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Juramento de la Independencia de la Provincia de Guadalajara

Acta de nacimiento de lo que hoy es el Estado de Jalisco

Antonio J. Valdez[1]

 

El rarísimo documento que aquí se trascribe por primera vez, publicado bajo el título Junta celebrada en las Casas de Gobierno el 14 de junio de 1821, nos cuenta cómo lo que hoy es el Estado de Jalisco nació en el marco de un acto jurídico y religioso, a las pocas horas de la toma de la plaza de Guadalajara, que sin derramamiento de sangre se produjo el 13 de junio de 1821, en el marco del traslado de la venerable imagen de Nuestra Señora de Zapopan del templo conventual de Santa Teresa a la Catedral, el cual no hubiera sido posible sin el visto bueno del obispo de esta sede, don Juan Cruz Ruiz de Cabañas. Es el primer bando publicado e impreso de un gobierno emancipado de la Madre patria en lo que fue la Nueva España .[2] 

 

En la ciudad de Guadalajara, a 14 de junio de 1821, por orden del Señor Brigadier don Pedro Celestino Negrete, Jefe de las Tropas Libertadoras de esta Provincia, se convocaron en las Casas de Gobierno todas las corporaciones y demás empleados públicos de esta capital para el laudable fin de prestar el juramento de la independencia de esta provincia, con arreglo al plan del Señor Coronel don Agustín Iturbide, Primer Jefe del Ejército de las Tres Garantías.

Efectivamente, estando reunidas la Excelentísima Diputación Provincial, la Excelentísima Audiencia del distrito, el Ilustre Cabildo Eclesiástico, el Ilustre Ayuntamiento, la Universidad, el Tribunal del Consulado, los Jefes y empleados de la Hacienda Pública, los Prelados regulares y demás empleados civiles, se procedió al juramento, que se hizo bajo la fórmula que sigue, delante de un Santo Cristo, y sobre los Santos Evangelios: 

 

      ¿Juran a Dios y por los Santos Evangelios observar sólo la religión católica, apostólica, romana?

      Sí, juramos

      ¿Juran reconocer y hacer reconocer la independencia, con arreglo al plan del Señor Coronel Don Agustín Iturbide, primer Jefe del Ejército de las Tres Garantías, que establece la fidelidad al Rey, la unión de todos los habitantes de esta Nueva España?

      Sí, juramos. 

      Pues si lo así hicieran, que Dios los ayude, y si no, que se los demande.   

 

Este acto ha sido celebrado con toda la solemnidad que era de esperar de una asamblea tan respetable. Todos los señores concurrentes se han unido en unos mismos sentimientos, y todos han prestado el juramento con el regocijo más sincero.

Concluido este deber, el Señor Presidente llamó la atención de la junta para proponerles qué especie de gobierno convendría en las circunstancias presentes, vista la fuga ejercida por el Comandante General, Jefe Superior Político, Don José de la Cruz, y hasta tanto que el futuro Congreso Nacional de estas provincias disponga lo que fuere de su agrado.

Los Señores Ministros de la Audiencia del distrito y demás señores concurrentes, después de meditado el caso, convinieron en que según las leyes e instrucciones que nos sirven de regla, debía quedar de Jefe Superior Político el Señor Brigadier Don Pedro Celestino Negrete, Comandante General de las Armas, y se dispuso asimismo que en sus ausencias y enfermedades recayese el mismo mando en el Señor Don José Antonio Andrade, lo que quedó unánimemente acordado.

Terminado este acto se trasladaron las autoridades y corporaciones citadas, presididas por el Señor Comandante General, a la Santa Iglesia Catedral, donde se entonó un solemne Te Deum en acción de gracias al Dios de la paz y de las misericordias.

Seguidamente regresó el Señor Presidente a las casas de gobierno en medio de las corporaciones y rodeado de un pueblo inmenso, que sin faltar absolutamente al orden, explicaba las emociones de su contento con vivas repetidas a la Independencia, a la Religión, a la Unión y a los Señores Iturbide, Negrete, Andrade, etcétera.

El Señor Presidente despidió a su entrada el concurso y se dirigió inmediatamente a la morada del Señor Coronel Don José Antonio Andrade con el fin de tomar el correspondiente juramento a los oficiales que no lo habían verificado la tarde antecedente, en que el ejército hizo su juramento solemne en la Plaza de Armas, en presencia de sus banderas y entre las más vivas exclamaciones y salvas de artillería.

La tropa que guarnecía en la ciudad se había reunido toda la mañana del 13 en el Cuartel del Hospicio, al mando del Señor Coronel Don José Antonio Andrade, quien salió por la tarde con parte de dicha tropa al Camino de San Pedro con el fin de llevar a efecto el juramento de la independencia.

Los días 13 y 14 de junio serán para siempre venturosos en los fastos de esta América. Hemos visto confundidos en una misma opinión al magistrado, al sacerdote y al simple ciudadano que han demostrado su contento con las señales más claras públicas de satisfacción. Es acaso la vez primera que han estado en perfecta armonía las intenciones del gobierno y el espíritu general de los pueblos, para cuya noticia y satisfacción se manda imprimir esta acta de orden del Señor Jefe Superior Político.

 

Antonio J. Valdez

Secretario de Gobierno



[1] Pedagogo e impresor, nació en Matanzas, Cuba, en 1780 y murió en México hacia 1830. Es autor de Principios generales de la lengua castellana, arreglados a la gramática de la Real Academia Española e Historia de la Isla de Cuba y en especial de la Habana. Fue diputado por Guadalajara en el Congreso Constituyente del Imperio Mexicano de 1822 e integrante de la comisión de constitución de dicho Congreso. Su pensamiento constitucional y sus ideas en la historia del constitucionalismo mexicano no son pocas (cf. Catherine Andrews, El proyecto constitucional de Antonio J. Valdés, 1822). Fue Impresor de Cámara del Emperador.

[2] Referencia: Valdez, Antonio J. “Acta de la Junta celebrada de las Casas de Gobierno el 14 de junio de 1821”. Impreso en Guadalajara en la Oficina de Don Mariano Rodríguez. Este Boletín agradece al custodio de dicho texto, don Miguel de Alba García, su permiso para trascribirlo, tarea que corrió por cuenta del licenciado Aldo Serrano Mendoza.



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