asumidos por las comunidades parroquiales, debidamente acompañados en su crecimiento y proyección a la comunidad diocesana, según su carisma.

134- Todo movimiento o asociación laical, para que actúe en la diócesis, debe tener actualizados sus Estatutos conforme al Concilio Vaticano II, a los documentos pontificios y episcopales, y al magisterio del obispo diocesano.

135- Que la comisión de laicos sea un lugar en donde todos los organismos laicales encuentren un vínculo de unidad; ha de promoverse la capacitación de sus miembros, que los anime a la vivencia laical en sus compromisos temporales y los inserte en la pastoral orgánica de nuestra Iglesia.

136- Todos los programas de formación laical que promueven los movimientos y las asociaciones deben contar con la aprobación del obispo diocesano o de la comisión por él señalada.

137- La formación de los fieles laicos se ha de colocar entre las prioridades más urgentes de la diócesis y se ha de incluir en la programación anual de la acción pastoral.

138- Las actividades pastorales de los miembros de movimientos y asociaciones de apostolado seglar que se desarrollen en algún territorio de la diócesis -zona, decanato o parroquia- deben ajustarse y no sobreponerse a los planes y programas que allí se realicen.

139- Los movimientos y asociaciones laicales de índole diocesana, al renovar sus organismos directivos, deben presentar al obispo una terna de sus candidatos a presidentes o coordinadores diocesanos; el obispo eligirá a quienes él juzgue más adecuados.

140 -El obispo ha de procurar que en el seminario y en las casas de formación de los religiosos, se ofrezcan a los alumnos las líneas teológico-pastorales del Magisterio acerca de la vocación y misión de los fieles laicos en la Iglesia y en el mundo y, en cuanto sea posible, se les pondrá en contacto con el conjunto de asociaciones y movimientos apostólicos que existen en la diócesis, a fin de que conozcan y aprecien lo característico de cada uno de ellos.

141- Los sacerdotes respetarán, por encima de sus preferencias personales, la identidad, personalidad y orientación característica de cada uno de los movimientos y asociaciones laicales aprobados por la Iglesia. No es legítimo ligar a un solo movimiento toda la actividad pastoral de una comunidad parroquial.

142- Establézcanse centros de formación de distintos niveles y en diferentes lugares de la diócesis, asesorados por la Vicaría episcopal de pastoral en cuanto a la unidad de criterios y programas, en donde se ofrezca a los laicos una formación humana y cristiana con sentido integral, y en donde se presente con claridad la Doctrina social de la Iglesia, a fin de impulsarlos a asumir sus compromisos económicos, políticos, culturales y sociales como tarea propia.


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