2009
|
2010
|
2011
|
2012
|
2013
|
2014
|
2015
|
2016
|
2017
|
2018
|
2019
|
2020
|
2021
|
2022
|
2023
|
2024
|
2025
|
Volver Atrás
Datos mínimos sobre fray Antonio Alcalde Mensaje de la Alcaldesa de Guadalajara Gonzalo Jáuregui Dávila Verónica Delgadillo[1]
La semblanza que sigue la ofreció su autor a la alcaldesa de Guadalajara, para la ceremonia que ella encabezó el 7 de agosto del año en curso 2025, en el jardín de Jaliscienses Ilustres y en el marco del aniversario luctuoso ccxxxiii de Fray Antonio Alcalde, o.p. El mensaje lo dirigió desde el pódium y desde su investidura la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo.[2]
Se montará una Guardia de Honor en la Rotonda de las y los Jaliscienses Ilustres para destacar la relevancia del legado figura de Fray Antonio Alcalde en la historia a favor de la ciudad de Guadalajara. Se cumplen ccxxxiii años de que el benefactor de Guadalajara murió en su vivienda, que se ubicaba en donde actualmente se encuentra ubica el Palacio Municipal tapatío.
I
Fray Antonio Alcalde y Barriga nació el 14 de marzo de 1701 en la villa de Cigales, muy cerca de Valladolid, España, y murió el 7 de agosto de 1792 en su habitación del Palacio Episcopal, que se ubicaba en la sección este de la manzana que hoy ocupa la Presidencia Municipal de Guadalajara. A los 16 años de edad fue admitido en el convento dominico de San Pablo, en Valladolid, y en el anexo Colegio Máximo de San Gregorio Magno cursó los estudios humanísticos y teológicos. Ordenado presbítero a la edad de 24 años, dedicó al magisterio los siguientes 26 en diversos destinos, uno de los cuales fue el del convento de San Domingo de Bonaval, en Santiago de Compostela, donde sabemos que estaba en 1736. Cuando alcanzó los 50 (1751) y hasta los 60, encabezó tres conventos de hermanos de hábito, en Zamora, Valverde y Segovia. En 1761, el hombre más importante del mundo en ese tiempo, el rey Carlos III de España, lo descubrió en su sencillísima celda del convento de Jesús María, al pie del monte de El Pardo, que tiene el título de sitio Real de cacería. Es fama que lo sorprendió absorto en oración ante un crucifijo, en su celda, cuyo menaje mínimo consistía en un catre de tablas, una mesa con un candelero, algunos libros, recado para escribir y a modo de ornato una calavera. Esa estampa del fraile quedó en la mente del Rey. Pidió informes suyos y se los dieron tan buenos que decidió presentarlo al Papa como su candidato para hacerse cargo del obispado vacante de Yucatán, en las Indias Occidentales, en la Real Cédula del 18 de septiembre de 1761. Tenía 62 años cuando arribó a la Mérida americana, donde se hizo cargo de la cura de almas en un territorio que en sus confines de norte a sur bañan las aguas del Atlántico y del Pacífico y de este a oeste iba del Petén, en Guatemala, a Tabasco, sobre unos 250 mil Km2. Al cabo de 8 años pasó a la Ciudad de México durante ocho meses, para tomar parte de las sesiones del IV Concilio Provincial Mexicano, y allí se hallaba cuando tuvo noticia de su presentación al Papa como candidato del mismo monarca para hacerse cargo de la sede vacante de Guadalajara, por la Real Cédula del 20 de mayo de 1771, a la que directamente pasó apenas concluyeron las sesiones del Concilio, y de cuya catedral tomó posesión el 14 de diciembre de ese año. Su diócesis en ese tiempo se extendía sobre unos cuatro millones de Km2, que se dispuso a recorrer personalmente y con el apodo de delegados, en 1775. La Iglesia en tiempos del obispo Alcalde atendía la educación de la media a la superior y la salud pública, para lo cual recibía el diez por ciento de las cosechas y del ganado, a través de un impuesto civil denominado diezmo, una cuarta parte del cual administraba directa y personalmente el obispo, con lo cual fray Antonio tuvo ante si unos 3 000 000 000 de pesos de nuestro tiempo, cantidad que aplicó, siempre en alianza con el Ayuntamiento tapatío, a obras de gran calado social: vivienda para las clases populares, aliño de calles, fuentes y plazas, educación pública y gratuita de la media a la superior y salud pública, obras que al cabo de 20 años elevaron a Guadalajara al rango de segunda ciudad en importancia de la Nueva España. II
Aquel cuyas cenizas descansan aquí, en espera de la resurrección. Fue varón eminente en su munificencia. A Dios rindió culto. Dio a los enfermos remedio, educación a la niñas y a la juventud, protección a las mujeres desamparadas, techo al pueblo, fue solícito en su consuelo para todos. El venerable prelado ilustrísimo señor doctor Fray Antonio Alcalde murió el 7 de agosto de 1792
Respetables miembros del presídium, representantes institucionales presentes en este acto, amigas y amigos de Guadalajara, acabo de usar como epígrafe de mi mensaje el epitafio que acompaña a la tumba de Fray Antonio Alcalde. Lo hago porque en él se enlistan las cualidades que más distinguieron a quien entre los 70 y los 91 años pudo convertir a Guadalajara en segunda ciudad en importancia en la Nueva España. Dan fe de esto, sólo entre los personajes aquí ante ustedes, Pedro Moreno y su esposa Rita Pérez, Prisciliano Sánchez y Valentín Gómez Farías, que tuvieron contacto directo con él y se beneficiaron de sus obras casi al tiempo que se producían. De Fray Antonio Alcalde resalto lo siguiente: - Dio a los enfermos remedio. Nos dejó el primer hospital –y escuela, modelo en todos sentidos: por su jardín botánico, su planta arquitectónica, su cementerio y su manutención perpetua garantizada. - Educación a la niñez y a la juventud. Abrió y sostuvo escuelas de primeras letras y de educación superior pública y gratuita bajo la premisa de la educación descentralizada. La Real Universidad de Guadalajara es heredera directa de su planta y legado. Hoy es el Alma Máter de muchas y muchos de ustedes. - Protección a las mujeres desamparadas. A través de acciones tan necesarias como diversas, sostuvo una casa para mujeres que por carecer de patrimonio y de familia que les asistiera necesitaban vivir en comunidad. También consolidó el mayor modelo de educación integral femenina en artes y oficios que hubo en su tiempo: la Escuela de Maestras de la Caridad y de la Enseñanza, en el barrio de El Santuario de Guadalupe. - Techo al pueblo. Ofreció casa digna a más de mil quinientas familias en 158 vecindades, con las que acrecentó la ciudad hacia el norte formó el barrio y el Santuario donde ahora descansa en paz. - Fue solícito en su consuelo para todas y todos. Dedicó la mayor parte de su tiempo en remediar con donativos a multitudes que a diario acudían a su despacho para atenuar un poco sus penurias económicas.
Ahora bien, ¿qué nos deja como tarea quien sólo vivió para hacer el bien primero en las aulas como docente, después como cabeza de una comunidad de correligionarios y, en los 30 años de la plenitud de su vida en América y al frente de tareas de enorme responsabilidad en materia de educación y de salud pública? Nos deja lo siguiente: a grandes males, grandes remedios. Hoy en Guadalajara sorteamos grandes retos, como los tuvo Fray Antonio Alcalde. Su enseñanza nos llama a recuperar el adn del también llamado Genio de la Caridad. Pero ahora debemos hacerlo en equipo, todas y todos. Todas y todos debemos retomar el espíritu de Fray Antonio Alcalde para hacer de esta una mejor ciudad, tal y como él nos enseñó. Fray Antonio Alcalde no nació en Guadalajara, pero la amó como el más fervoroso de sus hijos. Devolvámosle ese amor actualizando su legado a favor de la dignidad humana.
Muchas gracias.
[1] Él es licenciado en periodismo y a la sazón colabora con la Oficina Ejecutiva de Presidencia del Ayuntamiento de Guadalajara. Ella es alcaldesa de Guadalajara desde el año 2024. [2] Este Boletín agradece a la Oficina Ejecutiva de la Presidencia Municipal de Guadalajara su licencia para publicar en sus páginas este material. |