Documentos Diocesanos

II Sínodo Diocesano para la Nueva Evangelización

Cultura y Educación

I. Iluminación

352- Es San Ignacio de Antioquía quien, por primera vez, a principios del siglo II emplea la palabra católica para designar a la Iglesia: "Ahí donde está Jesucristo, ahí está la Iglesia católica" (Carta a los cristianos de Esmirna, 2). Este adjetivo "católico", sabemos muy bien que proviene de una palabra griega que frecuentemente se traduce por "universal". Pero "universal" no traduce sino imperfectamente el contenido de la palabra "católica" aplicada a la Iglesia, la cual incluye una connotación a la vez más rica y más concreta.

353- El adjetivo católica evoca, en principio, la expansión geográfica: la Iglesia está destinada a extenderse a todas las naciones; en este sentido, ella tiene una vocación universal. Pero la palabra implica, sobre todo, la "plenitud de gracia y de verdad" (UR, 3) que ha sido confiada a la Iglesia católica desde el día de Pentecostés, y que le permite evangelizar a todos los hombres.

354- La catolicidad de la Iglesia se manifiesta en la capacidad que ella tiene de acoger, en su diversidad, las aspiraciones y situaciones de los individuos y de reunirlas en la unidad y, sin destruirlas, purificarlas dentro de una inprecisable variedad de culturas y de realidades humanas, tanto individuales como sociales. Gracias al poder del Espíritu que le ha sido dado, la Iglesia es capaz de enraizar el Evangelio en las diversas culturas, de manera que él sea una fuerza de conversión y una nueva forma de enfrentarse a cualquier situación y a cualquier sistema de valores que no estén de acuerdo con el plan de Dios.

355- Por sí mismo el Evangelio, del que la Iglesia es depositaria, está en posibilidad y tiene el imperativo de desarrollar en cada una de las culturas todo aquello que se relaciona con el bien de la humanidad. Este hecho es, al mismo tiempo, una tarea: tarea de apertura, de transformación, de ampliación de miras, de metas y de horizontes para la comunidad de los creyentes que, como la "casa del Padre", debe poder albergar muchas moradas (Jn 14, 2).

La cultura y las culturas

356- La cultura no es sólo un aspecto de la vida del hombre. Es un elemento que engloba y da fisonomía específica a todos los aspectos de la vida individual y social de los pueblos y de las personas; abarca lo económico, lo político, lo religioso, lo moral, la jerarquía de valores, el arte, la literatura, la técnica, etc. La cultura es el estilo específico de vivir propio de un pueblo y de los individuos que lo integran.

357- Hablando de la evangelización de la cultura, el Documento de Puebla comienza por reconocer el "nuevo y valioso aporte pastoral" de la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI, que nos invita a enfrentar con decisión y apertura la tarea de evangelizar la cultura y las culturas (EN, 20). Al hacer esto, no hace sino desglosar y adaptar a nuestra situación latinoamericana lo que ya el Concilio había hecho magistralmente, a nivel más amplio en la Constitución pastoral Gaudium et Spes.

358- "Con la palabra cultura se indica el modo particular como, en un pueblo, los hombres cultivan su relación con la naturaleza, entre sí mismos y con Dios (GS, 53b) de modo que puedan llegar a ‘un nivel verdadera y plenamente humano’ (GS, 53a). Es ‘el estilo de vida común’ (GS, 53c) que caracteriza a los diversos pueblos; por ello se habla de ‘pluralidad de culturas’ (GS, 53c). La cultura así entendida, abarca la totalidad de la vida de un pueblo: el conjunto de valores que lo animan y de desvalores que lo debilitan y que al ser participados en común por sus miembros, los reúne en base a una misma conciencia colectiva (EN, 18). La cultura comprende, asimismo, las formas a través de las cuales aquellos valores o desvalores se expresan y configuran, es decir, las costumbres, la lengua, las instituciones y estructuras de convivencia social, cuando no son impedidas o reprimidas por la intervención de otras culturas dominantes" (DP, 386-387).

359- "Lo esencial de la cultura está constituido por la actitud con que un pueblo afirma o niega una vinculación religiosa con Dios, por los valores y desvalores religiosos. Estos tienen que ver con el sentido último de la existencia y radican en aquella zona más profunda, donde el hombre encuentra respuestas a las preguntas básicas y definitivas que lo acosan, sea que se las proporcionen con una orientación positivamente religiosa o, por el contrario, atea. De aquí que la religión o la irreligión sean inspiradoras de todos los restantes órdenes de la cultura -familiar, económico, político, artístico, etc.en cuanto los libera hacia lo trascendente o los encierra en su propio sentido inmanente... La cultura se va formando y se transforma en base a la continua experiencia histórica y vital de los pueblos; se transmite a través del proceso de tradición generacional. El hombre, pues, nace y se desarrolla en el seno de una determinada sociedad, condicionado y enriquecido por una cultura particular; la percibe, la modifica creativamente y la sigue transmitiendo" (DP, 389.392).

360- El mandato inicial de Dios a los seres humanos de crecer y multiplicarse, llenar la tierra y someterla (Gén 1, 28-30), lleva una connotación eminentemente cultural. Cultura es cultivo y expresión de todo lo humano en estrecha relación con la naturaleza, y con la dimensión comunitaria de los pueblos (SD, 228). Así, la tarea de la cultura es, ante todo, el perfeccionamiento del hombre y de su mundo, comprendiendo los aspectos histórico y social (GS, 53). Requisito fundamental para la realización del empeño cultural es el poseer un claro concepto de la naturaleza, del origen y destino de los seres humanos, es decir, poseer la verdad completa acerca del hombre, de Cristo y del mundo (DP, 170-339).

361- El Verbo de Dios, al asumir y expresar todo lo humano, excepto el pecado (Hb 4, 15), entra en el mundo de la cultura y, siendo medida de todo lo humano, lo es también de toda cultura. Todos los valores y expresiones culturales que concuerdan con el Evangelio, promueven lo auténticamente humano, de tal suerte que aquello que no pase por Cristo no podrá quedar redimido (SD, 228). La participación del hombre en la vida sobrenatural, mediante la unión redentora con Cristo, no destruye la naturaleza humana, sino que la asume y la eleva. Los auténticos valores culturales, discernidos y asumidos por la fe, son necesarios para encarnar en la cultura el mensaje del Evangelio.

La inculturación del Evangelio

362- La IV Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Santo Domingo, ha titulado su Documento definitivo: "Nueva Evangelización, Promoción Humana, Cultura Cristiana". Este mismo hecho de incluir entre sus grandes metas la cultura cristiana nos habla ya en sí mismo de la importancia que concedió a un tema tan vasto y de tanta trascendencia.

363 La evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio no son dos actividades diferentes y separadas. Evangelización de la cultura significa purificarla de todos aquellos elementos que contradicen los valores del Evangelio. Inculturación del Evangelio significa asumir aquellos elementos positivos que hay en una cultura y elevarlos o potenciarlos hasta un desarrollo pleno, a la luz de los valores evangélicos.

364- "El vínculo del Evangelio con el hombre es creador de cultura, y la síntesis entre la cultura y la fe no es sólo una exigencia de la cultura sino también de la fe. Una fe que no se hace cultura, es una fe no plenamente acogida, no enteramente pensada, ni fielmente vivida" (Juan Pablo II, Pontificio Consejo para la cultura, 18 de Enero de 1983). "La universidad católica participa en este proceso ofreciendo la rica expresión cultural de la Iglesia. Además, consciente de que la cultura humana está abierta a la Revelación y a la trascendencia, la universidad católica es el lugar primario y privilegiado para un fructuoso diálogo entre el Evangelio y la cultura" (Juan Pablo II, Ex corde Ecclesiae, 43).

365- "La evangelización de la cultura es un esfuerzo por comprender las mentalidades y las actitudes del mundo actual e iluminarlas desde el Evangelio. Es la voluntad de llegar a todos los niveles de la vida humana para hacerla más digna" (Juan Pablo II, Discurso al mundo de la cultura, Lima, 15 de Mayo de 1988, 5). Pero este esfuerzo de comprensión e iluminación debe estar siempre acompañado del anuncio de la Buena Nueva (Redemptoris missio, 46), de tal manera que la penetración del Evangelio en las culturas no sea una simple adaptación externa, sino un ‘proceso profundo y global que abarque tanto el mensaje cristiano, como la reflexión y la praxis de la Iglesia’ (Ibid., 52), respetando siempre las características y la integridad de la fe" (SD, 22).

366- "Ejemplos de inculturación del Evangelio lo constituyen también ciertas manifestaciones socioculturales que están surgiendo en defensa del hombre y de su entorno, y que han de ser iluminadas por la luz de la fe. Es el caso del movimiento ecologista en favor del respeto debido a la naturaleza y contra la explotación desordenada de sus recursos, con el consiguiente deterioro de la calidad de vida. La Iglesia hace suya la preocupación por el medio ambiente e insta a los gobiernos para que protejan este patrimonio según los criterios del bien común (Juan Pablo II, Mensaje para la XXV Jornada mundial de la paz, 1º de Enero de 1992)" (SD, 23).

367- Nos dice Juan Pablo II en su discurso del 15 de Enero de 1988 a la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la cultura: "El reciente Sínodo de los obispos, dedicado a la vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, veinte años después del Concilio Vaticano II, ha subrayado la urgencia de formar a los laicos para hacer que el Evangelio esté más presente en el entramado vivo de las culturas, en los ambientes que caracterizarán las mentalidades del futuro e inspirarán los comportamientos: la familia, la empresa, la escuela, la universidad y los medios de comunicación social... (como colaboración eficaz de la Iglesia) en la promoción cristiana de una civilización del amor y de la verdad, en vísperas del nuevo milenio" (OR, 7 de Febrero de 1988, 11).

Cultura rural y cultura urbana

368- Toda cultura es naturalmente viva y, generalmente, provocadora de grandes cambios sociales. Nuestra cultura actual presenta muchos signos y variadas manifestaciones de estos cambios profundos, pero uno muy significativo y de innegables consecuencias en la forma de ser y de vivir de nuestra sociedad, es el aparentemente irreversible tránsito de una cultura rural a una cultura urbana, con todos los impactos positivos y negativos que este cambio conlleva.

369- Mientras las ciudades crecen incesantemente, se constata también lo que podríamos llamar urbanización del campo, en cuanto que las gentes del campo van adoptando el modo de pensar y las costumbres de las gentes de la ciudad: es la urbanización de los espíritus, fenómeno que se da gracias a los medios de comunicación y a las mayores facilidades de desplazamiento.

370- El problema del urbanismo plantea grandes desafíos a la acción pastoral, tales como la pobreza de los cinturones de miseria en las grandes ciudades, el desarraigo cultural, la pérdida de las tradiciones familiares y también la distinta actitud religiosa en la que no pocas veces naufraga la fe. De esta forma, la cultura urbana está modificando la triple relación del hombre: con la naturaleza, con las personas y con Dios.

371- En la cultura rural la relación del hombre con la naturaleza es personal, casi sacral; la relación con las personas es directa y la relación con Dios se establece más fácilmente, porque la naturaleza viene a ser como una mediación que permite percibir sin mayor dificultad la mano providente de Dios, que sustenta al hombre a través de su creación. La cultura urbana todo lo cambia. La relación del hombre con la naturaleza se vuelve casi nula; la relación es con la máquina y con lo hecho por el hombre; la relación con las personas se caracteriza por el anonimato y lo funcional. La relación con Dios se hace difícil, porque falta la mediación de la naturaleza. No cabe duda que el hombre urbano actual es un tipo diverso de hombre: vive en una mayor pobreza material y espiritual, confía en la ciencia y en la tecnología, está influido por los grandes medios de comunicación social, es dinámico y proyectado hacia lo nuevo; es consumista, audiovisual, perdido en la masa y desarraigado (SD, 255).

372- De alguna manera relacionados con la cultura urbana están el secularismo y el indiferentismo religioso, ampliamente difundidos en nuestros días, los cuales, sin negar a Dios abiertamente, prescinden prácticamente de Él y de su santa Ley. En la cultura urbana se percibe también lo que se ha llamado la post-modernidad, que puede resumirse en la desilusión del hombre moderno, que había puesto una confianza casi ilimitada en la razón, en el progreso indefinido y en los sistemas del capitalismo y del consumismo. A ese hombre desilusionado, que bien puede pasar a ser un pobre de espíritu digno de las bienaventuranzas, hemos de ofrecerle a Cristo, como única solución a los problemas del hombre y como el único que no defrauda.

373- Evangelizar la cultura urbana es un reto formidable que se presenta hoy a la Iglesia. Ella, que supo evangelizar la cultura rural durante muchos siglos, debe ahora evangelizar la ciudad. El Documento de Santo Domingo nos da algunas líneas pastorales que deben ser ampliadas en su investigación y realización por los evangelizadores del tercer milenio. La respuesta al problema de la cultura urbana, que a causa del éxodo y del abandono del campo ha empobrecido todavía más a nuestros pueblos, los ha hecho más dependientes y los ha privado de sus ricas tradiciones, sobre todo morales y religiosas. De ahí que sea un verdadero imperativo: "Realizar una pastoral urbanamente inculturada en relación a la catequesis, a la liturgia y a la organización de la Iglesia. La Iglesia deberá inculturar el Evangelio en la ciudad y en el hombre urbano. Discernir sus valores y antivalores; captar su lenguaje y sus símbolos. El proceso de inculturación abarca el anuncio, la asimilación y la reexpresión de la fe" (SD, 256).

Educación: asimilación de la cultura

374- "La educación es la asimilación de la cultura. La educación cristiana es la asimilación de la cultura cristiana. Es la inculturación del Evangelio en la propia cultura. En todo caso la educación es un proceso dinámico que dura toda la vida de la persona y de los pueblos, recoge la memoria del pasado, enseña a vivir hoy y se proyecta hacia el futuro. Por esto, la educación cristiana es indispensable en la Nueva Evangelización" (SD, 263).

375- Dios ha creado al hombre para que entre en intimidad con Él, para que sea su amigo, para que lo conozca y lo ame; le ha dado también la capacidad de ejercer su señorío sobre la creación (Gén 1, 28; GS, 12), con capacidad para decidir su propio destino (Gén 2, 17), por lo tanto, su ser personal esencialmente está abierto en dos direcciones. Verticalmente: hacia Dios, Bien sumo y Verdad absoluta; y horizontalmente: hacia los demás hombres y hacia la naturaleza. La educación debe abarcar a todo el hombre y a todo hombre (PP, 2), y debe buscar que el hombre, por convicción, trate de ser más antes de tener más (GS, 3; EC, 26). En el caso de los cristianos, la educación debe llevar a abrir los espíritus a los valores evangélicos y morales de la justicia, de la solidaridad, de la responsabilidad comunitaria y del amor.

376- Puesto que el hombre es siempre perfectible (GE, 6; EC, 82; DP, 1038), la educación ha de ser entendida como un proceso dinámico que nunca termina, -que va de la cuna a la tumba-, que abarca la totalidad de la existencia, tanto de personas como de pueblos. Toda educación supone un proyecto de hombre (SD, 265). La Iglesia presenta a Cristo como modelo del hombre nuevo (Ef 4, 22-24), y constantemente lo invita a convertirse en una nueva creatura (2 Cor 5, 17), en quien se lleva a cabo el proyecto del Padre (Ef 1, 10). Educar al hombre en esta dirección, es parte integrante de la misión evangelizadora, puesto que es evangelizar, es humanizar, perfeccionar y ennoblecer al hombre (DP, 1012; EN, 18)

. Una educación evangelizadora

377- Es necesario abrir a Cristo el amplio campo de la enseñanza en los diversos niveles, que pueden ser escolares o no escolares, elementales o superiores, formales o no formales, puesto que en Cristo encontramos plenamente todos los valores humanos; sólo en Él está el sentido de la vida (Juan Pablo II, A los maestros, Aguascalientes, 1990). Y esto vale, en primer lugar, para la familia.

378- El matrimonio está ordenado, como sabemos, al bien de los cónyuges, al mismo tiempo que a la generación y a la educación de los hijos. "La fecundidad del amor conyugal, no se reduce a la sola procreación de los hijos, sino que debe extenderse también a su educación moral y a su formación espiritual. El papel de los padres en la educación ‘tiene tanto peso que, cuando falta, difícilmente puede suplirse’ (GE, 3). El derecho y el deber de la educación son para los padres primordiales e inalienables (FC, 36)... Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos" (CIC, 2221.2223). "El Estado y las demás instancias intermedias deben ser complementarios y subsidiarios de la familia en su labor educativa" (Mensaje de los obispos mexicanos Sobre la educación en México, 10 de Noviembre de 1986, 8).

379- Dar la vida implica el acompañar el crecimiento de esta vida, es decir, educar. Esta educación se da, sobre todo, en el seno de la propia familia y dura todo el tiempo necesario para que los hijos lleguen a su madurez como personas. Esta educación pone a los padres en relación con múltiples instancias educativas que conjugan sus esfuerzos para que el hijo llegue a ser verdaderamente una persona, en sentido humano y cristiano. Por la gracia del sacramento del Matrimonio, la misión educativa de los padres está elevada a la dignidad y a la vocación de un auténtico servicio de la Iglesia, para la edificación de sus miembros (FC, 38).

380- La II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano reunida en Medellín, se ocupó ampliamente del tema de la educación en su sentido humanista y cristiano: "Reconociendo la trascendencia de la educación sistemática mediante escuelas o colegios para la promoción del hombre, conviene no identificar la educación con cualquiera de los instrumentos concretos. Dentro del concepto educativo moderno esta trascendencia es enorme, pues la educación es la mejor garantía del desarrollo personal y del progreso social... Este concepto rebasa la mera institucionalidad de los centros docentes y proyecta su dinámica apostólica hacia otros sectores que reclaman urgentemente la presencia y el compromiso de la Iglesia" (DM, "Educación", 10-11).

381- "Para la Iglesia, educar al hombre es parte integrante de su misión evangelizadora, continuando así la misión de Cristo Maestro. Cuando la Iglesia evangeliza y logra la conversión del hombre, también lo educa, pues la salvación (don divino y gratuito), lejos de deshumanizar al hombre, lo perfecciona y ennoblece; lo hace crecer en humanidad. La evangelización es, en este sentido, educación. Sin embargo, la educación en cuanto tal no pertenece al contenido esencial de la evangelización, sino más bien a su contenido integral" (DP, 1012-1013).

382- "Nuestros compromisos en el campo educativo se resumen sin lugar a dudas en la línea pastoral de la inculturación: la educación es la mediación metodológica para la evangelización de la cultura. Por tanto, nos pronunciamos por una educación cristiana desde y para la vida en el ámbito individual, familiar y comunitario y en el ámbito del ecosistema; que fomente la dignidad de la persona humana y la verdadera solidaridad; educación a la que se integre un proceso de formación cívico-social inspirado en el Evangelio y en la Doctrina social de la Iglesia. Nos comprometemos con una educación evangelizadora" (SD, 271).

383- "Esta educación evangelizadora deberá reunir, entre otras, las siguientes características: -l Humanizar y personalizar al hombre para crear en él el lugar donde pueda revelarse y ser escuchada la Buena Nueva: el designio salvífico del Padre en Cristo y su Iglesia. l Integrarse en el proceso social latinoamericano impregnado por una cultura radicalmente cristiana en la cual, sin embargo, coexisten valores y antivalores, luces y sombras y, por lo tanto, necesita ser constantemente reevangelizada. l Ejercer la función crítica propia de la verdadera educación, procurando regenerar permanentemente, desde el ángulo de la educación, las pautas culturales y las normas de interacción social que posibiliten la creación de una nueva sociedad, verdaderamente participativa y fraterna, es decir, educación para la justicia. l Convertir al educando en sujeto, no sólo de su propio desarrollo, sino también al servicio del desarrollo de la comunidad: educación para el servicio" (DP 1026-1030).

II. Desafíos de la realidad

384- La ruptura entre fe y cultura, la incoherencia entre los valores del pueblo inspirados en principios cristianos y los actuales modelos y patrones de conducta secularizados que prevalecen en la sociedad.

385- Falta unidad de criterios para la formación en la fe, tanto en escuelas particulares como oficiales, de manera que se facilite el hacer llegar en forma viva el Evangelio a los alumnos.

386 No es muy significativa la preparación cristiana de los maestros para que, a su vez, puedan ser luego testigos que impulsen a sus alumnos con el ejemplo al diálogo entre fe y cultura.

387- La presencia de un estilo de educación escasa en valores morales y religiosos, que privilegia los elementos técnicos y utilitaristas de la eficacia económica, política y social, dando más importancia al hacer que al ser de la persona.

388- La actual cultura del individualismo y de la amoralidad que reduce los valores cristianos a meros compromisos sociales, sin ofrecer principios sólidos ni convicciones personales.

389- La débil presencia y la poca eficacia de laicos católicos en los centros culturales de nuestra sociedad, y la ausencia de atención pastoral a las personas que se dedican al arte en sus diversas expresiones y niveles.

390- El impacto demoledor de los grandes medios de comunicación social y la mentalidad del acaparamiento, de la simulación y de la corrupción, factores que debilitan el influjo positivo de las instituciones educativas.

391- Hay centros educativos que privilegian el ingreso de alumnos por influencias sociales o por contar con mayores recursos económicos, y así marginan a las grandes mayorías de estudiantes insolventes.

392- El alto costo de algunas escuelas y universidades de inspiración cristiana, no facilita el que muchos jóvenes dotados de capacidades y liderazgo evangelizadores, puedan continuar en ellos su formación académica y profesional.

III. Líneas pastorales

393- Promover a los fieles de las diferentes comunidades eclesiales en la cultura del compartir, de la solidaridad y de la sana convivencia, tomando como base los principios morales de la fe católica.

394- Que se promuevan cursos sobre conocimiento y discernimiento de la cultura moderna -con sus valores y antivaloresen orden a una adecuada inculturación del mensaje evangélico.

395- Valorar como elementos muy importantes de la cultura las manifestaciones depuradas de nuestra religiosidad popular.

396- Educar a los fieles laicos, en especial a los adolescentes y jóvenes, en el recto uso de los medios de comunicación social, para la evangelización de la cultura.

397 Preparar y motivar a los padres de familia para que exijan a directores y maestros de los planteles donde estudian sus hijos una educación que respete los valores morales, religiosos y familiares que profesamos.

398- Que los Institutos de educación superior de inspiración cristiana, tomen como tarea propia y muy relevante dentro de sus actividades académicas, el diálogo entre fe y cultura.

399- Impulsar una educación en donde, tanto padres de familia como maestros, tomen más en serio su responsabilidad en el acompañamiento personalizado, efectivo y afectivo, de sus hijos y alumnos.

400- Que la comisión de pastoral universitaria promueva intercambios culturales y religiosos entre seminaristas y universitarios, para enriquecer la formación humana y cristiana de unos y otros.

401- Que en los decanatos y parroquias se sigan promoviendo, a pesar de las difíciles situaciones económicas, las escuelas católicas.

402- Que las escuelas y colegios católicos y las universidades de inspiración cristiana establezcan un sistema de cuotas y de incentivos, en el cual den cabida a alumnos de escasos o nulos recursos económicos.

IV. Disposiciones

82- La Iglesia de Guadalajara ha de reconocer en todos sus planes y acciones pastorales, la necesidad de inculturar el Evangelio en los diversos ambientes y situaciones de nuestra sociedad, cada vez más pluralista y heterogénea.

83- La diócesis buscará un diálogo continuo, leal y sincero con las distintas organizaciones culturales, educativas y gremiales, donde se forman y desenvuelven los líderes de opinión, "los constructores de la sociedad" más comprometidos con nuestra comunidad.

84- Especial atención tendrá nuestra Iglesia por el fomento del diálogo entre fe y cultura en las universidades y centros educativos de nivel superior, tanto públicos como privados.

85- La promoción humana y los esfuerzos educativos y culturales de los organismos y movimientos apostólicos de nuestra diócesis, han de impulsar, como parte de una evangelización integral, la elevación espiritual, moral y cultural de nuestro pueblo.

86- Dése especial importancia en los conjuntos pastorales de las parroquias y de los colegios católicos, al fomento de actividades culturales y recreativas que contribuyan a la integración de nuestras distintas comunidades y al desarrollo de un auténtico sentido de pertenencia.

87- Los sacerdotes asignados a iglesias de especial valor histórico, consideren estos templos y conjuntos pastorales no sólo como espacios religiosos, sino también como obras de gran valor cultural. Preocúpense con particular empeño en la custodia y conservación de los tesoros artísticos, siguiendo -sin fanatismos ni polarizacionesel espíritu y la letra de las legislaciones civiles y eclesiásticas en la materia.

88- Foméntese, sobre todo en las zonas marginadas y rurales, la creación y el funcionamiento de bibliotecas populares (y si es posible de videotecas), el impulso a la alfabetización de adultos y el establecimiento de parvularios según la metodología y con el apoyo de nuestra Cáritas diocesana.

89- A pesar de las ya prolongadas situaciones económicas por las que atravesamos, como Iglesia y como sociedad, todas las comunidades parroquiales han de tener como ideal la implantación y el sostenimiento responsable de la escuela católica, sobre todo en los primeros niveles.

90- Los padres de familia cristianos, preocúpense por promover, y aún por defender ante cualquier instancia pública o privada, el derecho primario y original de influir y orientar los planes y programas destinados a la educación de sus hijos.


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