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El legado alcaldeano hoy

 

Tomás de Híjar Ornelas

Martha Vallejo Macías

J Guadalupe Dueñas Gómez

Pablo Lemus Navarro

Raúl Uranga Lamadrid

 

 

Al cumplirse 250 años del arribo de Fray Antonio Alcalde a Guadalajara

la mañana del 14 de diciembre del 2021,

al pie de la escultura que le representa

en el Jardín de las Mujeres y los Hombres Ilustres de Jalisco,

tuvo lugar una ceremonia que convocó la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde.

En ella intervinieron el Secretario Suplente de ésta,

su Secretaria, el representante del Cabildo Eclesiástico,

el Presidente Municipal de Guadalajara, que también lo es de la Fundación,

y el Vicepresidente de ella, en cuanto encabeza

la Cámara de Comercio de esta capital.

 

I

Bienvenida y exposición de motivos

 

Señoras, señores:

 

La Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde fue creada a finales del 2019 para custodiar el uso y aprovechamiento de los espacios públicos del polígono más distinguido de la zona fundacional de Guadalajara desde la esencia del legado alcaldeano, a saber, que el humanismo produzca humanitarismo. El Paseo tiene uno y medio kilómetros de extensión de sur a norte, y en él se alzan los más preclaros edificios civiles y religiosos de una ciudad que bajo ese rango se reubicó en el valle de Atemajac hace 479 años.

Entre ellos, y ahora al centro de una cruz de plazas, se alza el distintivo urbano de la ciudad, la Catedral de la Asunción de María, monumento indocristiano venerable, edificado por los indios de los repartimientos comarcanos de esta capital cuando ya lo era del Reino de la Nueva Galicia. Fue allí donde tomó posesión de su oficio, un día como hoy hace 250 años, su XXIII obispo, el Siervo de Dios Fray Antonio, efeméride que nos une al pie de la escultura que le recuerda en este emblemático jardín.

Dos días antes, el 12 de diciembre de 1771, el religioso dominico había llegado a las goteras de su ciudad episcopal. Allá fueron a recibirlo sendas comisiones de los cabildos eclesiástico y civil, y este último le hizo una petición peculiar y recibió del obispo un obsequio, primer intercambio entre el Ayuntamiento y la Diócesis durante la dilatada gestión del fraile castellano: una imagen de la Virgen de Guadalupe que servirá de pie de cría al modelo de ciudad que nos dejó el Genio de la Caridad al norte de la zona fundacional, el barrio del Santuario, núcleo de mil quinientas viviendas familiares distribuidas en 158 vecindades en 16 cuadritas.

Daba principio así, entre nosotros, una obra colosal que no han consumido los siglos, antes bien la han barnizado con la pátina de nuestra veneración y gratitud. Y son los representantes de ambos cabildos los que este día renuevan el voto que hace 250 comenzó a hilvanar la fusión virtuosa que a la vuelta de medio siglo elevó a Guadalajara al rango de segunda ciudad de lo que hoy es México.

¿Qué necesitamos para que el título recobre el impulso que le dio la gran visión del también llamado Fraile de la Calavera? He aquí el reto enorme que hoy nos congrega.

Agradecidos, sí, ante la herencia del dominico, que actualizan día a día centenares de mujeres y varones que la mantienen viva –tan sólo en los hospitales civiles que creó Alcalde laboran 7 mil agentes sanitarios hoy en día–, tenemos ahora el enorme compromiso, del que la posteridad nos tomará cuentas con en el más implacable de los juicios, el de la historia, de volver sobre las pisadas de quien vivió y murió y en consecuencia tomó sus decisiones donde hoy despachan los ediles de este municipio, del modo más noble y ejemplar, pues lo cimentaron estas premisas: pobreza asumida, rendición de cuentas, transparencia en la vida privada y opción por gestiones públicas atinadas y sabias.

Y como nuestra historia se está escribiendo, esperemos acerca de ella un juicio benévolo y los mejores frutos.

Bienvenidos sean todos ustedes.

 

ii

Mensaje de la Secretaria de la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde

 

Respetables representantes de los cabildos civil y eclesiástico, así como

de las demás instancias de gobierno y de las instituciones privadas y públicas aquí congregados;

estimadas y estimados todos:

 

El 5 de diciembre del 2018, en el último acto de su mandato, el gobierno encabezado por Jorge Aristóteles Sandoval inauguró el Paseo Fray Antonio Alcalde develando la escultura al pie de la cual nos encontramos.

            A la vuelta de pocas semanas, en un acto transgresor pero valiente, el autor de la obra, Alfredo López Casanova, Sofía Ávalos y Victoria García –progenitoras de Marco Ávalos y Jesús Daniel–, dos de los tres estudiantes de cine desaparecidos desde el 19 de marzo del 2018, removieron de ella una capa que ocultaba inscripciones que ahora son visibles y dedicadas a la memoria de una cifra que ya entonces se elevaba a casi siete mil mujeres y varones desaparecidos.

Y como dentro de pocos días se cumplirá el primer aniversario del asesinato artero del propio exgobernador Sandoval, sin que tengamos certeza de sus autores y motivaciones, yo, que represento aquí a la sociedad civil, pregunto: ¿habremos ya tocado fondo quienes formamos parte de un conglomerado social cuya brújula parece estar a la deriva?

            Y para responderme a mí misma oteo esta mañana el norte que nos dejó la figura preclara que aquí nos reúne.

            Mi niñez y adolescencia, mi formación y mi vida discurrieron al filo de este Paseo en una casa familiar edificada sobre las legendarias cuadritas, el primer núcleo de vivienda popular del continente, a la sombra del santuario de Guadalupe.

Desde hace medio siglo mi memoria está atada a la de Fray Antonio, incluso a su causa de canonización, y creo tener ante mí una trayectoria definida al respecto. Es por eso que en mi calidad de Presidenta de la Asociación de Amigos del Paseo Fray Antonio Alcalde, de los vecinos del centro de Guadalajara y de la sociedad tapatía, aprovecho la ocasión de tener ante mí al colegio edilicio para solicitar ante ustedes tres dones, que no son los de oro, incienso y mirra:

•          La declaratoria de Patrimonio Social para este Paseo, de modo que gracias a ella se conjure que al paso del tiempo y de los cambios administrativos se autoricen o toleren usos que transgredan o inhiban la convivencia familiar.

•          Un estatuto propio que aliente el repoblamiento de la zona fundacional de Guadalajara y su vocación regeneradora de fuentes de empleo e intercambio comercial.

•          Educación y cultura en sus espacios públicos a través de actividades que no se siembren o impongan, sino que se produzcan a través del filtro de quienes pueden y deben opinar e intervenir al respecto a favor de su calidad y contenidos.

Convencida de que estamos a tiempo de alcanzar estas metas, no me resta sino reiterar, desde la gran visión del obispo Alcalde, lo que apenas dije y a favor de la humanidad doliente: que nadie carezca de lo indispensable para garantizarle calidad a su vida.

 

iii

Mensaje del Representante del Cabildo Eclesiástico de Guadalajara

 

Señoras y señores que representan aquí al gobierno y a la sociedad civil,

muy respetable audiencia:

 

Por conducto mío, la corporación de ahora tiene a su cargo la custodia y resguardo de la Catedral Metropolitana de Guadalajara se une a las actividades con las que en este día se ensalza el aniversario 250 del arribo del xxiii obispo de esta Iglesia, llamado a ser padre común de los excluidos, desheredados, niños y jóvenes, enfermos y hasta de los difuntos.

Nos convoca la Fundación que nació para dotar de contenidos este Paseo, de modo que más allá del espectáculo se desarrollen en él actividades en pro del derecho a la cultura, posible sólo cuando se articulan procesos aptos para sostener y alentar en ámbitos como éste educación integral y vida familiar.

Tuve el privilegio de ser yo quien sugirió hace pocos años, en una reunión a la que fuimos convocados los custodios de los monumentos religiosos del Paseo que están bajo la custodia de la Arquidiócesis de Guadalajara, su vocación de “corredor cultural”.

La idea prendió, y al calor de ella los aludidos ofrecimos al Ayuntamiento propuestas y sugerencias para el manejo de este polígono, derivando de ello la creación del organismo que hoy nos convoca y preside el Alcalde Pablo Lemus.

Y como no puedo dudar ahora que tal iniciativa me la inspiró el ejemplo paradigmático de Fray Antonio, quiero subrayar aquí en qué consiste la esencia del legado alcaldeano, eco de la cual es el acto estricta justicia que nos congrega esta mañana al pie de la escultura que la gratitud del pueblo de Jalisco dedicó a su benefactor supremo: en despertar y sostener, desde la educación integral, lo mejor del espíritu humano, que a despecho de la rivalidad y de la competencia debe descansar en la autoestima y la comunicación respetuosa, serena y vibrante de las creaciones del espíritu a través de recursos, métodos y soportes creativos e idóneos para revelarla y compartirla.

Los cuatro pilares que sostienen la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde son casi idénticos a los que en su tiempo él tuvo ante sí: el Ayuntamiento tapatío, la Cámara de Comercio y Servicios Turísticos de Guadalajara, la Arquidiócesis y la Asociación Civil Amigos del Paseo. El capital social de cada uno, respectivamente, son el espacio público, la vocación de servicios y fuentes de empleo del centro, el cuidado y uso de los monumentos más preclaros de Jalisco y la dotación de contenidos culturales en el núcleo de la ahora dilatadísima zona metropolitana.

Esperamos que el espíritu de Fray Antonio Alcalde nos una de nuevo en la consecución del sueño que él hizo realidad gracias a su virtud y congruencia, pero no menos, merced a la articulación que tuvo la capacidad de hacer suya desde las necesidades elementales y básicas de la comunidad política por excelencia, el pueblo.

 

 

iv

Mensaje del Presidente de la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde

 

Señoras y señores:

 

Hablar hoy de Guadalajara nos remite a la vida y obra de uno de los personajes más memorables de su historia, Fray Antonio Alcalde, varón que a pesar de haber nacido lejos de este suelo tuvo un amor profundo a esta ciudad, dotándola con un legado que hasta la fecha la tutela y enorgullece.

Sus obras detonaron incuantificables acciones de ayuda social y humanitaria, su espíritu altruista impulsó la grandeza de la comarca y su visión de futuro hizo posible lo que hoy es una gran ciudad.

Hace 250 años, el 14 de diciembre de 1771, Fray Antonio Alcalde y Barriga, obispo electo de la diócesis de Guadalajara, tomó posesión de su cátedra. Tenía ya 70 años de edad, y sólo por eso podría suponerse con pocos arrestos para emprender, desde sus facultades, acciones de gran aliento y de las que se derivara desarrollo integral para una ciudad que ya entonces contaba más de 229 años de haberse establecido aquí.

Paradójicamente, tal coyuntura y amar profundamente su encomienda le permitió hacer todo lo que hizo: entregarse sin reserva y convertirse en el motor principal de beneficios sociales tan grandes como dotarla de educación superior pública y gratuita y de atención sanitaria plena, de modo que su legado se pudo expandir, desde una perspectiva humanista, de la ciudad episcopal al enorme territorio de su jurisdicción, sin mengua del bienestar general y de mejoras sustanciales del nivel de vida de los tapatíos.

Coronó su obra iluminando dos faros: una sede nueva para el nosocomio de la ciudad, el Real Hospital de San Miguel de Belén, que hoy lleva el nombre de Antiguo y Benemérito Hospital Civil Fray Antonio Alcalde, para que fuese albergue y lugar de salud para decenas de miles de personas de las más diversas procedencias, que siguen hallando en él remedio a sus quebrantos y achaques, y haber propiciado la expedición de la Real Cédula mediante la cual el Rey Carlos IV fundó la Real Universidad de Guadalajara, una de las instituciones más prestigiosas en su género y orgullo de nuestro estado por haber convertido a decenas de miles de estudiantes en profesionales.

Mención aparte nos merece el primer modelo de vivienda popular en América, nacido de la visión y enorme inventiva del personaje que hoy honramos con justa razón: las casitas, en el barrio del Santuario.

Y ya que estamos hablando de homenajes, aprovecho la ocasión para ofrecer un reconocimiento público al presbítero Tomás de Híjar, connotado alcaldeano tapatío, que está dedicando su vida a difundir el conocimiento y mantener vivo el espíritu altruista de Fray Antonio Alcalde, pues acaba de ser homenajeado como Bibliófilo del Año en la Feria Internacional del Libro. Padre, muchísimas gracias por la noble y desinteresada labor que encabezas.

Fray Antonio Alcalde vivió entre nosotros poco más de veinte años. Nadie antes ni después ha podido constituir en tal tiempo un legado a favor de la salud, la educación y el bien común para esta ciudad capaz de traspasar los siglos.

Hoy, al pie de la estatua que honra su vida y obra al lado de otras y otros jaliscienses ilustres, reitero el compromiso de mi mandato a favor de un gobierno cada vez más humano y atento a las necesidades del pueblo, y a generar educación y cultura gracias a lo cual se remoce un legado que ha podido traspasar los siglos y que el Gobierno de Guadalajara está obligado a honrar y mantener vivo y próspero.

 

 

v

Mensaje del Vicepresidente de la Fundación

 

Muy buenos días.

Saludo con gusto en esta mañana al Secretario General de Gobierno de Jalisco, Enrique Ibarra Pedroza; al Alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, a quienes integran el Consejo de la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde y a los regidores y funcionarios que nos acompañan esta mañana, medios de comunicación, apreciados todas y todos.

Honramos hoy la memoria y el legado de Fray Antonio Alcalde al conmemorarse este día el aniversario 250 de su llegada a esta capital, que recibió en él un gestor enorme y apto para transformarla en lo que pasó a ser. Su legado perdura entre nosotros no menos que el recuerdo de su solidaridad, repudio al boato y amor al prójimo. También su incuantificable valor humano, su atención, eficacia y celo en remediar los males colectivos, concitando la voluntad de todos a favor de la educación integral, de la salud pública y del desarrollo social a través de obras perpetuas y tangibles que, no obstante el tiempo transcurrido y para sorpresa de todos, siguen más vivas que nunca.

Y nos hizo depositarios de una obra que tiene como norte de su brújula la confianza en el porvenir, una entrega total a favor de la sociedad y una actitud propositiva y comunitaria capaz de alcanzar un liderazgo humanista y de servicio.

Con gran orgullo comparto a ustedes que, justo a partir de este día, la Fundación Paseo Fray Antonio Alcalde inicia trabajos para conmemorar y celebrar durante el 2022 este aniversario, necesitados como estamos de guías que tengan la talla de nuestro fraile y una voz autorizada que se escuche fuerte y claro; necesitamos también del ADN alcaldeano que podemos describir como de fraternidad sin límite. Finalmente y no menos que lo dicho, más allá del mero conocimiento histórico de su legado, hemos de entender cómo lo hizo y, en consecuencia, cómo lo podemos ahora reproducir y actualizar.

Es sabido que el obispo Alcalde afrontó con las acciones más eficaces y oportunas tiempos de pandemia y de lo que vino luego, que es como decir, supo propiciar la unidad y el trabajo en equipo. Y eso es lo que necesitamos ahora para afrontar las crisis, más allá de las ideas y discursos, con trabajo perseverante y buena armonía, gobierno, iniciativa privada, sociedad civil y académica, atentos todos a consolidar obras y proyectos a favor de la ciudad y la calidad vida de los tapatíos.

Y como uno de estos grandes proyectos donde se necesita hacer equipo es la recuperación del centro de Guadalajara, de su zona fundacional, de la cuna de la identidad tapatía y jalisciense, propongo a ustedes, sin mengua de la dinámica vocación comercial y turística de este ámbito y aprovechando su infraestructura y equipamiento urbano, acometer la tarea de empujar a las familias para que regresen a vivir al centro, a favor de lo cual, además de lo dicho, hemos de seguir perfeccionando la interconectividad en todos los municipios del Área Metropolitana de Guadalajara.

Invito a ustedes a renovar el proyecto alcadeano inspirándonos en el testimonio y las fortalezas de un tan inmenso gestor del bien común. Seamos como él generosos, resilientes y tenaces para actuar en el presente a favor de la construcción de un futuro de paz, esperanza y fe.



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