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Memoria de la visita pastoral a San Blas y a Sayacota

Jirones del obispado de Guadalajara en 1679 (21ª parte)

A cargo del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis[1]

 

 

La inestabilidad de las fundaciones de la sierra del Nayarit, infestadas de indios que habían renegado de su bautismo –apóstatas- es del todo evidente en los testimonios que siguen

 

1.      Nuestra Señora de la Concepción de Sayacota

 15 de enero de 1679. Apenas rayando el alba, no bien celebró la Eucaristía en el modesto villorrio de San Blas,[2] poco antes fundado, el obispo de Guadalajara, de visita pastoral en tierras de los nayaritas, administró la confirmación a un pequeño grupo de ocho personas. Hecho lo cual, don Juan de Santiago de León Garabito en compañía de su séquito, siguió su ruta, en dirección al pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Sayacota,[3] “de nueva conversión en la sierra”.

Luego de trotar 22 kilómetros,[4] a las once de la mañana, llegaron a su meta. El pastor se apeó frente a una enramada de cercado de carrizo y techo de paja “que estaba dentro de los cimientos de la iglesia, que mandó su señoría ilustrísima a los naturales la acaben”. En el interior del precario recinto se inventarió un baldaquín de chamelote verde, un crucifijo de poco más de cuarenta centímetros de altura,[5] una escultura de Nuestra Señora con una corona de plata, una cruz de madera dorada, un ornamento y un frontal de la misma tela, manteles y una campana. Por la tarde, confirmó a treinta y siete almas e inmediatamente después, bautizó a un ‘gentil’ al que impuso su propio nombre, Juan de Santiago, y lo confirmó.

            De acuerdo al padrón de Sayacota, los vecinos eran Juan Bernaud, casado con Juana Micaela, con tres hijos; Miguel Francisco, su mujer Lorenza María, más cuatro hijos; Blas, casado con Margarita, con dos hijos; Francisco, esposo de Josefa, con tres hijos; Pedro, con su mujer Petronila y tres hijos; Antón, casado con Gracia; Juan, esposo de Lucía; Cristóbal, consorte de Antonia, más tres hijos, Nicolás, desposado con Catalina y sus dos hijos. De viudas se censó a María y a sus tres hijos, y a un soltero de nombre Felipe.

 

2.      San Juan Bautista de la Marca

 Por otro lado, en el libro de Visitas se advierte este dato dramático en torno a un asentamiento de indios recién arrasado por los naturales indómitos, se trata de San Juan Bautista de la Marca[6] “que es el quinto de los de nueva conversión de esta sierra del Nayarit” y el cual apareció a la vista de los visitadores

 “en esta ocasión despoblado por haberles quemado una cuadrilla de indios apóstatas que andan en estas sierras del Nayarit con muertes del hijo del gobernador de dicho pueblo […] la mayor parte de los que quedaron fieles y leales están retirados en el pueblo de San Marco Cuiutlan y tres famlias se quedaron en sus milpas, entre el pueblo de Santa Fe y La Marca. Este dicho pueblo de San Juan Bautista de la Marca dista seis leguas[7] del pueblo de Santa Fe, el río de San Pedro abajo y quedó encargado el dicho fray Sebastián de Villanueva de volverlo a deedificar y a que vuelvan y se recojan a él los indios que le poblaban luego que se quieten los apóstatas, para lo cual hará su señoría ilustrísima las diligencias que convinieren”.

 3.      Título de cura doctrinero interino de la feligresía de Santa Fe y otro de la de San Blas en la sierra del Nayarit

 El obispo Garabito juzgó prudente dividir en dos, dicho día 15 de enero, los pueblos de la sierra del Nayarit en dos feligresías. A la de Santa Fe, quedaron vinculados los de San Juan Bautista de la Marca y San Francisco Tlacualoya,[8] expidiéndose el título de cura doctrinero interino en tanto “que su Majestad propone sujeto para la colación y canónica institución” a favor del ya mencionado fray Sebastián de Villanueva “religioso de san Francisco de la provincia de Xalisco”. Acto continuo, “a pedimento de los indios del pueblo y feligresía de Santa Fe”, el prelado erigió y fundó cofradías que se hiciera cargo del hospital en todos estos pueblos, a las que dio por título “Nuestra Señora de la Concepción” y reconoció por bienes cuarenta cabezas de ganado mayor, para la de Santa Fe; 35 para la de Tacualoya; 27 reses “de vientre” para la de San Blas y, por último, 25 vacas y dos toros para la de Sayacota. A todos les dio licencia de pedir limosna y les mandó que “hicieran enfermería y pusieran camas y recados para la curación”. En atención a la cortedad de sus recursos, a todos estos feligreses el pastor los exoneró de pago alguno por los servicios parroquiales: “mandó que el cura doctrinero no les pueda llevar obvenciones por los entierros y casamientos en diez años”.

            Habiendo dispuesto don Juan salir de la sierra del Nayarit por Acaponeta, en dirección al pueblo de San Diego, dos indios cristianos, correos suyos, que envío desde Tacualoya, al Gobernador de los indios insumisos, a Guainori le trajeron las siguientes noticias:

 “que no estaba en la sierra el dicho Guainori, Gobernador, por haber ido con muchos de los suyos por la hierba que llaman peyote a distancia de doscientas leguas[9] del Nayarit, y que decían lo que se habían quedado, se verían cuando pudiesen con su señoría, en viniendo su Gobernador”.



[1] Extracto del Libro primero de visitas, así particulares como generales, del ilustrísimo señor doctor don Juan de Santiago de León Garabito, que hizo en esta ciudad y obispado de la Nueva Galicia, siendo por la divina gracia y de la Santa Sede Apostólica obispo de dicho obispado, Nuevo Reino de León, Provincias del Nayarí, Coaguila y Californias, del Consejo de su Majestad, etcétera, mi señor, custodiado en el Archivo Histórico de la Arquidiócesis de Guadalajara, México, fojas de la 74 vuelta a la 75 vuelta.

[2] No se debe confundir este poblado con el puerto del mismo nombre,  hoy cabecera municipal del estado de Nayarit.

[3] Hoy en día se llama simplemente Saycota. Es una delegación del municipio de Acaponeta, Nayarit. Tiene 47 habitantes y se sitúa a 480 metros de altitud.

[4] Cinco leguas.

[5] Media vara.

[6] El dato está documentado en Los coras entre 1531 y 1722 ¿Indios de guerra y de paz?, de Magriñá, Laura, Ed. INAH, México, 2002, 367 pp. Véase también Cf. Péron, Mylène, “Le Mexique, terre de mission franciscaine, XVIe-XIXe s: La province de Xalisco”, p. en Recherches & documents Amérique latine, Ed. Hartmann, 2005, 307 pp., p.c. 142.

[7] 26.66 kilómetros.

[8] En el original dice Tlaqualoia. No está identificado con población actual alguna.

[9] Casi 900 kilómetros. Esta peregrinación la siguen practicando los descendientes de estos indios al actual estado de San Luis Potosí.

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