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Memorias de la esplendidísima coronación

de la milagrosa Imagen de Nuestra Señora de Zapopan

7ª parte

Fray Luis del Refugio de Palacio[1]

 

Se da cuenta aquí de las diligencias emprendidas

ante la Santa Sede y el Arzobispo de Guadalajara,

por el autor de estas Memorias, el gestor más entusiasta que tuvo,

a principios del siglo pasado,

para su coronación pontificia y culto,

la venerable imagen de Nuestra Señora de Zapopan.[2]

 

 

 

Acordóse escribir al Muy Reverendo Padre Comisionado General de estas partes; así para no salvar el conducto, como se suele decir, como para que la petición y solicitud más autorizada, concurriendo en ella varios prelados, (la conocieran) todos los que podían tener interés como de cosa propia.

Ésta es, por tanto, la súplica que se hizo al referido Superior.[3]

Acompañaron a este oficio copias de la petición al Señor Arzobispo y del asunto del Patronato, de que se dirá.

Vino en esos días el Muy Reverendo Padre Comisario General y se le dio redactada la siguiente carta, que pareciéndole buena, la firmó y selló y se remitió junta con la petición y otras cartas (que luego se insertan) al Ilustrísimo Señor Arzobispo.

 

Carta del Muy Reverendo Padre Comisario General al Padre Procurador

 

Guadalajara, 18 de marzo de 1919

Muy reverendo padre Procurador General

Fray Bernardino Klumper

Roma

 

Muy Reverendo Padre:

 

Desde esta Provincia de los Santos Francisco y Santiago hago del conocimiento de Su Paternidad que tengo la encomienda de cumplir la gestión relativa a los documentos que anexo a este escrito para obtener la Coronación Solemne y Canónica de la Imagen de la Santísima Virgen María, popularmente llamada de Zapopan, indistintamente conocida también, lo mismo en esta ciudad como en la de Zapopan, bajo el título de la Expectación o “de la O”, en la Arquidiócesis de Guadalajara, República Mexicana.

Su veneración es inmemorial y su devoción como milagrosa en el pueblo anclada a datos constantes y documentados en la historia.

Será, pues, para nosotros un favor corresponder a nuestra amada Virgen con este regalo del Santo Padre y del Cabildo Eclesiástico Vaticano.

No dudo que su interés a favor de esta causa y correspondo a ello con mis más cálidos sentimientos.

Servidor y humilde hermano en Cristo de Su Paternidad,

Alfonso Sánchez,

Comisario General[4]

 

Se rogó también de parte de la Comisión Provincial al señor Presbítero don José María Figueroa y Luna nos diese una carta de recomendación para el Señor Arzobispo, lo que dio de muy fina voluntad, y se acompañó con las precedentes y otras que en seguida pondré. Este Padre había sido familiar de Su Señoría Ilustrísima, y por sus cualidades personales, su virtud, y la familia muy conocida, honorabilísima y linajuda no poco a que pertenece, era muy acepto al Prelado, y lo atendía siempre benévolo: nosotros temíamos ser inoportunos y, por ende, molestos en tal sazón, y señalando requisitos; si bien siempre habíamos encontrado en Su Ilustrísima un padre amabilísimo y cariñoso y franco.

Actualmente era el Padre Figueroa capellán de Santa Teresa, monasterio tan de la Virgen de Zapopan, que no sólo las monjas siempre, sino aun los capellanes, varios y hasta a veces hartas veces, habían intervenido muy inmediata y personalmente en sus cosas. El primer capellán, [Antonio] Chiprez [Videgaray y Zaraza], intervino en tiempos del Señor [Obispo Juan Santiago de León] Garabito, cuanto parece por la Recopilación; el venerable [Cristóbal de] Mazariegos, Mayordomo de la antigua Cofradía de Nuestra Señora de Zapopan, se empeñó en la nueva comprobación de milagros en forma auténtica; compuso la vieja Novena y le procuró (que en este particular es esto muy significativo) la riquísima corona descrita en la Recopilación, y apuntadas allí sus notables circunstancias. Veinticinco años fue este buen felipense capellán de las Teresas. Ahora este padre Figueroa, muy zapopano, nos iba a encaminar en los primeros pasos, no tanto para la corona, sino para la coronación, que es harto más, e iba a tener luego en ésta no poca parte. Pero, sensiblemente, de su cumplida carta no dejé copia.

 

iii

 

Es mucho lo que va ya para un solo número, y por esto separo éste para poner cartas mías, cuyo contexto dirá el fin, objeto y asunto.

 

v. i. m. i. y Franc.

Guadalajara, diciembre 8 de 1918.

Ilustrísimo Señor Arzobispo, Doctor y Maestro

Don Francisco Orozco y Jiménez

 

Padre y Señor de mi más profunda veneración y singular cariño:

Con lágrimas en los ojos y fuertemente emocionado me atrevo a romper mi silencio y poner estos renglones sin saber por dónde comenzar o qué decir… Pero, no: sigo con mi silencio, y sólo digo a Vuestra Señoría Ilustrísima mi querido, mi especialmente querido Padre y Prelado, que no he dejado un momento de estar con Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima, pero lo que mi corazón ha sentido, Dios lo ve, y yo lo sé y nadie, ni yo mismo, lo sabría explicar. ¡Bendito sea el Señor Dios que ha dádole a Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima fortaleza que no sólo es de lo alto, para que labre su corona…!

Pero, vencidos mil obstáculos, ha llegado la hora, aunque no en razón –y ¿por qué no, habiéndolo Dios dispuesto así?– de presentar ya impresa la pobre historia que se me encomendó y había de servir para impetrar la Canónica Coronación de quien Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima sabe.

Hizo el gasto el apreciable y católico caballero a carta cabal, el señor don N. N., y un poco cosa de agregados, otro caballero y yo. Un ejemplar va que pongo a los pies de Vuestra Señoría Reverendísima, besándolos con respeto; el otro es para que Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima lo dirija a Roma, y cuando sea hora y se pueda acá mover y juntar algo, irán otros ejemplares y las imágenes que es estilo repartir.

Soy franco: habíamos visto (sólo por conducto del Señor en súplica particular mía) al señor [Manuel] Alvarado[5] para que pusiera las preces en latín, y no sólo, sino para que Su Señoría las dictara, pero no ha de tener un momento de respiro. Así es que he optado, y así convino el Muy Reverendo Padre Provincial, porque los comisionados pidiésemos directamente a Vuestra Señoría Ilustrísima el que las formulase, para después o firmarlas nosotros, y Vuestra Señoría Ilustrísima la recomendación, nada más, de las preces; o bien hacerlas y firmarlas Vuestra Señoría Ilustrísima y acompañar tan sólo nuestra suplicatoria, que quizá baste así.

En nuestro oficio puse como que se ha de pedir a Nuestro Santísimo Padre y no al Cabildo Vaticano, porque, al fin, ese Venerable Cuerpo no ha de cumplir ya más en esta parte su célebre legado; y porque yo, ambiciono mucho, atendido el agente tan poderoso e interesado en el negocio, que es Vuestra Señoría Ilustrísima, y porque me parece muy justo, atendiendo lo siguiente:

Entiendo que a Nuestra Madre Santísima de Guadalupe así se le concedió, porque no es una Virgen de tantas, quier antiguas y milagrosas, con veneración en tal o cual iglesia, y se acabó. Bien que esto baste y se requiera para obtener del Ilustre Cabildo Vaticano la coronación canónica. Sino que la original Guadalupana dice relación a la nación toda, y su veneración casi es mundial, no que continental solamente.

Pues bien: guardada la proporción debida, todo es aplicable a nuestra Zapopana Virgen: su culto sobrepasa los ya extenso límites de Jalisco;[6] no es un Virgencita sólo conocida y venerada –aunque antigua y milagrosa, sí– en una iglesia de un pueblecito, como v[erbi] g[ratia] tantas coronadas imágenes de Italia. Si su culto no es mundial, es en cambio nombrada y conocida, por un motivo o por otro, en ambos continentes a que forzosamente ha llegado su nombre. Agrégase a esto el carácter político o civil, si me es lícito emplear estos vocablos, que realza a nuestra taumaturga y primera, primitiva Imagen, Generala de las Armas, Protectora Universal del Estado de Jalisco, proclamada en el mismo salón del Congreso en mejores tiempos.

Además, cumple coronarla como la Imagen más célebre –y predilecta– de todos, todos los Obispos y Arzobispos, desde el señor [Juan Ruiz] Colmenero acá; y así como dice relación a la extensión vastísima y diré ilimitada del antiguo Obispado de Nueva Galicia; como Pacificadora –por lo menos– dice relación a todas las tierras del antiguo Reino de Nueva Galicia y Provincias de Ávalos y parte de Nueva España, como subalternadas; si no se quiere en algún modo hacérsele deudora a toda la Nueva España: digo por lo del Mixtón, donde, a los diez años, 1531-1541, aseguró nuestra Señora en su Imagen de Zapopan la posesión tomada por la Imagen de Guadalupe, de la misma divina Señora: en ambas Concepción Inmaculada, según sus respectivas historias.

Y finalmente, como imagen dejada por el primer Padre, Cabeza, Custodio y Apóstol de esta franciscana provincia, y que al pecho le sirvió de escudo, dice relación con todas las tierras que abarcaba esta Provincia de Santiago de Jalisco: desde Culiacán hasta Colima. Y en particular el Padre Segovia, con ella al pecho, evangelizó desde Zacatecas hasta Tlajomulco,[7] y desde Jalostotitlán[8] (con sus antiguas comprensiones hasta Lagos) hasta las vertientes del cerro de Tequila.

Perdóneme Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima que tanto me haya extendido, para que, de lo que expuse, se sirva tomar lo que valiere la pena y fuere de su agrado. Inútil es decir que Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima en orden a esto y a cuanto gustare servirse de mi inutilidad, mande con la seguridad de que no tendré mayor gusto que obedecerle y servirle.

Y como el señor presbítero don José Figueroa y Luna ha mediado en lo de Zapopan más de una vez, y en tanta satisfacción mía, por lo que vivo a Vuestra Señoría Ilustrísima eternamente agradecido, quise que me apadrinara, y todo este asunto vaya acompañado de carta y recomendación suya; aunque enfermo, quizá Nuestra Señora con esta cooperación le dé su salud.

De Vuestra Señoría Ilustrísima y Reverendísima siervo inútil y capellán que humildemente besa su anillo pastoral e implora postrado su santa bendición,

Fray Luis del Refugio de Palacio

 



[1] Franciscano tapatío (1868-1941), compuso una copiosa bibliografía, inédita casi toda, con temas historiográficos relacionados con los Hermanos Menores.

[2] La paleografía del manuscrito que aquí se trascribe la hizo el licenciado en historia Aldo Mendoza Serrano.

[3] [En el manuscrito se añade lo siguiente: Oficio a la Comisaría General de la Orden en México. (Se omite)].

[4] En el manuscrito, el texto en lengua latina, dice: Guadalaxarae, 18 Martii 1919. –Admodum R. R. Procuratori Grlai. Fr. Bernardino Klumpler. – Romae – A. R. Pater: A patribus huius Provinciae Ss. Francisci et Jacobi rogatus, ex parte mea commendatum habeas negotium in adiunctis documentis contentum. / Agitur enim de obtinenda solemni et canonica incoronatione imaginis beatissimae Virginis Mariae, vulgo dicta de Zapopan. Colitur nunc sub titulo Exspectationis seu “de la O”, et quidem in Ecclesia nostra oppidi similiter Zapopan nominatum, Archidioccesis Guadalaxarensis in hac Mexicana republica. / Est perantiqua et miraculosa, coliturque máxima populorum frecuentia, uti ex historia ipsius liquet. / Faveas, igitur, ex tuo in almam Virginem amore hanc gratiam a Smo. Dno. Ntro. Papa, vel a capitulo Vaticano exorare. / Minime de tua sollicitudine dubitans, tibi in antecesum grati mei animi sensus patefacio et peramanter muneo. / In Christo humilis et obsequentissimus servus Paternitatis tuae admodum, Reverendae Frater, Alphonsus M. Sánchez, Commissarius Generalis.

[5] Latinista eximio y a la sazón Vicario General de la Arquidiócesis.

[6] El original, en éste y en los demás casos, dice “Xalisco”.

[7] En el original y en los demás casos dice Tlaxomulco.

[8] En el original y en los demás casos dice Xalostotilán.





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