Documentos Diocesanos

Boletín Eclesiástico

2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
2021
2022
2023
2024

Volver Atrás

Memoria de la visita pastoral al pueblo de Sentispac

O semblanza del obispado de Guadalajara en 1679 (14ª parte)

  

A cargo de la sección de la crónica diocesana

  

En el mosaico etnográfico de los confines de la Nueva Galicia a fines del siglo XVII, la presencia india era determinante, y el oficio pastoral atendido por eclesiásticos por el rey para ejercer el oficio de curas doctrineros, según se desprende de estos datos.

 

Sentispac

Luego de un fatigoso trajín de seis horas a lomo de mula y un trayecto de más de veinte kilómetros, llegó a Sentispac, que entonces ostentaba el título de alcaldía mayor y cabecera del partido, el obispo de Guadalajara don Juan Santiago de León Garabito, procedente de Santiago Tecolotlán, de donde salió a las cuatro de la mañana.

Lo recibió el cura doctrinero, fray Antonio Arias, los religiosos y presbíteros fray Benito Guerra y fray Luis Lozano, y el alcalde mayor don Gaspar de Angulo, y demás principales. Poco después, el prelado administró la confirmación a setenta y cuatro bautizados.

La circunscripción comprendía, además de la cabecera, ocho poblaciones: Santiago, San Andrés, San Miguel Tuxpilla, San Sebastián, San Marcos de Acaxala, La Limpia Concepción de Zapotan, Mexcaltitán y San Felipe Sauta, así como la estancia El Piciete, la de Tiacapan, de Juan López Portillo, la de Bernardino de Ayala, y algunos ranchos ‘de milpas’ a la vera del río Mexatengo.

Como el párroco, aunque tenía licencias para confesar y predicar, carecía de su título de su colación canónica, el obispo le pidió se presentara a la Secretaría de Gobierno de la Curia, para que se le expidiera.

Al revisar los asientos de bautismo, el pastor objetó lo escueto de los datos en ellos contenidos y pidió se usara la fórmula completa; también, que no se ausentara de su feligresía sin licencia del Ordinario. En los asientos de matrimonio, exigió se consignara si los pretendientes eran negros, mestizos, mulatos o españoles, si son de esa feligresía, o ultramarinos o vagos, y que de la partida diera fe, con su firma, el párroco. En el libro de defunciones también encontró insuficiencia en los datos consignados y pidió se incluyera si el difunto hizo testamento o memoria de sus bienes y adeudos.

Al día siguiente, visitó el templo parroquial, que encontró ‘todo decente y nuevo’, terminándose de construir: “Es el retablo de la capilla mayor de talla las columnas y dos lienzos de pincel a los lados, y en medio, sobre el sagrario, un nuestra Señora de la Asunción, que es la advocación de la parroquia… [y] en medio del cuerpo de la iglesia, al lado del evangelio, un altar de un santo Cristo devoto y decente”. En la sacristía, encontró el prelado “un cajón de madera de cedro, nuevo y curioso, y encima, una imagen de nuestra Señora de Guadalupe, de pincel, con su marco de madera muy aseado”.

En orfebrería en plata se tomó razón de un cáliz grande y dos pequeños, dos candeleros, una cruz con su pie para el altar mayor, una cruz manga, mediana, un incensario, con su naveta y cuchara; una lámpara grande para la capilla mayor y dos pequeñas, una en la sacristía y otra en la capilla nueva.

El ajuar en textiles constaba de cinco ornamentos, dos de damasco blanco, con frontales de lo mismo, uno de raso con su frontal morado, otro de raso negro, con su frontal del mismo tejido, otro de ormesí azul, con su frontal; dos capas pluviales, una de damasco blanco, otra de raso negro; un palio de damasco blanco y cuatro velos de raso: “dos de nuestra Señora de la Asunción, uno rosado y otro a flores, y dos morados del santo Cristo. También se encontraron cuatro candeleros de azofar, dos campanas, campanillas, atriles, de todo lo cual se dejó inventario “en el libro de los que se casan y velan”.

Impartió el obispo dos tandas de confirmaciones, por la mañana a ciento setenta y cinco fieles y otra a mitad del día, a ciento noventa y un almas.

 

Las cuentas de las cofradías

Muy riguroso fue el examen al que sometió el señor Garabito el desorden de las cuentas de las cofradías a cuyo cargo estaban los hospitales de esta circunscripción. Parece que un vicio general, porque a todos los mayordomos se les hizo este reclamo, fue que no rendían cuentas al párroco, sino a otras autoridades, lo cual no fue de su parecer. Todas estaban sumidas en la bancarrota y las pocas que tenían bienes, los administraban de forma abusiva y discrecional.

La cofradía de Nuestra Señora de la Concepción de Sentispac, no rindió cuentas por ser insolvente, concediéndoles el obispo licencia para pedir limosnas por todo el obispado, a fin de remediar su necesidad y con el importe, hacer dos camas para los enfermos.

El mayordomo y los priotes de Zapotán, fueron facultados para demandar limosnas y con ellas, edificar al menos “un jacal que sirva de enfermería, en el que se pongan dos camas con sus colchones, sábanas, frazadas y almohadas, y que compren lo demás necesario de jeringa, lancetas y ventosas para la curación de los enfermos”.

Los cofrades del hospital de Nuestra Señora de la Concepción del pueblo de San Sebastián, no ofrecieron algo mejor que quienes les antecedieron, dándoles el obispo el mismo remedio y encargo: que pidieran limosnas y de lo recabado hicieran “dos camas de todo lo necesario y de los instrumentos necesarios para la curación”. El señor Garabito hizo relación a ciertas cabezas de ganado registradas en la anterior visita pastoral como patrimonio de dicha cofradía, sin embargo, se le informó que los mayordomos de ese tiempo “murieron en una peste que hubo. Murieron muchos de los naturales del pueblo y que no pudieron cuidar de él y se les alzó”. Les pidió el obispo recobrar lo que pudieren de dicho ganado y lo hicieran rodeo, es decir, lo domesticaran de nuevo, para regenerar su patrimonio.

El mayordomo del hospital de Nuestra Señora de la Concepción de San Miguel Tuxpilla, recibió, como los anteriores, en su inopia, el permiso para pasar el sombrero entre donantes, y con la colecta, hacer dos camas y sus cubiertas, así como instrumental quirúrgico. Ahora bien, a diferencia de los anteriores, este sí tenía cuentas qué rendir: 240 vacas de hierro arriba, 70 toros, 7 caballos mansos y 20 yeguas grandes y pequeñas; y como debió advertir desvío de los recursos, aun con fines de culto, el obispo le advirtió al referido responsable “…que no digan por cuenta de la cofradía más misas ni fiestas que sus constituciones mandan y que las misas de los meses cantadas, diciéndolas en su mismo pueblo y hospital… paguen a razón de dos pesos siendo con vigilias y responso cantado, y si la cofradía llegare a tener menos de doscientas reses, no paguen las dichas misas, sino que la limosna la apliquen al aumento de dicha cofradía…”.

A los de la cofradía del hospital de Acaxala, también en la penuria, les autorizó pedir limosna y con ella adquirir dos camas e instrumentos para remedio de los enfermos. Poseían, empero, 130 reses de hierro arriba, por lo que el jerarca dispuso “…que no pagasen por la fiesta titula con misa, vísperas y procesión más de cuatro pesos, sin otra cosa, y que la cera que se pusiera sea de la fábrica según en la iglesia que se celebraba. Así mismo, que no digan más las misas del mes, hasta que tenga ingreso dicha cofradía, y que las vacas que han acostumbrado dar al alcalde mayor no se den más, porque lo pagarán y serán castigados con todo rigor”.

Los cofrades del hospital de San Marcos Acaxala, como los precedentes, fueron conminados, en su penuria material, ha hacer de limosna dos camas con sus colchones. Tenían 1246 reses de hierro arriba, 46 yeguas y caballos y 8 bestias mulares. Su señoría mandó “que de ninguna manera vendan res ninguna sin su expresa licencia o de Juez competente que la pueda dar”.

Por otra parte, requiriendo el obispo la asistencia del Cura doctrinero, habilitó con título provisional de teniente de cura doctrinero a fray Luis Lozano. Al padre Arias lo conminó hiciera saber las determinaciones de la visita a los naturales “explicándoselas en su idioma”.

El 5 de enero, después de comer, hacia las tres de la tarde, salió don Juan Santiago de León Garabito, a su siguiente destino, el pueblo de Nuestra Señora de la Concepción de Zapotlán.



Hoy delegación del municipio de Santiago Ixcuintla, Nayarit. Por este tiempo se le conocía también como feligresía de Nuestra Señora de la Asunción de Sentispac.

Cinco leguas.

Del náhuatl picietl, tabaco sagrado.

En náhuatl significa nuestra hermana mayor.

Tributario del Santiago. En náhuatl significa oscuridad, muerte y niebla.

El lado izquierdo, desde el punto de vista de los fieles, mirando hacia el altar.

En este caso, el adjetivo implica un aliño esmerado o perfección en la confección del aludido marco.

Cruz procesional, cuya vara se cubre con una pieza de tejido. También recibe este nombre la peana de plata sobre la que se asienta dicha cruz.

Tela fuerte, de seda muy prensada y tupida, que hace visos y aguas.

Inferimos que esta circunstancia se deba a la falta del libro de Gobierno.

Situado a unos 50 kilómetros al sur de Tepic, es delegación municipal de Compostela, y tiene hoy en día unos 600 habitantes.

El ganado alzado es el que por incuria recobra su condición montaraz y salvaje, haciéndose improductivo para el aprovechamiento de los derivados lácteos y para las labores del campo.

Esto es, debía correr por cuenta de los gastos del templo, no de la cofradía.

 

Volver Atrás