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Mensaje de los obispos mexicanos a un año del inicio del mandato de la presidenta doctora Claudia Sheinbaum Pardo Conferencia del Episcopado Mexicano
Al cumplirse los primeros doce meses de la presente Administración, los Obispos de México reconocemos el avance constitucional y cultural que ha significado la asunción a la Jefatura del Estado Mexicano de la primera mujer en ocupar la titularidad del Poder Ejecutivo. El pueblo de México ha mostrado que no posee el ánimo discriminatorio que puede observarse en otros países, y la elección y ejercicio de la Dra. Sheinbaum en este primer año así lo acredita. Reconocemos que el primer gobierno mexicano encabezado por una mujer ha enfrentado grandes retos tanto en el ámbito nacional como en el de las relaciones internacionales. El problema de la falta de seguridad y estado de derecho dista mucho de haberse resuelto, sin duda, nuestras comunidades todavía sufren el agobio del crimen; sin embargo, constatamos que la estrategia de seguridad propuesta desde hace un año por la Presidenta, además de la campaña de desarme y las reformas para combatir el crimen organizado, comienzan a rendir frutos. Hace un año, con motivo de la toma de posesión presidencial, nos pronunciamos por un serio y plural ejercicio de reconciliación nacional como única ruta hacia la anhelada paz social a través del diálogo y el compromiso de todos. El Episcopado Mexicano reitera su ofrecimiento de seguir apoyando en la búsqueda de la paz y la concordia, y continúa sus labores confiando en que los acuerdos de la Agenda nacional de paz sigan arrojando resultados significativos para el pueblo de México. No pasamos por alto que la disminución de la violencia tiene que ir de la mano que la disminución de la corrupción, cáncer social de inimaginables alcances, que tanto daño causa a la esperanza de un México próspero. Auguramos mayores logros en este rubro para consolidar la paz desarmada y desarmante a la que nos ha invitado el Papa León XIV desde el inicio de su pontificado. La situación socioeconómica del país, a pesar del bajo crecimiento que viene arrastrándose desde las anteriores administraciones, permite contemplar una reducción significativa del coeficiente de desigualdad. Apreciamos en todo lo que valen los logros alcanzados en esta materia, sin embargo, no se nos oculta, que el grave lastre histórico de la pobreza se halla todavía lejos de la disminución que nuestro pueblo merece y desea. Esperamos que este avance se consolide a través de la promoción del trabajo y el desarrollo digno de todos los mexicanos sin depender tanto de dádivas gubernamentales. Reiteramos nuestro ofrecimiento de aportar a este desarrollo integral, convencidos de que la eminente dignidad de la persona humana debe expresarse tanto en lo material como en lo espiritual. En lo tocante a las relaciones internacionales, saludamos los esfuerzos diplomáticos y de negociación que han impedido una colisión de grandes alcances con nuestros principales socios comerciales, tanto en el rubro arancelario como en el de la seguridad común. Hacemos un llamado a no ceder en la defensa de nuestros connacionales y de toda persona que realiza, con grande y honesto esfuerzo, una labor de carácter migratorio y transfronterizo; la dignidad de todas y de todos, incluidos por supuesto los migrantes y los integrantes de otros grupos tradicionalmente desfavorecidos, ha de cuidarse como nuestro más grande tesoro. Hace un año los obispos mexicanos expresábamos nuestra preocupación por la conservación del Estado democrático de Derecho, del federalismo cooperativo, solidario y subsidiario, y de la separación equilibrada entre los poderes. Sin duda, la reforma judicial distó mucho de ser un proceso pulcro y democrático; tal como lo dijimos hace un año, renovamos nuestra exhortación a defender el imprescindible acceso generalizado a la Justicia. En el mismo rubro, se ha anunciado la discusión de una reforma electoral que reconfiguraría en forma profunda las Cámaras del Congreso de la Unión, así como el órgano ciudadano responsable de la organización de las elecciones. Hacemos votos para que la eventual reforma consolide el reconocimiento del pluralismo que caracteriza a la sociedad mexicana y sostenga los cauces democráticos que han cimentado la convivencia republicana desde finales del siglo pasado. En noviembre pasado sostuvimos un encuentro respetuoso y esperanzador con la Presidenta, en el que nos ofrecimos mutuamente sostener un diálogo abierto y plural, siempre buscando el bien común y la defensa de la dignidad de los mexicanos. En él, le reiteramos nuestra solicitud de suscribir un amplio pacto educativo humanista, que permita tomar conciencia de la urgencia que implica atender los grandes desafíos de la política social en temas de salud, de educación, de protección al medio ambiente y de combate a la marginación. Reiteramos nuestra voluntad de seguir avanzando en estos temas durante su segundo año de gobierno. Valoramos los esfuerzos de su gobierno por garantizar la libertad religiosa, de conciencia, de credo, de culto y de pensamiento, y hacemos votos porque sigan ensanchándose los cauces de entendimiento entre las instancias seculares y religiosas, respetando la laicidad de nuestro Estado, con miras a beneficiar al noble pueblo de México que distinguió con su presencia, hace casi cinco centurias, nuestra Santa Madre María de Guadalupe. Ciudad de México, 01 de octubre de 2025 + Ramón Castro Castro Obispo de Cuernavaca Presidente + Héctor M. Pérez Villarreal Obispo Auxiliar de México Secretario General
Prot. No. 366/25
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