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La buena política, garantía de la paz en la justicia

Carlos Castolo Ramírez[1]

 

Inspirándose en los mensajes que el Papa Francisco

dedica a los jefes de gobierno del mundo

en la Jornada Mundial de la Paz cada 1º de enero,

se reconoce aquí un hilo conductor del del actual obispo de Roma:

la fraternidad como el fruto de la paz en la justicia.

 

Introducción

 

El actual Obispo de Roma, el Papa Francisco, en los ocho años de su magisterio petrino ha propuesto como fundamento universal a favor de la paz en la justicia este trípode: una buena política al servicio de la paz,[2] “cultura del encuentro”[3] y “cultura del cuidado”.[4]

Y como de todo ello ha hecho en sus mensajes a la comunidad internacional –de forma directa a los jefes de Estado– al principio de cada año una suerte de ruta crítica, aquí se condensan desde tal perspectiva, no sin antes advertir algo que distingue y caracteriza el método pastoral del Papa Francisco, el del religioso jesuita Jorge Bergolio, luego Arzobispo de Buenos Aires: el análisis de la realidad como una forma de  bajar de las nubes de lo abstracto y de la región etérea de las ideas planteamientos y propuestas surgidas de las pupilas acuosas o cortantes de las mujeres obligadas a prostituirse, de las víctimas del tráfico de órganos, de los niños lacerados por la guerra o cautivos de grupos terroristas y de los migrantes. No hacerlo, enfatiza el Papa, sería situarse en la postura extrema, que él denomina la “globalización de la indiferencia”.

Y bien, el paliativo y remedio que nos propone consiste en convertirnos en artífice de una “globalización de la solidaridad y de la fraternidad”,[5] sólo que para ser artesano de la paz[6] se impone un “necesario realismo de la política y de la economía… que no ignore la dimensión trascendente del hombre”.[7]

Así, desde su ámbito e inspirándose en el Evangelio, el Papa constata cómo Dios no es indiferente al sufrimiento de la comunidad y hasta le pone remedio y convierte en alegría, bienestar y vida lo que antes era tristeza, miseria y muerte,[8] y concluye animando a cada comunidad cristiana a transformarse en un modelo de fraternidad, o sea, en “comunión vivida en el amor entre los hermanos”.[9]

 

El camino propuesto por Francisco para alcanzar la paz en la justicia

 

Se ofrece a continuación una síntesis de los ocho mensajes que a partir del año 2014 el Papa ha lanzado a modo de corona de la Jornada Internacional de la Paz, la cual alcanzó su edición liv el año 2021. Desglosando su contenido como si se tratara de la estructura de un curso de “buena política”, veamos aquí las baldosas echadas por Francisco para que las transiten los que quieran alcanzar la paz y la justicia, apelando a propuestas tan esenciales como las que lanza el sucesor de Pedro a personas, instituciones, naciones y estados al comienzo de cada año.

 

·      La fraternidad universal (2014)

 

La nueva manera de hacer política debe tener como meta suprema la fraternidad universal y trascendente, fundada en tres aspectos: la solidaridad, con el sentido de novedad del cristianismo, la justicia social y la caridad universal. De este modo, desde la fraternidad se alcanzará la paz sanando diferentes aspectos: la pobreza relacional en el ámbito familiar y comunitario; la pobreza relativa, referente a la dignidad humana; la deuda social, teniendo en cuenta el principio de subsidiariedad y del destino común de los pueblos, y la propuesta de un estilo de vida sobrio y esencial, en clave de donación, para experimentar la comunión fraterna con los otros mediante una sana economía. También, el Papa Francisco hace el llamado cada vez más urgente al sabio uso del don de la naturaleza, desde la perspectiva del postulado del destino universal de los bienes y del principio de sostenibilidad para combatir así, también, el escándalo del hambre.[10]

Un coetáneo y coterráneo de Francisco, el filósofo Enrique Dussel, tan cercano como él al planteamiento crítico de la filosofía de la liberación respecto de este asunto, aporta lo que sigue a propósito de nuestro tiempo:

 

la vida humana se encuentra directamente en peligro de su extrema extinción. El principio material político [ecológico] se impone como una obligación que nunca antes tuvieron los políticos de otros tiempos, cuando se imaginaban que la Tierra tenía recursos infinitos de aire, agua, bienes no renovables.[11]

 

Para frenar este colapso, el Papa Francisco hace un llamado a la buena política, la que se rige por el paradigma de la fraternidad universal con apoyo y promoción de las virtudes:

 

La fraternidad genera paz social, porque crea un equilibrio entre libertad y justicia, entre responsabilidad personal y solidaridad, entre el bien de los individuos y el bien común. Y una comunidad política debe favorecer todo esto con trasparencia y responsabilidad. [12]

 

·      El combate a la esclavitud (2015)

 

En el centro de todo sistema social o económico tiene que estar la dignidad de la persona, imagen de Dios; éste es un fundamental camino para la paz y la justicia. Ante el reto de la esclavitud renovada y con diferentes rostros, es necesaria la participación de toda la sociedad, primeramente venciendo la indiferencia. Misión de la comunidad política es vigilar y establecer mecanismos anticorrupción y de participación en distintos niveles para luchar contra el crimen organizado. Importante es la atención integral de las víctimas para rehabilitarlas bajo el aspecto psicológico y formativo, y preparar su reinserción en la sociedad. Esto es posible pues hay instituciones religiosas y seglares que han tenido el valor de tocar la carne sufriente de Cristo, primeramente saliendo de la indiferencia. Además, es necesario fomentar la responsabilidad de la empresa y el consumidor para evitar cualquier tipo de esclavitud económica.[13]

 

·      Vencer la indiferencia: la opción por los más frágiles (2016)

 

Exhorta el Papa a instaurar con la familia humana un diálogo cuyo común denominador sea el cuidado de la casa común, lo cual implica vencer la indiferencia con un renovado programa de vida que tenga como paradigma la cultura de la solidaridad y de la misericordia. En este sentido, alcanzar la paz, añade, exige el compromiso de aquellos que tienen responsabilidades educativas y formativas. El compromiso de las familias que viven y transmiten los valores del amor y la fraternidad, de los formadores y educadores para afrontar la responsabilidad en la formación de conciencias, y al mundo de la cultura y de los medios de comunicación con la verdad y no con intereses particulares. Los estados están llamados también a hacer gestos concretos y adoptar una opción por los más vulnerables: los encarcelados, los migrantes, los desempleados, los enfermos. En resumen, a mejorar las condiciones de vida de los más frágiles.[14] Enrique Dussel escribe a este respecto:

 

El político de vocación está llamado a obrar a favor de la reproducción y el aumento de la vida de todos los ciudadanos. Pero las víctimas del sistema imperfecto son las que sufren en mayor grado, como heridas abiertas, la enfermedad del cuerpo social. La afirmación de la vida de la víctima es lo que permite cumplir con la exigencia de aumentar la vida de la comunidad [y], al mismo tiempo, produce el desarrollo civilizador de todo el sistema.[15]

 

Vencer la indiferencia y tomar la opción por los débiles es finalmente “determinante para la Iglesia y para la credibilidad de su anuncio, que ella viva y testimonie en primera persona la misericordia. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre”.[16]

 

·      Artesanos de paz: estilo de la no violencia (2017)

 

Para alcanzar la paz es necesario también formar el estilo de vida de la no violencia, es decir, elegir no responder de manera violenta ante los actos injustos y que atentan contra la paz. Es un modo de ser del hombre que le impide caer en la tentación de la venganza. Representa un itinerario de transición política hacia la paz, no una forma de rendición; por ello, las estrategias políticas deberán buscar este estilo de vida, desde procurar erradicar la violencia doméstica hasta el llamamiento al desarme de las naciones. La opción por la no violencia llega a ser más fuerte que la respuesta violenta y queda atestiguada por diversos personajes históricos que optaron por la paz, y de personajes y acontecimientos presentes a lo largo de la Sagrada Escritura.[17]

 

·      La situación de los migrantes (2018)

 

En cada mensaje el Papa Francisco hace un llamado especial, según la circunstancia más urgente del momento, así que el 2018 dedicó especialmente unas líneas a la situación de emergencia de los migrantes. Es aquí donde nos invita a todos a acoger, promover, proteger e integrar a los migrantes para poder garantizar los derechos que les corresponden en justicia. Una manera de prevenir la migración consiste en garantizar un desarrollo armónico en las propias comunidades; en este sentido, Francisco recuerda las palabras de su predecesor Benedicto xvi: “hay que reafirmar el derecho a no emigrar, es decir, a tener las condiciones para permanecer en la propia tierra”.[18] En esto decimos prevenir no porque sea negativa en sí la migración, pues los migrantes y refugiados representan una oportunidad de enriquecimiento cultural muy valioso. Es una oportunidad también para la buena política en el trato digno a los migrantes y refugiados.[19]

 

·      Buena política: política para la paz (2019)

 

Dios quiere la política, la buena política, que constituye un desafío permanente pero puede convertirse en una forma suprema de la caridad. Para alcanzar esta práctica es necesario el ejercicio de las virtudes. Un buen político, como señala el Cardenal Van Thuan, es quien refleja credibilidad, quien trabaja por el bien común, quien permanece coherente y reafirma la unidad, quien escucha y no tiene miedo y está dispuesto a un cambio radical. El buen político está al servicio de la paz. La buena política involucra y anima a los jóvenes a participar y aportar según sus talentos una piedra para edificar la casa común. El Papa llama a conseguir la anhelada paz como fruto de un gran proyecto político enfocado en tres dimensiones inseparables: con nosotros mismos, con el otro, con la naturaleza.[20]

 

·      Una ética global en la cultura del encuentro (2020)

 

Consciente del avance y dominación de las ideologías en la comunidad mundial a favor de una cultura globalista, lejos de lamentarse por ello Francisco aprovecha la ocasión que se presenta para lanzar el reto de dejarse guiar por una ética de encuentro fundada en los valores cristianos y dejar de lado la indiferencia que se ha adueñado del corazón del hombre. Una ética global fundada en la interdependencia y la corresponsabilidad entre toda la familia humana de hoy y de mañana. Una cultura que busque la paz teniendo una memoria colectiva que evite repetir las atrocidades del pasado y que anime a actualizar las muestras de solidaridad y humanidad notables de que se tiene registro. Como una propuesta cultural, dirige especialmente la mirada al sector educativo, que tiene que formar en el reconocimiento de deberes y responsabilidades. Así se podrá despertar en las personas la capacidad de compasión y solidaridad creativa; por el trabajo paciente de la palabra, la verdad, y que facilite el terreno para la conversión ecológica. El camino para la paz requiere de paciencia y confianza; por ello, todos como comunidad política debemos recorrerlo en el encuentro con el otro.[21]

 

·      Cultura del cuidado frente a las heridas de la epidemia covid-19 (2021)

 

El año 2020 será recordado por nuestra generación por haber sido especialmente doloroso, pero también como un horizonte gracias al cual todos los habitantes del planeta “nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, porque nadie se salva solo”.[22] Esta vez, el Papa propone alentar la cultura del cuidado fundamentada en los principios de la doctrina social, como una brújula del camino hasta aquí trazado por él mismo: que como humanidad demos satisfacción a nuestros anhelos de paz.[23]

 

***

Según las cuentas de Francisco, no se consolida la cultura del cuidado sin antes responder a esta pregunta: ¿quién es mi prójimo? Hasta asumir, en congruencia con ella, los sufrimientos del débil dedicando a su remedio el esfuerzo y el tiempo que gastó el Buen Samaritano del Evangelio en restañar las heridas del malherido.[24]

Para el Obispo de Roma la cultura del encuentro es el paradigma de la buena política, de modo que no es posible alcanzar un gran proyecto social sin las siguientes metas: la promoción de la dignidad y de los derechos de la persona; el servicio al bien común; la solidaridad que criba y allana lo que nos impide ver al otro como prójimo o la tentación de reducirlo a un mero dato estadístico, y el cuidado y la protección del medio ambiente en lo que él gusta llamar la casa común, la Tierra.[25]

La situación actual pandémica, concluye, hace especialmente delicada la vocación de los responsables de las naciones para alcanzar la talla de “profetas y testigos de la cultura del cuidado, para superar tantas desigualdades sociales”.[26]



[1] Estudiante de Filosofía del Seminario Conciliar de Guadalajara.

[2] lii jmp.

[3] liii jmp.

[4] liv jmp.

[5]  xlviii jmp.

[6] l jmp.

[7] xlvii jmp .

[8] xlix jmp.

[9] xlvii jmp.

[10]  xlvii jmp.

[11] E. Dussel, 20 tesis de política (2006), 111.

[12] xlvii jmp.

[13] xlviii jmp.

[14] xlix jmp.

[15] E. Dussel, 20 tesis de política, 113-114.

[16] xlix jmp .

[17] l jmp .

[18] Fratelli tutti 38.

[19] li jmp.

[20] lii jmp.

[21] liii jmp.

[22]  liv jmp.

[23] Idem.

[24] Fratelli tutti 80-83.

[25] liv jmp.

[26] Idem.



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