Guadalajara nació de la voluntad de un grupo de católicos laicos que decidieron establecerse en este lugar, allá por el año de 1542, luego de intentar fundar su ciudad en otras partes de la región.
Esta Guadalajara se convirtió en capital del Reino de la Nueva Galicia, de la Audiencia y del Obispado en 1560, con lo cual se definió su vocación como un centro de administración civil, religiosa, educativa, cultural y comercial.
A lo largo de los siglos la comunidad católica tapatía fue construyendo, ampliando y mejorando su ciudad hasta constituirla en una de las más hermosas de México, abriéndola paulatinamente a los horizontes de la pluralidad y del respeto a quienes en el trayecto fueron construyendo otros modelos culturales, o llegaron con ellos a establecerse entre nosotros, enriqueciéndonos con sus aportes.
Su Centro Histórico es el producto de más de tres siglos de esfuerzo sostenido y de esperanza en el futuro, pero también es la expresión de su fe, de sus valores y principios transformados no solamente en lugares de culto, sino en numerosas instituciones de asistencia social, en especial en los campos de la educación y de la salud.
En la presente guía encontrarás una serie amplia de edificios eclesiásticos que hemos heredado de la época virreinal y que constituyen la mayor y más valiosa parte de nuestro Centro Histórico.
Esta guía ha elegido el orden cronológico, partiendo de los edificios más antiguos a los últimos que se construyeron en la etapa virreinal, todo dentro del perímetro señalado en el mapa anexo y que constituye lo que fue Guadalajara hasta vísperas de la Independencia, es decir, hacia 1821.
Glosario
Los edificios virreinales, civiles o eclesiásticos, son valiosos por su antigüedad, por su significado o por su belleza arquitectónica. Constituyen un patrimonio protegido puesto que conservan la memoria histórica de nuestra ciudad, nos hablan de lo que hemos sido y de lo que hemos hecho.
Por regla general se estudian a partir de su fachada. Esta se describe por los cuerpos que la constituyen, es decir, cada una de las partes visibles en que la fachada se divide. El primer cuerpo corresponde a la puerta; a partir de éste, o sobre éste, se van construyendo los demás, por lo común, segundo y tercer cuerpo.
Los retablos del interior de las iglesias, tradicionalmente llamados altares, se describen de la misma forma.
Retablos y fachadas suelen estar divididos por columnas. Cuando se dice que un retablo o un cuerpo de fachada sigue el orden corintio, significa que las columnas están coronadas por capiteles corintios. En nuestro medio predominan cuatro órdenes:
Las columnas pueden ser lisas, acanaladas, decoradas con motivos geométricos o vegetales en parte de su fuste, o salomónicas, cuando la columna se retuerce, como se puede ver en la fachada de la iglesia de San Francisco, o en la de Santa Mónica.
En cuanto a los estilos arquitectónicos en general, en el Centro Histórico de Guadalajara predominan los estilos herreriano y barroco en sus edificios virreinales. El herreriano es el más simple y austero; el barroco muestra un gran dinamismo, abundante decoración, líneas caprichosas, en una evolución del estilo que va del barroco clásico, todavía muy contenido, al barroco churrigueresco que suele ser exuberante en la decoración. Compare la fachada de la Catedral, herreriana, con la fachada de Santa Mónica, churrigueresca.
Las torres son también muy significativas. En la época virreinal solamente la Catedral podía tener dos torres; las iglesias conventuales masculinas, una torre, y las iglesias conventuales femeninas, un campanil. Las iglesias o capillas secundarias tenían solamente espadañas, simples o dobles, con uno o más arcos, de uno o más cuerpos. Las torres también se describen de acuerdo con el número de cuerpos que las constituyen.
Se llama planta al plano sobre el que levanta el edificio. Se denomina nave al cuerpo del templo, mismo que podrá tener una, tres o más naves. En el Centro Histórico de Guadalajara solamente la Catedral tiene tres naves las demás iglesias sólo una.
Cuando la planta es de cruz latina, indica que el plano se traza en forma de cruz; es la planta que más se usó en América durante el periodo virreinal. Cuando la planta es basilical, indica que se trata de un plano rectangular, con un cabezal llamado ábside, como se ve en la Catedral tapatía.
Llaman gárgolas a los caños que expulsaban el agua desde las azoteas, en la medida que estos caños están hechos figurando diversos motivos: leones, águilas, cañones, hipocampos, etcétera.
Las cúpulas se describen considerando sus tres elementos tradicionales:
Media naranja
Linterna o cupulín
Los contrafuertes son enormes pilastras adosadas a las paredes para fortalecerlas, aunque existen también contrafuertes volados.
Fue tradicional el que las iglesias de los monasterios femeninos solamente tuvieran puertas en uno de sus costados, ya que la parte frontal era ocupada por los coros, bajo y alto, de las monjas. Así puede verse en las iglesias de Jesús María o Santa Mónica. A la de Santa María de Gracia se le hizo una puerta frontal una vez que fueron destruidos sus coros para abrir calle en tiempos de la guerra entre liberales y conservadores.
El arco de medio punto es el protagonista principal de todos los edificios virreinales de Guadalajara, sea que aparezca en los arcos de un claustro, en las puertas de los edificios eclesiásticos, en las bóvedas de los templos, en las cúpulas, en los arcos de las naves, en los nichos u hornacinas de los santos, etcétera.
Estilos dominantes
Los estilos artísticos dominantes en este conjunto histórico son el herreriano, originado por el español Juan Herrera y Gutiérrez (1530-1597), y caracterizado por su austeridad y simplicidad. El barroco, nacido en Italia y que se extiende desde fines del siglo XVI hasta el siglo XVIII, en el cual se advierte un paulatino aumento de la decoración, caprichosa, ondulante, quebrada, hasta llegar al extremo ornamental, si bien siempre sobre las líneas de los estilos clásicos reeditados en el Renacimiento europeo, y que el barroco maneja, altera y dinamiza. El churrigueresco, del español José Churriguera (1650-1723) que dio nombre a las formas iniciadas por Alonso Cano, significará la exuberancia final del barroco. El neoclásico, empieza a imponerse a fines del siglo XVIII y durante todo el siglo XIX. Llaman plateresco a la costumbre de cargar la decoración de un edificio solamente en algunos de sus elementos, como podría ser la portada o los marcos de las ventanas, dejando amplias superficies llamas.
Aviso importante
Puesto que la gran mayoría de las iglesias del Centro Histórico se mantienen abiertas al culto, la visita a su interior exige silencio y respeto. Los visitantes encontrarán en estos recintos un espacio adecuado para la oración y la serenidad que nace del encuentro personal con Dios. Busca los lugares en donde se encuentra el Santísimo Sacramento.