20 sábado
Blanco
FERIA DE PASCUA
MR p. 362 [367] / Lecc. I p. 897
ANTÍFONA DE ENTRADA Col 2, 12
Ustedes, por el bautismo, han sido sepultados con Cristo, y
con él han sido resucitados, porque han creído en el poder de
Dios, que lo resucitó de entre los muertos. Aleluya.
ORACIÓN COLECTA
Dios nuestro, que renovaste en la fuente bautismal a los que
creen en ti, protege a quienes renacieron en Cristo, para que,
evitando todas las asechanzas del error, conserven fielmente la
gracia de tu bendición. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es
Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
[La comunidad cristiana crecía, animada por el Espíritu Santo.]
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 9, 31-42
En aquellos días, las comunidades cristianas gozaban de paz en
toda Judea, Galilea y Samaria, con lo cual se iban consolidando,
progresaban en la fidelidad a Dios y se multiplicaban, animadas
por el Espíritu Santo.
Pedro recorría toda la región y una vez fue a visitar a los
fieles que vivían en Lida. Ahí encontró a un hombre, llamado
Eneas, que tenía ya ocho años de estar en cama, paralítico. Pedro
le dijo: “Eneas, Jesucristo te da la salud. Levántate y tiende tu
cama”. Eneas se levantó inmediatamente; y todos los habitantes
de Lida y de la llanura de Sarón que lo vieron, se convirtieron
al Señor.
Había en Jafa, entre los discípulos, una mujer llamada Tabitá
(que significa “gacela”), la cual hacía infinidad de obras buenas
y repartía limosnas. En aquellos días cayó enferma y murió.
Lavaron su cadáver y lo tendieron en una habitación del segundo
piso. Como Lida está cerca de Jafa, los discípulos, sabiendo que
Pedro estaba allá, enviaron dos hombres para suplicarle que
fuera a Jafa sin tardar. Pedro fue con ellos. Tan pronto como
llegó, lo condujeron a la habitación del segundo piso. Allí lo
rodearon todas las viudas, llorando y mostrándole las túnicas y
los vestidos que Tabitá les había hecho, cuando aún vivía.
Pedro mandó salir a todos, se postró de rodillas y se puso a
orar; luego, dirigiéndose a la muerta, dijo: “Tabitá, levántate”.
Ella abrió los ojos y al ver a Pedro, se incorporó. Él la tomó de
la mano y la levantó; llamó a los fieles y a las viudas y se la
entregó viva. Esto se supo por toda Jafa y muchos creyeron en
el Señor. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL salmo 115, 12-13. 14-15. 16-17
R. ¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Aleluya.
¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
Levantaré el cáliz de salvación e invocaré el nombre del Señor. R.
Cumpliré mis promesas al Señor ante todo su pueblo. A los
ojos de Dios es muy penoso que mueran sus amigos. R.
De la muerte, Señor, me has librado, a mí, tu esclavo e hijo
de tu esclava. Te ofreceré con gratitud un sacrificio e invocaré
tu nombre. R. ¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me
ha hecho? Aleluya.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Cfr. Jn 6, 63. 68
R. Aleluya, aleluya.
Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de
vida eterna. R. Aleluya.
EVANGELIO
[Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.]
Del santo Evangelio según san Juan 6, 60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús dijeron al oír
sus palabras: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién
puede admitir eso?”
Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban,
les dijo: “¿Esto los escandaliza? ¿Qué sería si vieran al Hijo
del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da
la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que les he
dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de ustedes
no creen”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no
creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: “Por
eso les he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo
concede”.
Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para
atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a
los Doce: “¿También ustedes quieren dejarme?” Simón Pedro le
respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida
eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de
Dios”. Palabra del Señor.
REFLEXIÓN: Llegamos al final de la lectura
continua del capítulo sexto de san Juan que en
estos días hemos venido meditando. La insistencia
fundamental de Jesús en esta conclusión del
discurso es la tajante disyuntiva entre «fe» e
«incredulidad». Por la fe optarán los Doce por boca
del –como siempre– espontáneo e inspirado Pedro.
Por la incredulidad, en cambio, la mayoría de sus
incipientes y “defraudados” seguidores. Si queremos
optar por la vida en plenitud, habremos de repetir
con Pedro, sin miedos ni complejos y en un mundo
que prefiere los ídolos: «Señor, ¿a quién iremos?» (Jn
6, 68).
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Recibe, Señor, con bondad, estas ofrendas de tu familia
santa, para que, con la ayuda de tu protección, conserve los
dones recibidos y llegue a poseer los eternos. Por Jesucristo,
nuestro Señor.
ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 17, 20-21
Padre, te ruego por ellos, para que sean uno en nosotros y
el mundo pueda creer que tú me has enviado, dice el Señor.
Aleluya.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Protege, Señor, con amor constante a quienes has salvado,
para que, una vez redimidos por la pasión de tu Hijo, se llenen
ahora de alegría por su resurrección. El, que vive y reina por los
siglos de los siglos.