Casa del “AVE MARÍA”
Reforma No. 362
Zona centro
44100 Guadalajara, Jal.
Tel. y Fax (52 33) 3658 28 39
archistoricogdl@hotmail.com
Cuando la historia nos presenta una serie de datos en los cuales define características que conceptualizan y clasifican un lugar donde sus elementos sociales, económicos y políticos, nos narran una ideología civil o religiosa, reflejada en un modo de vida a través de los años, nos lleva a cuestionar y admirar su existencia.
Los monumentos históricos documentan de manera plástica una época. Son el espejo de sus circunstancias sociales, económicas, políticas y culturales. Las aspiraciones civiles y religiosas se retuercen en una balaustrada o en un dintel historiado; en un cancel de hierro forjado o en una bóveda de artesonado, elementos todos, capaces de comunicar las pasiones y los anhelos, los deseos y las pretensiones. De manera excelente, los vestigios arquitectónicos del pasado condensan la personalidad de su siglo.
Las viviendas tapatías edificadas durante la dominación española, se ciñeron a los cánones que privaban en el viejo continente luego del renacimiento italiano. Exceptuando las construcciones que servían de asiento a los poderes civiles y gobierno eclesiástico, las viviendas seguían un estilo sobrio y pesado, como las retrata el historiador Luis Pérez Verdía: Sus casas, con muy reducidas excepciones, eran todas de un solo piso, con grandes salones, dos o tres patios y enormes corrales; atendiendo sus constructores a la solidez del edifico descuidaban por completo la simetría, de suerte que mientras sus paredes medían uno o dos metros de espesor, rara vez tenían dos puertas la misma altura. Algunos labrados churrigueres-cas en las portadas y un Ave María esculpida en la parte superior, constituían todo el adorno de las fachadas más notables.
Un raro y feliz ejemplo de arquitectura civil neogallega lo constituye la finca emplazada en el número 362 de la calle Reforma, construida en la segunda mitad del siglo XVIII y remozada a fines de la centuria siguiente, cuando perteneció a la familia García – Sáncho, la misma de la que procede el religioso fray Teófilo García – Sancho, o.f.m., destacado intelectual que participó como padre conciliar en las sesiones del Concilio Vaticano I, en 1870. Cuando la propiedad pasó al dominio de la señora Isabel García – Sancho, esposa de don Gonzalo Ancira, recibió el título de casa Ancira. Sus últimas propietarias fueron las señoritas Romero Magaña, una de las cuáles, Cleotilde, la donó a la arquidiócesis de Guadalajara hace veinticinco años.
Su actual nombre lo debe a la inscripción “Ave María” grabada en la austera y elegante fachada, de dos cuerpos. Sobre la puerta esquinera de la calle Pedro Loza, clausurada, se puede leer otra inscripción latina, tomada del libro de Isaías: S[anctus]. Deus, S[anctus]. Fortis, S[anctus]. Inmortalis, Miserere [mei]. Cuando el inmueble fue propiedad de la familia Romero, a la esquina del edificio, un pétreo pilastrón, se le añadió como remate una cruz y se le rebajó en la parte central para formar un nicho, donde fue colocada una pequeña escultura de Nuestra Señora de Zapopan, elementos todos confeccionados con cantera dorada extraída de los yacimientos de Atemajac.
La puerta principal del inmueble da paso a un amplio zaguán, protegido por un cancel desmontable de forja francesa. El patio central, de los tres que posee la vivienda, esta circundado por arcadas que un día lucieron en sus vanos, caprichosos vitrales hoy desaparecidos.
Esta es la sede, ojala por mucho tiempo, del Archivo Histórico Diocesano, del cuál se esperan muchos y saludables frutos para el conocimiento, difusión, preservación y salvaguarda de este importante patrimonio histórico documental.