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Los frailes y la guerra David Carbajal López
Para redondear lo dicho en el artículo anterior, se incluye este, que analiza de forma sumaria la participación del clero regular en el doloroso y lento proceso de la emancipación de la América septentrional española.[1] En razón del carácter de párrocos de varios caudillos insurgentes (Hidalgo, Morelos, Matamoros los más conocidos), los estudios al respecto suelen centrarse en el grupo de los clérigos seculares. En cambio, la atención prestada a los religiosos ha sido menor, con notables excepciones, una especialmente destacable, la obra de Eric Van Young, La otra rebelión... (FCE, 2006). En orden a ser justos, ha de aclararse que al igual que sus colegas clérigos, hubo religiosos tanto entre los insurgentes como entre los realistas, cumpliendo papeles asimismo de lo más variado: capellanes de tropas, predicadores, enfermeros, informantes, asistentes de los comandantes, e incluso no faltó algún comandante entre ellos. Aunque me temo que no tengo cifras precisas, por los casos que conozco de la provincia de Veracruz, se diría que la guerra fue un período propicio para que muchos religiosos se fugaran de sus conventos para participar en la contienda, aunque los hubo también que participaron de ella desde dentro de la vida institucional de las órdenes. Además de la predicación, los religiosos podían servir a la causa con sus informes y acompañando a los militares en campaña. Fue el caso por ejemplo de los carmelitas descalzos de Orizaba, cuya orden fue también una de las más comprometidas con la causa realista, y quienes aportaron datos al comandante militar local gracias a los paisanos que frecuentaban su convento para confesarse con ellos. Cuando Orizaba fue ocupada por las tropas insurgentes en la primavera de 1812, los carmelitas acompañaron a la guarnición realista en su retirada y asistieron literalmente a las trincheras de la defensa de la vecina villa de Córdoba. En aquella ocasión, otro religioso, un hospitalario betlemita, fray Simón Chávez, colaboró también atendiendo a los heridos. Fray José Antonio, cabe decir, no estaba solo. Si los carmelitas y los misioneros apostólicos se caracterizaron por su lealtad realista, del lado insurgente tampoco faltaron religiosos, franciscanos especialmente como lo ha hecho notar Van Young, pero incluso también algún carmelita. Un ejemplo: fray Miguel de San Cayetano, fugado dos veces de su convento, la primera vez en México y la segunda en Tehuacán, para unirse a las otras insurgentes. Otro caso, de un franciscano descalzo, fray Juan Dávila, aprehendido por las milicias realistas del sur de Veracruz entre los insurgentes de la zona, y quien una vez remitido a Oaxaca logró fugarse para volver con ellos. Una vez consumada la independencia, hubo varios frailes realistas que prefirieron irse a España con las tropas expedicionarias que salieron del país entonces. Además, entre misiones, fugas, capellanes, y otros que se sumaron a la causa independentista en tiempos del plan de Iguala, otro de los legados de la guerra fue, un pequeño contingente de religiosos “rebeldes” a la idea de volver a sus claustros. Sin preocuparse demasiado por ello, y alegando incluso que sus superiores habrían dado su “aprobación tácita” a esa situación, los párrocos e incluso algunos obispos se sirvieron de ellos para atender pueblos distantes, regiones pobres y de la costa. Así, tras la independencia, hubo pueblos como Alvarado, Tlacotalpan y Amatlán, que estuvieron atendidos por religiosos durante varios años. Paradójicamente, después de 1824 sobre todo, no serían tanto las autoridades eclesiásticas sino las civiles las que verán en ellos un peligro potencial, y se esforzarán por hacerlos volver a los claustros, o en su caso expulsarlos del país en tanto españoles entre 1827 y 1833. [1]Oriundo de Teziutlán, Puebla (1980), el autor de este artículo es doctor en Historia por la Universidad Paris I Panteón-Sorbona. La colaboración se tomó de la página electrónica ‘El ayer y el hoy de la Iglesia católica en México’: http://historiareligiosademexico.blogspot.com/2010/03/los-frailes-y-la-guerra-de-1810.html |