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La ciudad de Guadalajara y su Catedral

a principios del siglo xviii

2ª parte

 

Mariana Zárate[1]

 

 

El uso del espacio público en el estado confesional

implicó, en Guadalajara –como se plantea a continuación–

encuentros y desencuentros que aguijonaban

la organización estamental con circunstancias que necesitamos conocer

para que entendamos ahora las que les son muy parecidas.[2]

 

1.      

2.      

3.      

4.      

5.     Los actos de culto y el uso del espacio público en torno a la Catedral de Guadalajara a inicios del siglo Ilustrado

 

5.1  El culto cívico a San Miguel Arcángel

 

El acto piadoso más antiguo de los tapatíos que usaba el espacio público, quedó atado al voto de acción de gracias que hicieron luego de romperse el sitio de dos días que les mantuvo al filo del exterminio en su emplazamiento al noreste del definitivo –que pasó luego de ello a denominarse Tlacotan y es hoy una delegación municipal de Ixtlahuacán del Río–, y que acaeció el 29 de septiembre de 1541, suceso que a partir de entonces se tuvo como el día en que se hubo ganado “esta tierra”, en memorial de lo cual se determinó sacar por las calles en procesión pública y solemne, hasta entrar con él al templo parroquial que se le dedicó a San Miguel y después sirvió como catedral provisional, el Pendón Real.[3]

En el caso de América española el Paseo del Pendón o Paseo del Pendón Real o Paseo del Estandarte Real fue el acto cívico común de vasallaje y lo tuvieron al menos las ciudades importantes de los diversos reinos y como tal lo reconocieron y tutelaron las Leyes de Indias, proponiendo como su modelo el implantado en las capitales virreinales de Lima y de México.[4]

Del de Guadalajara a principios del siglo xviii sabemos que lo organizaba el tesorero de la ciudad y disponía para ello de un presupuesto de 250 pesos tomados de las arcas del Ayuntamiento.[5] Su parafernalia se centraba en el acto de recorrer un trayecto en pos del pendón real que portaban hasta la puerta mayor de la Catedral el Alcalde Mayor y el Alcalde ordinario, seguidos por las corporaciones civiles a quienes recibía en ese lugar el cabildo eclesiástico, para juntos hacer una posa, ya para entonces, al pie del retablo dedicado al Arcángel en el quinto tramo de la nave norte del inmueble.[6]

Esto explica cómo la fiesta cívica por excelencia en Guadalajara quedó también vinculada al calendario litúrgico de la Iglesia por un voto público y solemne,[7] que en este caso más se renovaba con una finalidad corporativa que religiosa, pues su intención última consistía en reconocer públicamente la potestad del soberano sobre sus súbditos a través de sus órganos e instituciones de gobierno.

En la ceremonia del Paseo del 29 de septiembre tomaban parte en primer lugar los convocantes, es decir, los miembros del gobierno local, al lado del Presidente y oidores de la Real Audiencia. Los preparativos comenzaban con el año civil, el presupuesto para los gastos debía aprobarlo la Real Audiencia y al cabildo eclesiástico apenas sí se le requería, según lo echamos de ver en el encabezado del auto determina el inicio de los preparativos del Paseo del año de 1708:

 

En la ciudad de Guadalajara, a nueve días del mes de enero de mil setecientos y ocho años, los señores Presidente y Oidores de la Audiencia Real de esta Nueva Galicia, en quien reside el gobierno, habiendo visto el auto proveído por el Cabildo, justicia y regimiento de esta ciudad a los dos del corriente mes, en orden a las providencias de los festejos que se han de ejecutar [respecto a la organización del Paseó de ese año], dijeron […][8]

 

            El Paseo Real del Pendón tapatío dejó de celebrarse cuando se consumó la Independencia de la Diputación Provincial de Guadalajara, que tuvo lugar el 14 de junio de 1821 y con ella se perdió totalmente la devoción al Arcángel en el espacio público citadino.

 

 

5.2  . La solemne procesión del Corpus Christi

 

Si la Reforma protestante negó la presencia real de Jesucristo en las especies sacramentales de pan y vino dentro de la misa, la Reforma católica del Concilio de Trento se empeñó en convalidarla, dándole a la procesión del Corpus Christi, el jueves siguiente al domingo de la Santísima Trinidad ­–día movible, pues se calcula cada año según el de la Pascua–, el mayor peso institucional posible y de fusión, en ese momento, del estado confesional católico.[9]

En razón a ello, en la capital del Reino de la Nueva Galicia y cabecera del obispado  de Guadalajara no hubo un acto público en el calendario cívico y religioso de mayor peso que el de la procesión del Jueves de Corpus.

Consta que los gastos de la fiesta en el espacio público –básicamente, los de la procesión– debía solventarlos el cabildo civil y que no podían faltar a ella los miembros de las cofradías de la Purísima Concepción, del Santo Entierro y de Nuestra Señora de la Soledad. Sabemos que el presupuesto acordado por el Cabildo civil para el aliño de las calles y espacios públicos por donde pasaría la procesión del Corpus era de 300 pesos tomados de las rentas que debía el cabildo civil a una dignidad del cabildo catedral. [10] 

En lógica correspondencia, al cabildo catedral le tocaba asumir los gastos de la misa solemne y lo que conllevaba prepararla en el interior de la Catedral: música, cera e iluminación, instalaciones efímeras, ornato y emolumento de los ministros.

 

5.3  El uso del espacio público catedralicio en los días de la Semana Santa

 

La ocupación del espacio público alrededor de la catedral de Guadalajara en los días del triduo pascual fue, cada año, motivo de acuerdos y convenios entre los cabildos civil y eclesiástico y en consecuencia, no rara vez, motivo de fricciones entre ambas instancias, en especial en lo que tenía qué ver con las precedencias en las procesiones como en el acomodo de los sitiales dentro del recinto para las ceremonias de la Iglesia.

Nunca faltaron, a este respecto, las quejas de los canónigos dirigidas a la autoridad suprema respecto al uso inmoderado de las civiles derivadas del régimen mixto del Regio Patronato Indiano. Aunque para terminar con ello desde 1568 se asignó, por ejemplo, a los oidores de la Real Audiencia su lugar en el ámbito catedralicio tapatío, al inaugurarse la definitiva en 1618, estos ocuparon

 

…lo más principal de la Iglesia nueva y el pasaje principal y forzoso de las procesiones del Santísimo Sacramento y en otras de la semana santa con los asientos de sus mujeres, suegras, hermanas y cuñadas poniendo estrados y tarimas de madera de un tercia en alto y rejas fijadas y clavadas en el suelo en que se arriman.[11]

 

Algo similar a lo que ocurría también en la Catedral de México con los miembros de la Real Audiencia, por lo que se reconoce y propone que

 

“… las mujeres de los ministros es justo tengan su lugar conocido, [pero] sin ofensa […] de la iglesia […] y en todos los demás días no tengan lugar conocido propio ni particular, porque en las iglesias del patronazgo real y públicas no se puede […] adquirir propiedad […] y así se les manda que […] quiten todo lo que fuera contra eso, pues de es creer que siendo sus mujeres y familias, siempre tendrán el lugar que conviene de su decencia y estado y así se encarga a la iglesia goce de su entera libertad y autoridad y las mujeres de los ministros tengan el lugar que el estado y dignidad de sus maridos requiere […]”[12]

 

5.4  Las procesiones cívico religiosas y la cuestión de las precedencias

 

Un asunto que a nosotros se nos antoja trivial pero que no tenía de ello nada, en un ambiente cultural como el neogallego y en el marco de las ceremonias eclesiásticas en las que debían tomar parte los representantes del Rey, puso más de una ocasión en el ojo del huracán al Presidente de la Real Audiencia si tuvo motivos para enfrentar al obispo de Guadalajara.

Solo por serlo, el Presidente de la Real Audiencia de la Nueva Galicia tenía –como el propio soberano en el altar del muro testero del recinto catedralicio que le estaba dedicado– un sitial.[13] Su participación corporativa, al lado de sus pares, en algunas solemnidades de la Iglesia en la catedral era inevitable a su investidura.

El uso de sitiales reservados sólo a las autoridades civiles en el interior del espacio catedralicio, hemos dicho, se negoció con el cuerpo capitular en 1568, asignándose a los oidores unas gradas frente al altar mayor.[14] A partir de ese momento, el ceremonial, durante las solemnidades, debía tomar en cuenta a los representantes del Rey. Por ejemplo, citamos aquí los acuerdos del cabildo para cerrar el último eco de la Navidad con la fiesta de la Presentación del Señor, el 2 de febrero de 1713:

 

…en cuanto  al repartimiento de la cera en el día de la Purificación, mandaron dichos señores se haga según antigua costumbre, que es en la manera siguiente: a su señoría ilustrísima [el obispo], además de la vela de mano, otras seis velas[15] y esto mismo al Presidente y Gobernador de este reino, como vice patrono, a los señores capitulares la vela de mano y otras cuatro velas a cada uno de dichos señores, y esto mismo se observe con la Real Audiencia y con el Provisor y Gobernador de este Obispado, y a los ministros, a dos velas cada uno.[16]

 

El reglamento de uso de las gradas o asientos de la potestad civil en el ámbito de la eclesiástica no estuvo jamás ausente.[17] Citamos aquí lo ocurrido en 1708, siendo alcalde mayor Francisco Antonio de Riaza y Alcalde ordinario el capitán Manuel de Nava, que exigieron al cabildo catedral recibir el mismo trato que se daba a los oidores en las procesiones de Semana Santa. La petición se sorteó de inmediato gracias a que el campo de representación de los alcalde mayores estaba supeditado a la Real Audiencia, que la denegó, pero vemos en él los altibajos que nos interesa dejar aquí planteados.[18]

Por cierto, no está de más señalar que el Ayuntamiento como cuerpo colegiado estaba constituido, en la temporalidad que estamos abordando, por ocho regidores, un alguacil mayor, uno ordinario y varios escribanos.[19]

En 1762, dicho Cabildo Justicia y Regimiento publicó ordenanzas para regular las el uso de los espacios públicos durante las festividades religiosas que así lo pedían, a saber, la procesión del Corpus Christi, los pasos procesionales del Viernes Santo, la fiesta de San Clemente, la de Nuestra Señora del Rosario (de la Rosa) y la de la Virgen de Zapopan.[20]

 

5.5  En el mismo caso, las cofradías

 

En el marco del uso cíclico de los espacios públicos como escenario de representación social entre los tapatíos de antaño no podían faltar las asociaciones públicas de fieles laicos –las cofradías–. Respecto a los días del Triduo Sacro que estamos ahora abordando, tenemos noticia, por ejemplo, que la de la Purísima Concepción pidió al cabildo catedral a mediados del siglo xvii la responsabilidad de cubrir los gastos generados por la procesión con el Santísimo para instalar la reserva de la Eucaristía en el monumento del Jueves Santo.[21]

Aunque ahora sólo los investigadores lo sepan, la visita a estos monumentos la tarde del Jueves Santo fue siempre en Guadalajara el día en el que todas las personas se agolpaban en las calles vistiendo sus mejores galas, y en ese marco, ocasión para que también echaran su cuarto a espadas las cofradías de los pueblos de indios que circundaban la capital y que con tal motivo pedían se les recibiera en el ámbito catedralicio.[22]

Cabe señalar que el uso del espacio público con fines corporativos implicaba un riguroso orden de precedencia en las procesiones y más si tomamos en cuenta que en ese tiempo

 

…la religión ocupaba el principal lugar [de modo que] el lugar que cada miembro de la sociedad ocupaba en la procesión era el reflejo claro de la composición estamentaria del México colonial.[23]

 

Así, en el orden jerárquico abrían la procesión las asociaciones y cofradías de mulatos, detrás de ellos las de indios luego las gremiales, las terceras órdenes, las cofradías asentadas en la catedral y en la parte más cercana al varipalio que cerraba la procesión, las autoridades civiles y religiosas del Reino.[24]

Con tal orden, a nadie extraña que ya a finales del siglo xvii las celebraciones de la Semana Mayor en Guadalajara se vean muy lesionadas por discusiones entre los cofrades de los pueblos de indios respecto a los de las Terceras Órdenes. Citamos aquí el caso del mayordomo de la cofradía de Nuestra Señora del Tránsito del convento de San Agustín, el arcediano y vicario general del obispado Baltasar de la Peña y Medina, al que le parecía natural ir sólo en pos de la de la cofradía de la Purísima Concepción de Analco, ya que “los dichos naturales no tiene bula ni fundación legitima para preferirnos”.[25] En sus alegatos, el afectado, que figurará mucho en el ámbito eclesiástico,[26] señala que la relevancia del misterio mariano representado en el Tránsito de María a los cielos (el de la Asunción, titular de la catedral tapatía) no conviene lo anteceda el de la Purísima Concepción de la Virgen, en abierta oposición, por cierto, al apoyo absoluto que el trono español optó por darle al aun indefinido misterio de la Concepción Inmaculada de María.[27]

Noticias tenemos también de litigios entre cofrades de los pueblos de indios adyacentes a Guadalajara a favor de sus mayordomos, para que el Jueves Santo pudieran llevar “de cada pueblo un santo Cristo y de todos formar una procesión” o al menos encabezar la procesión posterior a la de las autoridades locales.[28]

Cofrades de pueblos de indios habrá –citamos a continuación a los de Mexicaltzingo respecto a los de Analco–, a los que les moleste que en el orden de la procesión del Jueves Santo para arribar a la Catedral sin tomar en cuenta su mejor derecho, al ir

 

...en inconformidad de antigüedad que tiene dicha cofradía [en relación] a las procesiones de rogativas y otras funciones que se ofrecen con las insignia y guion de dicha cofradía; y en tres o cuatro ocasiones que se han ofrecido, han querido preferirnos en el puesto que nos toca, los naturales del pueblo de Analco…[29]

 

5.6  El patrocinio celestial de Nuestra Señora de Zapopan sobre la ciudad de Guadalajara

 

En 1734 la taumaturga imagen de Nuestra Señora de Zapopan fue nombrada patrona de la ciudad de Guadalajara en tiempos de aguas. En torno a la traída y llevada de la preciosa reliquia, del 13 de junio al 4 de octubre, el del temporal, se fue desarrollando un acto devocional y corporativo mixto y singular.

Desde los últimos años del siglo xvii la Virgen Zapopana estuvo de visita en la capital del Reino. En 1721, ante la gravedad que llevó a la tumba al obispo Fray Manuel de Mimbela, ofm, se trasladó a la catedral la venerable imagen para ofrecerle especiales actos de culto y alcanzar su intercesión ante el Altísimo.[30] Su sucesor Nicolás Gómez de Cervantes dedicó, en 1730, el Santuario de Zapopan, cuyo titular fue siempre San Pedro Apóstol en cuanto sede parroquial, a la Expectación del Parto de la Santísima Virgen, eufemifizándolo como de Nuestra Señora de la Expectación,  lo cual dio pie, el 1º de noviembre de ese año a la primera de las muchísimas ocasiones en que tuvo lugar de forma pública la traída de la imagen de su Santuario de Zapopan al templo de las carmelitas descalzas del convento de Santa Teresa, que pasarán a ser las responsables de su aliño durante su recorrido por la ciudad y del ajuar que con ese motivo se irá acumulando.[31] Al siguiente años de 1731 el obispo Gómez de Cervantes encomendó a don Pedro Beltrán, párroco interino de Zapopan, una nueva investigación de milagros, certificada en 1733 por el notario ad casum don Cristóbal Mazariegos, oratoriano y capellán de las carmelitas tapatías.

Con tantos antecedentes, nada parece más natural que siendo la Virgen de Zapopan tan querida por los habitantes de Guadalajara, fuera el cabildo edilicio el que la eligiera, luego de algunos hechos muy perturbadores, relacionados con descargas eléctricas de la atmósfera y pandemias, como su celestial patrona, y que en respuesta a esa solicitud, el 12 de noviembre de 1734 el cabildo eclesiástico en sede vacante aprobara la petición y fijara como fecha para la traída el 12 de junio, para que al día siguiente, el de San Antonio, se le trasladara con toda solemnidad, del templo de Santa Teresa a la Catedral, reservándose su retorno a Zapopan a las necesidades de la ciudad.[32]

Tan exitosa fue la disposición, que en muy poco tiempo, 1748, siendo ya obispo el primer tapatío de nacimiento, don Juan Leandro Gómez de Parada, él y su hermano Ginés, deán del Cabildo, acordaron por decreto que la imagen estuviera en la ciudad de visita anual y que su punto de arribo y de partida de ella fuera el templo conventual de Santa Teresa, del que pasaría a la Catedral en la primera de estas circunstancias, en procesión pública y plena solemnidad. Una vez en Catedral, la Virgen debía colocarse en el altar mayor durante los días en que se realizara su novenario y después en el altar de la Virgen de Guadalupe o en el mismo altar mayor del Santuario de Nuestra Señora de la Soledad por el tiempo que permaneciera en la ciudad episcopal.[33]

 

Conclusiones

 

·      Podríamos afirmar que al tener un lugar dentro de las procesiones estos actores (los cofrades) se hacían visibles ante la sociedad novogalaica, como una corporación con prestigio y con un lugar social.

·      Conviene advertir la curiosa fusión que hubo en la fiesta del patrono celestial de la ciudad, el Arcángel San Miguel, respecto al acto reivindicatorio a favor de la potestad del Soberano, que involucraba en su organización y patrocinio, al cabildo civil pero que involucraba no menos a la Real Audiencia en pos del pendón real, llevado, dijimos, por el Alcalde Mayor y Ordinario, procesión que terminaba a las puertas de catedral. [34]

·      No es ocioso advertir la relevancia que tuvo en las asociaciones públicas de fieles laicos del siglo xviii en la diócesis de Guadalajara fue la que se puso al amparo de la Inmaculada –o de la ‘Purísima Concepción’–, en lo cual uno ve el influjo que en su tiempo tuvieron los Hermanos Menores y de la necesidad que hubo de establecerlas en la segunda mitad del siglo xvi, para que se hicieran cargo de administrar y aplicar los caudales con los que se fue fundando el patrimonio del hospital no podía faltar en cada pueblo de indios, por pequeño de fuera.

·      A propósito de lo dicho, el número de cofradías de este título irá a la par al de las del Santísimo Sacramento, en lo que vemos un relativo equilibrio –o incluso epígono– entre la fe cristológica y la mariana luego del Concilio de Trento.

·       Corona lo apenas dicho la metamorfosis que sufrirá la imagen de Nuestra Señora de Zapopan al ser declarada taumaturga, que de representar a la Inmaculada Concepción desde el plano iconográfico, se transformará en Nuestra Señora de la O, título mariano propio de la Iglesia española.



[1] Licenciada en Historia del Arte por la Universidad de Morelia con maestría en Historia de México por la Universidad de Guadalajara, ha desarrollado investigaciones sobre la religiosidad novohispana, pintura, escultura religiosa del siglo xviii, comunidades religiosas y su relación con el poder eclesiástico.

[2] Publicado en Ruano Ruano Leticia (Coord.), Espacios y fenómenos en la reconstrucción histórica: figuraciones sociales, políticas, culturales y materiales, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2019, pp. 23-76.

[3] Actas de cabildos de la ciudad de Guadalaxara. Volumen primero, op. cit., p. 375. Cf. Alfredo José Orozco Martín del Campo, “Fiestas y protocolo: lo barroco de la Real Audiencia de Guadalajara del siglo xvii”, en Historia y grafía, No. 57,  México (julio - diciembre 2021).

[4] Así lo dispuso el Libro III, título XV, Ley LVI, de la Recopilación de Leyes de los Reinos de las Indias: “Y porque nuestra voluntad es que esta costumbre se continúe, mandamos, que los virreyes, presidentes y audiencias de nuestras Indias, en las ciudades principales donde las hubiere, asistan a esta ceremonia como se hace en Lima y Méjico, y lleve el pendón el regidor a quien tocare por turno, desde el más antiguo, donde no hubiere alférez real por Nos provisto, cuyo lugar ha de ser el izquierdo del virrey o presidente, porque al derecho ha de ir el oidor más antiguo; y en las ciudades donde do residiere audiencia le acompañen el gobernador, corregidor o justicia mayor y regimiento desde la casa del regidor o alférez mayor que le lleva hasta que vuelva a ella y en cuanto al lugar que ha de tener en la iglesia y acompañamiento, se guarde la costumbre, y asimismo la guarden los virreyes, presidentes y ministros en acompañar a nuestro pendón real y sin gravísima causa no se excusen”. Cf. Op. cit. T. i, 5ª edición, Madrid, Boix Editor, 1841, p. 80.

[5] Estamos hablando de algo menos de 500 mil pesos de nuestro tiempo (2022). Cf. Actas de Cabildo 1708-1774, 06.07.1708, amg, Caja 02, Exp. 7.

[6] Luis del Refugio de Palacio Basave, La Catedral de Guadalajara, Guadalajara, Artes Gráficas Guadalajara, texto original de 1904, ed. 1948, p. 68.

[7] De ello da pormenores Matías de la Mota Padilla en su Historia de la conquista del reino de la Nueva Galicia, Guadalajara, Talleres Gráficos de Gallardo y Álvarez del Castillo, 1920, pp. 204 y 207.

[8] Libro de Actas de Cabildo 1708-1774 (05.08.1710), amg, Caja 02, Exp. 54.

[9] Fernández Juárez, Gerardo, Martínez Gil, Fernando (Coords.), La Fiesta del Corpus Christi, Cuenca, Colección Estudios, Universidad de Castilla La Mancha, 2002.

[10] Unos 600 mil de los nuestros (2022).

[11] García Fernández, Estrellita, “Una nueva Catedral,” en Juan Arturo Camacho (coord.), La Catedral de Guadalajara. Su historia y significados, T.II, Guadalajara, El Colegio de Jalisco, 2012, p. 42.

[12] Ibídem, p. 43.

[13] Sobre la relación de las instituciones en Guadalajara durante esta época véase los textos de Thomas Calvo. Poder, religión, op. cit., p. 81.

[14] Patricia Díaz Cayeros, “Comunidad, ajuar y ceremonia en los coros virreinales de la Catedral de Guadalajara,” en Juan Arturo Camacho (coord.), La Catedral de Guadalajara. Su historia y significados, T. iii, Guadalajara, El Colegio de Jalisco, 2012, p. 144.

[15] No para que las lleve consigo, sino para que las bendiga y se le entreguen para que disponga de las mismas a título personal.

[16] Libro de Actas de Cabildo, Año: 1713, acmag, Sección: Secretaría, Serie: Actas Capitulares, Vol. 8, Acta Capitular 144.

[17] García Fernández, op. cit., p. 43.

[18]Comunican que se decrete a todas las cofradías no salir en procesión antes de las cuatro de la tarde en la Semana Santa”, 21.03.1708, ahag, Sección: Gobierno, Subserie: Cofradías, Caja 22, Exp. 17.

Real Cédula nombramiento de contador de la Caja Real de Guadalajara, 06.11.1713, agi, Guadalajara, 233, L.10,F.122R-124R.

[19] Celina Becerra y Aristarco Regalado, “La Consolidación de una capital: Guadalajara,” en Tomas Calvo y Aristarco Regalado (coords.), Historia del Reino de la Nueva Galicia, Guadalajara, Universidad de Guadalajara, 2016, pp. 463-492.

[20] H. Ayuntamiento de Guadalajara, Reglamentos, ordenanzas y disposiciones para el buen gobierno de la ciudad de Guadalajara 1733-1900, T. i, Guadalajara, H. Ayuntamiento de Guadalajara, Archivo Municipal, 1989, p. 48-49.

[21] Elección y cambio de mayordomo de dicha cofradía, 24.04.1669, ahag, Sección: Gobierno, Serie: Cofradías, Subserie: Purísima Concepción, Caja 4, Exp. 24.

[22] El rector y miembros de la cofradía tienen conflicto con los de Analco por el lugar que les toco en las procesiones, no están de acuerdo, 0505.1674, ahag, Sección: Gobierno, Serie: Cofradías, Subserie: Nuestra Señora del Tránsito, Caja 20, Exp. 4.

[23] Nelly Sigaut, “Capilla de Nuestra Señora de la Soledad”, en Varios Autores, La Catedral de México. Patrimonio artístico y cultural México, Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología/ Fomento Cultural Banamex, 1986, p. 150.

[24] Agradezco a Nelly Sigaut por esta aclaración en torno a las celebraciones del Corpus Christi.

[25] El rector y miembros de la cofradía tienen conflicto con los de Analco por el lugar que les tocó en las procesiones, no están de acuerdo, 05.05.1674, ahag, Sección: Gobierno, Serie: Cofradías, Subserie: Nuestra Señora del Tránsito, Caja 20, Exp. 4.

[26] Informe de bienes y cuentas de la cofradía por el mayordomo Baltasar de la Peña y Medina, 22.10.1680, ahag, Sección: Gobierno, Serie: Cofradías, Subserie: Nuestra Señora del Tránsito, Caja 20, Exp. 5.

[27] Ibíd.

[28] Elección y cambio de mayordomo de dicha cofradía, 24.04.1669, ahag, Sección: Gobierno, Serie: Cofradías, Subserie: Purísima Concepción, Caja 4, Exp. 24.

[29] El rector y miembros de la cofradía tienen conflicto con los de Analco por el lugar que les tocó en las procesiones, no están de acuerdo, 05.05.1674, ahag, Sección: Gobierno, Serie: Cofradías, Subserie: Nuestra Señora del Tránsito, Caja 20, Exp. 4.

[30] Dávila Garibi, Ignacio, Apuntes para la Historia de la Iglesia en Guadalajara, S. xviii, T. iii. México, Ed. Cultura, 1963, p. 496-498.

[31] Ibídem.

[32] Luis del Refugio de Palacio, Interesantísimos documentos. Casi todos inéditos, referentes a Ntra. Sra. de Zapopan, Guadalajara, México, Publicados por Francisco Orozco Jiménez, Tipografía, litografía y encuadernación J. M. Yguíniz, 1920, p. 141.

[33] Dávila Garibi, op. cit., p. 643.

[34] Actas 1708-1774, 8 de Agosto de 1711, amg, Caja 02, Exp. 32.



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