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A 200 años de la restauración de la Compañía de Jesús Francisco Magaña, S. J.1
La Iglesia Catedral de Guadalajara sirvió de marco, el 27 de septiembre del 2014, a la solemne eucaristía que presidió monseñor Juan Humberto Gutiérrez Valencia, como manifestación de gratitud a Dios por la restauración de la Compañía de Jesús, hace 200 años. Tomaron parte en la celebración un grupo numeroso de religiosos de esa Orden, encabezados por su actual Provincial, que pronunció esta homilía.
Hoy hace 474 años la Compañía de Jesús fue aprobada por el Papa Pablo iii. En 1767 los jesuitas son expulsados de España y de todos sus dominios y 6 años después en 1773 la Compañía de Jesús fue suprimida por el Papa Clemente xiv. Cuarenta y un años después, el 7 de agosto de 1814, hace dos siglos, la Compañía fue restaurada por el Papa Pío vii. Estos cuatro datos de nuestra historia me parece que subrayan el lugar de la Compañía en la Iglesia y pueden sugerir preguntas como las siguientes: ¿Cómo y en qué se funda la Compañía de Jesús? ¿Por qué fue aprobada por la Iglesia? ¿Por qué fue suprimida por la misma Iglesia? ¿Por qué fue restaurada también por la Iglesia? Hoy, ¿por qué la Compañía de Jesús es como es y hace lo que hace? Aunque una homilía no da espacio para responder ampliamente a estos cuestionamientos, brevemente iré abordando cada uno de ellos, haciendo énfasis en el primero y el último, porque yendo a nuestros orígenes podremos entender por qué la Compañía ha hecho y vivido esta historia y por qué somos como somos y hacemos lo que hacemos.
1. ¿Cómo y en qué se funda la Compañía de Jesús?
La fundación de la Compañía de Jesús no fue ni una ocurrencia ni un plan muy pensado de Ignacio y de sus primeros Compañeros. El comienzo de la Orden fue el resultado de un proceso, el cual se fue dando por la gracia de Dios. La acción de san Ignacio y de sus primeros compañeros irá dibujando el perfil de lo que es la Compañía. Señalo cuatro rasgos de ese perfil. Primero, la experiencia espiritual. Cuando san Ignacio se encontraba en Manresa, varios años antes del nacimiento de la Compañía, tuvo la experiencia de que “el creador se comunica con sus criaturas”, y de que Dios lo instruía “como un maestro de escuela enseña a un niño”. Asimismo experimenta la acción creadora y salvadora de la Trinidad, la humanidad de Jesucristo y que Dios está en todo. Por lo tanto al Creador se le puede encontrar y servir en toda realidad humana. Los Ejercicios Espirituales de san Ignacio son la sistematización que el santo hace de esta experiencia espiritual, la cual está en lo más profundo de la vocación de todo jesuita. Con base en esta experiencia de Dios, de Jesucristo, los jesuitas hacemos lo que hacemos. Segundo, ayudar a las personas. San Ignacio se dio cuenta que al compartir sus experiencias y escuchara los demás, las personas podían vivir su vida y su fe de una mejor manera. Al compartir su experiencia espiritual y constatar los resultados de esta acción descubre lo que guiará su vida. Esto será el motivo que dé existencia a la Compañía de Jesús y que vertebre un nuevo modo de vida religiosa que la Orden aportó: el deseo, la misión, de “ayudar a las almas”, de servir a las personas. Tercero. Servir como un cuerpo apostólico. San Ignacio era un hombre práctico y pronto se dio cuenta que junto con otros podía hacer un bien mayor. Así empezó a buscar compañeros para este fin. Cuarto. Misión eclesial recibida. San Ignacio y sus compañeros empezaron a ayudar a las almas pero también comenzaron a tener dificultades con diversas autoridades eclesiásticas, porque aún no tenían una misión dada por la autoridad eclesial y tampoco tenían una formación académica. Como querían ayudar a las almas y hacerlo en la Iglesia decidieron prepararse académicamente y formarse para el sacerdocio. La experiencia espiritual, el ayudar a las personas, el servir en cuerpo con una misión eclesial recibida teniendo una formación competente, son las notas que marcaron la vida de San Ignacio, la de sus primeros compañeros y la de la Compañía aun antes de ser formalmente fundada. En pocas palabras, esta es la historia del primer llamado y encuentro de San Ignacio y de nosotros los jesuitas con Jesús. Hoy recordamos esa experiencia como aquella de los discípulos del evangelio que acabamos de escuchar.
2. ¿Por qué fue aprobada la Compañía de Jesús por la Iglesia?
Aunque el iv Concilio de Letrán (en 1215) prohibía la creación de nuevas órdenes religiosas, Paulo iii aprobó en 1540 la Compañía, porque vio “el dedo de Dios” en este grupo de sacerdotes bien formados, pobres y deseosos de ayudar a la gente; el pontífice intuyó que esos hombres serían un instrumento para responder a las necesidades de la Iglesia. En efecto, la Iglesia necesitaba una renovación, una conversión, una reforma. Con una dolorosa ruptura, Lutero y otros emprendieron la reforma de la Iglesia fuera de ella. Los fundadores de la Compañía también veían que la Iglesia necesitaba una conversión, pero no siendo reformadores a la manera de Lutero, sino siendo ellos mismos reformados y proponiendo así una manera evangélica de servir a la misión Universal de la Iglesia desde ella misma. Emprender este camino acarreó conflictos. Y es que san Ignacio nos dejó ahí otro rasgo distintivo de nuestra espiritualidad: ante la autoridad eclesial vivió al mismo tiempo la libertad y la incondicionalidad. Este germen de conflicto ha estado presente en la Compañía a lo largo de la historia. En la relación de san Ignacio con la autoridad no hay servilismo, ni adulación, ni mitificación de algún puesto, sino “una apuesta por las personas constituidas en autoridad, basada en la convicción creyente de que la autoridad, en la Iglesia, está puesta para servir a lo mismo que Ignacio quería servir y, por tanto, también había de ser tocada por el mismo Dios que le llevaba a él.”2
3. ¿Por qué fue suprimida la Orden?
Aquí no hay espacio para el análisis histórico de esta pregunta, pero sí vale la pena recordar que la fuerte pertenencia de los jesuitas a la Iglesia se hizo presente en el momento de la supresión de la Compañía así comola manera en que asumieron esta decisión del Papa Clemente xiv. Por supuesto que vivieron la extinción como inmerecida pero, siendo jesuitas, se comportaron como tales y siguieron viviendo de su experiencia de Dios, ayudando a los demás y en fidelidad a la Iglesia. De hecho los jesuitas mexicanos expulsos siguieron en Bolonia sirviendo en pequeñas y grandes cosas; algunos de ellos como los padres Clavigero, Alegre y Márquez, que escribieron sobre la historia de nuestro país y de su cultura, ofreciendo aportes fundamentales en la construcción de la nación mexicana.
4. ¿Por qué la Compañía fue restaurada?
Muchas órdenes han sido suprimidas en la Iglesia; pero la Compañía es la única que ha sido restaurada. El Papa Pío vii restauró la Compañía porque pensaba que era un instrumento de Dios para socorrer oportunamente las necesidades espirituales del mundo cristiano en las diversas y múltiples vicisitudes de tiempos y lugares, sin diferencia de pueblos y naciones. Así lo expresóen la bula de restauración que comienza diciendo:
La solicitud de todas las iglesias confiadas por Dios a nuestra humildad, aunque insuficiente por méritos y por fuerza, nos obliga a poner a disposición todos los medios que están en nuestro poder y que nos son provistos por la divina Providencia para socorrer oportunamente a las necesidades espirituales del mundo cristiano, en tanto lo componen las diversas y múltiples vicisitudes de los tiempos y de los lugares, sin diferencia de pueblos y de naciones.
La imagen de los huesos secos de la primera lectura del profeta Ezequiel es más que apropiada para hacer memoria de estos hechos y agradecer a Dios por su acción que mantiene viva y con su Espíritu a la Compañía de Jesús. En el tiempo de la Restauración quedaban muchos “huesos secos”, jesuitas que conservaron con devoción y cariño la espiritualidad, el servicio y la fidelidad a la Iglesia; esos “huesos” recobraron carne y vida y reconstituyeron de nuevo a la Orden. Abro aquí un paréntesis sobre la refundación de la Provincia Mexicana que ilustra este icono de los huesos secos: de los 680 jesuitas que al momento de la expulsión formaban la Provincia Mexicana, en 1814 sólo sobrevivían 42 ancianos. La mayoría estaba en Europa. Tres septuagenarios, José María Castañiza (71), Pedro Cantón, (71) y Antonio Barroso (73), que lograron volver a México desde 1809, fueron la expresión de esos huesos secos de donde renació la Compañía en México en mayo de 1816.
5. ¿Por qué la Compañía de Jesús es como es y hace lo que hace?
Lo que hemos venido haciendo en estos dos siglos que hoy conmemoramos quiere encarnar lo que el Papa Pio vii expresó en la bula de Restauración. También, como sucedió con san Ignacio y con la Compañía hasta antes de la supresión, nuestro servicio en ocasiones es conflictivo, no porque nos guste ni porque nos atraiga lo nuevo o lo diferente en sí mismo, sino porque queremos –en medio de nuestro pecado y nuestras limitaciones- ser fieles al llamamiento que hemos recibido.Esta misión y este modo nuestro de llevarla a cabo es lo que a lo largo de estos “nuevos” 200 años, los pontífices nos han venido recordando y confirmando. Más recientemente, el Papa Benedicto xvi en sus palabras dirigidas a los miembros de la Congregación General 35 (máximo orden jurídico de la Compañía) en febrero de 2008, nos dice:
Espero, pues, ardientemente que toda la Compañía de Jesús…, pueda vivir con renovado impulso y fervor la misión para la que el Espíritu la suscitó en la Iglesia y la ha conservado durante más de cuatro siglos y medio con extraordinaria fecundidad de frutos apostólicos. Hoy deseo animaros a vosotros y a vuestros hermanos para que prosigáis en el camino de esa misión, con plena fidelidad a vuestro carisma original, en el contexto eclesial y social propio de este inicio de milenio. Como en varias ocasiones os han dicho mis antecesores, la Iglesia os necesita, cuenta con vosotros y en vosotros sigue confiando, particularmente para alcanzar aquellos lugares físicos y espirituales a los que otros no llegan o encuentran difícil hacerlo.
Por esto, con renovado impulso y fervor, hoy los jesuitas seguimos sirviendo a la fe y promoviendo la justicia en diálogo con otras tradiciones religiosas y de manera inculturada en campos distintos y variados: espiritualidad, evangelización, misiones indígenas, universidades, colegios, derechos humanos, investigación, parroquias, migrantes y promoción social. Estos campos nos llevan a fronteras que no siempre son cómodas y a veces son conflictivas. El Papa Benedicto xvi también nos lo recuerda y nos anima a continuar cuando en el discurso que aludo anteriormente nos dice:
A lo largo de su historia, la Compañía de Jesús ha vivido experiencias extraordinarias de anuncio y de encuentro entre el Evangelio y las culturas del mundo: basta pensar en Matteo Ricci en China, en Roberto De Nobili en la India o en las «reducciones» de América Latina. Y de ellas estáis justamente orgullosos. Hoy siento el deber de exhortaros a seguir de nuevo las huellas de vuestros antecesores con la misma valentía e inteligencia, pero también con la misma profunda motivación de fe y pasión por servir al Señor y a su Iglesia.3
Asimismo, el Papa Benedicto xvi nos animó a proseguir y renovar nuestra misión con los pobres al afirmar que “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza”,4 hizo memoria del Padre Arrupe y de su intuición del trabajo con los Refugiados. Ahora nos encontramos con la novedad de que un jesuitaha sido elegido como sucesor de Pedro, pero quiero subrayar que nuestra pertenencia a la Iglesia –como la de todo católico- es la misma a lo largo de nuestra historia, y nuestro voto de obediencia al Papa para ser enviados en misión a donde la Iglesia más lo necesite, es el mismo. Obviamente el Papa Francisco entiende nuestra pertenencia eclesial, así como nuestra libertad e incondicionalidad, que son la herencia de San Ignacio y de los primeros compañeros. De ahí que también el papa Francisco siga confirmando nuestro ser y misión en la misma línea que lo hizo su antecesor. En una entrevista concedida a algunas revistas jesuitas, el Papa Francisco dice:
…] el jesuita piensa, siempre y continuamente, con los ojos puestos en el horizonte hacia el que debe caminar, teniendo a Cristo en el centro. Ésta es su verdadera fuerza. Y esto es lo que empuja a la Compañía a estar en búsqueda, a ser creativa, generosa. Por eso hoy más que nunca ha de ser contemplativa en la acción; tiene que vivir una cercanía profunda a toda la Iglesia, entendida como ‘pueblo de Dios’ y ‘santa madre Iglesia Jerárquica’. Esto requiere mucha humildad, sacrificio y valentía, especialmente cuando se viven incomprensiones o cuando se es objeto de equívocos o calumnias, pero es la actitud más fecunda. Pensemos en las tensiones del pasado con ocasión de los ritos chinos, los ritos malabares, o en la reducciones del Paraguay. Yo mismo soy testigo de incomprensiones y problemas que la Compañía ha vivido aun en tiempo reciente.5
En la celebración de este aniversario tan significativo pidamos pues al Señor que nos ayude, con renovado impulso y fervor, a ser fieles a nuestro carisma y misión,especialmente en el servicio al pueblo de México que tanto sufre de la injusta desigualdad y de la violencia, y que nos dé lucidez para colaborar en la construcción de una sociedad en la que reine la paz, el Shalom, el conjunto de todos los bienes que desde siempre Dios ha querido para todos nosotros: el Reino de Dios, y que vivamos la dicha de quien medita la Ley, el deseo del Señor día y noche.
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