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La parroquia de Totatiche, modelo de acción social católica, 1906-1927 (1ª parte)

Eduardo Camacho Mercado

En este trabajo se hace una revisión de los veintiún años de ministerio sacerdotal del cura Cristóbal Magallanes en Totatiche, en particular sus esfuerzos para construir un proyecto de sociedad basado en los principios del catolicismo social, alternativa de organización que propuso la Iglesia frente al liberalismo y el socialismo en la difícil época de finales del siglo xix y primeras décadas del xx. Fue un periodo durante el cual este proyecto católico  disputó la hegemonía en México al liberalismo porfiriano y a los proyectos del naciente Estado revolucionario.

La parroquia de Totatiche

Totatiche no era una parroquia atractiva como destino para los sacerdotes. Ubicada en los llanos flanqueados por las sierras y barrancas del norte de Jalisco y sur de Zacatecas, se necesitaban tres días de difícil camino para llegar desde Guadalajara. Además, el trabajo en las rancherías implicaba recorrer grandes distancias –en palabras del cura Magallanes– “como los vaqueros”. Su jurisdicción se extendía prácticamente por todo el llano y hasta la barranca de Azqueltán, en el cañón de Bolaños, poblaciones atendidas en la actualidad por las parroquias de Totatiche, Temastián y Villa Guerrero.
La parroquia se creó en 1755, en el periodo de secularización de las parroquias. Se separó de Colotlán, hasta ese año administrada por los franciscanos. Bajo su jurisdicción quedaron los cuatro pueblos indígenas que formaban parte del Gobierno de las Fronteras de San Luis Colotlán: Acaspulco, Azqueltán, Totatiche y Temastián, y los múltiples ranchos y haciendas de la población criolla-mestiza gobernada por la Alcaldía Mayor de Jerez.
Los indígenas de estos pueblos no aceptaron de buena gana el cambio. El primer párroco de Totatiche, Tadeo Castor de Aguayo, informó al obispo: “desde ahora tres años están rebeldes los indios de tres pueblos agregados, no queriendo reconocer a ésta su parroquia […] pretextando la inopia de la iglesia”. Los indígenas inconformes amenazaron con ir a México con el virrey para quejarse del párroco y del obispo, “por haber dividido este curato”. Tocaría a estos pueblos una participación activa en la guerra de independencia, lidereados, entre otros, por Marcos Escobedo y el cura Calvillo. El siglo xix transcurrió entre levantamientos indígenas, como el de Manuel Lozada, y las guerras entre las facciones liberales y conservadoras. A principios del siglo xx, la parroquia seguía con una subsistencia difícil. Aunque las parroquias vecinas del cañón de Bolaños (Bolaños, San Martín y Chimaltitán), enfrentaban dificultades mayores, Totatiche era consdierada parroquia de “tercera categoría”.
La parroquia de Totatiche gozaba de buen clima y generaba suficientes recursos para sostener al menos a dos sacerdotes, pero esto no la hacía más atractiva. En el informe de junio de 1921, el cura Cristóbal Magallanes solicitó al arzobispo Orozco y Jiménez que no removiera a los sacerdotes que tenía bajo su cargo, “porque como está tan lejos de la capital, y son tan difíciles las comunicaciones, son muy pocos los Sres. sacerdotes que tienen voluntad de estar por acá tan lejos de las comodidades que pueden disfrutar en otras partes; y […] éstos, si no están contentos del todo, por lo menos manifiestan buena voluntad para continuar obedeciendo”.
Pero aun en estas circunstancias difíciles, sólo dos párrocos gobernaron la parroquia por casi 50 años: Regino Ramos Pedroza (1879-1909) y Cristóbal Magallanes Jara (1906-1927). Lamentablemente, el desempeño del Padre Ramosal frente de la parroquia era, según las quejas de algunos vecinos en los últimos años de su ministerio,“apático” y “deficiente”. Para fortuna de los feligreses, llegaría a su parroquia un sacerdote diferente, hijo de la misma tierra y que ya la conocían no sólo por ser paisano, sino porque había tenido una breve estancia como ministro entre julio de 1901 y octubre de 1903.

El párroco de Totatiche

Cristóbal Magallanes Jara nació en el rancho de la Sementera, jurisdicción de Totatiche, el 30 de julio de 1869. Huérfano de padre desde los ocho años, se dedicó a las actividades del campo hasta los 19, cuando ingresó al Seminario de Guadalajara. Se ordenó sacerdote el 17 de septiembre de 1899, a los 30 años de edad (el mayor de su generación). Sólo tuvo dos destinos: capellán y subdirector de la Escuela de Artes del Espíritu Santo, en Guadalajara, y párroco de Totatiche. El cargo de capellán y subdirector de la Escuela de Artes del Espíritu Santo lo desempeñó desde el 27 de septiembre de 1899 hasta el 6 de julio de 1901. Enfermó y se le permitió pasar a su tierra natal a recuperarse. Ahí estuvo auxiliando como ministro al cura Ramos hasta el 5 de octubre de 1903, cuando se le llamó para que retomara su antiguo cargo en la capital arzobispal. El 4 de abril de 1906 regresó como ministro a Totatiche, y al mes siguiente, el 29 de mayo, lo nombraron cura coadjutor. Permaneció como párroco en su pueblo natal hasta su muerte, el 25 de mayo de 1927, fusilado por el ejército federal en Colotlán.
Es clara la influencia del catolicismo social en el pensamiento de Magallanes desde sus años de estudiante. Entre sus compañeros de generación estaban los futuros Operarios Guadalupanos, Antonio Correa y Miguel de la Mora. El primero, sería el exitoso dirigente de la Asociación Guadalupana de Artesanos y Obreros Católicos en Guadalajara, entre otras actividades católico-sociales en las que participó; el segundo sería rector del seminario y después obispo de Zacatecas y de San Luis Potosí. En ambas sedes se caracterizó por ser un entusiasta impulsor de las enseñanzas de la encíclica Rerum Novarum.
Es significativo que la primera edición de Guadalajara de esta encíclica se encuentre en la biblioteca particular de Magallanes, con un ex libris de diciembre de 1891, un mes después de su publicación. Este hecho demuestra su interés temprano por lo que en ese tiempo se conocía como “la cuestión social”, es decir, las desigualdades económicas y la pobreza moral de la sociedad producidas por el modelo liberal-capitalista.
Magallanes fue sin duda el protagonista de la Iglesia en la región durante los primeros treinta años del siglo xx. Además de su labor como párroco de Totatiche, y de su obediencia y entusiasmo para impulsar el proyecto restaurador y católico-social de los arzobispos Jesús Ortiz y Orozco y Jiménez, Magallanes se desempeñó como vicario foráneo y tuvo a su cargo una importante empresa: el Seminario Auxiliar. El nombramiento de vicario foráneo le permitió conocer los problemas y necesidades de la región, e influir en la toma de decisiones de la Sagrada Mitra en diversos asuntos, como el cambio o rotación de sacerdotes. Con el Seminario Auxiliar, Magallanes dispuso de un mayor número de operarios al utilizar para la labor pastoral a los recién ordenados que llegaban como profesores, lo que afianzó así el control y la influencia de la Iglesia sobre la extensa parroquia.

El catolicismo social

Ante las crecientes desigualdades sociales generadas por el capitalismo voraz del siglo xix y el surgimiento de la ideología socialista entre la clase obrera europea, el papa León xiii (1878-1903) propuso una solución católica a la cuestión social, alternativa al liberalismo y al socialismo, que es conocida como catolicismo social. En la encíclica Quod Apostolici Muneris, “sobre el socialismo, comunismo y nihilismo”, del 28 de diciembre de 1878, León xiii llamó a los católicos a disputar a los socialistas la organización de artesanos y obreros a través de asociaciones corporativas confesionales. Este exhorto fue un adelanto del programa de restauración social católica que León xiii dio a conocer con amplitud en la encíclica Rerum Novarum, “sobre la cuestión obrera”, del 15 de mayo de 1891.
Para resolver la cuestión social –se menciona en la Rerum Novarum– las bases de la acción social-católica son la justicia y la caridad. La desigualdad, la pobreza y la explotación que se vivían en la Europa industrializada del siglo xix constituían un problema de justicia, entendida en el sentido de que cada individuo tuviera lo que le pertenecía en función de su colaboración (justicia conmutativa) y lo que necesitara para su subsistencia (justicia distributiva). La caridad auxiliaba a la justicia en la consecución del equilibrio social. Pero aquí se hablaba, más que de una caridad en sentido tradicional, de una “economía caritativa como solución a un problema social. Ya no se trataba de virtudes que había que practicar, sino de reformas sociales que había que implantar”. La caridad individual era insuficiente: se requería de una acción colectiva que reformara “las estructuras sociales generadoras de la miseria”.
León xiii lamentaba la desaparición de los gremios y recomendaba su actualización a los tiempos modernos y la fundación de asociaciones de obreros, o de obreros y patrones. Rechazaba las huelgas como instrumento de lucha. Destacaba la importancia del ahorro como camino para sacar de la miseria a los trabajadores, y era otro de los objetivos el que todos tuvieran acceso a la propiedad para lograr una distribución de la riqueza más equitativa.
La tarea de reconstrucción católica de la sociedad recayó sobre los laicos, aunque siempre bajo la dirección, vigilancia y consejo del clero local. Una elite intelectual católica urbana fue la encargada de impulsar las instituciones del catolicismo social, pero se buscó que la base organizativa fuera parroquial. En muchas parroquias, sobre todo en el campo, correspondió una mayor responsabilidad a curas y ministros.A raíz de este proyecto se crearon diversas organizaciones católicas: asociaciones caritativas, mutualidades, cooperativas de ahorro y consumo, sindicatos, escuelas y órganos de prensa.
Si bien ya existían antecedentes de actividad católico-social en México, se puede establecer el principio formal del catolicismo social en el periodo de los Congresos Católicos Nacionales (1903-1909). Las organizaciones y actividades se acrecentaron durante el breve periodo democrático maderista, cuando los católicos regresaron a la arena política con un Partido Católico que logró importantes victorias electorales, como la gubernatura y la mayoría del congreso local en Jalisco. Después de un retroceso durante el periodo más violento de la Revolución (1913-1916), la Iglesia retomó con mayor fuerza el proyecto a partir de 1919, sobre todo la organización obrera, y entró en pugna con el proyecto revolucionario. El punto culminante de este enfrentamiento fue la rebelión cristera (1926-1929). Con la firma de los “Arreglos” con los que dos representantes eclesiásticos aceptaron restablecer el culto y llamaron a los católicos rebeldes a entregar las armas, la Iglesia se recompuso y se adaptó a la nueva situación, y modificó su proyecto de acción social.

La reorganización de la parroquia de Totatiche

Para que el proyecto del catolicismo social en las parroquias tuviera éxito, era necesario contar con una base seglar organizada y formada en la doctrina cristiana. El proyecto católico social siguió al de reforma eclesial; por lo tanto, no podía haber organización católico-social sin la existencia previa del asociacionismo devocional y los tres pilares del trabajo seglar, indispensable para la restauración católica. A esos pilares se agregaría un cuarto y fundamental, en cuya existencia no se pensó en un principio pero que las circunstancias hicieron necesario: el seminario auxiliar El Silvestre.
Al llegar a la parroquia, Magallanes encontró muy decaídas las asociaciones piadosas, así como también la enseñanza del catecismo y las escuelas parroquiales, por lo que en los primeros años se concentró en ponerlas a funcionar. La asociación del Apostolado de la Oración es un ejemplo de ello. A finales del año siguiente a su llegada se notó un aumento del número de socios y de “la frecuencia de los Santos Sacramentos”. Magallanes también trabajó para levantar la actividad de la Vela Perpetua y de la Asociación Josefina, que estaba “bastante decaída”. En contraste, las Hijas de María tenían el proyecto de construir el altar de la Purísima, lo que habla de su buena marcha. Esta última asociación servía, además, como semillero de vocaciones para la vida religiosa. En los primeros tres años de su ministerio, Magallanes dotó al templo parroquial, que había sido bendecido en 1901, de tres altares: el de la Inmaculada Concepción, el del Sagrado Corazón de Jesús y el de Señor San José.
En la etapa más difícil del periodo (1913-1919), cuando la región fue azotada por la violencia de la revolución, la sequía y las epidemias de tifo y gripe, el cura Magallanes plasmó en sus informes un panorama devastado, pero al mismo tiempo esperanzador. En el informe de abril de 1916, el primero en dos años, reportó una decadencia notable de las asociaciones piadosas “con motivo de la extraordinaria miseria que se ha desarrollado en los últimos meses, proveniente en parte de la escasez de lluvias y de cosechas en el año que acaba de pasar”. A pesar de eso y de que los sacerdotes por largas temporadas se vieron en la necesidad de esconderse por la guerra, Magallanes reportó la continuidad, aunque con dificultades, en la administración de los Sacramentos e incluso un aumento de la fe. Ante este escenario de hambre, enfermedad y violencia de un mundo que se derrumbaba, la Iglesia se convirtió en la única institución que daba sentido y orden ala realidad.
Al terminar el año de 1917, había en Totatiche las siguientes asociaciones piadosas: Vela Perpetua, Apostolado de la Oración, Señor San José, San Vicente de Paul e Hijas de María. En julio de ese año se erigió la Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Luis Gonzaga para jóvenes. Según la lista de socios numerarios que ingresaron a dicha congregación de agosto de 1917 a agosto de 1919, había en la sección Totatiche (cabecera) 112 jóvenes, 40 de ellos estudiantes del Seminario Auxiliar que fundó Magallanes en 1915. Es significativo que el fundador y primer director de la Congregación fuera el prefecto del Seminario, José Garibi Rivera. En la sección rural se registraron cuatrocientos veintisiete jóvenes. Si bien es cierto que no todos participaban activamente, su ingreso es un indicador de la capacidad de convocatoria y de organización que tenía la iglesia parroquial.
El 1º de julio de 1919 el arzobispado concedió licencia para que se erigiera la misma congregación de jóvenes en la vicaría de El Salitre (hoy Villa Guerrero). Dos años antes, en junio de 1917, se había concedido licencia para que se fundara la Asociación de Hijas de María en la misma vicaría, que comenzó con treinta y un            socias. Estas dos asociaciones, identificadas ambas como congregaciones marianas, desempeñaron un papel importante en la formación religiosa de niños y jóvenes, pues sus miembros establecieron centros catequísticos en los pueblos y rancherías de la parroquia. Además, en 1921 las Hijas de María administraban una tienda cooperativa y una escuela particular para niñas.
La Cofradía de Nuestra Señora del Rosario se erigió canónicamente el 7 de octubre de 1920 y “quizá por ser nueva [advirtió Magallanes] se nota en ella más fervor. Los domingos primeros de cada mes son verdaderamente concurridos, y con frecuencia no alcanzamos a confesar todos los fieles que lo desean, ni entre cuatro o cinco sacerdotes”. La Cofradía del Rosario contaba desde un año antes con una hoja de información,El Rosario, publicación que desempeñó un papel muy importante en la cultura católica escrita de la región. En 1921 se reportaron dos novedades: el Orfeón del seminario y la Cruzada Eucarística para los niños. El culto divino, reportó Magallanes, nada ha disminuido respecto de años anteriores, notándose más bien mayor esplendor en algunas solemnidades, especialmente con la ayuda del Orfeón que se ha ido formando en el Seminario... Además de los domingos y días festivos en que siempre es la Misa Cantada, se celebran con bastante solemnidad los jueves en honor del Smo. Sacramento, los viernes primeros de mes, y los días 8 y 12 de cada mes... Todos los días 19 de cada mes, hay misa y ejercicio solemne en honor de Señor S. José. Se han celebrado los meses de mayo y junio... Para los gastos del culto cuento eficazmente con las diversas Asociaciones que están establecidas en la Parroquia.
Hacia el final del periodo, en agosto de 1925, el culto tradicional y local al Señor de los Rayos logró su erección canónica como la Pia Unión del Santo Crucifijo del Señor de los Rayos de Temastián, “para mayor culto de la V. Imagen de N. S. Jesucristo Crucificado, que allí se venera”, y su agregación a la Prima-Primaria de Roma establecida en el templo de San Marcelo. Sin embargo, el culto al Señor de los Rayos no fue en detrimento de las nuevas asociaciones: en 1923 se había creado la Cofradía de la Vela Perpetua en Temastián con ciento setenta señoras, y las Hijas de María, con cerca de cincuenta asociadas.

El doctor Eduardo Camacho Mercado es profesor investigador del Centro Universitario  de Lagos y miembro del Departamento de Estudios Históricos de a Arquidiócesis de Guadalajara.

AHAG-PT-1-2. Tadeo Castor de Aguayo, cura de Totatiche. “Quejas al obispo contra pueblos de indios, contra el cura de Colotlán y contra el capitán Protector de Colotlán.” Totatiche, 24 de abril de 1753.

AHAG-PT-3-2. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al arzobispo de Guadalajara”. Totatiche, 7 de agosto de 1913.

AHAG-PT-2-11. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe sobre la conducta de los sacerdotes a su cargo”. Totatiche, 23 de junio de 1921.

Los últimos tres años retirado, con Cristóbal Magallanes como cura coadjutor.

Los primeros tres años como cura coadjutor de Regino Ramos.

AHAG-PT-2-9. “Carta de ‘varias señoras católicas’ al arzobispo de Guadalajara”. Totatiche, noviembre de 1905.

Sandoval, San Cristóbal, pp. 27-173.

De igual manera, se conservan en su biblioteca varias obras católico-sociales como el Tratado elemental de sociología cristiana, de Llovera; Del pauperismo, sus causas y remedios, de Manuel Pérez de Molina, y ¿Qué es la sindicación obrera? Sus principios. Su Orientación. Sus consecuencias, de Víctor Diligent. Están también las Actas y Decretos del Concilio Plenario de la América Latina; los dos volúmenes del Congreso 3º Católico Nacional y 1º Eucarístico, celebrado en Guadalajara en 1906; El Mensajero del Corazón de Jesús de 1907 a 1913, órgano del Apostolado de la Oración; Razón y Fe (mayo-agosto de 1911), revista mensual publicada por la Compañía de Jesús, y los tomos iii-vi (1911-1914) de Restauración social. Boletín de la Semana Católico-Social y Órgano de los Operarios Guadalupanos.

Ceballos, Política…, 2004, p. 19; Trejo, “Educar…”, 2000, p. 192.

Ceballos, op.cit, p. 21.

Idem.

Ibid., p. 51.

Véanse Ortoll, “Faccionalismo…”, 1985, pp. 39-41; Blancarte, Historia…, 1993, pp. 30-31; Padilla, Después…, 2001, p. 13.

AHAG-PT-2-9. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe cuatrimestral”. Totatiche, 31 de diciembre de 1907. El Apostolado de la Oración en Totatiche contaba con dos diplomas de agregación: uno de 1895 y el otro de 1898. Homenajes…, 1906, p. 41.

AHAG-PT-2-9. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Primer informe”. Totatiche, 31 de diciembre de 1906.

Ibid. En 1919, se bendijo en el templo de El Salitre la escultura de la Inmaculada que adquirió la Congregación de Hijas de María. El Rosario (Totatiche), 7 de diciembre de 1919.

AHAG-PB-3-14.Ramón del Real, cura de San Martín. “Carta al arzobispo de Guadalajara”. San Martín, 21 de junio de 1920.

Positio…, 1988, t. 3, p. 17.

AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe”. 27 de abril de 1916.

Ibid.

Tapia, Campo…, 1986, p. 78.

AHAG-PT-3-3. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe de los últimos seis meses”. Totatiche, 31 de diciembre de 1917.

APT. Lista de los socios numerarios de la Congregación de Nuestra Señora de Guadalupe y de San Luis Gonzaga para Jóvenes.

AHAG-PT-3-5. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al gobernador de la Sagrada Mitra de Guadalajara”. Totatiche, 2 de junio de 1919. Contestado al margen el 1º de julio de 1919.

APVG. Libro de Hijas de María Inmaculada. “Informe de los 25 años que lleva la Asociación de establecida”.

AHAG-PT-3-5. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe cuatrimestral”. Totatiche, 2 de septiembre de 1919.

AHAG-PT-3-11. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe”: Totatiche, 23 de junio de 1921.

AHAG-PT-3-8. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Carta al arzobispo de Guadalajara”. Totatiche, 2 de noviembre de 1920.

AHAG-PT-3-8. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe cuatrimestral”. Totatiche, 8 de enero de 1920.

AHAG-PT-3-11. Cristóbal Magallanes, cura de Totatiche. “Informe”. Totatiche, 23 de junio de 1921.

El Señor de los Rayos…, 1932, p. 1; Agraz,  Julián Hernández, 1997, p. 124.

Agraz, Julián Hernández, 1997, p. 119.

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