5 viernes
Blanco
OCTAVA DE PASCUA
MR p. 345 [351] / Lecc. I p. 866
ANTÍFONA DE ENTRADA Sal 77, 53
El Señor liberó a su pueblo y lo llenó de esperanza, y a sus
enemigos los sumergió en el mar. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso y eterno, que estableciste el misterio
pascual como alianza de la reconciliación humana, concédenos
manifestar en las obras lo que celebramos con fe. Por nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[Fuera de Jesús no hay salvación.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 4, 1-12
En aquellos días, mientras Pedro y Juan hablaban al pueblo,
se presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo
y los saduceos, indignados porque los apóstoles enseñaban al
pueblo y anunciaban la resurrección de los muertos por el poder
de Jesús. Los aprehendieron, y como ya era tarde, los encerraron
en la cárcel hasta el día siguiente. Pero ya muchos de los que
habían escuchado sus palabras, unos cinco mil hombres, habían
abrazado la fe.
Al día siguiente, se reunieron en Jerusalén los jefes del
pueblo, los ancianos y los escribas, el sumo sacerdote Anás,
Caifás, Juan, Alejandro y cuantos pertenecían a las familias de
los sumos sacerdotes. Hicieron comparecer ante ellos a Pedro y
a Juan y les preguntaron: “¿Con qué poder o en nombre de quién
han hecho todo esto?”
Pedro, lleno del Espíritu Santo, dijo: “Jefes del pueblo y
ancianos: Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio
hecho a un hombre enfermo, para saber cómo fue curado,
sépanlo ustedes y sépalo todo el pueblo de Israel: este hombre ha
quedado sano en el nombre de Jesús de Nazaret, a quien ustedes
crucificaron y a quien Dios resucitó de entre los muertos. Este
mismo Jesús es la piedra que ustedes, los constructores, han
desechado y que ahora es la piedra angular. Ningún otro puede
salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a
quien Dios haya constituido como salvador nuestro”. Palabra
de Dios.
SALMO RESPONSORIAL del salmo 117, 1-2 y 4. 22-24. 25-27a
R. La piedra que desecharon los constructores es ahora la
piedra angular. Aleluya.
Te damos gracias, Señor, porque eres bueno, porque tu
misericordia es eterna. Diga la casa de Israel: “Su misericordia
es eterna”. Digan los que temen al Señor: “Su misericordia es
eterna”. R.
La piedra que desecharon los constructores, es ahora la
piedra angular. Esto es obra de la mano del Señor, es un milagro
patente. Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de
gozo. R.
Libéranos, Señor, y danos tu victoria. Bendito el que viene en
nombre del Señor. Que Dios desde su templo nos bendiga. Que
el Señor, nuestro Dios, nos ilumine. R.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Sal 117, 24
R. Aleluya, aleluya.
Este es el día del triunfo del Señor, día de júbilo y de gozo.
R. Aleluya.
EVANGELIO
[Se acercó Jesús, tomó el pan y se lo dio a sus discípulos y
también el pescado.]
Del santo Evangelio según san Juan 21, 1-14
En aquel tiempo, Jesús se les apareció otra vez a los
discípulos junto al lago de Tiberíades. Se les apareció de
esta manera: Estaban juntos Simón Pedro, Tomás (llamado el
Gemelo), Natanael (el de Cana de Galilea), los hijos de Zebedeo
y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: “Voy a pescar”.
Ellos le respondieron: “También nosotros vamos contigo”.
Salieron y se embarcaron, pero aquella noche no pescaron nada.
Estaba amaneciendo, cuando Jesús se apareció en la
orilla, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
“Muchachos, ¿han pescado algo?” Ellos contestaron: “No”.
Entonces él les dijo: “Echen la red a la derecha de la barca y
encontrarán peces”. Así lo hicieron, y luego ya no podían jalar
la red por tantos pescados.
Entonces el discípulo a quien amaba Jesús le dijo a Pedro:
“Es el Señor”. Tan pronto como Simón Pedro oyó decir que
era el Señor, se anudó a la cintura la túnica, pues se la había
quitado, y se tiró al agua. Los otros discípulos llegaron en la
barca, arrastrando la red con los pescados, pues no distaban de
tierra más de cien metros.
Tan pronto como saltaron a tierra, vieron unas brasas y sobre
ellas un pescado y pan. Jesús les dijo: “Traigan algunos pescados
de los que acaban de pescar”. Entonces Simón Pedro subió a la
barca y arrastro hasta la orilla la red, repleta de pescados grandes.
Eran ciento cincuenta y tres, y a pesar de que eran tantos, no
se rompió la red. Luego les dijo Jesús: “Vengan a almorzar”.
Y ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: ‘¿Quién
eres?’, porque ya sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó
el pan y se lo dio y también el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos
después de resucitar de entre los muertos. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: El evangelio relata la tercera
aparición del Resucitado a seis de sus discípulos,
al amanecer de una noche de pesca infructuosa
en el lago de Tiberíades. Jesús –que en un primer
momento no es reconocido– después de darles
instrucciones, los habrá de sorprender con un
almuerzo fraternal, preludio y figura del “Banquete
Eucarístico”. Esta escena tan familiar pone de
manifiesto, además, el aspecto “misionero” de la
naciente Iglesia, representada aquí en los símbolos
de la «barca», la «red» y los «peces»: Por algo Jesús les
había dicho: Síganme, y yo los haré «pescadores de
hombres» (Mt 4, 19).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Señor, realiza bondadoso en nosotros el intercambio de este
sacrificio pascual, para que pasemos de los afectos terrenos al
deseo de los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Cfr. Jn 21, 12-13
Dijo Jesús a sus discípulos: Vengan a comer. Y tomó un pan
y lo repartió entre ellos. Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Protege, Señor, con amor constante a quienes has salvado,
para que, una vez redimidos por la pasión de tu Hijo, se llenen
ahora de alegría por su resurrección. El, que vive y reina por los
siglos de los siglos.