Documentos Diocesanos

II Sínodo Diocesano para la Nueva Evangelización

Parroquia

I. ILUMINACION

648 -Todo ser humano, sin duda, puede escuchar la voz de Dios en la intimidad de su conciencia. Sin embargo, Dios ha querido "que los hombres no reciban la santificación y la salvación en forma aislada, fuera de toda relación mutua" (LG, 9). En efecto, por el Bautismo somos agregados al pueblo de Dios; somos hechos miembros vivos de su Cuerpo, la Iglesia. Y es precisamente en la Iglesia, con sus diferentes niveles y manifestaciones, donde todos los creyentes hemos de vivir nuestra vocación de hijos, y de hermanos y hermanas los unos de los otros.

649- Dentro de una diócesis y, por tanto, dentro de la Iglesia universal, podemos encontrar diversos tipos de comunidades eclesiales más pequeñas. También dentro de estas comunidades, frecuentemente pobres y a veces hasta distantes las unas de las otras (LG, 26), Cristo se hace presente de una forma especial. Sin embargo, entre todas estas comunidades hay que mencionar en forma preponderante a la parroquia, comunidad de fieles (SC, 42), verdadera célula de una Iglesia particular, que "reúne en la unidad todas las diversidades humanas que en ella se encuentran y las inserta dentro de la universalidad de la Iglesia" (AA, 10). Al participar activamente en las comunidades parroquiales, los fieles podrán adquirir una formación más adaptada a sus particulares situaciones y circunstancias; podrán igualmente desarrollar el sentido de la comunión eclesial y alimentar su vida espiritual, sin descuidar además un natural sentido de pertenencia.

La parroquia como comunidad de comunidades

650- El ser y quehacer de la parroquia tiene su modelo originario en las primeras comunidades cristianas, pero ha de responder simultáneamente a los retos actuales con nuevo ardor, con nuevos métodos y con nuevas expresiones, a fin de llegar a ser verdadera comunidad de comunidades: comunidad de fe, comunidad de culto y comunidad de caridad.

Su ser

651- La parroquia es una comunidad de comunidades menores, bajo la guía de un pastor -el párroco- que hace las veces del obispo; representa y hace visible a la Iglesia universal en un determinado lugar de la diócesis, con personas y circunstancias concretas; es instrumento del Reino de Dios y está constituida de una manera estable (CDC, 515; DP, 644; SD, 58).

652- La parroquia es como una gran familia compuesta de familias más pequeñas. Es la familia de Dios que se congrega en torno a la Palabra y a la Eucaristía y vive como una fraternidad animada por el Espíritu. Es una familia no cerrada en sí misma, sino injertada y abierta a la sociedad e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dificultades. La parroquia, ante todo, es una comunidad de personas, viva y dinámica, más que una estructura, un edificio o un territorio.

653- El párroco es el vínculo jerárquico con el obispo y con toda la Iglesia particular; pastor a semejanza de Cristo, signo y principio de unidad, promotor de comunión, animador de comunidades y escrutador de los signos de los tiempos, el párroco sirve a su comunidad principalmente enseñando, santificando y guiando al pueblo de Dios, que le ha sido encomendado. Misionero que atiende a los alejados, con fe o sin ella; compañero que trabaja en equipo con sacerdotes, religiosos y laicos; hermano, amigo y padre de la familia parroquial, con una predilección amorosa por los más pobres y los pecadores. Mucho depende del párroco el que la parroquia sea una comunidad eclesial orgánica y viva dentro del conjunto de la diócesis; por lo cual, ejercerá su autoridad con un gran espíritu de servicio y con un gran sentido de corresponsabilidad eclesial, trabajando en equipo y buscando la descentralización en lo referente a personas, lugares y funciones (CD, 30).

Su quehacer

654- "Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra entonces profundamente injertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus aspiraciones y dificultades. La parroquia tiene la misión de evangelizar, de celebrar la liturgia, de impulsar la promoción humana, de adelantar la inculturación de la fe en las familias, en las comunidades eclesiales de base, en los grupos y movimientos apostólicos y, a través de todos ellos, a la sociedad. La parroquia, comunión orgánica y misionera, es así una red de comunidades" (SD, 58). La parroquia, como comunidad de comunidades, promueve, anima y coordina pequeñas comunidades eclesiales, grupos y movimientos, personas y familias que caminan juntos hacia la comunión, participación y misión de la Iglesia, de una manera orgánica y planificada, para dar acogida y respuesta a las esperanzas y angustias de los hombres y mujeres de hoy. Así se convierte en una comunidad eclesial promotora de comunión que genera procesos de formación y maduración en la fe de personas y comunidades (DP, 644).

655- La parroquia como comunidad profética tiene la misión de evangelizarse y de evangelizar. La evangelización busca una adhesión personal a Jesucristo por medio de la conversión. Ante la situación actual y generalizada en la que muchos bautizados no han dado esa adhesión personal a Cristo, se impone, -dice Santo Domingo- en el ministerio profético de la Iglesia y, por tanto de la parroquia, de modo prioritario y fundamental, la proclamación vigorosa del anuncio de Jesús muerto y resucitado, el kerigma, raíz de toda evangelización, fundamento de toda promoción humana y principio de toda auténtica cultura cristiana (SD, 33). En ese sentido se comprende también la catequesis que "lleva la fe inicial a su madurez y educa al verdadero discípulo de Cristo" (CT, 19). El hecho de insistir en el anuncio, no descarta los otros dos elementos constitutivos del ministerio profético: la denuncia del pecado en todas sus formas y el testimonio cristiano ante el mundo.

656- La parroquia como comunidad litúrgica tiene una fuente de donde dimana toda su fuerza: la Eucaristía. "Es la fuente de la aldea a donde todos acuden a calmar su sed" como dijo Juan XXIII (CL, 17). Es el centro de la vida parroquial donde se celebra la fe suscitada por la evangelización y se proyecta la vida de caridad en la promoción humana, esto es, la construcción del Reino y la forma como el Evangelio penetra en el corazón de las culturas" (SD, 35). Todos los demás sacramentos y sacramentales han de girar en torno a la Eucaristía.

657- La parroquia es, finalmente, una comunidad de caridad. Caridad asistencial para los que no pueden valerse por sí mismos. Caridad promocional para hacer de cada hombre el sujeto de su propio desarrollo. Caridad liberadora para saber quitarse esclavitudes personales y sociales, generadoras de pobreza y subdesarrollo. En este sentido la parroquia promoverá la comunicación de bienes, las relaciones fraternas, la defensa de los derechos humanos, en especial de los más desprotegidos, el ejercicio de la caridad y comunión con los necesitados: enfermos, ancianos, jóvenes desviados, niños de la calle, madres solteras...

658- El responsable de llevar adelante este quehacer parroquial no sólo es el párroco ni el equipo sacerdotal, tampoco únicamente los agentes de pastoral, o los equipos eclesiales, o los grupos y movimientos apostólicos, o las pequeñas comunidades eclesiales. El sujeto responsable del quehacer parroquial es toda la comunidad parroquial respetando y valorando los ministerios, carismas y servicios de cada uno para el bien de todos (CL, 27ss; SD, 33.60).

659- La parroquia es el lugar donde la Iglesia puede experimentarse como comunidad viva de personas que se relacionan, movidas por la fe, para compartir con frecuencia la Palabra de Dios, para celebrar la Eucaristía y demás sacramentos, para practicar el mandamiento nuevo del amor fraterno con obras concretas de caridad y justicia a favor especialmente de los más necesitados. Tanto el Concilio Vaticano II como el Código de Derecho Canónico enfatizan el aspecto comunitario de la parroquia considerándolo como elemento esencial y prioritario respecto a los demás elementos de orden territorial y administrativo. Las parroquias, como afirma el Papa Juan Pablo II, requieren "una decidida renovación de las mismas", favoreciendo "la participación de los laicos en las responsabilidades pastorales y las pequeñas comunidades eclesiales de base, también llamadas comunidades vivas" (CL, 26).

La parroquia, rostro cercano de la Iglesia

660- Toda la rica realidad de la Iglesia universal se vive y se expresa en la Iglesia particular y se hace cercana a todos en la parroquia, familia de Dios y comunidad fraterna animada por el Espíritu. La parroquia es la concreción básica de la Iglesia, donde la mayor parte de los creyentes experimenta, vive y alimenta la fe; es en ella donde la misión de Cristo debe potenciarse para que el ministerio profético, sacerdotal y regio se realicen en forma íntegra, clara, equilibrada y orgánica.

661- Todos los miembros de la Iglesia, por el hecho de haber sido regenerados en Cristo, compartimos una común vocación a la santidad, lo mismo que una común dignidad y una común misión dentro de la Iglesia y al servicio del mundo (LG, 32). En el contexto de la vida parroquial, sin embargo, el mayor número no lo constituyen los sacerdotes o los religiosos, sino precisamente los fieles laicos. Ya este solo dato de supremacía numérica nos debería llevar a reflexionar, de manera espontánea, en la necesaria valorización de los seglares en el seno de nuestras comunidades parroquiales.

662- Los laicos "son llamados por Dios a trabajar como desde dentro en la santificación del mundo, a manera de fermento" (LG, 31). Pero a este mundo el cristiano laico accede, de ordinario, no en forma directa, sino más bien a través de situaciones y estructuras más tangibles, más delimitadas, tales como sus actividades familiares, laborales, sociales, recreativas, culturales o políticas. Lo mismo podemos decir de su forma de situarse frente a la Iglesia. Los fieles laicos, normalmente, toman contacto con las realidades eclesiales a través de su propia parroquia. La parroquia es, en este sentido, la forma más cercana de conocer el rostro de la Iglesia, la forma más natural de enrolarse en su acción apostólica y la forma más sencilla de abrirse a la salvación en Cristo, que se ofrece a todos los hombres por medio de ella.

663- De comunidades parroquiales vigorosas, además, dependerá el futuro de acciones pastorales tan decisivas para la Iglesia y para la sociedad en general, tales como la pastoral familiar, juvenil, vocacional y misionera. Una parroquia que se contente con una pastoral de conservación y no se lance a una auténtica pastoral de conquista -preocupada de los indiferentes y de los alejados- a la larga irá languideciendo y convirtiéndose en una mera estación de servicios espirituales, cada vez menos solicitados.

664- Con la presencia activa de numerosos laicos, insertados armónica y equilibradamente en los distintos ámbitos de las actividades parroquiales, se conjuraría automáticamente el peligro del inmovilismo, del ritualismo o del burocratismo. Porque muy fácilmente ellos llegarán a comprender que, al ser miembros comprometidos lo mismo en sus parroquias que en otros movimientos y asociaciones apostólicas, la misma formación que van adquiriendo los impulsará a dinamizar todos los demás campos de su vida apostólica, comenzando con el que les es más cercano: el de su propia parroquia. Gran preocupación de los pastores será el que estos apóstoles laicos desarrollen un gran aprecio por la comunión eclesial y por la necesidad de nutrir sólidamente su vida espiritual.

665- Precisamente por esto, los laicos, deben ser reconocidos no sólo como destinatarios de la acción pastoral de nuestras comunidades parroquiales, sino, además, como verdaderos agentes y, en no pocos casos, aún como protagonistas. De esta manera han de tomar sus responsabilidades y compromisos dentro de la vida eclesial. Y cuando hablamos de laicos no debemos olvidar a las mujeres, cuyo papel es tan grande e insustituible en la transmisión de la fe y en la animación misma de las comunidades; ellas deben sentirse reconocidas en estas tan importantes responsabilidades (AA, 9).

II. DESAFIOS DE LA REALIDAD

666- La promoción de comunidades eclesiales vivas, pequeñas o de base, al interior de cada una de nuestras parroquias. La aceptación y la continuación del proceso de renovación parroquial conforme al Plan orgánico diocesano de pastoral.

667- Integrar a los sacerdotes de la misma parroquia en equipos de vida que los lleven a superar individualismos y logren acrecentar en los fieles laicos -sobre todo con su ejemplo- la conciencia de la necesidad de trabajar fraternal y coordinadamente.

668- Existe en la diócesis una mentalidad demasiado territorialista de las parroquias, sobre todo urbanas, que impide la pastoral de conjunto, la pastoral funcional o planes interparroquiales de apoyo mutuo, ante las exigencias de la vida moderna de la ciudad.

669- Urge definir la identidad de la pastoral parroquial urbana, buscando realizar actividades que puedan hacer llegar la influencia de la vida parroquial, por ejemplo, a unidades recreativas, a edificios administrativos y a multifamiliares.

670- Se requiere que las parroquias organicen una auténtica pastoral social, sobre todo en los ambientes rurales y de periferia, para que se conozca y aplique la Doctrina social de la Iglesia, en la promoción de la justicia y de la caridad.

671- La iluminación y el acompañamiento a los laicos en los compromisos temporales que les exige su fe cristiana, tales como los educativos, económicos, sociales y políticos, lo mismo que en el vasto campo de los medios de comunicación social.

672- El deficiente aprecio en muchos de los fieles laicos de nuestras parroquias por la Palabra de Dios y por un estudio más sistemático de la Biblia, de manera que se puedan capacitar para contrarrestar la influencia nociva de las sectas.

673- La promoción y purificación de la religiosidad popular como un espacio privilegiado para la Nueva Evangelización. La integración de movimientos y asociaciones laicales en la organización y planeación de las parroquias y de la diócesis.

III. LINEAS PASTORALES

674- Promover la renovación de la parroquia como comunidad de comunidades, elaborando y aplicando un plan pastoral, a la luz de la Nueva Evangelización y como respuesta a las necesidades de la realidad de cada una de nuestras comunidades.

675- Impulsar en todas las parroquias de la diócesis un proceso de evangelización, a partir de los agentes y grupos comprometidos, hasta llegar a las familias y a todas las pequeñas comunidades de un modo permanente, progresivo y planificado.

676- Empeñarse en la formación de las pequeñas comunidades eclesiales, de manera que lleguen a ser verdaderos centros de evangelización y catequesis, capaces de involucrarse en auténticos procesos de educación en la fe, de manera que se fortalezcan la pastoral familiar, la pastoral juvenil, el compromiso con los pobres y una liturgia viva.

677- Ofrecer a los laicos medios concretos de formación permanente en la fe, con sentido integral, para que se conviertan en verdaderos agentes de cambio en sus propios ambientes y participen según sus carismas en las tareas eclesiales.

678- Establecer un contacto permanente con los religiosos y religiosas, cuyas casas u obras apostólicas se encuentren ubicadas dentro de los límites de la parroquia, de manera que se fomente la unidad en la caridad y, de esta manera, se logre una coordinación y una labor de conjunto.

679- Elaborar y aplicar el plan parroquial con sus programas anuales de trabajo contando con el apoyo de todos los grupos y comunidades, animados por el equipo coordinador básico.

680- Sectorizar la parroquia en pequeñas comunidades eclesiales (barrios, zonas, ranchos, etc.) asegurando la vinculación entre las mismas comunidades, sobre todo en los tiempos fuertes de Adviento, Cuaresma y Pascua.

681- Impulsar la espiritualidad y el testimonio de vida de los agentes de la parroquia: sacerdotes, religiosos y laicos, mediante actos comunes de oración, retiros, revisión de vida, participación frecuente en sacramentos, buscando que esta espiritualidad sea comunitaria y comprometida.

IV. DISPOSICIONES

143- Cada parroquia elabore y aplique, de acuerdo con los planes decanales, un plan pastoral parroquial e informe al obispo cada año a través del vicario episcopal.

144- Cada parroquia establezca el equipo coordinador básico y los tres equipos fundamentales de servicio: de evangelización, de liturgia y de pastoral social. Se procurará, además, contar con los equipos de pastoral familiar y juvenil, y todos ellos buscarán fomentar en sus distintas actividades el espíritu misionero y vocacional.

145- En cada parroquia llévese a cabo anualmente un programa permanente de formación de agentes que incluya las tres áreas de pastoral: profética, litúrgica y social, con una visión de pastoral integral y de conjunto.

146- El párroco y los vicarios visitarán periódicamente las pequeñas comunidades eclesiales y tendrán contacto frecuente con los demás grupos; los animarán en su crecimiento y velarán por su eclesialidad, de acuerdo a las normas del Magisterio.

147- Los pastores ofrezcan generosamente a los fieles laicos, en primer lugar, los servicios propios de su ministerio: predicación, sacramentos y acompañamiento espiritual.

148- Cuiden los párrocos una adecuada jerarquización en la acción pastoral, de manera que ciertos aspectos muy necesarios, tales como el llevar adelante la construcción de nuevos conjuntos pastorales, la organización de las fiestas patronales y las mismas acciones de orden caritativo o de religiosidad popular, no vayan en detrimento de labores tan fundamentales como la evangelización y la catequesis, la vida litúrgica y sacramentaria y, en especial, del empeño que los sacerdotes han de prestar a la pastoral de la reconciliación.

149- A los nuevos párrocos se ofrecerá un curso de formación pastoral que incluya los elementos básicos acerca de la renovación parroquial, de acuerdo a los diferentes métodos practicados entre nosotros, y sin omitir los elementos más sobresalientes del derecho parroquial y las formas más actualizadas de llevar a la práctica los aspectos administrativos.

150- Toda parroquia ha de establecer el consejo de asuntos económicos conforme a Derecho, y el párroco mantendrá informados a sus miembros de la situación financiera de la comunidad, por lo menos con un informe anual.

151- Revísese, con el auxilio del vicario episcopal, la situación de las parroquias pobres, sobre todo de la periferia urbana y de las zonas rurales, para organizar apoyos económicos efectivos de parte de otras parroquias, propios de una auténtica solidaridad cristiana.

152- En cada parroquia hágase un inventario de los bienes muebles e inmuebles, lo mismo que de los objetos artísticos y valiosos, según los criterios de la comisión de arte sagrado aprobados por el obispo. El párroco saliente entrega dicho inventario al párroco entrante, en presencia del decano y del vicario episcopal.


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