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Billete de Marcos Castellanos al obispo Cabañas
A cargo del Departamento de Estudios Históricos de la Arquidiócesis
Facilitados en fotocopia para su publicación en este Boletín por el presbítero Jesús de León Arteaga, las dos piezas documentales que siguen dan luces en torno al ejemplar cumplimiento en el sagrado ministerio de don Marcos Castellanos
Nota introductoria. Presbítero del obispado de Michoacán, oriundo de La Palma (1747-1826), el insurgente Marcos Castellanos sirvió en San Felipe, Sahuayo y Cojumatlán antes de sumarse, en 1810, a las filas de Miguel Hidalgo. Hasta fines de 1816 se mantuvo al frente del reducto heroico de la Isla de Mezcala; después de esta última fecha, se acogió al indulto general promovido por el obispo Juan Cruz Ruiz de Cabañas, a cuya jurisdicción se sometió, siendo destinado a la capellanía de Ajijic, de la parroquia de Jocotepec, donde llegó a vivir casi en la indigencia. Cuando murió, el 7 de febrero de 1826, “Se sepultó de gratis, pues no hubo con qué pagar. Recibió los santos sacramentos. No testó por pobre”, según reza su partida de su defunción.[1]
Billete de Marcos Castellanos
Excelentísimo e ilustrísimo señor doctor don Juan Cruz Ruiz de Cabañas Xocotepec, agosto 19 de 1819 Mi muy venerado prelado Hace un mes y diez días que el señor cura de este partido me puso de ministro en el pueblo de Ajijic,[2] lo que no he participado a su excelencia ilustrísima por ver cómo me probaba. Hágolo ahora diciéndole que estoy a gusto por los muchos favores que del señor cura recibo, pues a pesar de que este pueblo se compone de puros indios y por lo mismo son muy cortas sus obvenciones, ha procurado sostenerme. Acabo de saber que a dicho señor se le ha dado el curato de Tapalpa y con esto pienso quedar otra vez en el aire. Dios haga su santísima voluntad y le preste vida a su señoría ilustrísima para mi amparo, lo que incesantemente pide en sus cortas oraciones su más rendido súbdito que su pie besa. Marcos Castellanos [rúbrica]
Informe reservado del párroco de Jocotepec al obispo de Guadalajara
Excelentísimo e ilustrísimo señor doctor don Juan Cruz Ruiz y Cabañas Señor A la superior orden de vuestra excelencia ilustrísima que con fecha 15 de junio me dirigió, no he podido cumplirla con brevedad como yo deseaba y dar razón a vuestra excelencia ilustrísima de todo lo que en esa superior orden se pide, lo que hago ahora respondiendo a lo más reservado; lo que falte [lo enviaré] para cuanto antes. Remito a vuestra excelencia ilustrísima los padrones de toda esta feligresía y una lista por separado de todos los que han faltado al cumplimiento de la Iglesia, en la que no todos los de ella han faltado por renuencia, aunque sí los más, pues en una es por sus cortedades y asistencia en su trabajo, prometiéndome el hacerlo cuanto antes, y no cesan de llegar a confesarse, y creo que en todo el mes de julio quedaran sólo los muy rebeldes y contumaces. He cumplido en exhortarlos y amonestarlos. Las costumbres de esta feligresía en lo general son cristianas y en pocos reinan algunos escándalos causados ya de la embriaguez y ya de concubinatos, en particular reina en los más de los indios la embriaguez. Las iglesias así de esta parroquia como las de los pueblos de indios en lo material están buenas, ningunos fondos encuentro en ellas, sólo en la parroquial el de fábrica, que es muy escaso, cofradías ningunas. La iglesia parroquial tiene ahora lo muy preciso de ornamentos, aunque viejos, y vasos sagrados para celebrar y administrar los sacramentos. Las de los pueblos y capillas de haciendas tienen lo preciso para celebrar. Eclesiásticos hay en esta feligresía tres: el padre don Marcos Castellanos en la ayuda de parroquia de Ajijic[3] administrando; el padre [no dice su nombre] capellán de Huejotitán, que administra toda la hacienda, ordenado a título de administración, su edad cuarenta y cinco años, sus licencias me dice tiene orden de refrendarlas, la ocupación de los dos lo ya referido, y ser asistentes en el confesionario y bien de las almas, pues el padre capellán no obstante estar algo enfermo, me ha servido y me sirve en cuanto lo ocupo, y si no fuera por él ahora que he estado solo, seguramente hubiera faltado yo en mucho y hubieran padecido bastante los feligreses. La vida y costumbres de ambos no tienen qué reprender. Lo más pronto que pueda concluiré en dar razón a vuestra excelencia ilustrísima de lo demás que me falta. Dios guarde a vuestra excelencia ilustrísima muchos años. Jocotepec, julio 13 de 1820 Su más humilde y rendido súbdito que besa la mano a vuestra excelencia ilustrísima José Reyes Ibarra [rúbrica] |