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Homilía del cardenal José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara, en la misa de la Romería de Nuestra Señora de Zapopan
El cardenal Robles participó en la Romería y posteriormente presidió la misa afuera de la Basílica de Zapopan; tres millones de fieles acompañaron el recorrido de la Imagen de Nuestra Señora de Zapopan.
Hermanos obispos, hermanos presbíteros, hermanos frailes custodios de la bendita imagen de nuestra madre Santísima de Zapopan, hermanas religiosas, seminaristas, hermanos y hermanas, muy amados todos en Jesucristo Nuestro Señor. Esta mañana hemos hecho una experiencia maravillosa, hemos acompañado a la Santísima Virgen María nuestra madre en su pequeña y hermosísima imagen. Pequeña imagen, pero hemos visto esta mañana cómo se agiganta esta imagen de la Santísima Virgen María para mirarnos, para abrazarnos, para acoger todas nuestras necesidades y súplicas. Hemos visto cómo se agranda ella para señalarnos el camino de la vida y de la salvación, que es su hijo Jesucristo. Ella sabe del camino: precisamente escuchamos en el evangelio cómo después de haber sido advertida de que Dios la había elegido para ser la madre del Salvador, se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña. María sabe de camino y nosotros hemos experimentado con ella que caminando juntos nos descubrimos lo que somos: verdaderos hermanos. Que caminando juntos podemos construir relaciones de compromiso, de comprensión y de paz. Que caminando juntos podemos sabernos y descubrirnos vulnerables, pero también sabernos ayuda los unos de los otros. Haciendo juntos el camino con María nos llenamos de esperanza, contemplamos un futuro mejor para nuestras vidas, para nuestras familias para nuestra sociedad. María es peregrina y nos hace peregrinos de esperanza. Cuánto necesitamos, hermanos y hermanas, ver un futuro mejor, para que viéndolo nos sintamos animados a construirlo juntos, para que viendo ese futuro nos olvidemos de las divisiones, de las luchas infecundas que muchas veces tenemos como sociedad, y que viendo ese futuro mejor nos animemos a poner lo mejor que cada una y cada uno de nosotros tiene para construir ese futuro mejor. Este camino que hemos hecho con la Santísima Virgen esta mañana se viene preparando por su visita a las parroquias, a los hogares, a las vidas de nosotros. Este camino que ella recorre en nuestra iglesia diocesana culmina con su regreso a su casita aquí a Zapopan, pero también nos compromete en un futuro más exigente para nosotros. Ella espera que este encuentro con ella, que este encuentro con su Hijo, que este encuentro entre nosotros nos comprometa a ser mejores, a cambiar nuestra vida, a mejorar nuestras relaciones, a tender puentes, a ser más sensibles a las necesidades de los demás. Precisamente estamos entrando en nuestra iglesia diocesana en esta etapa de la Misión de la Misericordia, para atender a todos aquellos sectores más desprotegidos y más necesitados; y providencialmente en esta etapa de nuestra Gran Misión de la Misericordia nos viene el regalo del papa León XIV, su primera exhortación apostólica que se llama Te he amado, Dilexit te, y que se ocupa precisamente de los desheredados, de los pobres, de los más necesitados en el mundo. El papa León hereda y completa este trabajo que el papa Francisco había empezado y nos lo regala para señalar cuál va a ser el rumbo de su pontificado, es decir, una iglesia renovada espiritual y pastoralmente para ponerse al servicio de los más necesitados, de los más pobres. Jesucristo nuestro señor, siendo Dios se hizo hombre y se hizo pobre; se identificó con los más pobres, por eso nos enseña en su evangelio que el día del encuentro definitivo con Él, le podremos preguntar: ¿señor cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, cuándo te vimos sediento y te dimos de beber, cuándo te vimos desnudo y te vestimos, cuándo te vimos enfermo y te visitamos, cuándo estuviste en la cárcel y te fuimos a ver, cuándo fuiste tú forastero y nosotros te hospedamos?, y Él responderá: todas las veces que hicieron esto a uno de mis hermanos más pequeños me lo hicieron a mí. Jesucristo Nuestro Señor se identifica con el más pobre, con el más necesitado, de tal manera que amar a Dios, amar a Jesucristo, es amar y servir a los hermanos, a los más pobres. El papa León hace un listado de pobrezas más allá de la pobreza material, -que muchas veces es la única que nosotros tomamos en cuenta-, pero el papa León enumera muchas pobrezas que aquejan a nuestra humanidad: la pobreza cultural, la pobreza moral, la pobreza espiritual, la pobreza política, la carencia de oportunidades, la debilidad personal, la falta de derechos y de libertades para muchos. Todas estas son pobrezas que aquejan a nuestra humanidad y que todos estamos llamados a atender haciendo cambios estructurales, pero sobre todo comprometiendo nuestra vida, nuestro servicio, nuestra atención. Este es el camino, queridos hermanos y hermanas, que la Santísima Virgen María nos traza, para hacer que nuestro tiempo y nuestro futuro sean de esperanza. El papa León enumera en esta exhortación apostólica a tantos santos y santas que han donado su vida en el servicio del amor y de la caridad a los pobres, tantas congregaciones religiosas dedicadas a ellos, tantas obras de la Iglesia que han sido signo de esta presencia y de este cuidado amoroso de la Iglesia por los pobres, que nosotros tenemos que renovar, que impulsar y hacer cada vez más efectivo en nuestra vida de Iglesia. Que la Santísima Virgen María, Nuestra Señora de la Expectación, siga caminando con nosotros, siga alentando nuestros pasos, siga sosteniendo nuestra esperanza. En el camino de la Iglesia en el camino de la vida todos somos peregrinos, pero en este camino de la Iglesia los sacerdotes tenemos una misión muy especial: caminar sí, peregrinar, con nuestros hermanos y hermanas, para ser sostén, para ser ánimo, para orientar a todos en el seguimiento del único camino que es Jesucristo Nuestro Señor. Por eso queremos encomendarnos de manera muy especial a la Santísima Virgen María, en este día, todos los sacerdotes, para que seamos peregrinos con nuestros hermanos, peregrinos de unidad y de esperanza. Queremos pedir por las vocaciones, para que el Señor siga llamando a hombres y mujeres a todos los estados de vida y en cada uno se identifiquen con Jesucristo, el único y verdadero camino de vida y salvación. Todos, hermanos y hermanas, tenemos la oportunidad de caminar en la esperanza construyendo situaciones, relaciones, tomando decisiones mejores para nuestra vida personal, familiar y social. Cómo deseamos que todas las fuerzas políticas de nuestro Estado en este momento, puedan encontrarse y dialogar, y puedan hacer un consenso para encontrar la mejor propuesta de reforma judicial que mejore el servicio para todos los jaliscienses. Cómo es urgente que se depongan los intereses mezquinos y se ponga la política al servicio de las verdaderas necesidades de la sociedad. Este proceso está preparado, me refiero al proceso de la reforma, por todas las universidades que fueron consultadas, los gremios jurídicos, los empresarios, los poderes del estado y la sociedad civil, todos fueron consultados y hay propuestas, que debieran ser consideradas y asumidas para tomar la mejor decisión de una reforma judicial, repito, que mejore el servicio para los jaliscienses en todos los campos de la vida. Podemos nosotros aportar elementos de unidad, elementos de novedad y de diálogo, de construcción y de paz, de mejora de condición de vida para todos. Sigamos, hermanos y hermanas, peregrinando con la Santísima Virgen María nuestra madre, de la mano de ella en el seguimiento de Jesucristo, vivo y presente en su palabra, vivo y presente en la eucaristía que estamos celebrando, vivo y presente en cada circunstancia y en cada momento de nuestra vida. Amén.
Plaza de las Américas – Juan Pablo II, Zapopan. Domingo 12 de octubre de 2025.
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