Documentos Diocesanos

II Sínodo Diocesano para la Nueva Evangelización

Vida consagrada y misión pastoral

I. ILUMINACION

570 -Hablando de la vida consagrada (DP, 721-776) el Documento de Puebla comienza por decirnos, con una admirable claridad: "La vida consagrada es en sí misma evangelizadora"... (DP, 721). Es y debe ser. Así lo desean en la Iglesia los pastores y los fieles; así lo han de sentir los mismos que se han entregado a pregonar con su propia vida la radicalidad en el seguimiento de Jesús y el testimonio de los valores trascendentes del Reino, anunciados en las bienaventuranzas.

571- Este género de vida, más comúnmente conocido como vida religiosa, es una realidad en la Iglesia y no una simple teoría. La autoridad, que está al servicio de la Iglesia, siempre se ha preocupado a lo largo de la historia por discernir, aprobar, regular y acompañar las muy diversas formas de vivir esta particular profesión de los consejos evangélicos.

Naturaleza eclesial de la vida consagrada

572- Esta preocupación ha quedado plasmada últimamente en el nuevo Código de Derecho Canónico, dentro del libro II, El pueblo de Dios, y más precisamente en la tercera parte. No hay que olvidar que la estructura del nuevo Código tiene su origen sustancialmente en la Constitución conciliar Lumen Gentium, la cual, después de haber presentado a la Iglesia como misterio (capítulo I) y como pueblo de Dios (capítulo II) y su articulación como Iglesia jerárquica (capítulo III) y haber tratado de los fieles laicos (capítulo IV), lleva todo a la unidad con el capítulo V que tiene como título: La vocación universal a la santidad.

573- Efectivamente, sobre esta base de la común dignidad e igualdad en la vocación y misión de los christifideles (de los fieles cristianos), fundada en su condición de bautizados, sobre esta misma base se expresa la legítima diversificación en la vivencia concreta del triple ministerio de Cristo y de la misión pastoral de los consagrados en la Iglesia y en el mundo. El Concilio Vaticano II trató con mayor profundidad el tema de la profesión de los consejos evangélicos en el Decreto Perfectae caritatis.

574- En el compromiso común de hacer realidad los signos y los frutos de la Nueva Evangelización en nuestra Iglesia local, hay que seguir con fidelidad y tener en gran aprecio los lineamientos del nuevo Código de 1983. No sería justo tomarlos como normas meramente jurídicas o como fríos ordenamientos, alejados de la experiencia doctrinal y pastoral de nuestra realidad eclesial. Por algo el Santo Padre Juan Pablo II, al promulgar el nuevo Código en la Constitución Sacrae disciplinae leges, con razón subrayaba la íntima relación entre el Concilio y el Código, llegando a afirmar: "este nuevo Código podría entenderse como un gran esfuerzo por traducir en lenguaje canónico esta misma doctrina, es decir, la eclesiología conciliar" (EnV, 8, 628). Y el mismo Sumo Pontífice fue más allá al afirmar en uno de sus discursos que el Código era el último Documento del Concilio, en el sentido de que, con su publicación, venía a concluirse el trabajo de renovación promovido por el Vaticano II.

575- Pues bien, en el canon 207 se nos dice: "Por institución divina, entre los fieles cristianos están en la Iglesia los ministros sagrados, que en el Derecho son llamados también clérigos; los demás fieles son llamados también laicos". Y continúa en el párrafo segundo: "De entre unos y otros provienen fieles que, con la profesión de los consejos evangélicos mediante los votos u otros vínculos sagrados reconocidos y sancionados por la Iglesia, se consagran en modo especial a Dios y dan incremento a la misión salvífica de la Iglesia; su estado, aunque no pertenezca a la estructura jerárquica de la Iglesia, forma parte sin embargo de su vida y de su santidad". Precisamente por no estar basado en el sacramento del Orden sagrado, a tal estado de vida pueden pertenecer sea clérigos que laicos. Por eso este estado de vida, que incluye en forma muy importante a las mujeres, tiene un alcance excepcional en la vida de la Iglesia (LG, 42).

576- De ahí la insistencia jurídica y pastoral porque la vida religiosa sea vista y apreciada como un signo eclesial que manifieste a la Iglesia y a la humanidad los valores evangélicos y escatológicos del Reino (LG, 44); de ahí la urgencia porque los miembros de la vida consagrada en todas sus ramas (de hombres y de mujeres, de vida contemplativa y de vida activa), despierten en sí mismos el deseo de perseverar en su particular vocación (caritativa, educativa, misionera, etc.) en continua dedicación, y de crecer en fidelidad, de manera que la santidad de la Iglesia pueda incrementarse por medio de ellos, para la mayor gloria de la Santa Trinidad (LG, 47).

577- Siguiendo la expresión ignaciana, la vida consagrada está llamada a sentire cum Ecclesia (a "sintonizar", diríamos, con la Iglesia). Sin esta efectiva comunión y participación en lo teológico, en lo eclesial y en lo pastoral, la vida religiosa -como por lo demás cualquier otro carisma- se convertiría en una secta más de iluminados o de profetas aguerridos, pero no en una parte integral de la vida de la Iglesia. Todo intento de independencia y separación de la Comunidad eclesial, jerarquía y pueblo de Dios, necesariamente terminaría en fracaso o en cisma.

La identidad de la vida consagrada

578 -La vida consagrada, como don del Espíritu Santo a su Iglesia, es también una realidad en la historia de nuestra Patria y de la diócesis de Guadalajara, desde su primera evangelización, y pertenece a la vida íntima y a la santidad de la Iglesia misma (LG, 44; EN, 69; DP, 739). Este carisma adquiere su pleno sentido desde la persona de Jesucristo.

579 -Ser consagrado es ser llamado por Jesús (vocación) a vivir con El (vida comunitaria), viviendo como El (consagración-misión). Por eso en nuestra Iglesia particular este don del Espíritu se ha manifestado a través de muchos religiosos, miembros de sociedades apostólicas y miembros de institutos seculares, que hacen presentes los valores del Evangelio.

580 -"Por su vocación, consagración y misión específica en la vida consagrada, enraizada en el Bautismo y en la Confirmación, celebrada y alimentada con la Eucaristía, están llamados a expresar su pertenencia a Cristo en un dinamismo específico, en comunión con los otros fieles... Discípulos y discípulas han hecho del seguimiento según los consejos evangélicos la forma de adhesión a Cristo como Maestro y Señor absoluto de su existencia, entregándose a su servicio. Consagrados por el Espíritu, han recibido, mediante la Iglesia, un don que los habilita para cumplir los compromisos del seguimiento y de la misión. Copartícipes de un carisma, están llamados a expresar en la vida un aspecto específico del misterio de Cristo y de la Iglesia. Llamados a la misión, se deben dedicar a ella totalmente, con su vida y con su apostolado. Destinados a la gloria, deben dar testimonio con su existencia de los bienes celestiales, de la futura resurrección y de la gloria del reino celestial" (Sínodo sobre la vida consagrada, Instrumentuma laboris, 68).

581 -Por esta vivencia fiel de los consejos evangélicos, los miembros de la vida consagrada se comprometen a vivir como Cristo vivió: virgen, obediente y pobre, en la Iglesia y para el mundo (DP, 740; SD, 85). Por eso la vida consagrada irradia los valores del Reino, anima la comunidad eclesial de nuestra diócesis e interpela a la sociedad contemporánea. Las comunidades contemplativas en la diócesis son un estímulo evangelizador y misionero, porque testimonian la primacía de lo absoluto de Dios. Son ellas mismas agentes evangelizadores en su soledad, silencio y plegaria asidua (CDC, 674; SD, 86).

582 -La vida consagrada ha descubierto también, bajo la acción del Espíritu Santo, la secularidad que afirma la autonomía de las realidades creadas y las leyes que las rigen. La secularidad debe entenderse, sobre todo, como una exigencia de la fe cristiana adulta; por eso, hombres y mujeres de hoy se agrupan en torno a determinados carismas, propios de los llamados institutos seculares. Ellos ocupan un importante puesto en la Nueva Evangelización, para la promoción humana y la inculturación del Evangelio (SD, 87).

583 -A la tarea de la evangelización de la diócesis, propuesta en los planes pastorales, contribuyen las sociedades de vida apostólica, con sus características propias: vida fraterna en común, fin apostólico propio de la sociedad, pero sin votos religiosos (CDC, 731; SD, 88). A estas formas de vida consagrada se asemeja el orden de las vírgenes, que siguiendo más de cerca a Cristo, son consagradas a Dios por el obispo diocesano, según el rito litúrgico aprobado; celebran desposorios místicos con Jesucristo y se entregan al servicio de la Iglesia (CDC, 604, 1). La mujer consagrada contribuye a impregnar con los valores del Evangelio nuestros procesos de promoción humana integral e impulsa la pastoral de nuestra diócesis, sobre todo con los más pobres y marginados, según su carisma propio (SD, 90).

584- Sabemos que la Exhortación apostólica, fruto del último Sínodo de los obispos sobre la vida consagrada, vendrá a dar nuevas luces y nuevos impulsos a la misión evangelizadora de la vida religiosa. De todos modos, el Documento Mutuae relationes, de Mayo de 1978, que bajo la autoridad de Pablo VI nos trazó los criterios para integrar armónicamente la vida religiosa dentro de la labor evangelizadora de la Iglesia universal y local, seguirá siendo un punto de referencia obligado para normar e inspirar el papel de los consagrados en medio de nuestras comunidades cristianas.

La vida consagrada y la Nueva Evangelización

585 -La teología de los dones, carismas y ministerios, renovada por el Vaticano II (LG, 12), es precisamente lo que hace posible una renovada inserción de la vida consagrada en la misión evangelizadora del pueblo de Dios y su valorización como auténtico carisma dentro de la Iglesia. Nos lo recuerda el Decreto Sobre la actividad misionera de la Iglesia cuando nos dice que la vida religiosa forma de tal manera parte de la vida de la Iglesia, que la Iglesia misma no puede considerarse plenamente presente en un determinado lugar, si la vida activa y contemplativa de sus consagrados no está dando frutos abundantes en ella (AG, 18).

586- La Iglesia de América Latina ha puesto de realce en varias ocasiones esta naturaleza evangelizadora de la vida religiosa. Medellín nos dice: "A lo largo de la historia de la Iglesia, la vida religiosa ha tenido siempre, y ahora con mayor razón, una misión profética... Esta consagración peculiar es un compromiso a vivir con mayor intensidad el aspecto escatológico del cristianismo para ser, dentro de la Iglesia, de modo especial ‘testigo de la Ciudad de Dios’" (DM, "Religiosos", 12). Puebla ve en la incorporación dentro de la acción evangelizadora de la Iglesia local una de las tendencias de la vida religiosa en nuestro continente (DP, 736-741). De la misma manera, repetidamente Santo Domingo declara que la vida religiosa es un don del Espíritu para su Iglesia; por tanto, ha de ser necesariamente eclesial y misionera y debe enriquecer a las iglesias locales (SD, 85). Los eventuales conflictos y tensiones que pudieran surgir en las mutuas relaciones, han de ser resueltos en un clima de diálogo y sobre la base de la comunión eclesial (SD, 92).

587 -"El horizonte de la vida consagrada es hoy el de la Nueva Evangelización, en la comunión y misión de la Iglesia. Es la invitación de Juan Pablo II dirigida muchas veces a los institutos de vida consagrada y a las sociedades de vida apostólica, capaz de suscitar en la Iglesia un nuevo impulso radicado en la fuerza de Pentecostés... A todas las personas consagradas, en razón de su vocación, se les pide que manifiesten en la variedad de los carismas recibidos, con el testimonio de su vida, la fuerza salvífica del Evangelio. Se trata, para ellos, no sólo de volver a dar vitalidad a los métodos apostólicos sino, sobre todo, de cultivar la llamada a la propia conversión, a dejarse evangelizar, para hacer resplandecer en ellos la luz de Cristo, como personas que hablan con Dios y están llenas de su Espíritu (Ex 33, 11; 2 Cor 3, 18)" (Sínodo sobre la vida consagrada, Instrumentum laboris, 95).

588 -Los miembros de la vida consagrada sólo pueden prestar un servicio eficaz a la Iglesia en la Nueva Evangelización, desde la fidelidad a su propio carisma (PC, 2). El obispo, no sólo debe respetar, sino promover y garantizar con su autoridad, la fidelidad de los miembros de la vida consagrada al propio carisma (LG, 45; MR, 28; CDC, 33). Sin embargo, todos los religiosos, aún aquellos que pertenecen a órdenes y congregaciones de derecho pontificio, deben sentirse miembros perfectamente integrados a la "familia diocesana" (CD, 34) y aceptar con gusto, aún viniendo de otras partes, la obligación de una necesaria adaptación. Todos ellos han de preocuparse por fomentar las vocaciones locales, tanto para el seminario diocesano como para la vida consagrada en sus más diversas vertientes, aunque no sea la propia (MR, 4).

589- Nos dice a este respecto el Sínodo sobre la vida consagrada, (Instrumentum laboris, 75): "El obispo en la Iglesia confiada a él es principio y fundamento visible de unidad (LG, 23), en la fe, en la caridad y en el apostolado, por la excelencia del don del Espíritu que ha recibido (EI, 6). Es propio del ministerio del obispo ser perfeccionador y guía del pueblo de Dios. Viviendo la caridad pastoral, el obispo debe ser maestro, promotor y ejemplo de la perfección cristiana para los laicos, los presbíteros sus colaboradores y los consagrados por la profesión de los consejos evangélicos, cada uno según su vocación. Para desempeñar tal función se le confiere una potestad de gobierno ordinaria, propia e inmediata (LG, 27; CD, 11), que ejerce directamente sobre todos los fieles de cualquier categoría que están en su Iglesia, salvada la justa autonomía de los institutos de vida consagrada (CD, 35, 3-4; CDC, 586)".

590 -"Los presbíteros religiosos y los que pertenecen a sociedades de vida apostólica, aunque no estén incardinados en la Iglesia particular y estén sometidos a sus legítimos superiores, en virtud de la participación en el único sacerdocio ministerial, pertenecen con pleno título al presbiterio, al que aportan la riqueza de su propio carisma y de su propio método pastoral (CD, 35; AG, 20; PDV, 25). Además, por su parte, los religiosos imprimen a la solicitud pastoral un signo de la tensión escatológica de la Iglesia peregrina en la fe y en la esperanza. La pertenencia al presbiterio coloca en una relación de estrecha comunión con el obispo y con todos los demás presbíteros, comunión que comporta aplicaciones prácticas" (Ibid., 79).

591 -El Concilio Vaticano II, al insertar la vida consagrada en el misterio de la Iglesia, ha propuesto la vocación al seguimiento de Cristo según los consejos evangélicos, ha profundizado el sentido de la consagración a la luz del Bautismo. Ha puesto de relieve la participación plena en la misión del pueblo de Dios, recordándole en forma ejemplar su común y universal vocación a la santidad, en comunión con la jerarquía y el laicado (PC, 5). La Virgen María es el modelo de vida consagrada y apoyo seguro de su fidelidad (SD, 85).

II. DESAFIOS DE LA REALIDAD

592 -Dar siempre testimonio del Evangelio, a partir de una profunda experiencia de Dios, actuando en todo en estrecha colaboración con los obispos, sacerdotes diocesanos y laicos, dando con esto ejemplo de renovada comunión.

593 -Estar en la vanguardia de los cambios culturales y sociales de la diócesis, para iluminarlos con el espíritu de las bienaventuranzas y, así, ayudar a construir una sociedad cristiana más comprometida con la verdad y con la justicia.

594 -Mostrar mayor apertura personal y comunitaria, para trabajar pastoralmente, conociendo y asumiendo desde la etapa de formación, el Plan diocesano de pastoral, de acuerdo a sus propios carismas.

595 -Lograr en la diócesis el conocimiento, el aprecio y la promoción de los institutos seculares, laicales y sacerdotales, como verdadera vida consagrada destinada a ser fermento evangelizador en las actividades temporales, y no olvidar la promoción de los institutos de vida contemplativa.

596 -Lograr una verdadera evangelización de la cultura y una amplia inculturación del Evangelio en ambientes especialmente marginados, mediante una pastoral diferenciada, tales como el de los intelectuales, el de las artes, los espectáculos y el deporte, así como en el mundo de la política, los sindicatos, las finanzas y, en general, en todos los medios donde se forman los líderes de opinión. 597 -Responder a la necesidad de evangelizar a los más pobres y olvidados, de manera que sientan la cercanía de una auténtica solidaridad cristiana, y ser muy coherentes con esto, al ejercer acciones específicas, en apostolados tales como el de la salud y el de la educación.

598 -Que los religiosos y religiosas que trabajan entre gente pudiente, los evangelicen para que estén dispuestos a compartir sus bienes materiales y espirituales con los más necesitados.

III. LINEAS PASTORALES

599 -Que los religiosos y las religiosas de nuestra diócesis evalúen sus obras apostólicas, teniendo en cuenta los criterios de la Nueva Evangelización, y que los sacerdotes, en especial los párrocos, valoren y apoyen con sentido eclesial la aportación específica de las comunidades de vida consagrada a la pastoral diocesana y parroquial.

600 -Que en la aprobación y revisión de las obras de apostolado de los religiosos que trabajan en nuestra diócesis, se proceda en comunión de caridad y de acuerdo a las indicaciones del obispo.

601 -Que los religiosos den un claro testimonio de su consagración, evitando el secularismo, practicando la pobreza evangélica y esforzándose por vivir en caridad fraterna, dentro de sus comunidades y con todos los demás miembros del pueblo de Dios.

602 -Que los responsables de la formación y animación espiritual de las religiosas de vida contemplativa, las motiven a integrarse más a la misión de nuestra Iglesia particular, informándoles de las iniciativas prioritarias de la diócesis, ayudándolas a valorar, sobre todo con un acompañamiento cercano y frecuente la trascendencia de su apostolado de oración, silencio y penitencia, al servicio de la Nueva Evangelización.

603 -La atención humana, espiritual, intelectual y pastoral de todos los miembros de la vida consagrada, ha de ser una preocupación prioritaria de todas las órdenes, congregaciones e institutos, pero, mientras permanecen en nuestra diócesis, la Vicaría episcopal para la vida consagrada, propiciará y vigilará un cabal cumplimiento de las disposiciones del Derecho y de las orientaciones del Magisterio a este respecto.

604 -Que cada miembro de vida consagrada, con su testimonio de vida y acción, sea un activo promotor de las vocaciones sacerdotales y religiosas, de acuerdo a los criterios y lineamientos de la comisión de promoción vocacional de la diócesis.

605 -Buscar canales adecuados para una mayor integración y conocimiento entre sacerdotes diocesanos y religiosos, tales como encuentros y convivencias e intercambios entre novicios, seminaristas y formadores.

606 -Que los miembros de la vida consagrada que trabajan en las parroquias de la diócesis, sean justamente retribuidos en lo económico, y que a su vez, los religiosos y religiosas que están al frente de instituciones de educación o de beneficencia, ejerzan la justicia pagando lo debido a sus trabajadores y empleados.

IV. DISPOSICIONES

125 -Se buscará la unidad de criterios y el fomento de la sincera ayuda recíproca y de la complementariedad entre sacerdotes diocesanos y religiosos, principalmente en la pastoral litúrgica, en la catequesis y en las enseñanzas propias de la moral católica.

126 -Ya que la misión de los miembros de la vida consagrada se realiza en la Iglesia particular, al momento de su inserción en la diócesis, se les debe inducir por medios adecuados al conocimiento de las directrices y procesos pastorales de nuestro medio, a fin de que los acepten y hagan propios con espíritu sincero.

127 -El vicario episcopal de vida consagrada convoque periódicamente a los religiosos y religiosas para convivir sobre todo con los que recientemente se incorporaron a la diócesis, a fin de brindarles orientación y apoyo, lo mismo que para evaluar su disponibilidad para insertarse en proyectos específicos de la pastoral diocesana.

128 -Los vicarios episcopales y los decanos han de insistir en que los miembros de la vida consagrada que trabajen en la pastoral territorial, asistan regularmente a las reuniones de sus respectivos decanatos y zonas, y que se inserten de la manera más creativa y armónica en la pastoral diocesana, siempre con respeto a sus propios carismas.

129 -Que las instituciones culturales, educativas, hospitalarias y de beneficencia, encomendadas a los institutos de vida consagrada, no permitan prácticas que empañen su compromiso con la verdad, con la caridad y con la justicia, y que sean verdaderos centros de promoción de los derechos humanos, comenzando por el derecho a la vida.

130 -La Iglesia diocesana debe ofrecer a los religiosos y religiosas que sirven a los más pobres y marginados, un apoyo más cercano y efectivo de la comunidad diocesana y parroquial, que estimulen su compromiso de entrega generosa, como testigos de las bienaventuranzas.

131 -Los formadores del seminario diocesano y los responsables de las casas de formación de los miembros de vida consagrada, deben fomentar en la teoría y en la práctica, el aprecio por los distintos carismas y ministerios con que el Señor enriquece a su Iglesia, al servicio del mundo, de modo que todos valoren la riqueza de vivir la unidad en la pluralidad.

132 -Que se busquen alternativas de captación de fondos, para aligerar el costo y la prestación de servicios que se ofrecen en hospitales, escuelas y universidades católicas, lo mismo que en otras actividades asistenciales o promocionales, atendidas en el mayor de los casos por religiosos y religiosas.


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