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Amor y fidelidad a la Reina y Madre de Jalisco.

Primer Centenario de la Coronación Pontificia

de Nuestra Señora de Zapopan, 18 de enero de 2021

Héctor Josué Quintero López[1]

 

En los anales de la historia zapopana quedará el lunes 18 de enero del 2021,

primer centenario de la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Zapopan.

La conmemoración, esperada por los devotos tapatíos,

ameritaba grandes y multitudinarios festejos, pero se vieron

menguados por las condiciones sanitarias del presente,

sin menoscabo del homenaje que sí se rindio a la coronada Reina de Jalisco.[2]

 

 

El año Jubilar

 

Desde 2020 la Arquidiócesis de Guadalajara se dispuso a celebrar un acontecimiento muy relevante, un año jubilar Mariano-Zapopano a partir del 18 de enero del 2020, enmarcado en los cien años de la imposición del atributo supremo que la Iglesia concede a una imagen religiosa muy venerada. El acto oficial, en punto del mediodía, fue la apertura de la Puerta Santa y del privilegio de lucrar la indulgencia plenaria a quienes, bajo las debidas condiciones, cruzaran la principal de la basílica de Nuestra Señora de la Expectación en Zapopan.

El acto, que culminó con una misa solemne, lo presidió, a nombre del Arzobispo de Guadalajara, Cardenal José Francisco Robles Ortega, don Engelberto Polino Sánchez, su Obispo auxiliar, el cual recordó en su homilía lo que 99 años antes el mitrado tapatío de entonces, el Siervo de Dios Francisco Orozco y Jiménez, en calidad de delegado del Papa Benedicto xv, impuso la corona pontificia a la venerable imagen, enfatizando así, dijo, que su reinado en el cielo cobra actualidad cuando en la tierra se implanta el de Jesucristo, de justicia y de paz.

Empero, las actividades y los festejos planeados para los subsecuentes meses los paralizó al cabo de pocas semanas la llegada de la pandemia de covid-19 y del régimen sanitario que hubo de implementarse, al grado de cerrar algunas semanas, a partir del 20 de marzo siguiente, la basílica, y aun así sin desmerecer el arribo de peregrinos y fieles deseosos de implorar la tutela celestial por la intercesión de su amada Generala.

En el marco de tal calamidad se decidieron acciones excepcionales, como la que tuvo lugar llevando la taumaturga imagen de su trono a la ventana coral del santuario, hoy habilitada como balcón de la Virgen, para trazar la señal de la cruz sobre el atrio y plaza vacíos, pero en gesto de bendición para toda la Arquidiócesis de su celestial patrona para el cese de este mal.

El paso de los meses y la persistencia de la epidemia afectaron también los recorridos de mayo a octubre de la Virgen de Zapopan por las sedes parroquiales de la zona metropolitana de Guadalajara, si bien se hicieron casi todos según la ruta agendada, pero sin el concurso de fieles y en visitas de ida y vuelta.

Algo similar acaeció con la llevada de la Virgen, el 12 de octubre; fue, por esta vez, una “romería virtual”, pues se invitó a los fieles a tomar parte en ella a través de los medios electrónicos que cubrieron el recorrido. Las circunstancias siguieron sin grandes cambios hasta el 18 de diciembre, solemnidad de la Expectación del parto de la Santísima Virgen, o Santa María de la O.

Empero, a fines de diciembre, la chispa del fervor mariano no pudo contenerse más, ni el anhelo de celebrar a la Reina de Jalisco de la mejor forma, aun sin concurrencias multitudinarias. Destello de esto fue el estreno del atuendo regio de la imagen zapopana elaborado especialmente para esta efeméride por Diana Velasco, artista tapatía del bordado, que mucho cumplimentó su destreza y talento en este caso echando mano de textura de plata con tramado artesanal en altorrelieve de hilos metálicos.

Más bien los fieles laicos que los custodios inmediatos de la sagrada imagen y de su culto apelaron al impacto que entre nosotros tienen ya las redes sociales en el contexto del confinamiento sanitario. Fueron muchos los mensajes con loas a María Santísima que circularon por ellas; también muchas las familias que decoraron sus casas con los colores de Jalisco, azul y oro (amarillo); que pusieron en su hogar un trono a la Virgen Soberana para rezar ante él el rosario y ofrendar a la Reina una corona espiritual de buena conducta y preces devotas, y una iniciativa que acogió la superioridad eclesiástica instada a ello: un repique de campanas al mediodía, conmemorativo del Centenario, más allá del municipio de Guadalajara y de toda la Arquidiócesis.

 

1.    Novenario Solemne

Del 9 al 17 de enero tuvo lugar el programa que habría de realizarse en la Basílica de Zapopan con motivo del Centenario: un novenario solemne en el que cada día un prelado celebró la Eucaristía a los pies de la taumaturga de Zapopan, en este orden:

·      El 9, el señor Obispo don Juan Manuel Muñoz Curiel, ofm, Auxiliar de la Arquidiócesis de Guadalajara

·      10, el señor Obispo electo don Eduardo Muñoz Ochoa

·      11, el señor Obispo electo don Manuel González Villaseñor

·      12, el Ministro Provincial Fray Ángel Gabino Gutiérrez Martínez, ofm

·      13, Fray Evencio Herrera, ofm, Vicario Provincial

·      14, el señor Obispo emérito don Juan Humberto Gutiérrez Valencia

·      15, don Engelberto Polino Sánchez, Obispo Auxiliar de Guadalajara

·      16, don Héctor López Alvarado, Obispo Auxiliar de Guadalajara y

·      17, el Ministro Provincial Fray Ángel Gabino Gutiérrez Martínez, ofm

 

Cabe señalar que diariamente se realizó a las 6:30 de la mañana el rezo del Oficio de lectura y Laudes, a las cinco de la tarde rezo del santo rosario con presencia de los miembros de la Guardia de Honor de Nuestra Señora de Zapopan, a las 18:30 el rezo de Vísperas solemnes y la solemne celebración Eucarística a las 20 horas.

El novenario fluyó de la mejor manera posible ante la contingencia sanitaria; se adornó el interior de la basílica con elegantes cortinajes de terciopelo carmesí cubriendo las medias cañas de cantera, rematados con capiteles dorados e iluminación eléctrica; a ese conjunto lo acompañaba un monograma mariano y sobre éste una corona ducal. Cabe señalar la antigüedad de estos monogramas, pues fueron hechos por un grupo encabezado por fray Maseo Salcedo, ofm, para enero de 1971, cuando se celebraron las bodas de oro de la Coronación Pontificia; no hay que olvidar los arreglos de floristería colocados sobre los grandes tibores de fantasía también fabricados en el taller del mencionado religioso franciscano, adornos que enaltecen la belleza del santuario haciéndolo parecer una de las habitaciones del palacio celestial.

El día 15 de enero, ante el anuncio de nuevas medidas para combatir la epidemia emitido por el gobierno del estado, las celebraciones eucarísticas se realizaron sin presencia de fieles; no obstante, se organizaron horarios de visita para permitir la afluencia de peregrinos que esos días estuvieron llegando a visitar a la que en 1979 fuera nombrada Estrella de la Evangelización. Esas nuevas medidas mantuvieron incertidumbre sobre cómo se llevaría a cabo la celebración del esperado 18 de enero; suspenderla sería la última opción, y el momento estaba cerca.

 

2.    La víspera del Centenario

Ante el desconcierto existente, las comisiones encargadas del ornato externo de la basílica no dejaron de trabajar; la primero de ellas fue un grupo de jóvenes entusiastas, dispuestos a realizar un regio tapete para el paso de su Reina. Se pintaron con anilinas amarillo, rosa y azul varios bultos de aserrín, y para sumarse a esta ofrenda llegó también desde Oaxaca el reconocido tapetero Cristian Andreiv Pérez para realizar, como se acostumbra en la región de Zaachila, una decoración efímera con arenas de colores. Vino dispuesto a plasmar y ofrendar su trabajo, pero sobre todo, a conocer la imagen de la Virgen milagrosa de la que su abuelo le contó tantas historias. En las alturas de la basílica se colocaban banderas y pendones alusivos a los colores marianos y del estado de Jalisco.

Para engalanar el anda en que la soberana saldría al atrio, se mandaron a hacer cientos de rosas y flores de cera escamada, traídas de Tlajomulco de Zúñiga, elaboradas en el taller del Güero Parra por Mónica Parra, quien cuenta que su familia por generaciones se ha dedicado a esta labor. En el taller de orfebrería de la familia Tenorio se terminaba de fabricar la corona conmemorativa que fue mandada labrar con donativos de algunos sacerdotes de la diócesis y una dote de plata que la misma familia ofrendó, joya que fue siguiendo en parte el diseño de la que hace cien años mandara hacer fray Luis del Refugio, ofm, junto a una adaptación conmemorativa diseñada por un joven restaurador tlaquepaquense. Esa tarde en Zapopan las ocupaciones parecían no terminar, pues en varias casas se instalaban altares en honor a la Protectora del lugar, y los vecinos colgaban lazos de papel picado o de plástico (por si las cabañuelas) decorando de azul y amarillo varias calles a la redonda. Ante las vicisitudes el ambiente era festivo: “Todo con amor a nuestra Reina”, se oía decir.

 

3.    El día de la fiesta

En punto de las 12 de la noche las campanas del palacio de la Reina de Jalisco anunciaban el arranque de la jornada festiva. En el santuario se alistaban los últimos preparativos, nada debía estar fuera de su lugar. Minutos antes de las cinco de la mañana comenzó una esquila, en seguida otra, y una a una las campanas se fueron uniendo para despertar, al son de la música tradicional del mariachi, a la Emperatriz Poderosa. Cada canción que entonaba el mariachi San Francisco-Guadalajara se alternaba con unas bellas palabras del Ministro Provincial, bajo el lema “Coronación: ofrenda de amor, 1921-2021, 100 años de la Coronación Pontificia de Nuestra Señora de Zapopan”. Al término de la alabanza “Buenos días, Paloma blanca” comenzó la celebración eucarística aplicada por los bienhechores vivos y difuntos, presidida por fray Francisco Duarte, ofm.

Al transcurrir la mañana y el aviso que las celebraciones vespertinas serían a puerta cerrada, los devotos acudieron a felicitar y honrar a su Reina; no faltó quien entre las súplicas, velas y ramos de flores, le ofrendara un arco floral para decorar la puerta de su casa, un arco realizado a la manera tradicional de los que se levantan triunfales en Guadalajara, con una gran corona de flores amarillas y rojas, y la frase “Reina y Madre de Jalisco: 1921- 2021”. Así pues, pasaron los minutos de una bella mañana soleada hasta que llegó la hora del Ángelus. La campana mayor de la basílica marcó las doce campanadas y enseguida repicaron todas las campanas; se unieron las de la parroquia de San Pedro, el Sagrado Corazón, y así hasta extenderse el sonido por todas partes de Guadalajara celebrando a su Soberana. Fueron 15 minutos del resonar de los bronces sagrados, aquéllos que congregan a los fieles para anunciarles, como hace cien años, que Jalisco tiene una Reina.

En ese mismo momento se estaba celebrando una solemne Eucaristía presidida por el Cardenal y Arzobispo emérito de Guadalajara don Juan Sandoval Íñiguez, quien imploró en su homilía el amparo de la Santísima Virgen, pidiéndole que aplaste la cabeza de la serpiente que tantos males ha traído a la humanidad y recordando que el propósito de tener una Reina es para que dejemos que nos gobierne, que gobierne nuestras vidas y nuestros corazones. Durante la celebración se ofrecieron y bendijeron nuevos enseres de metal dorado para el uso del culto divino y una custodia de buen tamaño, objetos regalados por la Provincia Franciscana de los Santos Francisco y Santiago a su Patrona. Al término de esta celebración Eucarística se entonó solemnemente el canto de la Salve, se incensó el altar y la imagen de Nuestra Señora.

 

4.    La solemne Procesión

Minutos antes de las cinco de la tarde, las campanas anunciaban el culto a Nuestra Señora con el rezo del Santo Rosario. El atrio, a puerta cerrada y sin gente, lucía terminados los tapetes efímeros por donde pasaría la procesión, algunos fieles tomaban lugar tras las rejas y personal del Ayuntamiento de Zapopan cuidaba que se siguieran los protocolos necesarios. Minutos antes de dar inicio, una breve formación de la banda de guerra de la Guardia de Honor daba el saludo marcial a la Generala.

El altar mayor del santuario lucía en todo su esplendor; un bello acompañamiento musical acentuó este acto mariano. Desde el coro, la potente voz del tenor Juan Carlos Medina y al órgano Omar Padilla recrearon letra y música de misterios y plegarias tan antiguas como “Aún no había collados”, “Oh, Madre Amorosa” y “Tan dulces son tus ojos”, de Francisco de Paula Lemus; “Luz de mi corazón”, de A. García, y “Madre, te hacemos un ramo”, de C. Aréchiga. El momento fue sublime, las súplicas y alabanzas eran la mejor ofrenda a la Virgen de Zapopan en su calidad de Reina del Cielo. Se expuso de manera solemne el Santísimo Sacramento, y luego de un acto de adoración se impartió la bendición con la custodia y comenzó la procesión triunfal y festiva.

Cuajadas de velas encendidas esas súplicas y oraciones que se elevan al cielo, por medio de su intercesión. La luz de las velas revelaba a la antigua imagen mística, portentosa, y daba a su aspecto un rostro encendido y vivo, que más parecía que se manifestaba ante nosotros la misma Madre de Dios, Reina en los cielos.

Con toda solemnidad, la Reina de Jalisco fue llevada en andas mientras se interpretaba la Entrata festiva de Flor Peeters. Al salir de la basílica la recibió una lluvia de pétalos de rosa, las campanas se echaron a rebato, y la banda de guerra hizo lo suyo dando a su Generala el trato de su investidura. “Todo nuestro amor y fidelidad a la Reina y Madre de Jalisco”, se oyó; estallaron los aplausos y la emoción en los corazones era evidente, estábamos ante el paso de nuestra Reina, de la Madre que vela por Jalisco desde que muchos siglos antes de que naciera como estado se echó en su surco la semilla del Evangelio.

Cerrado el periplo y una vez sobre el altar, que se convirtió en su pedestal, se entonó la versión musicalizada de la antífona Salve, Regina, de A. Caro; luego, el Ministro Provincial dedicó, previa a la bendición, una muy sentida súplica a la Santísima Virgen. Vino luego un acto de veneración por parte del clero allí reunido, durante el cual se pudo escuchar el Himno Pontificio y la Plegaria (de los tres amores). Para engalanar la ocasión, se entonó el Himno a la Santísima Virgen de Zapopan, bajo el arreglo de Omar Padilla, terminado lo cual la imagen regresó a su manifestador.

 

5.    La corona conmemorativa

En punto de las 20 horas, el Cardenal Robles Ortega presidió la misa de acción de gracias por el centésimo aniversario de la coronación pontificia, que en su homilía ponderó en estos términos: “pongamos sobre sus sienes una corona de confianza, de esperanza filial, una corona de compromiso evangelizador”, pues ella, como nuestra Reina es la plena de gracia que nos trajo a Cristo, nuestro Salvador, añadimos nosotros.

Durante la procesión del ofertorio se presentó la nueva corona, la cual se le impuso antes de impartir la bendición y despedir a la asamblea. Para ello, la imagen se bajó y condujo al ingreso de la basílica sin corona alguna. Los fieles que desde la Plaza San Juan Pablo ii se unieron a la ceremonia la ovacionaron con entusiasmo. Su arribo procesional fue solemne. Ya en la mesa del altar, el señor Arzobispo bendijo la nueva corona y se la colocó, ratificándola como Reina de Jalisco.

A una señal, las campanas se echaron a vuelo, atronadoras. Cuando cesó el repique se entonó el Salve Regina, los Obispos impartieron la bendición con la santa imagen y en ese momento se entonó el Te Deum, cima de la ceremonia.

Ya con la Zapopana sobre su rica peana de plata, la que le donó exactamente hace un siglo el Siervo de Dios don Francisco Orozco y Jiménez, en el atrio la noche se tiñó de colores, los de un espectáculo de fuegos pirotécnicos de lo más espléndido: coronitas, cohetes, bombas que en número de cien dejaron ver enormes crisantemos de los vistosos colores, la última de cuyas luces fue el punto final de este aniversario.



[1] Investigador del tema zapopano desde hace dos lustros y director desde el año 2007 del medio informativo Reina y Madre de Jalisco; es autor del libro Vengo siguiendo tus pasos, 80 años de fundación de la Guardia de Honor de Nuestra Señora de Zapopan. Estudio histórico-documental (2019). Actualmente termina, en Guadalajara, la licenciatura de Conservación y Restauración de Bienes Muebles.

[2] El Boletín agradece al autor de esta crónica su inmediata disposición a redactarla para estas páginas.





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