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Decreto

Se crea, por este instrumento público, la Comisión para la Participación Democrática de los Fieles Laicos en la Arquidiócesis de Guadalajara (CPDFL) + José Francisco Cardenal Robles Ortega,
por la gracia de Dios y de la Sede Apostólica Arzobispo de Guadalajara, a mi hermano en Jesucristo, Presbítero Rafael Hernández Morales, Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Guadalajara: salud y bendición.

La Iglesia católica, al calor de la Carta Encíclica del Papa León XIII Rerum Novarum (1891), ha ido actualizando con los criterios del Evangelio y de la sana doctrina un cuerpo magisterial especialmente encaminado a orientar lo que primero se llamó la cuestión social y definitivamente la Doctrina Social de la Iglesia. De entonces a la fecha y con distintos impulsos, el clero y los fieles laicos en el mundo han ido organizando actividades pastorales oportunas y claras para responder a temas orientados a la consecución del bien común, que se suman a lo que casi a la par produjo en el ámbito civil la participación democrática, el derecho laboral y la justicia social.

Los primeros años del siglo pasado se recuerdan en México como una primavera del catolicismo social. Abruptamente lo suprimió la beligerancia anticlerical que a partir de 1914 reavivó lo que la legislación de las décadas anteriores prohibía en lo que respecta a la acción social de los obispos, el clero y la vida consagrada, extendiéndolo ahora también a los fieles laicos.

Paradójicamente, en un país de abrumadora mayoría católica, a partir de 1917 se impuso una visión laicista y opresora de la libertad religiosa, lo que inoculó a la postre una persecución religiosa tan sangrienta como no la hubo jamás entre nosotros y se mantuvo en la letra hasta 1992, fecha en la que se modificaron los artículos constitucionales, especialmente el 130, que hasta negaba personalidad jurídica a las Iglesias. De entonces a la fecha el Estado en México reconoce este ámbito y lo regula bajo el rubro “Asociaciones Religiosas” por conducto de la Secretaría de Gobernación, la cual tutela dichas entidades con un reconocimiento jurídico que antes y de manera pertinaz le negó, quedándonos, empero, una brecha que aún no se subsana: la exclusión de los católicos de la vida pública.

Históricamente eso que pasó entre nosotros tiene una explicación, pero que la distancia impuesta a la fe de los creyentes y su repercusión en su calidad de ciudadanos siga en pie ya no tiene un sustento y menos en esta hora, en la que en México y en todo el mundo urge implementar desde bases antropológicas muy sólidas la dignidad intrínseca de la persona y los derechos y obligaciones inherentes a ella.

En nuestros días, el Papa Francisco, recogiendo el legado del Concilio Ecuménico Vaticano II y de sus predecesores inmediatos, se ha empeñado en reconocer a los católicos, a los cristianos y a toda persona de buena voluntad la necesidad imperiosa de unir la fe a la vida desde todos los flancos, incluso o especialmente el de la vida pública, donde la luz y la sal de los criterios evangélicos pueden cauterizar vicios y corruptelas que el materialismo inmanente ha potenciado entre nosotros de la forma más cruda: trasiego de estupefacientes, inseguridad, corrupción.

"Ser católico en la política no significa ser un recluta de algún grupo, una organización o partido, sino vivir dentro de una amistad, dentro de una comunidad", dijo no hace mucho el Obispo de Roma, a propósito de “La nueva presencia de los católicos en la política” (Discurso a la Pontificia Comisión para América Latina del 4.3.2019).

Pues bien, luego de la consulta que sostuve con Su Ilustrísima y un grupo de presbíteros y laicos en las instalaciones de la Curia Arquidiocesana el pasado 6 de marzo del 2020, y de lo que allí se deliberó para encausar la participación ciudadana de los fieles laicos en el Congreso Constituyente de Jalisco que de forma reiterada ha anunciado el Gobierno de esta entidad, y de las acciones que después de dicha consulta se han redactado por parte de los que allí fueron convocados las presentes letras

SE ERIGE

La Comisión para la Participación Democrática de los Fieles Laicos en la Arquidiócesis de Guadalajara (CPDFL), bajo la presidencia de Su Ilustrísima en su calidad de Vicario de Pastoral de la Arquidiócesis de Guadalajara para este ámbito y como agente de unión en todas las Iglesias particulares de la Provincia Eclesiástica de este nombre, con jurisdicción en alguno de los distritos electorales del estado de Jalisco.

La Comisión estará compuesta por clérigos y fieles laicos especialmente aptos para asumir esta encomienda y tendrá como tareas básicas:
PRIMERO: Formar un equipo de personas competentes con experiencia y capacidad para diseñar un programa y plan de trabajo sistemático, gradual y de largo aliento, que valga lo mismo para los ámbitos jurídico, académico y universitario, como del universo propio y específico de la pastoral, especialmente encaminado a suscitar el liderazgo católico en la vida pública.

SEGUNDO: Coordinar, en equipo, acciones tendientes a organizar un plan de trabajo gracias al cual se convoque, informe, ilumine y organice la participación democrática de los fieles laicos.

TERCERO: Tender puentes de encuentro y diálogo con los Vicarios de Pastoral o quienes hagan sus veces, con los decanos y párrocos de cada uno de los distritos electorales de Jalisco, para alentar entre ellos el inicio de un proceso que desde el ámbito civil tiene coordenadas geográficas propias que pocas veces coincide con las eclesiásticas, siempre con el aval, visto bueno y respaldo previo de cada uno de los obispos de las diócesis sufragáneas de la Iglesia metropolitana de Guadalajara y de la de Zacatecas.

CUARTO: Instaurar a la brevedad posible comités interdiocesanos interparroquiales, que sirvan a la organización de foros, cursos, talleres y demás acciones encaminadas a alentar la participación democrática de los fíeles laicos.

QUINTO: Generar, junto con estas acciones operativas, un repositorio de temas y contenidos que aliente en el estado de Jalisco la participación democrática de los fieles laicos incluso en la política.

SEXTO: Tener cercanía, encuentro y diálogo con todos aquellos que por las más diversas circunstancias no se sienten acogidos por la Iglesia o han ido tomando distancia de ella.

Se trata, pues, de planear y llevar a cabo un ejercicio novedoso, plural, conveniente, democrático y necesario para quienes crecimos en un ambiente hostil al catolicismo fuera del ámbito privado y de la cultura popular, que por factores diversos rompió el gobierno civil de manera brusca y hasta violenta lo que al tiempo del nacimiento y durante largos y fecundos siglos articuló la vida y de los mexicanos, la fe cristiana y su cosmovisión antropológica, en el que el liderazgo de los fieles laicos vayan asumiendo las responsabilidades y competencias que como tales tienen y en las que los clérigos, sólo por serlo, tenemos vetadas por disciplina particular (cfr. cc. 285 § 3, 287 § 2 y 289 § 2), como no sea trabajar la política del bien común.

De todo lo que realice esta Comisión he de ser oportunamente informado con frecuente periodicidad, tanto de forma oficial, remitiéndose a la Secretaria de la Curia las actas de la Comisión según se vayan generando, como de manera personal siempre que sea necesario, de modo que no se acuerde o decida nada sin mi visto bueno. Recomiendo vivamente que la Comisión tenga un manual de funciones propio en el que se incluyan cada uno de los puntos consignados en este decreto y otros que sean esencialmente oportunos para su buena marcha y desarrollo, especialmente el Plan Diocesano de Pastoral vigente.

Dado, firmado y sellado en la Sede de la Curia Arzobispal el 17 de agosto del Año del Señor 2021.

+José Francisco Card. Robles Ortega
Arzobispo de Guadalajara

Javier Magdaleno Cuevas
Secretario Canciller


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