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Un acercamiento al subsidio “Enséñanos a orar”, en preparación para el Jubileo del 2025

Pbro. José Francisco Muñoz Núñez[1]

 

“Enséñanos a orar”, elaborado por el Dicasterio

para la Evangelización, invita a vivir el

 Jubileo a partir del encuentro con Dios.

 

1. Hacia el Jubileo

 

El papa Francisco ha querido que juntos como Iglesia celebremos un Jubileo en el año 2025. Después de los años dramáticos de la pandemia que afectó a todo el mundo, ahora el Papa quiere que veamos con esperanza este año jubilar que se aproxima:

 

Debemos mantener encendida la llama de la esperanza que nos ha sido dada, y hacer todo lo posible para que cada uno recupere la fuerza y la certeza de mirar al futuro con mente abierta, corazón confiado y amplitud de miras. El próximo Jubileo puede ayudar mucho a restablecer un clima de esperanza y confianza, como signo de un nuevo renacimiento que todos percibimos como urgente. Por esa razón elegí el lema Peregrinos de la Esperanza[2].

 

El Papa desea que juntos como Iglesia nos preparemos con dos años especiales que anteceden al Jubileo. El año 2023 como momento para redescubrir la enseñanza conciliar, al cumplirse 60 años de la apertura del Concilio Vaticano II, y el 2024, como año dedicado a la oración: «me alegra pensar que el año 2024, que precede al acontecimiento del Jubileo, pueda dedicarse a una gran “sinfonía” de oración; ante todo, para recuperar el deseo de estar en la presencia del Señor, de escucharlo y adorarlo»[3].

 

2. El Año de la Oración.

 

La celebración del Jubileo 2025, como año de gracia, de perdón y reconciliación es una oportunidad para que los católicos nos motivemos a prepararnos con un año especialmente dedicado a la oración. El Dicasterio para la Evangelización ha preparado un subsidio inspirado en el magisterio del papa Francisco: «la invitación es a intensificar la oración como diálogo personal con Dios, una invitación que debe conducirnos a reflexionar sobre nuestra fe»[4].

En el Ángelus, el Papa nos ha exhortado a todos: «Les pido que intensifiquen la oración para prepararnos a vivir bien este acontecimiento de gracia y experimentar la fuerza de la esperanza de Dios. Por eso comenzamos hoy el Año de la oración, un año dedicado a redescubrir el gran valor y la absoluta necesidad de la oración en la vida personal, en la vida de la Iglesia y en el mundo»[5].

El objetivo propio de este subsidio es «ayudar a renovar el espíritu de oración en todos aquellos contextos que estamos llamados a vivir cotidianamente, [...] se propone ofrecer reflexiones, indicaciones y consejos para vivir más plenamente el diálogo con el Señor presente, en la relación con los demás y en cada momento de nuestra jornada»[6].

Este documento consta de diez secciones muy bien desarrolladas y armonizadas entre sí, que nos van explicando de manera muy práctica la grandeza de la oración en la vida eclesial. Pongo a continuación una breve reseña de cada punto.

 

1.    La enseñanza del Papa Francisco sobre la oración: el principio sobre el que se inspira este subsidio son las  38 “Catequesis sobre la oración” que el Papa dio entre 6 de mayo del 2020 y el 26 de junio de 2021.

2.    Enséñanos a orar (Lc 11,1): Una escuela de oración: se necesita ser un verdadero discípulo del Señor Jesús. En esta sección se nos explica brevemente qué significa la oración de adoración, alabanza y agradecimiento, intercesión y súplica.

3.    La oración en la comunidad parroquial: con indicaciones muy puntuales, esta sección quiere explicar sencillamente el verdadero significado de la Eucaristía como el momento más alto de la oración comunitaria, donde se reúne la asamblea en torno a la mesa del Cuerpo y la Sangre de Jesús. También, se explica la importancia de la Liturgia de la Horas como oración pública de la Iglesia; la iniciativa de las “24 Horas para el Señor” como momento de intensa oración y reconciliación; y, por último, el subsidio recomienda vivamente la Adoración Eucarística como espacio de encuentro personal con Jesús, fuera de la Santa Misa. Esta es la parte más extensa del documento, y contiene muchas indicaciones prácticas para la vida parroquial, aplicables en cualquier contexto sociocultural.

4.    La oración en familia: la práctica de la oración comienza con una buena enseñanza desde la infancia. En esta sección se dan muchas recomendaciones aplicables a la vida familiar en esta época.

5.    La oración de los jóvenes: en la juventud es recomendable que los muchachos aprendan a orar para que iluminen su situación existencial y su vocación. Con diversas propuestas se pretende que los jóvenes oren con la guía de la Iglesia y de los diversos movimientos juveniles.

6.    Se retiró a orar (Mc 1,35): Retiros espirituales sobre la oración: el subsidio recomienda el retiro espiritual como un gran momento para vivir más plenamente la presencia del Señor a través de la oración intensa. Y se explica con insistencia la oración del Padre Nuestro como modelo de toda oración.

7.    La catequesis sobre la oración: aparecen sugerencias prácticas para que los fieles sean catequizados sobre la vivencia de la oración.

8.    La oración en los claustros: la lámpara encendida de la oración: la importancia de los monasterios como lugares de oración contemplativa donde los monjes y monjas interceden por la Iglesia universal. También se recomienda ampliamente la peregrinación a los monasterios para que haya una experiencia de oración fuerte.

9.    La oración en los santuarios: el cristiano peregrina a algún Santuario para acrecentar su fe y esperanza, buscando la intercesión de María o de los santos. Los santuarios son lugares de reconciliación, de conversión y de oración.

10.  La oración de los fieles para el jubileo 2025: promover la oración comunitaria para pedir frutos para una mejor vivencia del Jubileo. Se recomienda su uso durante este año en el ámbito de la celebración eucarística.

 

3. La oración en la vida ordinaria del consagrado.

 

Este año dedicado a la Oración nos recuerda que la vida sacerdotal se sostiene principalmente por la práctica asidua de la oración. El Directorio para el ministerio y la vida de los presbíteros trata sobre la importancia de la oración como uno de sus principales temas: «la prioridad fundamental del sacerdote es su relación personal con Cristo a través de la abundancia de los momentos de silencio y oración, en los cuales cultiva y profundiza su relación con la persona viva de Jesús»[7]. También, este Directorio afirma que el punto medular de la espiritualidad sacerdotal es el estar con Cristo en la oración. En este apartado se describen las prácticas concretas de nuestra espiritualidad:

 

Es necesario que en la vida de oración del presbítero no falten nunca la celebración diaria de la eucaristía, con una adecuada preparación y sucesiva acción de gracias; la confesión frecuente y la dirección espiritual ya practicada en el Seminario y a menudo antes; la celebración íntegra y fervorosa de la Liturgia de las Horas, obligación cotidiana; el examen de conciencia; la oración mental propiamente dicha; la lectio divina, los ratos prolongados de silencio y de diálogo, sobre todo, en ejercicios y retiros espirituales periódicos; las preciosas expresiones de devoción mariana como el Rosario; el Vía Crucis y otros ejercicios piadosos; la provechosa lectura hagiográfica; etc.[8]

 

Por otra parte, en los primeros siglos del cristianismo, los monjes de Oriente[9], siguiendo a Orígenes, decían que «ora sin descanso aquel que une la oración a los trabajos necesarios y los trabajos a la oración»[10]. Esta doctrina pasará a Occidente y se convertirá en el famoso ora et labora del monacato benedictino. La oración para el consagrado, para el religioso y el sacerdote, se convierte en uno de los trabajos más importantes de su día, ella es opus divinum (trabajo divino)[11]. Este trabajo debe ser sostenido por el amor. La oración, en su fundamento mismo, es un acto de amor. Los grandes místicos lo afirman con su vida: la cosa más grande que tiene lugar entre Dios y el alma es amar y ser amado. Y en la oración nosotros vivimos una relación que muestra como son nuestras relaciones: nuestro relacionarnos con Dios dice quiénes somos y cómo somos delante de nosotros mismos y delante de los demás[12].

Por consiguiente, la aplicación y vivencia del subsidio Enséñanos a orar, debe ser una motivación para que en nuestras comunidades renazca la primacía de la oración en la vida de los católicos[13]. A cada pastor le corresponderá alentar a sus fieles a crecer en la vida de oración y a buscar por medio de una sana creatividad pastoral los medios necesarios para que la oración se convierta en una práctica hecha con amor y dedicación.

 

 



[1] Presbítero del clero de Guadalajara, ordenado en 2014, cuenta con una licenciatura en Teología Dogmática por la Pontificia Universidad Gregoriana. Presta su ministerio en la parroquia de El Sagrado Corazón de Jesús, en la colonia Prados de Santa Lucía, Zapopan.

[2] Francisco, Carta a S.E. Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025 (11 febrero 2022).

[3] Francisco, Carta a S.E. Mons. Rino Fisichella para el Jubileo 2025 (11 febrero 2022).

[4] Dicasterio para la Evangelización, Enséñanos a orar (21 febrero 2024), 7.

[5] Francisco, Ángelus (21 enero 2024).

[6] Dicasterio para la Evangelización, Enséñanos a orar (21 febrero 2024), 8.

[7] Congregación para el Clero, Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, (11 febrero 2013), 51.

[8] Congregación para el Clero, Directorio para el ministerio y vida de los presbíteros, (11 febrero 2013), 50

[9] Los monjes de antaño llamaban a la oración la divina filosofía, la ciencia de las ciencias, porque la filosofía está buscando siempre la razón de ser de todo lo que existe. Para los cristianos, es el Padre, hacia el cual nos conduce el Espíritu, por medio del Hijo. Acercarse a Él supone un diálogo, es decir, la oración. Cf. Spidlík, T., La espiritualidad del oriente cristiano, 361-362.

[10] Origenes, De oratione 12, ed. PG 11, 452.

[11] Cf. Spidlík, T., Il monachesimo, 194-195.

[12] Cf. Tenace, M., Dire l’uomo. Dall’imagine di Dio alla somiglianza. La salvezza come divinizzazione, 53-54.

[13] La oración no está constituida solamente por palabras, sino también por obras. Cuando el cristiano participa en el poder creador de Dios con su trabajo y el cumplimiento de sus deberes por amor a Dios, las obras que así realiza expresan la entrega de la propia vida a la gloria de Dios, manifiestan el deseo eficaz de cumplir la Voluntad de Dios por amor suyo. Cf. Izquierdo, C., Diccionario de Teología, «Oración», 764.

 



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