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Edicto

 

Prot. A3978/2021

 

Hago del conocimiento de los fieles de la Arquidiócesis de Guadalajara que el señor presbítero Jesús Becerra García, nombrado Postulador por la Prelatura del Opus Dei y confirmado por mi persona, ha solicitado introducir la Causa de canonización del varón laico Arturo Álvarez Ramírez, muerto en fama de santidad en esta ciudad de Guadalajara, Jalisco, el día 28 de noviembre de 1992.

Por lo que refiere el Postulador, el ingeniero Arturo conoció el Opus Dei en 1963 y se incorporó definitivamente a él en 1974. Fue catedrático de Química en la Universidad de Guadalajara (UdeG) por más de treinta años y logró acreditar un gran prestigio profesional, destacando por sus exposiciones claras, profundas, exigentes y pedagógicas. Era célebre por su puntualidad. Se entregaba a los alumnos con afán permanente para actualizarse en las materias de una especialidad profesional, con buen humor, buen ejemplo; era manifiesta su atención personal e incondicional a ellos y tenía además preocupación real y constante por acercarlos a Dios. En plan jocoso éstos llamaban “confesionario” a su oficina dentro del campus universitario, pues además de resolverles sus dudas sobre las asignaturas que impartía, a unos les daba consejos para mejorar su vida ordinaria o espiritual y a otros les animaba a realizar una conversión mediante el recurso del sacramento de la reconciliación.

Como deportista, fue aficionado al ciclismo, al montañismo, al frontenis, y se servía de esas actividades extraacadémicas para hacer nuevos amigos, a los que con su trato humano y cordial intentaba también acercar a Dios.

Fue un hombre de profundo amor a Dios y deseaba intensamente identificarse con la voluntad divina. Era devotísimo de la Sagrada Eucaristía, muy notable su espíritu de mortificación y tenía una especial devoción a la Santísima Virgen María bajo la advocación del Perpetuo Socorro. Luchó por cultivar y adquirir todas las virtudes propias de los hijos de Dios en la Iglesia y por cumplir siempre, con esfuerzo y delicadeza, las prácticas de piedad que se viven en el Opus Dei.

Falleció el 28 de noviembre de 1992 a consecuencia de un infarto fulminante. Acudió una gran afluencia de gente para rezar ante sus restos mortales. Lo mismo sucedió en la Misa de exequias y en el sepelio.

El postulador asegura que su canonización servirá de ejemplo para todos aquellos que intentan sembrar los valores evangélicos, de modo especial en los ambientes en que específicamente se cultivan la cultura, la ciencia y la técnica.

Durante su larga trayectoria por la Universidad –en su calidad de bautizado y por eso mismo, llamado a ser sal y luz entre sus iguales– y apoyándose en un prestigio profesional ganado a pulso, supo tratar apostólicamente a sus alumnos y a sus compañeros de trabajo con la espontaneidad del colega, del profesor, y sobre todo del amigo.

La actualidad de proponer una vida en todo normal igual a la de los demás, pero vivida con la naturalidad que brota espontáneamente de ser discípulo-misionero de Cristo, resulta sumamente oportuna, interesante y atractiva en un mundo señalado muchas veces por la incongruencia que se da entre los que se piensa y lo que se vive y en el que no pocas veces los católicos, no digamos los jóvenes universitarios, ven la santidad todavía como algo lejano e inalcanzable, al menos bastante lejano.

En un tiempo en que la secularización se viene generalizando “como una configuración del mundo y de la humanidad sin referencias a la Trascendencia”,[1] es muy oportuno proponer un modelo práctico y accesible de vida: el de un profesor que dejó en sus alumnos no sólo el conocimiento académico que tenía obligación de brindarles, sino además de eso, ejemplo de que sin hacer cosas espectaculares o extraordinarias se puede llevar una vida de sincera piedad e interés por el prójimo, para contribuir así a “entusiasmar y alentar a cada uno para darlo todo, para crecer hacia ese proyecto único e irrepetible que Dios ha querido para él desde toda la eternidad: ‘antes de formarte en el vientre, te elegí; antes de que salieras del seno materno te consagré’ (Jer, 1 5)”.[2]

Así pues, por el presente edicto exhorto a todos los fieles a informar al tribunal constituido si existe alguna cosa sea a favor o sea en contra de dicha Causa, para ser sometida a examen. Asimismo, les ruego proporcionar los elementos que puedan ser útiles a dicha Causa.

Dado en Guadalajara, Jalisco, el día 16 de agosto del 2021

 

+José Francisco Card. Robles Ortega

 

           



[1] Benedicto xvi, Discurso a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura, 08.iii.2008.

[2] Papa Francisco, Exhortación Apostólica Gaudete et exultate, n. 13.





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