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Pautas para el discurso previo a la toma de protesta de los

representantes institucionales del nuevo patronato de la

Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde

Verónica Delgadillo[1]

 

 

Ante una copiosísima audiencia, que ocupó todas las plazas de la

gran sala de cabildos del Ayuntamiento de Guadalajara, su alcaldesa,

Verónica Delgadillo, el 7de agosto del 2025 tomó protesta al

nuevo patronato de la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde, que ella encabeza

y a quien desde este día representa Juan Enrique Ibarra Pedroza como Presidente,

Tomás de Híjar Ornelas como Director General, José Manuel Jurado Parres como Vicepresidente, Salvador Ibarra Álvarez del Castillo como Secretario,

Daniel Hernández Rosales como Tesorero y Miguel Ángel Fong González y

Pedro Martínez Ornelas como vocales.[2]

 

 

Respetables miembros del presídium

Señoras y señores

 

La circunstancia que después de la guardia de honor que hicimos ante la efigie del varón al que está dedicado el Paseo Fray Antonio Alcalde, nos han permitido de inmediato pasar a esta sala de cabildos, para tomar la protesta a los representantes institucionales del organismo denominado Paseo Fray Antonio Alcalde Fundación, no son distantes a la vida y acciones de quien desde este sitio nos dejó un legado tan vivo ayer como hoy gracias a un talante que se supo granjear de inmediato la confianza y voluntad plena de los ediles y síndicos del Ayuntamiento de Guadalajara entre 1771 y 1792, que descubrieron que en su apellido, Fray Antonio llevaba también una tarea, una vocación y una encomienda, gracias a la cual pudo aplicar de los caudales del diezmo recursos para empedrar calles, construir caminos y erogar sumas cuantiosísimas a favor de la instrucción pública, tal y como lo recuerda al cabo de casi un siglo de su muerte Manuel Gutiérrez Nájera, según lo escucharán ustedes, ni el Ayuntamiento deshacerse de porciones no cortas del fundo legal a favor de los proyectos que inmortalizarán al benefactor al modo como lo narra y pondera Agustín Yáñez cuando escribe:

 

Porque sus obras parecen fábulas o milagros; porque levantó un barrio que sería sustancia y aroma de la ciudad; porque sobre los yermos de mezquinas disputas y explotación de los humildes hizo florecer la dignidad humana y sazonó los frutos del espíritu: caridad, bondad, benignidad, mansedumbre, tolerancia, fe modestia; porque convirtió su sede y ciudad en montaña de bienaventuranzas, Guadalajara lo proclama su doctor, maestro y santo padre.[3]

 

He aquí el huso y la lanzadera de las que se sirvió Fray Antonio para tejer una red que sigue atrapando acciones a favor de la dignidad humana desde la humanidad doliente. En efecto, la virtud básica del prelado no se redujo a aplicar un millón y medio de pesos de plata de su tiempo, que en el nuestro serían algo así como tres mil millones, sino en impulsar a quienes buscaron su favor a no dejarse vencer por la miseria o la enfermedad, y a cambio de ello participar de forma solidaria en el cuidado de la ciudad como casa común, al grado de trastocar los efectos perniciosos de las calamidades públicas en obras aseguradas para subsistir de forma perpetua, la Universidad y el Hospital.

La dignidad humana como estatuto hermenéutico para alcanzar el bien común es la clave que nos dejó dejo a los tapatíos como método el obispo Alcalde, cantera a la que dedicó con arrestos juveniles su sabiduría y sensatez de anciano virtuoso y probo, y que hoy tenemos ante nosotros bajo el enorme de repoblar esta capital, convertida en el corazón de una zona metropolitana que irónicamente se extiende cada día más allá de los límites del valle de Atemajac, mientras ella que queda con menos población.

Para impulsar esa meta, repoblar el centro de la ciudad devolviéndole calidad de vida al polígono urbano donde cada día deambulan cientos y miles de personas, en cuanto es el espacio público preclaro de los tapatíos, y suturar la herida abierta cuando las calles de San Francisco y de Alcalde se convirtieron en avenidas, y últimamente en la brecha intransitable que trajo consigo larguísimos meses la construcción de la Línea 3 del Tren Ligero, vemos con optimismo que eso ya es el Paseo Fray Antonio Alcalde, y para que lo sea cada día más, se resolvió crear, para custodiarlo, una Fundación ahora ya con cuatro patronos institucionales, que tienen como encomienda hacer de él siempre el ámbito que mejor honre al bienhechor cuyo nombre lleva, en un foro a favor del cuidado de la casa común y en un espacio público blindado al secuestro que quisieran hacer de él los intereses particulares.

¿Y qué mejor equipo para hacerlo que el que  aquí se presenta? Lo encabeza el Mtro. Enrique Ibarra Pedroza, alcaldeano a más no poder, que desde la gestión pública y en las fechas más cercanas acometió con capacidad y talento lo que ahora salta a la vista a ese respecto; le sigue el Mtro. José Manuel Jurado Parres, un varón que desde la escuela preparatoria Número Cinco se ha distinguido como factótum de la educación, que por ser pública, gratuita y descentralizada, no por ello es de menor calidad de la de paga; al lado de ellos, desde la trinchera de la canaco gdl, don Salvador, Chavo, Ibarra, tapatío de cepa, que desde su empresa acaba de presentarnos bajo el nombre ‘Calle y Número’ un plan para el rescate integral de fincas de alto valor patrimonial en estado de abandono en el centro de Guadalajara. No debía un representante de la institución que hoy por hoy custodia los monumentos que mejor distinguen esta capital, y eso hace entre nosotros el canónigo Daniel Hernández Rosales, ni una mujer brillante y rica en experiencia desde la gestión pública y el patrimonio edificado, Úrsula Barreda, desde la Superintendencia del Centro Histórico, al lado de la Mtra. Lorena Torres.

Entrego a este equipo la encomienda de no ahorrar empeños para garantizar al Paseo el rango jurídico que ya tiene como “Patrimonio Social”; a colaborar entre sí siguiendo las huellas de Fray Antonio, para sostener desde las cuatro columnas institucionales que ustedes representan, un techo que permita en poco tiempo repoblar el centro histórico con vecinos, seguridad y limpieza, bondades que deben limpiar los efectos nocivos de la “tugurizaron”, que en los últimos largos años mató en el centro la vida familiar que hoy queremos regrese.

Y lo hago, de mi parte, ratificando mi total confianza en el equipo de la Superintendencia, invitándolo a trabajar hombro con hombro con la Fundación, y con el compromiso del gobierno a mi cargo, atento cada día a impulsar la corresponsabilidad, el civismo y el sentido de pertenencia que a todos nos debe unir, porque el gobierno de así, de todos.

Pido al equipo que ahora rendirá protesta, nos ofrezca pronto y de forma clara, los estímulos, iniciativas y planes que haremos nuestros desde el Ayuntamiento para retomar la estafeta del benefactor que hoy tanto hemos aludido.

No puedo no mencionar que en esta tercera etapa de la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde se incorpora a la Universidad de Guadalajara, en cuanto modelo en el mundo de educación superior descentralizada pública y gratuita, y como algo íntimo de ella, la atención integral sanitaria que ofrecen en grado supremo los hospitales escuela que creó Fray Antonio y ahora esperamos se extiendan al interior del estado.

Para cerrar este mensaje retomo lo que ya mencioné ante ustedes, que nos encontramos en el sitio exacto donde vivió y murió en la mayor austeridad y pobreza, hace 233 años, Fray Antonio Alcalde. Y hago mías las palabras del ya citado literato máximo Gutiérrez Nájera, que al respecto escribió hace 140 años:

 

El 7 de agosto de 1792 […] el anciano pastor cerró los ojos y se fue con los suyos. La fortuna que dejó aquel millonario de los otros, entre muebles, ropas y alhajas episcopales, subía a doscientos sesenta y dos pesos, veinticinco centavos… ¡Que lo perdonen los pobres! ¡No tuvo tiempo de dárselos! […] El cuerpo de fray Antonio Alcalde duerme en el presbiterio del Santuario de Guadalupe. Su memoria vive en todos los espíritus.



[1] Alcaldesa de la capital de Jalisco desde el año 2024.

[2] Este Boletín agradece a la Oficina Ejecutiva de la Presidencia Municipal de Guadalajara su licencia para publicar en sus páginas este material.

[3] Agustín Yáñez. Genio y figuras de Guadalajara. 1941.



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