Después de un largo recorrido a través de las tres etapas de preparación, realización y conclusión del II Sínodo Diocesano –desde enero de 1989 a diciembre de 1995-, tenemos finalmente en nuestras manos, gracias a Dios, el Documento Sinodal conclusivo, fruto sobre todo de la acción del Espíritu Santo, a quien hemos invocado: obispos, presbíteros, religiosos y religiosas, miembros de institutos seculares y fieles laicos, al hacer nuestras reflexiones y propuestas.
Hemos de asumir las conclusiones de este acontecimiento eclesial, como un precioso instrumento que la Providencia nos ofrece hoy, para llevar a cabo en la Diócesis el proyecto de la Nueva Evangelización propuesto por nuestro Santo Padre el Papa Juan Pablo II, a fin de anunciar con nuevo ardor, método y expresión Cristo Redentor y hacer presente su reinado de amor, justicia y paz en nuestros corazones, en nuestras familias y en nuestra sociedad, disponiéndonos así a entrar con la vida nueva de Dios al ya cercano Tercer Milenio del Cristianismo.
Muchos y cuestionantes son los desafíos que hemos descubierto en la realidad eclesial y social de nuestra Iglesia particular durante los trabajos del Sínodo; los presento en este Documento como “signos de los tiempos” (G.Sp. 4,11), para que mirándolos con ojos de fe, a la luz de la Palabra de Dios y del Magisterio de la Iglesia, descubramos la voluntad del Señor.
Las sugerencias y propuestas hechas al estudiar los temas y luego votadas en las asambleas sinodales, las presento aquí, unas como líneas pastorales que hemos de seguir en nuestra acción pastoral evangelizadora y otras como disposiciones que hemos de cumplir con carácter de obligatoriedad. Ellas serán, de ahora en adelante, indispensable punto de referencia y regla pastoral en la vida y en la misión de la querida Iglesia que peregrina en Guadalajara.
Movido por el impulso del Espíritu Santo que se ha manifestado abundantemente a través del Sínodo y apoyado en la autoridad que se me confiere como Obispo de esta Iglesia Local de Guadalajara (CDC. 466), APRUEBO Y PROMULGO EL DOCUMENTO CONCLUSIVO DEL II SÍNODO DIOCESANO Y DISPONGO QUE SE PUBLIQUE Y SEA APLICADO EN TODA LA ARQUIDIÓCESIS.
El Señor bendiga a todos los que han orado y trabajado por el Sínodo y a quienes en el futuro se esforzarán lealmente en hacerlo madurar en frutos abundantes de gracia al servicio del Reino, con la fuerza del Evangelio y para la Nueva Evangelización.
Pido a la Santísima Virgen María, nuestra Señora de Zapopan, Patrona de la Arquidiócesis, que interceda por nosotros, para que respondamos con fidelidad a la llamada del Señor y nos acompañe siempre en este nuevo caminar como Iglesia diocesana.
Dado en Guadalajara, Jalisco, el día 12 de diciembre de 1995, Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe.