Historia, Arte Sacro y Devoción

Historia de la Arquidiócesis


La Diócesis contemporánea

1. El primer Sínodo Diocesano

El conflicto entre la Iglesia y el Estado mexicano se solucionó, muy relativamente, por medio de los llamados “arreglos” entre el presidente Portes Gil y los obispos de Michoacán y Tabasco. Sin embargo, el clima de persecución contra la Iglesia, en nuestra diócesis perduró por otros diez años.

Al Seminario no se le permitía tener una casa; solamente los sacerdotes registrados ante el gobierno, podían celebrar; el culto público permanecía absolutamente prohibido, de ahí que la imagen de Ntra. Sra. de Zapopan, era llevada directamente a la puerta de las iglesias que visitaba, en una urna de madera cerrada, y en estas condiciones el pueblo de Dios la acompañaba cuando regresaba a su santuario. Al mismo Arzobispo, Orozco y Jiménez, -aunque se le permitió finalmente permanecer en Guadalajara-, no se le permitía ejercer su ministerio, sino con muchas limitaciones.

En 1936, a la muerte del Sr. Orozco, es electo como nuevo Arzobispo el Sr. José Garibi Rivera, auxiliar del Sr. Orozco; el trabajo que se le ofrecía era enorme, porque eran muchos los frentes que debía atender.

Su atención se dirigió primeramente a la misma comunidad diocesana. Se hacía indispensable reorganizarla, establecer nuevos lineamientos, subsanar heridas, corregir abusos; para ello convocó un Sínodo Diocesano que regularizara la vida de la diócesis en todos sus aspectos. A tenor de este sínodo vivirá la Iglesia local, los casi treinta años siguientes.

2. La vida de la comunidad diocesana: 1938 - 1966

La vida de la comunidad católica, en este período, aparece sumamente dinámica y comprometida. El ejercicio pastoral del Sr. Garibi Rivera es extraordinario, a él corresponde el mérito de haber reconstruido una diócesis que recibió casi deshecha. Los fieles laicos viven y expresan su fe por medio de diversas organizaciones seglares, entre las cuales, la Acción Católica, tendrá una importancia singular. Unida a ésta, surgen o se conservan asociaciones seglares muy fuertes. Así: las orientadas al culto eucarístico y al mariano, a los santos, en especial a San Francisco.

Posteriormente, llegan a Guadalajara movimientos laicales como el de Cursillos, el Movimiento Familiar Cristiano, y Las Jornadas de Vida Cristiana, entre otros.

Es notable la participación de toda la comunidad en la Eucaristía y en el Sacramento de la Reconciliación; el culto público es plenamente reconquistado por el pueblo de Dios a favor de las visitas tradicionales de Ntra. Sra. de Zapopan, en la ciudad episcopal; pero también en las poblaciones rurales con ocasión de diversas festividades.

No obstante, la sociedad no se identifica ya plenamente con la comunidad católica. El secularismo comienza a relativizar el compromiso cristiano de numerosos fieles; el paulatino progreso de los grupos religiosos no-católicos, va creando huecos en la anterior homogeneidad católica regional, sembrando dudas, confusiones y adhesiones de diverso grado.

Con frecuencia, la escuela laica, lejos de respetar la pertenencia religiosa de sus alumnos, -como cabía esperar de tal definición-, les crea conflictos. Los mismos medios de comunicación empiezan a fomentar este ambiente, nocivo sobre todo para aquellos cristianos débiles en la comprensión y vivencia de su fe. La acción pastoral de la diócesis se esfuerza en responder a estos retos, pero va perdiendo efecto.

3. Del Concilio Vaticano II a nuestros días

Fue obra del Concilio Vaticano II, reunido en Roma entre 1963 y 1966, renovar todas las estructuras de la Iglesia y estimular el compromiso cristiano de todos sus fieles, desde una nueva comprensión del tiempo en que vivimos y de la misma fe, siempre arraigada en la Escritura y en la tradición eclesiástica.

El Sr. Garibi Rivera, que ya en 1958, había sido nombrado primer cardenal mexicano, participa en este Concilio, y da los primeros pasos para aplicar las decisiones allí tomadas.

La vida litúrgica es el campo donde primeramente se advierten los grandes cambios conciliares: los sacramentos se administran ahora en la lengua de la comunidad, el sacerdote preside la Eucaristía de cara al pueblo, los retablos en las iglesias se hacen cristo-céntricos, los ritos se vuelven mucho más sencillos y comprensibles; las organizaciones laicales se modifican en diversos aspectos, fomentando una mayor participación del laico en la vida de la Iglesia; de igual modo, las estructuras formativas del Seminario se van adaptando a la renovación conciliar.

Ciertamente, la comunidad no siempre asume estos cambios con suficiente conciencia, y en algunos casos hizo falta una mayor explicación de los cambios que se operaban.

El Sr. José Garibi Rivera fue sucedido, en 1970, por el Sr. José Salazar López, igualmente nombrado Cardenal. A lo largo de su gobierno tuvo como obispos auxiliares a los Sres. Obispos Francisco Javier Nuño, Rafael García, Ramón Godínez, Antonio Sahagún y Adolfo Hernández. A él le corresponderá renovar plenamente todas las estructuras diocesanas, y crear las indicadas por el Concilio; en particular destaca la elaboración y puesta en práctica del Plan diocesano de Pastoral, que buscaba unificar criterios y acciones en orden a la tarea evangelizadora de la Iglesia.

Los cambios de la época y el surgimiento de múltiples campos de acción pastoral, hacen que la misma estructura de la diócesis se vaya haciendo compleja: aumentan así las comisiones diocesanas y, con ellas, los servicios y lugares de especial preocupación para la Iglesia, robusteciéndose, -en consonancia con la tradición de la diócesis-, el compromiso social con las personas más pobres y necesitadas; pero también creándose institutos de formación superior para los seglares, como lo han sido el de Pastoral y el Bíblico.

Fuerte impulso y vitalidad recibió durante este período la Arquidiócesis, que se vio bendecida con la visita pastoral de Su Santidad Juan Pablo II, en Enero de 1979, como parte de su primer viaje apostólico a México.

El gobierno del Sr. Salazar fue firme y acertado, dejando una impresión admirable por la austeridad de su vida. Cumplida la edad establecida por el Concilio para renunciar, fue sucedido, en 1987, por el Sr. Juan Jesús Posadas Ocampo, también Cardenal. Fueron obispos auxiliares los Sres. Antonio Sahagún y Adolfo Hernández, pero además los Sres. José Guadalupe Martín Rábago, Javier Navarro y Ramón Godínez.

El Sr. Posadas generó o asumió diversas iniciativas pastorales para el gobierno de una diócesis que, con el paso de los años, se había hecho de una notable densidad poblacional, con el presbiterio diocesano más numeroso del país, -proporcionalmente hablando-, y una presencia muy significativa de congregaciones religiosas y movimientos laicales; entre estas iniciativas destacan: la celebración del Sínodo Diocesano, la renovación del Plan Diocesano de Pastoral, la transformación y actualización de la Comisión para la formación integral del Presbiterio, la implementación de un proyecto para la ayuda de sacerdotes imposibilitados, y de una casa de reposo para sacerdotes ancianos o enfermos, la declaración del patronato de Ntra. Sra. de Zapopan como patrona universal del Arzobispado, concedido por el Papa Juan Pablo II en 1989, así como el fuerte impulso dado a las causas de canonización de los mártires mexicanos, a través de la comisión presidida por el obispo auxiliar D. Adolfo Hernández Hurtado.

Fue en este período cuando se estableció un nuevo Instituto de formación teológica para los seglares, a la vez que las instituciones formativas anteriores mantienen su vigencia. El Sr. Posadas fue asesinado el 24 de Mayo de 1993, sin que al presente se conozcan las causas y los autores reales de un crimen que no se había dado, ni aún en los momentos más difíciles de la historia diocesana.

Para sucederlo, la Santa Sede nombró al Sr. Juan Sandoval Íñiguez, enseguida electo Cardenal, que tuvo como Auxiliares al Excmo. Sr. Obispo Javier Navarro Rodríguez, al Excmo. Sr. Obispo Ramón Godínez Flores, José Luis Chávez Botello y Trinidad González Rodríguez.

El 7 de noviembre de 2011 su Eminencia José Francisco Robles Ortega fue nombrado, por el Papa Benedicto XVI, como nuevo Arzobispo de Guadalajara, y desde el 7 de febrero de 2012 toma posesión canónica de su servicio al frente nuestra Iglesia Diocesana. Lo reciben en la Diócesis el Sr. Obispo Trinidad González Rodríguez, el Sr. Obispo Miguel Romano Gómez, el Sr. Obispo Juan Humberto Gutiérrez Valencia y el Sr. Obispo Leopoldo González González.

A 150 años de la erección de la Arquidiócesis de Guadalajara somos conscientes de su extenso patrimonio cultural, como de los grandes retos que el presente le propone, y busca responder confiada en la acción providente del Padre, en Cristo, su cabeza, y en el Espíritu Santo que permanentemente la guía. Por ello en este contexto se va configurando el IV Plan Diocesano de Pastoral buscando leer la realidad desde la base de la Iglesia y la sociedad iluminada por la Sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, ahora de la mano de nuestro querido papa Francisco.

Su misma experiencia histórica le da certeza de la poderosa intercesión de la Santísima Virgen María, en su advocación de Ntra. Sra. de Zapopan, a quien tiene por su patrona, y en cuyas manos pone, lo mismo sus esperanzas, que su compromiso de seguir esforzándose por ser fiel al Evangelio, y proclamarlo en todos los ambientes del nuevo mundo que hoy se está generando.


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