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Memorias de la esplendidísima coronación

de la milagrosa imagen de Nuestra Señora de Zapopan

2ª parte

 

Fray Luis del Refugio de Palacio[1]

 

Se describen aquí los no pocos tropiezos que debieron sortearse

para proceder a gestionar la coronación pontificia de Nuestra Señora de Zapopan,

y los muchos años que pasaron para que fuese posible.[2]

 

 

ii

 

1.    Para el Álbum de la Coronación de nuestra Virgencita redactaba yo las siguientes frases, que vienen bien aquí:

 

Rogado por una parte, deferencia muy digna de ser estimada, agradecida y atendida, es mi propósito relatar simple y desnudamente los pasos, tardos y cortos, que el asunto fue dando, hasta llegar, eso sí, al más feliz cumplimiento, ¡loado sea el Señor!

Si cuando en esta tierras, en diversas veces y por sujetos ilustrados, llegó a saberse de las suntuosas y significativas coronaciones celebradas en Europa, y en Italia principalmente, de las célebres imágenes de la Madre de Dios; si cuando en Jacona[3] se celebró la de Nuestra Señora de la Esperanza, primera en México; si cuando el Caballero Boturini intentó la de Nuestra Señora de Guadalupe –que fácil es–, alguien tuvo el deseo de que fuese coronada nuestra antiquísima imagen de Nuestra Señora de Zapopan; si el mismo Padre Sancho[4] recibió de otro, religioso o secular, la idea, sábelo Dios, al grado de celebridad y de calificados portentos para poder ser solemnemente coronada habrá llegado no en tiempo tiempos posteriores, sino de siglo atrás.

Para nosotros lo cierto es que el expresado religioso Fray Teófilo García Sancho[5] (del Sagrado Corazón de María) fue el primero que, en el refectorio del famoso Colegio de Jacona,[6] cerca de Zamora, la memorable noche del domingo 14 de febrero de 1886, una vez que el inolvidable Ilustrísimo Señor don Pelagio Antonio Labastida y Dávalos[7] hubo manifestado el no diré pensamiento, sino propósito, de coronar solemnísimamente a la Morenita del Tepeyac, la mayor gloria nacional, externó a su vez el pensamiento o formado propósito de coronar a nuestra Morenita del Mixtón, proponiéndolo en estos términos: ‘‘y coronaremos también a mi Madre Santísima de Zapopan”.

Se me informa (este informe dio el zamorense Presbítero doctor don José Villaseñor Plancarte[8]) que este respetable Padre Prelado, Comisario General entonces de la familia franciscana en México, había sido invitado a preparar de una manera digna y fervorosa los ánimos de los fieles para ese tierno acto, en su predicación de misionero.[9]

 

Al hacer la visita a aquellas partes, fue invitado a ello y a concurrir a la antes no vista solemnidad.

Esto está relatado más por menor en la Recopilación…,[10] en su lugar propio, Vida del Padre Sancho (parte ii), y pónense allí las cartas respectivas, y la cita del Álbum de la Coronación de la Santísima Virgen de Guadalupe.[11]

¡Quién dijera a nuestro Padre Sancho que, cuando tal profería en el refectorio de Jacona, diez años antes de allí mismo, había salido para la Ciudad Eterna, y en ella había recibido sacros órdenes, el futuro Príncipe que a nuestra Señora de Zapopan, Preladita nuestra, habrá de coronar![12]

 

Pasado ese día, no diré que quedó olvidado lo de la coronación de la Virgen zapopana, pero estaba latente y sin señales manifiestas de vida; salvo que respiraba en tal o cual conversación de los bien afectos a nuestro Santuario.

 

Ningunos, como puede suponerse, lo eran tanto como los mismos religiosos de Zapopan, y entre ellos los que por acá vivían y entender solían en lo del Santuario y en lo del culto de la bendita Imagen, como que presente tenían, más frecuentes ocasiones tuvieron de renovar esas pláticas; no tampoco que fuesen muy asiduas ni largas: así era la manera de ser de aquellos Padres, pronto y en breves palabras se concertaban; ni tampoco habrá que discutir el punto, todos estaban de acuerdo en que había de ser; pero ¿cuándo?... eso esperaban, un tiempo oportuno, cuya ocasión no asomaba, y guardaban prudentes con ánimo preparado.

No es fuera del caso preguntar ¿por qué no llegaba nunca en tanto tiempo esa favorable coyuntura, y ya que hablasen poco ¿cómo es que mucho menos se movieron, poniendo eficazmente para acelerar, si posible fuese, el suspirado día?

No fue esto sino disposición sabia de la Providencia, que debemos venerar y no escudriñar.

Aunque también, sin rasguño de temeridad, por aquello que es obvio y bien manifiesto, cualquiera que atentamente lo considere, bien conocerá que, en efecto, la oportunidad no era venida.

 

2.    Obstáculos a la coronación pontificia[13]

 

Se manifestó el pensamiento, según lo expuesto, en la comisaría del Padre Sancho y, por ende, en la guardianía del Padre Anguiano. Pues bien: entró el Padre Fray Bernardo a su gobierno cuando se le presentaban no pocas ni pequeñas dificultades.[14] Comenzó con la adquisición del local de nuestro convento –no todo, pero sí una parte muy importante–,[15] negocio cuya magnitud absorbía por completo su gestión. Luego, los gastos para la adaptación y arreglo de vivienda. En la iglesia, la compostura del órgano, repetida tres veces, la reforma de la capilla de Jesús, María y José, cuya renovación ya a la par se imponía, y mil cosas en el Santuario; su consagración, la construcción de las nuevas torres y campanas, la general y muy costosa reparación de los ornamentos, cosa por igual necesaria aun para la misma coronación, como que aún se tenía presente para haberlo intentado. La reposición de las sillas del coro, el proveer de personal religioso, tantas tentativas frustradas principalmente por la tenaz y ora abierta oposición del párroco que tenía en propiedad el Curato de la villa;[16] los temores del Arzobispo,[17] que no quería llamar sobre sí mismo la atención; la conducta que se habían trazado y observaban los personajes más inmediatos al gobierno de la Mitra –conducta creída necesaria– y mil empresas también en que andaban metidos. Las mal o nunca disimuladas hostilidades y maquinaciones de la camarilla liberal contra la venerable comunidad de Zapopan ¡muy temida de ellos, aún dispersa! Nuestra formación, que requería mucha dedicación y exigía de todo punto no atraer atención extraordinaria hacia el Santuario y nuestras casas; luego, la adquisición definitiva del convento íntegro y sus pertenencias, su conveniente empleo, el Colegio del que dependía por entonces nuestra existencia, cabe el Santuario, y el mayor esmero en su culto; la construcción del nuevo acueducto, indispensable para toda la economía de tan grande casa… ¡Tantas cosas, tantos gastos y tantas complicaciones! Y con esto, pasado era el larguísimo gobierno de dicho Padre Anguiano.

Por fuera: ni las circunstancias entonces de la villa de Zapopan, ni las de Guadalajara, en cuanto a personas y haberes, en cuanto a hábitos de generosidad y desprendimiento, en cuanto a medios y facilidades de comunicación entre las localidades del estado y del país, eran favorables a unos festejos espléndidos cuales se deseaban con justicia. Se hubiera hecho, pero de una manera muy modesta, sin el lucimiento, sin la resonancia, sin los magníficos resultados que ahora después.

 

3.    No es maravilla que se hubiesen pasado en vano tantos lustros

 

Eso no obstante: el mismo Fray Bernardo Anguiano, que no por esperar quitaba el dedo del renglón, casi al tocar en el linde de su gobierno y de su vida; cuando ya tenía entusiasmado y dispuesto al Señor Obispo Portugal, nuestro Fray José María,[18] quien podía ayudar como nadie investido ya de su nuevo carácter, con tanta sabiduría, virtud y experiencia, y con tan fino cariño a su Colegio y ferventísimo amor a su Prelada; cuando contaba con nosotros, llegados a madurez pero aún vigorosos y dispuestos para desarrollar las actividades que se debían poner en juego; cuando iban cesando los temores y políticas en el gobierno de la Mitra, y eran tan favorables los Prelados; cuando se habían olvidado y adormecido lo bastante el mal afecto causado por los escritos del Señor Cura Portillo; cuando eran extintos en la villa de Nuestra Señora los que por enredados en política o por otros motivos podían ser adversos; cuando en medios de trasporte y más de comunicación mucho se había adelantado; cuando ya Guadalajara era más cosmopolita, cosa a la par necesaria; cuando, en fin, lo creyó más factible y que prometía mayor éxito, entonces dio el primer paso formal y de todo punto necesario, proponiéndolo al Discretorio.[19]

Éramos padres discretos Fray Jesús Escudero, Fray Salvador Vizcarra y Fray Nicolás Fernández. Reunidos, pues, en la misma celda del Padre Guardián, que es la que queda vecina de la Capilla de la Sagrada Familia, junto al arco del patio, en los bajos y por la parte sur del Colegio, lo mismo fue escuchar con júbilo del alma tan piadosa y ya nada extraña propuesta, que admitirla y decretarlo sin vacilar. Era de tarde: ni aún el revolotear de los pajarillos hacía ruido en los naranjos, ni el reloj llegó a sonar durante el breve, tal vez ni el murmullo del agua cayendo en la fuente, para que nada contrarrestase aquel solemnísimo silencio; sólo los santos ángeles, quizás el espíritu de los santos moradores de antaño, invisibles se cernían y aprobaban, y con ello la Reina de los Ángeles y el Señor del empíreo, el acuerdo tomado; y esta celestial aprobación caía mejor y daba más firme autoridad que el sello del convento. Decretado estaba y ello se haría: será coronada, sería coronada nuestra Madre Santísima de Zapopan. El cuándo, para nosotros, debía dilatarse, impedirse… pero estaba señalado en la voluntad y mente del Eterno.

 

4.    El Acta discretorial, como todas las de entonces, está redactada con impasible laconismo

 

Ésta es:

Acta discretorial del Apostólico Colegio de Nuestra Señora de Zapopan,

decretando la coronación.

 

En este Apostólico Colegio de María Santísima de Zapopan, a veintiocho días de agosto de mil novecientos dos, reunidos los Reverendos Padres Guardián y Discretos, etcétera…

 

Propuso en seguida el Reverendo Padre Guardián tratar ya de la Coronación solemne de la Imagen de nuestra Santísima Madre y Prelada María Santísima de Zapopan, y todos los Reverendos Padres Discretos estuvieron de acuerdo, pues ardientemente se desea.

Todo lo que firmó el Muy Reverendo Padre Guardián, para constancia, de que doy fe.

Fray Bernardo Anguiano

Guardián

Fray Luis del Refugio de Palacio

Discreto – Secretario.

 

No se evitó el repetir por segunda vez santísima al nombrar a la Prelada y Titular por no romper con los estilos del Colegio, en que era ya cosa obligada y formaba el título oficial y admitido.

Dije que obraba Fray Bernardo respaldado por el Señor Obispo Fray José María, y por numerosas personas, que cuanto lo deseaban tenían intención de ayudarle; y así, la corona era lo que menos se dificultaba.

Fray Bernardo, a poco andar, y al comenzarse las pomposas fiestas jubilares de la Inmaculada excepcionales que vio Zapopan, durmióse en el Señor, y fue a ver la corona de estrellas que rodea en el cielo la augusta frente de la Madre de Dios;[20] y con esto un nuevo suceso adormeció la coronación pretendida.

 



[1] Franciscano tapatío (1868-1941), compuso una copiosa bibliografía, inédita casi toda, con temas historiográficos relacionados con los Hermanos Menores.

[2] Paleografía: Aldo Mendoza Serrano.

[3] El manuscrito dice en éste y todos los casos “Xacona”.

[4] Se refiere a Fray Teófilo García Sancho, ofm, de quien habla a continuación.

[5] Una mano que no es la del autor agregó al manuscrito este dato al pie de página: “Murió el 24 de septiembre de 1899 en la casa de doña Gabriela Castaños de Castañeda”.

[6] Alude al primer Colegio Guadalupano, fundado en Jacona el 12 de noviembre de 1867 por el Siervo de Dios José Antonio Plancarte y Labastida.

[7] Zamora, Michoacán, 1816 - hacienda de Oacalco Yautepec, 1891. Obispo de Puebla (1855) y Arzobispo de México (1863).

[8] Presbítero del clero de Guadalajara que murió siendo párroco de San Miguel del Espíritu Santo.

[9] El autor inserta aquí un texto que él compuso, pero no consigna la fuente en la que lo publicó, si es que lo hizo, o únicamente lo pasó a letras de molde y lo rescató para insertarlo aquí.

[10] Alude a uno de los volúmenes de su magna obra manuscrita que sigue inédita (todas las notas al pie son del editor, a menos que se diga lo contrario).

[11] Lo editó Victoriano Agüeros en la ciudad de México en 1895.

[12] En efecto, Francisco Orozco y Jiménez fue estudiante de ese plantel entre 1870 y 74, año este último en el que pasó a concluir su formación al Colegio Pío Latino Americano de Roma.

[13] Subtítulo agregado por el editor.

[14] Aunque fraile franciscano, Bernardo Anguiano Galván (Fray Bernardo de la Madre de Dios), oriundo de Zapotlán el Grande, fue todavía miembro del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Zapopan. Su hermano Juan José, del clero secular tapatío, rehízo el culto y elevó a santuario el abandonado templo de Nuestra Señora de las Mercedes de Guadalajara.

[15] La exclaustración afectó parte del Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Zapopan, aunque dejó viva la comunidad, que tenía a su cargo las misiones del Nayar, sólo impidiéndole abrir el noviciado, lo que les condenó a la extinción. En la parte del convento incautada a la que aquí se alude se intentó sostener, sin éxito, una escuela de agricultura.

[16] Se refiere a don Manuel Portillo, autor del libro Apuntes histórico-geográficos del Departamento de Zapopan (1889).

[17] Se refiere a don Pedro Loza y Pardavé, arzobispo de Guadalajara de 1868 a 1898, especialmente cauto en lo relativo a la restauración de la vida consagrada en su arquidiócesis con los elementos del antiguo régimen, no así al apostolado de los fieles laicos, que impulsó como nadie antes que él y con un éxito atronador y rotundo, de manera que el cargo de pusilánime que aquí le hace Fray Luis no se aplica en términos peyorativos aunque sí en una conducta de extrema prudencia.

[18] Fray José María de Jesús Portugal y Serratos, ofm Obs. (1838-1912), presbítero desde 1861, fue obispo de Sinaloa (1888), de Saltillo (1898) y de Aguascalientes (1902) hasta su muerte.

[19] El discretorio, en algunas comunidades religiosas, es el cuerpo que forman los discretos o las discretas, término empleado en esos ámbitos para referirse a las personas elegidas para asistir al superior como consiliarias en el gobierno de la comunidad.

[20] Murió en 26 de diciembre de 1903 (nota añadida al manuscrito).





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