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Tiburcio Saucedo: breve relación de su vida y del hallazgo del Himno para el Centenario Alcalde Javier Ulises Cervantes Figueroa[1]
Considerando la importancia del Himno para el Centenario Alcalde, que compuso en 1892 Tiburcio Saucedo, se ofrecen datos del contexto histórico de su vida, un análisis de la sobredicha composición y su versión transcrita al modo nuestro.[2]
Poco sabemos hasta hoy acerca de la vida y el legado artístico del pianista, profesor de música, organista y compositor tapatío Tiburcio Saucedo (1852-1907), activo en la capital de Jalisco desde las postrimerías del siglo xix hasta los primeros años del xx. En razón de ello, aquí se esclarecen algunos sucesos y fechas que el tiempo ha desdibujado y conviene precisar. El nombre de Saucedo lo perpetúa una sola de sus composiciones: el Himno Patriótico a la Virgen de Guadalupe. Fuera de ella, no circulan más piezas compuestas por él y menos todavía datos de su vida. Esto da como resultado un desconocimiento sobre la relevancia de su legado, cuyo vacío ya colmará una investigación más profunda que la que adelantan los párrafos siguientes, no menos que la formación de un catálogo formal de sus composiciones publicadas. Por autores como Alfredo Carrasco, Gabriel Pareyón y Fernando Carrasco, sabemos que Saucedo fue un músico de renombre en la sociedad tapatía de finales del siglo xix, siendo compositor y profesor de canto y piano en las principales instituciones religiosas de la ciudad. Si bien aún se conservan algunas de sus composiciones en bibliotecas, archivos públicos y privados, la mayor parte de su obra se halla olvidada o perdida. Basándonos en las obras ubicadas en diferentes repositorios, así como consultando los títulos de algunos catálogos de imprentas musicales de la época, podemos decir que la mayor parte de su legado tiene como característica principal la dotación para piano, o piano y voz. Normalmente sus obras pertenecen a los géneros de la música de salón, otras cuantas a los religiosos. El Himno para el Centenario Alcalde es un caso curioso y único en la producción de Saucedo, pero es de suma importancia para la investigación musical en Jalisco. En los últimos años, se ha enaltecido el nombre de fray Antonio Alcalde como benefactor de Guadalajara, principalmente en el ámbito social. Así, cualquiera obra que esté relacionada con él es de gran valor.
1. Estado de la cuestión
Para mi exposición, comienzo por recopilar y ordenar los datos biográficos que se tienen sobre Saucedo. Luego entro de lleno en el contexto histórico, antes de abordar el objeto principal de estudio.
1.1 Primeros años
Tiburcio Saucedo Garay nació en Guadalajara el 9 de septiembre de 1852,[3] siendo hijo de Ruperto Saucedo y Teresa Garay. Fue bautizado dos días más tarde en la parroquia del Sagrario.[4] Contrajo matrimonio en dos ocasiones: la primera en 1873 con Lugarda Brambila, engendrando siete hijos;[5] y tras fallecer ésta en 1888, con Emilia Muñoz, procreando seis más.[6] Todo apunta a que la formación musical de Saucedo fue en Guadalajara, siendo así discípulo de aquel distinguido músico moreliano Abel Lázaro Loretto, “conocedor profundo de la armonía y con una facilidad admirable para la composición y la improvisación; fue mediano instrumentista, pero fecundo compositor”,[7] quien, en su academia, también fue maestro de Francisco Godínez, Benigno de la Torre y su propio hijo Abel Miguel Loretto.[8] Se sabe que Saucedo a la vez fue discípulo del distinguido Jesús González Rubio, asimismo mentor de Francisco Godínez, Diego Altamirano y Clemente Aguirre. Su carrera como músico debió comenzar a temprana edad, ante la necesidad del sustento económico. Al igual que sus contemporáneos, como Benigno de la Torre (1856-1912), Vicente Cordero (1841-1905) y Francisco Balcázar (1854-1932), se vio en la necesidad de impartir clases y componer piezas ligeras de salón para piano, “de modo que fuese propicio venderlas a las compañías editoras, atentas a un público ávido de demostrar sus avances sociales a través de la adquisición y uso de un piano en el hogar”.[9] Así, las obras de Saucedo poco a poco irían ganando popularidad en la sociedad; “obras que si no eran de empuje, sí fueron de agradable inspiración”.[10] La información más antigua localizada en torno a Saucedo hace referencia a un hecho ocurrido en 1875, cuando tenía apenas 23 años de edad. Habiendo fallecido el titular, protegido y apoyado por uno de los canónigos de la catedral de Guadalajara, el doctor Rafael S. Camacho, fue sugerido como primer candidato a ocupar la vacante de organista. Sin embargo, rechazó la oferta tras reconocer su inferioridad respecto a otro de los postulantes, su compañero Francisco Godínez Morales, quien terminó ocupándola.[11]
1.2 Saucedo como profesor
Saucedo empezó a ganar popularidad en la década de 1880, hecho que podemos probar porque comenzaron a aparecer diversas notas sobre su persona en los principales periódicos del país. Además, Ventura Reyes y Zavala, autor que en 1882 publicó un catálogo de artistas de su tiempo, menciona que se trata de un “Pianista aventajado y maestro de canto; posee profundos conocimientos en su arte”.[12] Sabemos que formó parte del cuerpo docente de varias instituciones católicas de Guadalajara: profesor de canto ritual en una escuela de primeras letras (1883),[13] de música en el Colegio de Niñas de Jesús, María y José (1889),[14] y no mucho después en el Colegio de la Divina Providencia para Niñas y el Asilo de Niños de Ambos Sexos (1892).[15]
1.3 Producción musical
Durante el mes de abril de 1887, en distintos periódicos del país aparecieron líneas sobre Tiburcio Saucedo, pues se estrenó su Himno Patriótico a la Virgen de Guadalupe, con letra del licenciado José López Portillo y Rojas, jurisconsulto y literato. Esta obra fue estrenada el día 17 del antedicho mes, tras finalizar una misa solemne que estuvo a cargo de la Mitra de Guadalajara y tuvo lugar en la Colegiata de Guadalupe. Cabe decir que esta obra fue compuesta por encargo de varias de las familias tapatías distinguidas, que deseaban así homenajear a la Morenita del Tepeyac y mostrar el talento musical habido en la ciudad.[16] Es digno destacar que para esta solemnidad la sociedad tapatía haya elegido a Saucedo y López Portillo, lo cual nos abre un panorama de sus grandes dotes y capacidades, así como también de su influencia y aceptación local. El Himno fue estrenado por un grupo de cantantes que fueron acompañados por la Banda de Zapadores.[17] Desde la fecha su estreno hasta nuestros días, esta obra ha sido el himno nacional guadalupano por excelencia, interpretándose principalmente en las fiestas en honor de la patrona de América. Alentado sin duda por ese éxito, nuestro compositor acelera su producción según lo echamos de ver en un pequeño anuncio en El Tiempo (mayo de 1887), donde se informa que acaban de arribar novedades musicales para canto y piano de distintos autores jaliscienses, entre ellos Saucedo.[18] En ese marco se irá dando cuenta en los principales diarios de la república de otras obras suyas disponibles:
· 1890. Con motivo de la colocación de la primera piedra del templo anexo al Hospital del Sagrado Corazón, el Himno al Sagrado Corazón de Jesús, que fue interpretado por numerosas señoritas, acompañadas por un cuarteto y una orquesta.[19] · 1893. México en Chicago, polka-galopa que tuvo gran éxito en los Estados Unidos de Norteamérica.[20] · 1895. Carlota, vals dedicado a Carlota Ricoy, mismo que tuvo grandes elogios por la prensa tapatía.[21] · 1896. Nociones de canto, obra pedagógica publicada por José María Rodríguez y Compañía, que le valieron un diploma de preferencia medalla de plata y diploma de general excelencia en la Exposición de Atlanta.[22] · En el océano, zarzuela, con letra de Manuel Larrañaga Portugal. Se realizaron gestiones para ser interpretada en algún teatro de la Ciudad de México, pero no tenemos certeza de que así se haya verificado.[23]
Muy lejos estamos de saber cuánta fue su producción coral y orquestal publicada. Hasta el momento sólo disponemos de títulos y noticias de estrenos, ya sea mediante la prensa o por los catálogos disponibles de las imprentas musicales de Wagner y Levien y Enrique Munguía.
1.4 Imprenta y La Lira Sacra
En 1892 aparecen un par de notas periodísticas de sumo interés:
La Lira Sacra. -Con este nombre ha comenzado a publicarse en Guadalajara un periódico musical de canto sagrado y música religiosa. Don Tiburcio Saucedo y Don Francisco Godínez lo editan. Entendemos que este último es un notable organista que fue a París a contratar con la casa Markins un órgano eléctrico para la Catedral de Guadalajara, se perfeccionó en su arte y mereció muchos elogios de los inteligentes por sus adelantos.[24]
La Lira Sacra. Así se llama una publicación quincenal de canto sagrado y música religiosa que se edita en Guadalajara y cuyo primer número o entrega hemos recibido. Esa primera entrega contiene unos kyries a dos voces y con acompañamiento de órgano. Damos las gracias a los editores, y pues se nos pide el cambio, gustosos lo remitimos, advirtiendo a las personas que deseen suscribirse, que se dirijan a los Sres. Editores Don Francisco Godínez y Don Tiburcio Saucedo, calle del Carmen n.° 9, Guadalajara. La entrega vale en dicha población 20 centavos y 23 fuera de ella, franco de porte.[25]
Tal como podemos leer, aquí aparece nuevamente a la luz Francisco Godínez Morales, contemporáneo y amigo de Saucedo, quien obtuvo la plaza de organista titular de la catedral de Guadalajara en 1875. Cabe destacar que al tiempo que son publicadas estas notas, Godínez ya había regresado a la Perla de Occidente de dos viajes que realizó a Europa, con motivo de perfeccionar sus conocimientos musicales y aprender el arte de la organería. En Francia, principalmente, pudo darse cuenta de todo el movimiento musical que allí abundaba, es decir, las nuevas formas de la enseñanza musical, el estilo de la música religiosa y las innovaciones en el arte de la construcción de órganos. Pero más aún, darse cuenta de las innumerables revistas y publicaciones periódicas con relación a la música religiosa y académica que allí se imprimían, entre ellas Le Monde Musical y Le Ménestrel.[26] Tal parece que Godínez quiso plasmar todo tipo de actividad musical que diera buen fruto en la capital de Jalisco, incluyendo la idea de publicar un periódico especialmente enfocado en la música religiosa. En él Saucedo, su socio, participa como editor y compositor. Así, además de ser el recinto donde daba clases particulares y conciertos, en su domicilio ubicado en la calle del Carmen número 9 (hoy avenida Juárez) estaba instalada la imprenta y fungía como centro de distribución. He aquí una breve descripción: “La postrera casa de esta calle, la que forma la esquina que ve al norte y al oriente de Juárez y Huerto, era de Don Tiburcio Saucedo”.[27] Por cierto, no podemos descartar la posibilidad de que de esta imprenta pudieran haber salido unas cuentas obras de su propia mano.
1.5 Otras actividades
En 1879, Saucedo, de 27 años de edad, junto a sus contemporáneos Francisco Godínez y Diego Altamirano, formó parte del jurado del concurso musical convocado para la clausura de la Primera Exposición de la Sociedad Las Clases Productoras, en Guadalajara.[28] En 1890, Saucedo y José Ornelas formaron parte de la dirección y organización de un concierto que tuvo lugar en el Teatro Degollado, a beneficio de la construcción del monumento al general Ramón Corona.[29] Durante el mismo se estrenó una marcha intitulada Ramón Corona, compuesta especialmente por Apolonio Arroyo de Anda.[30] A finales de 1892 aparece esta noticia: “El Sr. Tiburcio Saucedo compra en Guadalajara timbres postales antiguos (1859 a 1892) cambiándolos por relojes, alhajas, etc., o dando al contado su valor. Dirigirse a Guadalajara, Carmen 9.”[31] Con esta pequeña nota se nos advierte también el interés de Saucedo por las antigüedades. Estos fueron sus inicios como anticuario y coleccionista. Décadas más tarde, se menciona que “en los últimos años de su vida, claudicó un poco en su arte, por haberse dado, tal vez sin la suficiente preparación, al comercio de anticuario, en el que perdió todo lo que había economizado durante su larga vida de profesor”.[32] En 1893 se formó una sociedad filarmónico-literaria que daría veladas músico-literarias cada dos meses, concebida por Diego Altamirano y Manuel Puga y Acal. Tuvo por presidente a José López Portilla y Rojas, a quien Saucedo dedicó una gavota para piano titulada El regreso de las golondrinas. Huelga decir que nuestro biografiado participó varias veces como músico.[33]
1.6 El ocaso de su vida
En esta etapa de su vida, Saucedo fue integrándose con más dedicación al comercio de antigüedades, lo cual no terminó por funcionar del todo. En 1898, tuvo en posesión varias pinturas de Tiziano, Rubens, entre otros, que fueron de la propiedad del emperador Maximiliano. Éstas estaban acompañadas de un certificado de autenticidad de un oficial belga, que era miembro de la guardia de honor de la emperatriz Carlota.[34] Esta es noticia bastante impactante ya que Saucedo debió gastar una fortuna en conseguir tales obras de arte. Hasta la actualidad, no se sabe cómo las consiguió ni dónde se localicen. En 1899, Saucedo informó que en Nochistlán (Zacatecas) se acababan de descubrir por un indígena del lugar numerosos objetos antiguos de civilizaciones allí antes establecidas. Poco después, Saucedo hizo gestiones ante el ayuntamiento local para que se hicieran excavaciones en el lugar.[35] En 1900, durante un viaje realizado a la capital, Saucedo consiguió dos objetos notables: la banda de general que usaba el emperador Maximiliano y un reloj que le obsequió al oficial que mandaba el pelotón que habría de ejecutarlo.[36] Al poco tiempo aparecieron notas en que se refutaba la autenticidad de los objetos, presentándose argumentos muy críticos hacia Saucedo y su postura como anticuario, pero más tarde se confirmó y se probó que en efecto, la banda y el reloj eran auténticos.[37] En 1903 se informaba que Saucedo perdió un juicio ejecutivo mercantil contra Ricardo Otero, procediéndose a rematar sus dos fincas. La primera estaba ubicada en la calle del Carmen número 9 y la otra en la calle del Huerto número 12. Se desconocen las razones que llevaron a Saucedo a este juicio, pero podríamos deducir fácilmente que está directamente relacionado con su labor de anticuario y las pérdidas económicas que esto le causó.[38] No fue sino hasta 1907 cuando volvemos a saber sobre Saucedo. Lamentablemente la noticia es dolorida:
Serios temores inspiran la enfermedad que aqueja al inspirado pianista y compositor Sr. Tiburcio Saucedo, temiéndose de un momento a otro un desenlace fatal. Parece que la desgracia persigue a los artistas y maestros. Saucedo que viajó por el extranjero y pudo hacer un modesto capital y aun formar un museo de antigüedades, está agonizando en un hospital particular (en el que otros artistas han muerto) y sus amigos, compañeros y discípulos ya se cotizan para hacer los gastos del entierro. De sentirse esa tanta desgracia en los últimos días de la existencia.[39]
Doce días más tarde, se notifican las malas nuevas:
Acaba de morir en Guadalajara un distinguido artista católico. El señor Don Tiburcio Saucedo, que hacía muchos años estaba padeciendo graves males, expiró, después de haber sufrido una larga y penosa enfermedad, con santa resignación, y después de haber recibido fervorosamente los santos Sacramentos.[40]
En efecto, Saucedo dejó este mundo el 17 de septiembre de 1907 a causa de hepatitis intersticial, siendo sepultado en el cementerio municipal (hoy cementerio de Mezquitán).[41] Nos dejó un vasto legado de obras, pendientes de su rescate y análisis. Como podemos darnos cuenta, el periodo en que Saucedo tuvo más actividad musical fue de 1887 a 1898, es decir, poco más de una década ininterrumpida. Después de esto se nos van presentando algunas lagunas temporales. Reflexionando en ello, podemos llegar a la conclusión de que esto se debió a una mayor atención de parte de Saucedo en el campo de las antigüedades que en la música. Por lo tanto, el público dejó de prestarle la atención que se había ganado y fue desapareciendo poco a poco de la mira, dejando campo libre para nuevas propuestas artísticas.
2. Agosto de 1892. El Centenario Alcalde
Hemos de volver a 1892, porque aquí tiene su origen nuestro objeto de estudio. Después de un recorrido por los quehaceres musicales y la vida de Saucedo, toca ponernos en contexto sobre lo ocurrido a principios de agosto de 1892 en la ciudad de Guadalajara. El Centenario Alcalde fue una celebración concebida por Alberto Santoscoy, notable historiador y bibliógrafo jalisciense. Fue acordada por el Ayuntamiento de Guadalajara, lograda en parte por donativos recaudados de toda la ciudad y organizada por una junta creada especialmente para el centenario, todo ello con motivo de honrar y enaltecer la memoria de fray Antonio Alcalde y Barriga, gran benefactor y obispo, a quien ya se honraba su memoria desde años antes. Esta festiva conmemoración se celebró los días 7, 8 y 9 de agosto de 1892, aunque previamente, los días 3 y 4, se celebraron certámenes escolares con el propio motivo. El día 7 fue el más importante. Comenzó con un repique de campanas y el estallido de cohetes. Tuvo como primer acto la inauguración de la exposición de objetos pertenecientes a fray Antonio, instalada en el Liceo Católico, a la cual acudió una gran cantidad de personas. Luego fue celebrada una solemne misa en acción de gracias a la Divina Providencia en la catedral, llenándose todos los rincones del inmueble con la sociedad tapatía, que asistía engalanada a honrar la memoria de fray Antonio. Terminando la ceremonia religiosa, tuvo lugar una procesión de seis carros alegóricos, siendo recibidos embelesadamente por un público muy entusiasta. Esta procesión fue calificada como la más bella de las actividades de estos días. Finalmente, a las ocho y media de la noche del propio día, tuvo lugar una elegantísima velada en el Teatro Degollado, donde se realizó un certamen artístico-literario. Las obras premiadas fueron un retrato, un himno musical, una poesía latina, una poesía castellana, una biografía y una memoria histórica. Todo ello relativo a la persona, vida y hechos de fray Antonio Alcalde. Por otra parte, el día 8 fue luctuoso, dedicado a llorar la muerte del honrado obispo, celebrándose misas en el templo de Belén en sufragio de las almas de los fallecidos en el Hospital. En el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y en la catedral tuvieron lugar las honras fúnebres dedicadas a fray Antonio. Este día sin duda fue muy contrastante en comparación a las celebraciones anteriores. Posteriormente, en la casa número 111 de la calle de Belén, la Sociedad Alcalde hizo repartición de comida a los pobres de la ciudad. Más tarde tuvo lugar una peregrinación hacia el monumento levantado a fray Antonio, situado en el ángulo sudoeste del atrio del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe. Por la noche se organizó una velada por la propia Sociedad Alcalde, que tuvo lugar en el Liceo Católico. Hubo música, lecturas de informes, discursos, poesía, entre otros números. Finalmente, el día 9 se cambiaron las nomenclaturas de algunas de las calles del centro de la ciudad. Poco más tarde, se adjudicaron los premios de los certámenes escolares en el Liceo Católico. Después tuvo lugar una segunda procesión de carros y hubo festejos populares. Por la noche, la Sociedad Católica celebró la última velada, de nuevo en el Liceo Católico, la cual tuvo un exquisito programa musical y de oratoria. Con esta velada concluyeron las celebraciones, dando un muy buen sabor de boca, así como mucho de qué hablar y recordar a la sociedad tapatía de aquellos años.[42]
2.1 El himno compuesto por Tiburcio Saucedo: localización, confusiones y aclaraciones
Después de entrar muy brevemente en el contexto referente al Centenario Alcalde, podemos darnos cuenta que fue logrado con tal éxito y aceptación de todos que al final muchos de sus frutos aún sobreviven hasta nuestros días. Pero desgraciadamente muchos otros se fueron esfumando u olvidando con el tiempo.
2.2 Los hechos
Como hemos dicho, la mañana del 9 de agosto de 1892, después de que se cambiaron las nomenclaturas de algunas de las calles del centro de la ciudad, tuvo lugar en el Liceo Católico la adjudicación de los premios de los certámenes escolares. Esta fiesta, al igual que todas las demás del centenario, fue bastante concurrida por el público interesado. En ella participaron la orquesta de Diego Altamirano, las aventajadas alumnas de la clase de canto del Liceo de Niñas, la Banda de la Gendarmería del Estado, el Colegio de Infantes de la Catedral, las alumnas del Hospicio, varios cantores y alumnos de escuelas parroquiales y oficiales, presentando un selecto y variado programa musical con un aproximado de veinte números. Se interpretaron obras de Clemente Aguirre, Carl María von Weber, Francisco Balcázar, Tiburcio Saucedo, Gioachino Rossini y Théodore Dubois.[43] La parte que nos interesa en este programa es la que corresponde a las participaciones de Saucedo, que fueron dos. La primera, en el quinto lugar del programa, interpretándose El mar sin playas, segunda barcarola a solo y coro, por las alumnas del Hospicio y llevando la batuta Saucedo, su compositor. La segunda, en el lugar número vigésimo tercero, interpretándose un “Himno al Sr. Alcalde”, compuesto exprofeso para esta fiesta. Lo cantaron las alumnas del Hospicio y veinte cantores, bajo la batuta de Saucedo, su autor. Huelga decir que todos los números del programa fueron ejecutados brillantemente y recibidos por el público con inequívocas muestras de aprobación.[44] Este mismo día, después de la segunda procesión de carros y los festejos populares, tuvo lugar la última velada de las fiestas, también celebrada en las instalaciones del Liceo Católico. Al parecer, esta velada fue más breve que la fiesta celebrada horas antes, teniendo un programa más corto, pero no menos diverso que el anterior. Este programa estuvo a cargo de la orquesta de Diego Altamirano. Aquí el himno compuesto por Saucedo volvió a tocarse, siendo el quinto del programa. Esta fue la segunda, y al parecer última vez, que se ejecutó el himno; es decir, probablemente no volvió a interpretarse en más de un siglo.
2.3 Hallazgo y renovado interés por este himno
En 2018, investigaciones realizadas en el Archivo Histórico de la Universidad de Texas y en el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara por la doctora Adriana Ruiz Razura, permitieron localizar fragmentos de la partitura del himno de Saucedo: la portada, dos páginas de música y la letra. Encontrándose aún la partitura incompleta, se realizaron las gestiones necesarias para que se interpretara en el marco del 226 aniversario luctuoso de fray Antonio Alcalde. Esta ejecución estuvo a cargo de la Sociedad Coral Mozart del santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Guadalajara, bajo la batuta de Sergio Sandoval Antúnez como director invitado.[45] De esta manera pudo volverse a escuchar parte del himno compuesto por Saucedo, después de 126 años de su última ejecución registrada.
2.4 Confusiones y aclaraciones
Parte de la gestión realizada por la doctora Ruiz Razura implicó investigar la historia de este himno y su autor. Empero, en su artículo, aparecido en las páginas de este Boletín Eclesiástico, hay confusiones en cuanto a las fechas, lugares y personajes implicados. Hemos mencionado que el 7 de agosto de 1892 se efectuó una velada en el Teatro Degollado en que hubo un certamen artístico-literario, presentándose un himno musical relacionado con la vida y obra de fray Antonio Alcalde. En efecto, esta investigadora así lo consigna. Sin embargo, la autoría se la atribuye a Tiburcio Saucedo, lo cual es erróneo, porque el suyo no fue estrenado sino hasta el día 9. Textualmente afirma:
Por fin dio principio la velada, y una de las premiaciones fue la que correspondió al ‘Himno a Alcalde’, de la autoría del muy querido y respetado compositor tapatío Tiburcio Saucedo, recompensado con la cantidad de 100 pesos.[46]
2.5 El himno ganador del certamen de la velada del 7 de agosto en el Teatro Degollado
El Comité Organizador del Centenario acordó, en el marco de los preparativos de esta efeméride, llevar a cabo un certamen artístico-literario en que participaran obras en honor a fray Antonio Alcalde. Una de ellas debía ser un himno, cuyo autor habría de ser premiado por el gobierno del estado con un diploma y 100 pesos, equivalente en la actualidad a 200 mil. Como miembros del jurado calificador fungieron Clemente Aguirre, Francisco Godínez y Luis G. Palomar, quienes premiaron al pianista y compositor Emilio Mondragón. En el transcurso de esta velada,
Tocó su vez al Himno Musical premiado, cuyo autor fue Don Emilio Mondragón. Verdaderamente grandiosa fue la ejecución de esta obra, en la cual tomaron parte cincuenta y cuatro niños y niñas del Hospicio, veinte cantores, y la música del 20 Batallón en combinación con la orquesta [de Diego Altamirano]. Llevó la batuta el mismo autor desde lo alto del foro. Es indescriptible de todo punto el gran efecto que produjo aquella masa inmensa de sonidos, cuando, bajo la dirección del maestro, rompió de repente en estruendo imponente y armonioso. A juicio de los inteligentes, es la obra verdaderamente notable, así por su inspiración como por el conocimiento científico con que está armonizada e instrumentada. La verdad es que aquellas notas triunfales parecían dignas de la gloria que cantaban.[47]
Por si tuviéramos alguna duda al respecto, conocemos la letra de este himno, cuyo autor fue Gilberto Jaso:
Coro Gloria y honra al que siempre del llanto Y de la humana miseria fue en pos; Al Apóstol de paz puro y santo Que amar supo a las almas y a Dios.
Bajo el hábito humilde se esconde, Como el arma de noble combate, Corazón que magnánimo late Encendido de amor y de fe: Esa fe que montañas remueve, Ese amor que llegó al sacrificio, Del que un Dios, afrontando el suplicio, Gran ejemplo en el Gólgota fue.
Coro Caridad proclamó como un lema De su vida abnegada y bendita, Y luchando con fuerza infinita Sin cesar su viril corazón, Reprimió los sollozos del niño. Mitigó los dolores del hombre Y las gentes conservan su nombre Como enseña de paz y perdón.[48]
Como dato adicional, durante la velada de la Sociedad Alcalde que tuvo lugar el 8 de agosto en el Liceo Católico, también se tuvo un selecto programa musical, participando asimismo la orquesta de Diego Altamirano. Lo importante a destacar aquí es la participación de la señorita Carlota Rosales, quien ejecutó al piano un “hermoso himno por ella misma compuesto al Sr. Alcalde, que le valió al concluir, justos y nutridos aplausos”.[49] Desgraciadamente, hasta el momento, no se tiene más registro de estas dos obras. Este tema de investigación y rescate queda pendiente. Me parece que con la información expuesta aquí es suficiente para probar que en realidad en este centenario hubo tres himnos dedicados a fray Antonio: el primero de Emilio Mondragón, ganador del certamen del día 7; el segundo de Carlota Rosales, para la velada del día 8; y el tercero de Tiburcio Saucedo, estrenado en la velada del día 9. Es decir, un himno por cada día de la conmemoración del centenario.
3. El himno de Tiburcio Saucedo en su forma íntegra
En mayo del 2020 tuve noticia de la existencia de un ejemplar íntegro de la partitura del Himno para el Centenario Alcalde de Saucedo, resguardado en el archivo particular de Jorge Martín Valencia Rosas en la Ciudad de México.[50] Al enterarme de esto, de manera inmediata entré en negociaciones con él, con buen resultado para mi causa. De esta manera, el ejemplar llegó a mis manos el día 29 del propio mes. Desde esa fecha hasta la actualidad, la obra se resguarda en mi archivo personal.
3.1 Difusión de la obra
Después de que la partitura llegara a Guadalajara, volvió a hacerse la gestión con la Asociación Amigos de Fray Antonio Alcalde, el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y la Sociedad Coral Mozart, bajo la dirección de Jorge Abraham García Iñiguez, para presentar, por primera vez en 128 años de silencio, el himno completo escrito por Saucedo en el marco del 228 aniversario luctuoso de fray Antonio Alcalde, al finalizar la misa solemne del 7 de agosto de 2020. El 20 de agosto de 2021 se hizo la grabación formal del himno en formato audiovisual. Esto gracias a la buena disposición, por nueva cuenta, de la Asociación Amigos de Fray Antonio Alcalde, el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe y la Sociedad Coral Mozart.[51]
3.2 Descripción del documento
Sobre el documento podemos decir que se compone de tres hojas sueltas de papel algodonado, de 24.5 cms. de ancho por 34 cms. de alto. Es una obra impresa en planchas litográficas.[52] La portada tiene una bellísima litografía de José Vizcarra, dibujada a lápiz graso sobre la plancha litográfica.[53] En ella se muestra a un ángel sosteniendo un manto, en el cual está grabado un busto de fray Antonio Alcalde. Justo debajo de esto se lee el título: “Himno para el Centenario Alcalde, Tiburcio Saucedo, Guadalajara, Agosto 9 de 1892”, “Escrito para la solemne fiesta de la niñez y velada literaria de la Sociedad Católica de señores verificadas ambas en el Liceo Católico de esta ciudad”.[54] Del lado derecho se encuentra la firma del autor de la litografía. Las siguientes páginas corresponden totalmente a la música y letra: las páginas 1 y 2 del documento a la parte del coro, las páginas 3 y 4 a las estrofas 1 y 2, y la página final a la letra con sus estrofas. Este documento fue restaurado en 2020 por Luis Diez de Sollano, porque ya presentaba algunas roturas y hongos.
3.3 Análisis del Himno
La dotación de la música es la siguiente: voces 1 y 2, más una voz solista para la estrofa, acompañadas por el piano. Está escrita en la tonalidad de do mayor en compás cuaternario de subdivisión binaria. He aquí la estructura:
Introducción. Piano
· Allegro (132). · Dos compases. Comienza en una nota pedal en la dominante de la tonalidad (do mayor) en la mano izquierda, mientras que en la derecha se establece el patrón de tresillos.
Coro. Dos voces y piano
· A) Periodo de ocho compases y dos frases de cuatro compases cada una, con una melodía y armonía sencillas, en la parte vocal principalmente acompañadas en intervalos de sextas. Este primer periodo termina en el V Grado para ser enlazado con el siguiente periodo. Se mantiene en todo momento en do mayor. · B) Periodo de ocho compases con nuevo material temático, dividido también en dos frases de cuatro compases cada una. Este segundo periodo hace un breve inciso en la primera frase al vi Grado de la tonalidad. Para la segunda frase, regresa a la tonalidad de origen para cerrar con una cadencia perfecta. · En el coro, en todo momento el acompañamiento hace un juego de seisillos en la mano izquierda, contra negras y corcheas (en ocasiones corcheas con puntillo).
Estrofa 1. Solista y piano
· Cambio de tempo a Andante (60), y de tonalidad al relativo menor (la menor). · Con un carácter más reposado, recitado y contrastante en la voz, en el acompañamiento destaca por hacer en la mano derecha pasajes cromáticos. · Esta estrofa también es un periodo de ocho compases dividido en dos frases de cuatro compases cada una. · En todo momento se mantiene en la zona de la menor. Terminada la estrofa, vuelve de nuevo al coro. · Con la letra completa, en total la primera estrofa se repite cuatro veces.
Estrofa 2. Solista y piano
· Cambio de tempo a Andante (72), y de tonalidad a fa mayor. · Esta estrofa tiene un carácter más solemne. Lo curioso en la línea del canto es que sólo se usan tres notas (do, re y fa), mientras el acompañamiento hace un acompañamiento y armonía sencillos. · De igual manera es un periodo de ocho compases dividido en dos frases de cuatro compases cada una. · Con la letra completa, en total la segunda estrofa se repite cuatro veces.
Coda. Piano
· Con duración de seis compases, se reafirma la tonalidad de do mayor enlazando el I y IV Grados, formando una cadencia plagal, terminando en carácter marcial y solemne este himno.
La estructura y el estilo de la música es relativamente sencilla. No hay cambios abruptos de tonalidades o de tempo que impliquen alguna dificultad de lectura e interpretación. Las voces se mantienen la mayor parte del tiempo en una misma zona, acompañadas en un estilo totalmente pianístico. Se desconoce quién haya sido el autor de la letra, pues no se menciona en el documento ni en otras fuentes que hemos podido localizar. Está dividida en ocho estrofas de cuatro versos cada una, más el coro. Pero curiosamente podemos notar que tiene una estructura idéntica y se presenta en el mismo formado que la letra escrita por Gilberto Jaso para el himno de Emilio Mondragón. No es un hecho que la letra del himno de Saucedo sea de Jaso, pero si analizamos los dos casos no podemos negar que se siente la esencia de la misma pluma. La otra posibilidad es que se haya respetado en todo momento la misma estructura y el estilo de las letras, pero no necesariamente tendrían que pertenecer al mismo autor. Este dilema sobre el autor de la letra queda pendiente de mayor discusión.
3.4 Criterios para la edición moderna del Himno para el Centenario Alcalde
Los objetivos principales al hacer una transcripción y edición moderna de la obra fueron alcanzar una mayor claridad y facilidad de lectura para los intérpretes. Con relación al documento original, se buscó transcribir de la manera más fiel todas las notas, indicaciones de cualquier tipo, texto, maquetación, número de páginas y fuentes musicales, dando por resultado una edición bastante similar al impreso original. El único elemento que no está en la partitura original y que fue agregado por cuestiones de comodidad para la lectura, se encuentra en la voz 2 de la parte del coro. A esta voz se le agregó la letra en sus respectivos sistemas, ya que solamente estaba escrita en medio de las dos voces. Esto simplemente se hizo para facilitar la lectura. A continuación, se presenta la transcripción y edición del Himno para el Centenario Alcalde:
Conclusiones
Con todo lo dicho, podemos afirmar lo siguiente: · El Himno para el Centenario Alcalde se compuso para resaltar la importancia que tuvo, tiene y tendrá el máximo benefactor de Guadalajara y su dilatadísima comarca, fray Antonio Alcalde. · Empero, el Himno para el Centenario Alcalde de Tiburcio Saucedo cumplió su función en las celebraciones en homenaje a fray Antonio Alcalde y que después de esto no tuvo mayor relevancia, al no ser una obra pensada para distribuirse a todo el público, sino sólo para ser interpretada una vez. · Que dispongamos ahora del texto y la partitura íntegros de la obra, en el marco del renovado interés por la vida y obra del siervo de Dios fray Antonio Alcalde le suma al necesario catálogo de música mexicana del siglo xix, que nos hemos demorado muchísimo en integrar. · También, se han esclarecido hechos y fechas relacionadas con la vida de Tiburcio Saucedo y su producción musical, hasta hoy casi desconocido no obstante su participación nada irrelevante en la historia musical de México. · En esta investigación nos hemos esforzado por despertar la curiosidad de los que tienen hoy ante sí la ocasión de poner en la mira del interés cultural público a este compositor tapatío y el repertorio publicado y conocido de su obra.
Bibliografía
· Benítez, José R., Como me lo contaron te lo cuento, Guadalajara, Ediciones del Banco industrial de Jalisco, 1963. · Carrasco, Alfredo, Mis recuerdos (edición, introducción, notas críticas y catálogos de Lucero Enríquez), México, Instituto de investigaciones Estéticas-Difusión Cultural-unam, 1996. · Carrasco Vázquez, Fernando, “Los Loretto y los Saucedo, perfiles aún incompletos, pero con buen grado de avance”, Musicologíacasera, posteado el 10 de julio de 2020. En: https://musicologiacasera.wordpress.com/2020/07/10/los-loretto-y-los-saucedo-perfiles-incompletos-pero-con-buen-grado-de-avance-por-fernando-carrasco-v/#_edn8. Consultado el 16 de julio de 2021. · Pareyón, Gabriel, Benigno de la Torre (1856–1912). El maestro de la Academia de Guadalajara y los orígenes del modernismo musical en el Occidente de México, T. I. Estudio biográfico e histórico, México, Secretaría de Cultura-Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2019. · Reyes y Zavala, Las Bellas Artes en Jalisco, Guadalajara, uned-Gobierno del Estado de Jalisco, 1989. · Ruiz Razura, Adriana, “El hallazgo del ‘Himno a Fray Antonio Alcalde’, de Tiburcio Saucedo”, en Boletín Eclesiástico, Año xii, Vol. 9. Guadalajara, Arquidiócesis de Guadalajara, 2008. · Santoscoy, Alberto, El Centenario Alcalde. Breve relación de las fiestas celebradas en esta ciudad los días 7, 8, y 9 de agosto del corriente año en honor del Illmo. Sr. D. Fray Antonio Alcalde, seguida de importantes anexos de la biografía de dicho obispo y de las poesías premiadas en el certamen, Guadalajara, Imprenta de la República Literaria, 1892.
Entrevistas
Eduardo Escoto Robledo, Guadalajara, 15 de julio de 2021
Hemerografía
El Amigo de la Verdad (México) El Continental (Guadalajara) El Demócrata (México) El Siglo Diez y Nueve (México) El Tiempo (México) Jalisco Libre (Guadalajara) La Patria (México) La Voz de México (México) The Mexican Herald (México) [1] Músico, compositor e investigador tapatío de encomiable trayectoria. [2] El contenido de este artículo lo preparó su autor para el primer número de la revista Musometría, del Departamento de Música de la Universidad de Guadalajara, que se debía publicar en febrero del 2022, bajo la coordinación del Mtro. Eduardo Escoto Robledo. Como la revista se quedó en proyecto, el autor decidió cederlo a este Boletín. Antes, revisó su contenido el Dr. Rogelio Álvarez Meneses, musicólogo de la Universidad de Colima. La versión final la azarandó el Dr. Juan Frajoza. [3] Se afirma que su nacimiento ocurrió en 1853, lo cual es evidentemente erróneo tras haberse consultado los registros parroquiales existentes en FamilySearch. [4] En: https://www.familysearch.org/ark:/61903/1:1:NB7K-P6J. Consultado el 13 de julio de 2021. [5] Es importante aclarar que el primogénito de su primer matrimonio, nacido en 1875, es su homónimo de nombre y primer apellido: Tiburcio Saucedo Brambila. Esto ha generado diversas confusiones porque también fue músico, aunque no tuvo el éxito de su padre. [6] Fernando Carrasco Vázquez, “Los Loretto y los Saucedo, perfiles aún incompletos, pero con buen grado de avance”, Musicologíacasera, posteado el 10 de julio de 2020. En: https://musicologiacasera.wordpress.com/2020/07/10/los-loretto-y-los-saucedo-perfiles-incompletos-pero-con-buen-grado-de-avance-por-fernando-carrasco-v/#_edn8. Consultado el 16 de julio de 2021. [7] Alfredo Carrasco, Mis recuerdos (edición, introducción, notas críticas y catálogos de Lucero Enríquez), México, Instituto de investigaciones Estéticas-Difusión Cultural-unam, 1996, p. 112. [8] Gabriel Pareyón, Benigno de la Torre (1856–1912). El maestro de la Academia de Guadalajara y los orígenes del modernismo musical en el Occidente de México, T. I. Estudio biográfico e histórico, México, Secretaría de Cultura-Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, 2019, p. 293. [9] Ibíd., p. 132. [10] Carrasco, op. cit., p. 114. [11] Ibíd., p. 143. [12] Ventura Reyes y Zavala, Las Bellas Artes en Jalisco, Guadalajara, uned-Gobierno del Estado de Jalisco, 1989, p. 38. [13] “Instituciones católicas en México”, en El Tiempo. México, 1º de diciembre de 1883, p. 2. [14] “Escuelas católicas de Guadalajara”, en El Tiempo. México, 28 de mayo de 1880, p. 1. [15] “Colegio de la Divina Providencia para Niñas y Asilo de Niños de Ambos Sexos”, en El Continental. Guadalajara, 4 de septiembre de 1892, p. 3. [16] “La próxima solemnidad de la Colegiata”, en El Tiempo. México, 14 de abril de 1887, p. 3. [17] Idem. [18] “A los amantes del divino arte”, El tiempo (mayo 1887), p. 3. [19] “Nuevo templo”, en El Tiempo. México, 8 de enero de 1890, p. 1. [20] “México en Chicago”, en El Continental. Guadalajara, 27 de agosto de 1893, p. 3. [21] “Carlota”, en El Demócrata. México, 19 de junio de 1895, p. 4. [22] “Atlanta exposition”, en The Mexican Herald. México, 20 de mayo de 1896, p. 7. [23] “Zarzuela concluida”, en La Patria. México, 11 de enero de 1898, p. 3. [24] “La Lira Sacra”, en La Voz de México. México, 9 de abril de 1892, p. 3. [25] “La Lira Sacra”, en El Amigo de la Verdad. México, 7 de mayo de 1892, p. 4. [26] Entrevista con Eduardo Escoto Robledo, Guadalajara, 15 de julio de 2021. [27] José R. Benítez, Como me lo contaron te lo cuento, Guadalajara, Ediciones del Banco industrial de Jalisco, 1963, p. 136. [28] Pareyón, Benigno de la Torre, p. 47. [29] Este monumento originalmente se encontraba en el jardín de San Francisco y posteriormente se reubica en la Calzada Independencia Sur, al cruce con Av. La Paz y Ramón Corona, lugar donde permanece actualmente. [30] “El concierto en Guadalajara”, en La Patria. México, 21 de junio de 1890, p. 2. [31] “Timbres postales antiguos”, en El Amigo de la Verdad. México, 31 de diciembre de 1892, p. 3. [32] Benítez, op. cit., p. 137. [33] “El arte en Guadalajara”, en El Siglo Diez y Nueve. México, 31 de agosto 1893, p. 3. [34] “Notice”, en The Mexican Herald. México, 20 de agosto de 1898, p. 5. [35] “Importante descubrimiento arqueológico”, en La Voz de México. México, 14 de noviembre de 1899, p. 2. [36] “El reloj y la banda del general Maximiliano”, en La Patria. México, 14 de marzo de 1900, p. 1. [37] Emilio De Vos. “La banda de Maximiliano, testimonio de autenticidad”, en El Tiempo. México, 1º de abril de 1900, p. 1. [38] Manuel Lemus. “Remate”, en El Tiempo. México, 3 de septiembre de 1903, p. 4. [39] “Gravemente enfermo”, en Jalisco Libre. Guadalajara, 12 de septiembre de 1907, p. 2. [40] “Jalisco”, en El Tiempo. México, 24 de septiembre de 1907, p. 4. [41]https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:33SQ-GPJ3- Q3P?i=399&cc=1918187&personaUrl=%2Fark%3A%2F61903%2F1%3A1%3AQG73-WP8F. Consultado el 19 de enero de 2022. [42] Alberto Santoscoy, El Centenario Alcalde. Breve relación de las fiestas celebradas en esta ciudad los días 7, 8, y 9 de agosto del corriente año en honor del Illmo. Sr. D. Fray Antonio Alcalde, seguida de importantes anexos de la biografía de dicho obispo y de las poesías premiadas en el certamen, Guadalajara, Imprenta de la República Literaria, 1892. [43] En este centenario también participó Tiburcio Saucedo (hijo) como pianista. A partir de esta fecha comienza a aparecer su nombre en algunas notas periodísticas. [44] Ibíd., p. 52. [45] Agrupación coral fundada en 1994 por Joaquín Salvador Berni Chávez. Desde esta fecha hasta la actualidad, se ha mantenido con actividades ininterrumpidas. En su trayectoria de más de 25 años, ha participado en diversas actividades relacionadas con el ámbito coral, tanto sacro como profano. Actualmente su dirección está a cargo del maestro Jorge Abraham García Iñiguez y tiene su sede en el santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, en Guadalajara. [46] Adriana Ruiz Razura, “El hallazgo del ‘Himno a Fray Antonio Alcalde’, de Tiburcio Saucedo”, en Boletín Eclesiástico, Año XII, Vol. 9. Guadalajara, Arquidiócesis de Guadalajara, 2008, p. 50. [47] Santoscoy, op. cit., pp. 35-36. [48] “Centenario del Sr. Alcalde”, en La Voz de México. México, 13 de agosto 1892, p. 2. [49] Santoscoy, op. cit., p. 47. [50] Guitarrista independiente de la Ciudad de México. En sus últimos quince años de trayectoria profesional, ha mantenido el firme objetivo de recuperar testimonios documentales en torno a la poco conocida guitarra de siete órdenes en México. [51] La grabación y edición audiovisual del himno estuvo a cargo de Néstor Daniel Mejía Vera. [52] No se localizaron datos de la imprenta de donde salió la obra, pero podemos pensar en dos opciones. En primer lugar, es muy posiblemente que esta obra haya salido de la imprenta de Saucedo y Godínez, ubicada en la calle del Carmen número 9. Esto me parece plausible ya que meses antes salió a la luz el primer número de La Lira Sacra. En consecuencia, no parece tan descabellada la idea de que él mismo editara este himno. Por otra parte, es posible que haya salido de las mismas imprentas que daban difusión a todo el material publicitario y artístico relacionado con el centenario. Sea cual fuere el caso, algo es seguro: no teniendo el ejemplar información del impresor, podemos decir que se produjeron muy pocos ejemplares del documento. [53] José Vizcarra (1868-1956), pintor y dibujante originario de Guadalajara, participó con algunos dibujos relacionados con fray Antonio Alcalde para las festividades del centenario. [54] Es curioso que esta descripción haya pasado totalmente desapercibida durante las investigaciones realizadas en 2018 sobre esta obra. |