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Entre Galileo y el centro del Universo: Albores del periodismo de ciencia en Guadalajara[1]
Durruty Jesús de Alba Martínez[2]
El 30 de enero de 2024 se cumplen 200 años del nacimiento, en Guadalajara, del presbítero Agustín de la Rosa Serrano, intelectual de gran talla, latinista, astrónomo, matemático, lingüista y educador.
Resumen
Siguiendo los comentarios que hace Helge Kragh (Barcelona, 1989, pp. 29-32) al presentar las aportaciones de George Sarton -a quien se considera “el Bacon de la historia de la ciencia”- en cuanto que “El estudio de la historia de la ciencia… edificará también puentes entre las culturas humanística y científico-técnica” abordamos en este trabajo dos temas que pueden representar los albores o al menos muestras tempranas del periodismo de ciencia en Guadalajara, el primero de ellos conspicuo al considerar las interacciones ciencia-religión: el caso Galileo que llegó a los lectores tapatíos en el último cuarto del siglo XIX y que tuviera un eco al celebrarse el aniversario del padre de la astronomía óptica instrumental en el seno del propio Seminario Diocesano de Guadalajara en 1909; el segundo, la consideración en términos cosmológicos del lugar del Sistema Solar en el Universo, así como la posible existencia de vida en otros mundos –incluido Marte-, y si bien el periodista Rafael Mainar (Barcelona, 1906) nos dice que: “De Ciencia y de Arte todos pueden escribir informando o comentando; pero de toros, ¡alto ahí!; de eso sólo pueden hablar los técnicos”, discrepamos con el ejemplo que tenemos en los autores analizados, en tanto ambos tuvieron una sólida formación en ciencias además de ser profesores y autores de textos de enseñanza de astronomía y matemáticas (que son brevemente reseñados), y precursores un tanto olvidados del quehacer científico en Jalisco no obstante ser sacerdotes activos, los presbíteros doctor Agustín de la Rosa Serrano y Severo Díaz Galindo.
Palabras clave: Galileo, Periodismo de Ciencia, Historia de la Astronomía, Ciencia-Religión, Centro del Universo
Antecedentes y contexto
Un peculiar antecedente en el que confluyen los temas de historia y conocimiento de la naturaleza en el continente americano es el libro de quien naciera en Hamburgo como Heinrich Martin (¿1555?-1632), titulado Reportorio de los tiempos, y historia natvral desta Nveva España (México, 1606) del que nos dice Francisco de la Maza[3]:
Fueron los Reportorios los libros de astronomía y astrología que se usaron en Europa en los siglos XV y XVI, en los cuales se condensaba todo lo que de científico se conocía entonces. Enrico Martínez poseyó casi todos los que se publicaron en España y con ellos y otros muchos libros de historia, filosofía, matemáticas, etc., que formaron su selecta biblioteca y con atinadas observaciones personales escribió este su Reportorio, único publicado en la Nueva España y uno de los pocos libros científicos del México Colonial.
Es el propio autor quien en el “Prologo al prvdente y cvrioso lector” nos precisa acerca de una de las materias tratadas en el mismo[4]:
De las ʃciencias humanas en que mas el alma ʃe recrea tiene la Aʃtronomia el primer lugar, por que juntamente con ʃer demoʃtratiua que ʃatisƒace al entendimiento, es nobiliʃsima por ʃerlo el ʃujeto de que trata, y es la que mas claro nos muestra la grandeza y mageʃtad de Dios
Aunque el texto fundacional de la ciencia moderna el De revolutionibvs orbium cælestium libri VI vio la luz en Nürnberg en 1543 es hasta 1660 cuando se registra la presencia de un ejemplar del mismo en América que terminó en la Guadalajara novogalaica[5] y 1690 cuando es impreso el primer libro del continente americano que refleja el conocimiento de la ciencia moderna: La Libra Astronomica y Philosophica… de don Carlos de Sigüenza y Góngora; en la obra de Martínez aún se considera como ciencia a la astrología, y le dedica enteramente uno de los cinco tratados en que divide su libro. Y del papel de Henrrico Martinez (así aparece tanto en obras impresas como la propia firma del mencionado) como historiador Francisco de la Maza menciona[6]: “solo tiene el mérito de haber recopilado, en un tratado breve, toda la historia de México, desde las civilizaciones prehispánicas, hasta su época.” En la Nueva España es hasta el siglo XVIII -aunque de manera irregular según señala la doctora Celia del Palacio (Guadalajara, 2001, p. 59)- que se publican los primeros periódicos, entre los cuales destacamos la Gazeta de México, dirigida por el sacerdote y capellán del Hospital de Jesús en la ciudad de México Juan Francisco Sahagún de Arévalo Ladrón de Guevara (¿?- 1761) entre 1728 y 1739, al publicar en uno de sus últimos números el grabado de un cometa, según consigna Humberto Musacchio[7] “esta Gazeta es también la primera ilustrada”, quien también nos menciona sobre el nombramiento -a instancias del ayuntamiento capitalino- otorgado a Juan Francisco Sahagún por el virrey Juan de Acuña (1658-1734) en 1733 como “Primer y general cronista e historiador de la ciudad de México”. De 1784 a 1821 se publicó otra Gazeta de México, dirigida ésta por Manuel Antonio Valdés Murguía y Saldaña, y en la que colaboraron personajes de la talla de José Ignacio Bartolache y Díaz de Posadas (1739-1790), Joseph Antonio de Alzate y Ramírez (1737-1799) y Joaquín Velázquez Cárdenas de León (1732-1786), quienes descollaron en el cultivo de las ahora llamadas ciencias exactas. Además, Joseph Antonio de Alzate auspiciaría del 15 de enero de 1788 al 17 de junio de 1795 la publicación de la Gazeta de Literatura, considerado el primer periódico científico de la Nueva España. En nuestro intento de comprender el devenir de la ciencia en México, compartimos lo expresado por el doctor Alberto Saladino García[8]:
Para enriquecer el conocimiento de la historia de la ciencia y de la filosofía de la ciencia de la época de la Ilustración en Latinoamérica tiene que considerarse como fuente de información el conjunto de publicaciones periódicas editadas durante la segunda mitad del siglo XVIII y primera década del siglo XIX.
Pero en Guadalajara, según relata el ahora doctor Carlos Fregoso Gennis[9]:
El Despertador Americano, surgido a consecuencia del proceso de independencia, es testimonio palpable de una ideología de lucha. Ningún otro periódico fue producido anterior a él, por lo que puede considerarse el primer periódico insurgente de América.
Aunque de breve existencia, pues se publicó con periodicidad semanal y algunos números extraordinarios entre el 20 de diciembre de 1810 hasta el 17 de enero de 1811, y anunciado como “Correo político económico de Guadalaxara” ciertamente no incluyó temas explícitos de ciencia, pero al repasar las páginas de sus siete números podemos encontrar una referencia por la cual nos damos cuenta de las lecturas hechas por su editor, quien al defender la figura de fray Bartolomé de las Casas dice (Guadalajara, 1811, p. 43): “invitamos á nuestros lectores á que lean lo que sobre el peso de su autoridad dice el Benedictino Feijoo en su Teat Crítico…”, refiérese a una de las obras señeras de la Ilustración europea, el Theatro Crítico Universal, con múltiples ediciones de sus numerosos volúmenes, entre los cuales hay discursos enteramente dedicados a cuestiones científicas.
Galileo en Guadalajara[10]
El caso de Galileo es un tema conspicuo cuando consideramos las interacciones ciencia-religión, y del que incluso actualmente son publicados libros como el editado por Ronald L. Numbers[11] (Cambridge, MA, 2009), el escrito por Richard J. Blackwell (Notre Dame, 2006) o el de Mariano Artigas y William R. Shea (Madrid, 2009); es difícil de imaginar que en la Guadalajara decimonónica el tema fuera discutido “matemática y astronómicamente” por un preclaro sacerdote de la Arquidiócesis tapatía, borlado en Sagrada Teología en la Nacional Universidad de Guadalajara y fugaz rector del Seminario Diocesano de dicha capital, nos referimos al Pbro. Dr. Agustín de la Rosa y Serrano (1824-1907), de quien escribe la maestra en historia de América Latina por The University of New Mexico Aurea Zafra Oropeza, también Misionera Mercedaria de Bérriz (M.M.B.)[12].
Desde la juventud tomó la pluma para defender la verdad y los más caros intereses de su patria y la religión… Luchó con celo incansable por lo que él entendía y creía que era la verdad, hecho que justifica su espíritu polémico, que le llevó a combatir con otros escritores… Desde las páginas de su periódico, La religión y la sociedad, son numerosos los artículos que dedica a defender la religión que él creía se veía menoscabada por la influencia del protestantismo en México.
Sobre dicho semanario precisa la maestra Zafra[13] :
Desde 1865 se consagró al periodismo como medio de contrarrestar la demoledora influencia de las ideas heterodoxas, a este fin fundó La religión y la sociedad, órgano de carácter religioso, político y literario, el cual tuvo tres épocas: de 1865 a 1866; de 1873 a 1875 y de 1886 a 1891. Posteriormente editó otros periódicos más como La Voz de la Patria en el que se encuentran incontables estudios de diversos géneros.
El prolífico bibliógrafo jalisciense Juan Bautista Iguíniz Vizcaíno (1881-1972) escribió sobre el periódico tapatío decimonónico[14]:
Como alivio a los espíritus serenos que ansiaban recrearse y alimentarse en las altas regiones del saber, cosas que no podían proporcionarles la prensa de la época, abstraída completamente por la política y las luchas civiles y extranjeras, el 28 de enero de 1865 salió a la lid periodística La Religión y la Sociedad, semanario religioso, político y literario de 16 páginas en cuarto mayor. Fue su fundador el sabio Dr. D. Agustín de la Rosa, a la sazón catedrático del Seminario… Entre los periódicos de su género, estamos seguros de que no ha habido otro en Jalisco que por el conjunto de sus circunstancias haya superado a La Religión y la Sociedad, particularmente en sus dos primeras épocas.
Mucho se ha escrito sobre esta materia, deshaciendo las infundadas calumnias de los que se empeñan en presentar al Catolicismo como el enemigo implacable de las luces; nosotros nos proponemos hacer algunas observaciones sobre la cuestión científica en sí misma y considerada exclusivamente en el terreno de las Matemáticas y la Astronomía.
Postura que es compartida 144 años después por Artigas y Shea, quienes escriben acerca del caso Galileo[16]:
Algunos lo utilizan para afirmar que la Iglesia católica es enemiga del progreso científico. Otros lo ven como paradigma de la presunta oposición entre ciencia y religión. […] El caso Galileo se ha convertido en un auténtico mito, uno de los mitos centrales de nuestra cultura, ya que simboliza algunas actitudes paradigmáticas en torno a dos de las fuerzas más importantes de nuestras sociedades: la ciencia y la religión.
Para 1873 vuelve a abordar el tema, ahora de manera ampliada, a raíz de lo que el propio de la Rosa llamó “una ruidosa polémica entre la “La Voz de México” y el “Siglo XIX” sobre el mismo asunto” suscitada en el año de 1873[17] y de su intención nos comenta[18]:
A diferencia de la serie publicada en 1865 sobre la cual no hubo réplicas, en ésta al menos hubo dos corresponsales a quienes don Agustín contestó puntualmente, y además circularon los textos como separatas identificadas con numerales romanos (hasta el V y un texto posterior sin número ni fecha) y numeración de páginas consecutivas. Tales corresponsales fueron Pedro J. Olasagarre y el Lic. Francisco José Zavala.[19] Si consideramos la publicación ampliada de la segunda época en La Religión y la Sociedad, así como las respectivas separatas, el impreso titulado La cuestión de Galileo en lo relativo a la consideración de la Tierra como centro del mundo, discutida matematica y astronómicamente bien podría ser en efecto la tercera edición de la obra, que ahora está en una cuidada tipografía, donde la caja de texto está delimitada por líneas dobles y viñetas en los vértices, que resaltan la esencia del diseño de los libros de esa época. El texto está dividido en tres parágrafos que son: §I. Breve exposición de los sistemas astronómicos §II. Observaciones §III. Se fijan y se discuten los puntos de que depende la solución científica de la cuestión de Galileo en lo relativo a la consideración de la Tierra como centro del mundo
No es filosófico buscar en las ilusiones y la ignorancia el origen de una idea que sugiere la misma naturaleza, supuesto se encuentra igualmente en los hombres sencillos y en los sábios más distinguidos, y que léjos de ser destruida por los adelantos científicos, ántes bien, sirve de base á las más altas meditaciones, a los más sérios estudios, á las más delicadas observaciones de la ciencia de los Cielos.
Severo Díaz, quien a la postre sería nombrado director del Observatorio Astronómico y Meteorológico del estado de Jalisco (1921), se refiere al sabio pisano[20]:
Galileo, señores, es un grande hombre, uno de esos seres ó semidioses de los tiempos clásicos de la Astronomía. No solo le debemos ver como un sabio, como un erudito que adquirió los conocimientos todos de su siglo nivelándose á las entonces lumbreras del saber; sinó que fué un genio, un creador que abrió con sus invenciones un horizonte nuevo á la ciencia, precisamente en la época en que era mas difícil la reforma y menos esperada.
Y pasa a ejemplificar su aportación a la práctica científica con el uso del método experimental, fructífero al permitirle discernir cómo era la caída de los cuerpos bajo la influencia de la gravedad. Por su parte, el preconizado obispo de Zacatecas (9 de febrero de 1911)[21] Miguel M. de la Mora nos menciona en su trabajo[22] que las actividades celebradas en honor a Galileo en México fueron “A moción del incansable popularizador de las ciencias físicas y naturales, el Sr. Prof. D. Luis G. León, Secretario Perpetuo de la Sociedad Astronómica de México”, y también nos refiere que para elaborar su trabajo consultó, entre otros, “el proceso mismo instruido á Galileo”. Se estructuró el estudio presentado en torno a tres puntos[23]:
Respecto al tercer punto, y después de relatar las condiciones en que se encontraba Galileo durante su proceso, escribe de la Mora (Op. Cit. p. 26):
La amenaza de tormento fué pues una fórmula, que no se llégó á realizar, tanto más que no tuvo lugar ninguno de los trámites especiales que precedían á este bárbaro y triste legado del derecho antiguo.
Detalle que nos ofrece 100 años después el distinguido profesor emérito de Filosofía de la Ciencia en la University of Nevada en Las Vegas, Maurice A. Finocchiaro, cuando precisa[24] (2009, p. 72, la traducción es nuestra):
Aunque la sentencia no hizo uso de la palabra tortura, se hablaba de un “análisis riguroso”, un término técnico connotando tortura.
Por lo que[25]
[Para] Lectores de la sentencia familiarizados con la terminología y la práctica jurídica es comprensible la conclusión de que Galileo había sufrido torturas a manos de sus inquisidores.
Y concluye que la impresión de que Galileo fue encarcelado y sufrió tortura permaneció como algo posible hasta que 150 y 250 años después los documentos relevantes relativos a la prisión y a la tortura respectivamente salieron a la luz mostrando que el sabio, amigo del Papa Urbano VIII, no había experimentado ninguna de las dos.
Del Centro del Universo a la vida en otros mundos
Dedica el profesor tanto del Seminario Conciliar como de la Escuela de Ingenieros de Guadalajara su estudio “A la memoria del Sr. Canónigo Pbro. Dr. D. Agustín de la Rosa, como un eco de su palpitante «Cuestión de Galileo.»”, si bien con un estilo más literario que técnico hace una reseña histórica del tema y por ejemplo escribe[26]:
Estos antecedentes, verdaderas joyas que esmaltan el cuadro bellísimo de la historia de la Astronomía, dan la razón para es[t]udiar el gran pensamiento de Herschell (sic), quien con una mirada de genio llegó á ordenar el universo mismo agrupandole en masas determinadas de estrellas, inmensamente ricas de soles y de dimensiones que asombran á la inteligencia misma.
Discute luego la cosmología propuesta por Pierre-Simon de Laplace (1749-1827) y las observaciones de la misma que hace Théophile Moreux (1867-1954), y en tanto Díaz asevera que (Op. Cit. p. V): “El principio de toda cosmogonía es el caos”, expone las ideas que al respecto aportan Laplace, Faye y a quien menciona como “coronel Ligondés” (probablemente se refiera a Raoul-Marie vizconde du Ligondes y su obra Formation mécanique du système du monde, 1897) decantándose por ésta última. También en 1909 sale a la luz el artículo “La habitabilidad de los astros” en el que Severo Díaz analiza las posibilidades de vida en los planetas del Sistema Solar como también en planetas de otras estrellas. Escribe que en los sistemas de estrellas dobles y múltiples la vida no es posible. Este artículo fue originado a partir de una conferencia a los estudiantes del Seminario Diocesano de Guadalajara durante su acto de fin de cursos y aunque originalmente se publicó en el Boletín de la Escuela de Ingenieros de Guadalajara (Tomo VII, Núm. 8 agosto de 1909) también circuló como separata del Observatorio Meteorológico y Astronómico del Seminario (Guadalajara, 1910). Años más tarde, en 1920 publicaría en el Boletín de la Sociedad Médico-Farmacéutica de Guadalajara el ilustrativo cuan llamativo artículo “Marte y las comunicaciones interplanetarias”, en el que hace un repaso de la Martemanía vivida desde finales del siglo XIX a principios del siglo XX.
Conclusiones
Si bien en lo que ahora es México hemos tenido ejemplos peculiares como el de Joseph Antonio de Alzate, Luis G. León, e incluso el propio escritor y poeta Manuel Gutiérrez Nájera quien entre 1881 y 1894 publica temas de ciencia en la prensa nacional, para el caso de Guadalajara al menos encontramos las publicaciones de Agustín de la Rosa y Serrano y Severo Díaz Galindo quienes hicieron su muy particular aporte al periodismo de ciencia, estudio que debemos ahondar en otras fuentes hasta ahora no estudiadas.
Referencias bibliográficas
El Despertador Americano, Núm. 7, 17 de enero 1811. Artigas, Mariano y William R. Shea, El caso Galileo, mito y realidad, Madrid: Fundación Universitaria de Navarra-Ediciones Encuentro, (Col. Ensayos núm. 387), Madrid, 2009. Benítez Barba, Laura, Atisbos al cielo. Severo Díaz Galindo y su trabajo científico, Artes y Ciencias en Jalisco núm. 1, Guadalajara: Secretaría de Cultura del Gobierno de Jalisco-Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2009.Blackwell, Richard J., Behind the scenes at Galileo’s trial, Notre Dame: University of Notre Dame Press, 2006.Díaz Galindo, Severo, “La vida científica de Galileo”, en Composiciones leídas en Velada Literaria que en honor de Galileo celebró el Seminario Conciliar de Guadalajara el día 12 de mayo de 1909, Tipografía “El Regional”, pp. 3-11, Guadalajara, 1909. -----, El centro del Universo, Guadalajara: Observatorio Meteorológico y Astronómico del Seminario, Imp. Litografía y Enc. de J.M. Yguíniz, 1910. Finocchiaro, Maurice A., “That Galileo was imprisoned and tortured for advocating copernicanism”, en Numbers, 2009, pp. 68-78. Fregoso Gennis, Carlos, El Despertador Americano. Primer periódico insurgente de América, Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 200. Galindo Uribarri, Salvador y Durruty Jesús de Alba Martínez, “Sobre el único ejemplar latinoamericano de la primera edición de De revolutionibus orbium caelestium de Copérnico, en Guadalajara, Jalisco, México”, Revista Mexicana de Física E, Vol. 58, Núm. 1, junio 2012, pp. 41-52. Iguíniz Vizcaíno, Juan Bautista, El periodismo en Guadalajara 1809-1915, Biblioteca Jalisciense n.- 13, Guadalajara: Universidad de Guadalajara-Imprenta Universitaria, 1955. Mainar, Rafael, El arte del periodista, Barcelona: José Gallach, 1906. Martinez, Henrrico, Reportorio de los tiempos, y historia natvral desta Nveva España, México: Imprenta del meʃmo autor, 1606. Maza, Francisco de la, Enrico Martínez Cosmógrafo e impresor de Nueva España, México: Ediciones de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, 1943. Mora y Mora, Miguel de la, “Galileo en la Inquisición Romana” en Composiciones leídas en Velada Literaria que en honor de Galileo celebró el Seminario Conciliar de Guadalajara el día 12 de mayo de 1909, pp. 13-28, Guadalajara: Tipografía El Regional. Rosa y Serrano, Agustín, de la, “La cuestión de Galileo”, en La Religión y la Sociedad, Guadalajara, 24 de junio, 1865. -----, Una explicación sobre la cuestión de Galileo en el sentido en que se trató en “La Religión y la Sociedad.”, Guadalajara: Imprenta de N. Parga, 30 de agosto, 1876. -----, La cuestión de Galileo en lo relativo a la consideración de la Tierra como centro del mundo, discutida matemática y astronómicamente, Imprenta de N. Parga, Guadalajara: 1884. Musacchio, Humberto, “Gazeta de México”, en Diccionario Enciclopédico de México, México: Andrés León editor, 1998. Numbers, Ronald L., Galileo goes to jail and other myths about science and religion, Cambridge, MA: Harvard University Press, pp. 302, 2009. Palacio Montiel, Celia del, La disputa por las conciencias. Los inicios de la prensa en Guadalajara 1809-1835, Guadalajara: Universidad de Guadalajara, Guadalajara, 2001. Saladino García, Alberto, Ciencia y prensa durante la Ilustración Latinoamericana, Toluca: Universidad Autónoma del Estado de México, 1996. Zafra Oropeza, Aurea (1994). Agustín Rivera y Agustín de la Rosa ante la filosofía novohispana, Guadalajara: Sociedad Jalisciense de Filosofía-Ediciones de la Noche. [1] Parte de este material se presentó en el Primer Coloquio de Historia de la Ciencia celebrado del 13 al 15 de abril de 2016 en el Centro Universitario de Tonalá de la Universidad de Guadalajara. [2] Durruty Jesús de Alba Martínez, Instituto de Astronomía y Meteorología, Centro Universitario de Ciencias Exactas e Ingenierías, Universidad de Guadalajara, dalba@astro.iam.udg.mx, 333616-4937 ext. 108. Es Licenciado en Física, técnico académico «Titular A» adscrito al Instituto de Astronomía y Meteorología de la Universidad de Guadalajara, con más de 36 años perteneciendo a esta institución. [3] Francisco de la Maza, México, 1943, p. 69. [4] Martínez, 1606, x): Martínez, 1606, x. [5] Cfr. Galindo y de Alba, 2012. [6] Op. Cit. p. 89. [7] Humberto Musacchio, México, 1989, p. 1804. [8] Alberto Saladino García, Toluca, 1996, p. 63. [9] Carlos Fregoso Gennis, Guadalajara, 2001, p. 15. [10] Parte de este material se publicó en: Boletín de la Sociedad Mexicana de Física, Vol. 27, Núm. 4, octubre-diciembre de 2013, pp. 187-190. [11] Ronald L. Numbers, Cambridge, MA, 2009, Richard J. Blackwell, Notre Dame, 2006, Mariano Artigas y William R. Shea, Madrid, 2009. [12] Aurea Zafra Oropeza, 1994, p. 53. [13] Ibídem, p. 54. [14] Iguíniz Vizcaíno, Guadalajara, 1955, pp-99-10. [15] de la Rosa, Guadalajara, 24 de junio de 1865, p. 373. [16] Artigas y Shea, Madrid, 2009, p. 11 y 13. [17] de la Rosa, 30 de agosto de 1876, p. 1. [18] Ibídem, Op. Cit. p 3. [19] Pedro J. Olasagarre y el Lic. Francisco José Zavala, Imprenta de N. Parga, pp. 31, Guadalajara 1884.
[20] Severo Díaz Galindo, Guadalajara, 1909, pp. 6-7. [21] https://www.catholic-hierarchy.org/bishop/bdelamora.html (consultado el 04 de enero de 2023) [22] Miguel de la Mora, Guadalajara, 1909, p. 13 [23] Ibídem, Op. Cit. p. 15. [24] Maurice A. Finocchiaro, 2009, p. 72. [25] Ibídem, Op. Cit. p. 73. [26] Severo Díaz Galindo, Díaz, 1910, p. IV. |




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