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Desde mi sótano

Primera publicación de la resistencia activa de los católicos en México (17ª entrega)

 

 

Joaquín Cardoso, SJ, y otros

 

Los días de esta publicación clandestina estaban contados. Poco más de dos meses de haberse levantado en armas no pocos católicos, en especial en las zonas rurales de Jalisco, Zacatecas, Durango, Michoacán, Guanajuato y Colima, el gobierno callista comenzó a tender un cerco cada vez más estrecho. En este número, el 18, fechado el 10 de marzo de 1927, entre otras cosas se repasan las felonías del general Eulogio Ortiz, cuya fama de sanguinario y de cobarde le valió los apodos de ‘El Cruel’ y ‘El Mata Amarrados’. Se trata del más antiguo testimonio escrito acerca del martirio de san Mateo Correa Magallanes

 

Leyendo a Bulnes

El Universal, con magnífico acuerdo, ya en sus páginas no puede escribir nada referente al conflicto religioso, porque los tiranuelos de la CROM se lo impiden y él se deja, ha publicado una colección de artículos de don Pancho Bulnes, que valen oro molido, por las verdades que dice.

            Dice por ejemplo en la página 90 de dicho libro: “Yo sería el más entusiasta de los partidarios del señor Calles, si creyera que podía ser el Mussolini o el primo de Rivera de este país; pero hay un hecho que prueba, que el General Calles nunca podrá César, sino plantarse en el triste puesto de demagogo; el hecho que funda mi arrogante apreciación, es, que nunca ha habido político en el mundo que procure con tanto empeño como el General Calles, que su Gobierno no tenga dinero, ni crédito, ni opinión pública, ni país; no hay que hacer caso de los programas de cajón escritos por los políticos sobre todo cuando se habla por escrito delante de los Estados Unidos, donde es señor Pesquera está trabajando por presentar al pueblo americano un “Calles de exportación”, muy diferente del Calles de consumo nacional”.

            Y más adelante: “El programa práctico del callismo que está impresionando a la nación, es amor al pobre, que significa odio de malvado; amor al boxerismo, que significa odio judaico al extranjero; amor a las “porras” que significa amor a la responsabilidad de los criminales; amor a la bandera roja, que significa odio a la “Cruz y a la Patria”; amor al cacle, que significa odio al cerebro y por último, amor a la política de terror como sistema, aceptando la divisa de Calígula: “Oderint dum metuant”. “¡Que me odien, pero que me teman!”

            ¿Podía caracterizarse de modo mejor la obra nefasta de los callistas y del callista mayor, que con éstas palabras, expresión de una realidad cada día más viva?

            ¿Qué hubiera dicho Bulnes, si viviera en estos malhadados últimos días?

            Pero ante todo, ¿hubiera podido decirlo? Lo que es a él, no le faltaba valor para decirle una verdad al lucero del alba; mas ¿dónde hubiera podido decirlo? Porque la prensa a pesar de todos sus alardes de independencia, está más atada que un cohete, por los léperos de la CROM.

            Les consta en efecto a los señores periodistas, que son papas eso de que el la rebelión, como ellos la llaman, la defensa de los derechos conculcados, como nosotros decimos, se ha acabado en todas partes; les consta que el movimiento armado de defensa está pujante en todos los Estados de la República sin excepción; más aun, tienen la casi seguridad de que este movimiento armado de defensa vaya a mandar a freir monas al callismo con todo y jefes y muy pronto, y sin embargo de constarles todo esto, todavía nos publican los partes guerrilleros (?) del general Piña (o general papa, como ya se llama), partes que el ministerio de la guerra General Amaro, no se ha atrevido a firmar, por tener todavía un poquito de pundonor militar. Y en esos partes diarios se lee, que ya toda la República está en paz y todos los días nos dan noticias de victoria… ¿contra quién, pues?...

            Pero la prensa se ve obligada a publicar tales cosas, y no puede publicar otras, no podría publicar un artículo de Bulnes, porque la CROM haría cucuruchos con todos los ejemplares del número.

            ¡Bien hizo en morirse Bulnes! Pues al fin tuvo tiempo de morir cristianamente con los auxilios de la Iglesia, aunque fuese in extremis. Si hubiera continuado viviendo, no hubiera faltado quien lo despachado violentamente al otro barrio, como a ciertos generales, a quienes se hacen grandes ofrendas florales en la sepultura que se le ha obsequiado por sus buenos amigos del gobierno.

            Y si no hubiera muerto de una puñalada o un tiro, se hubiera muerto de berrinche al ver que se le tapaba la boca, cualquier talabartero o albañil, constituido en censor de la prensa capitalina, ¡por obra y gracia de la omnipotente CROM!

 

Capítulos de un libro

 

Esperancita Bringas, la que subió como todo en la revolución, hasta el puesto de bibliotecaria de la Biblioteca Nacional, ha escrito un libro, que va a titularse “La ideología del General Calles”, y el mismo General Calles, modestamente con su “criterio filosófico” lo ha corregido y puesto a punto.

            Este libro, que ha de dejar tamañito a “Los caracteres” de La Bruyere, o a las Confesiones de san Agustín, y de J.J. Rousseau, a juzgar por los que han puesto en las manos, no se editará en México. Probablemente porque con toda razón, se teme que no haya editor en nuestra tierra que se quiera hacer responsable de tal documento histórico y sapientísimo…

            ¡Bueno va a estar ese libraco! ¡Solamente que no tendremos pinzas suficientes para coger! Figúrense ustedes ¡la ideología de Calles! ¡Pujidos de beata, muecas de sacristán, prensa envilecida, etcétera, etcétera!

            Yo le aconsejaría a Esperancita, que le añadiera a su libro, para que tuviese por lo menos algunos visos de ideología conforme a su título los siguientes capítulos que si duda se le ha olvidado poner.

            Capítulo primero: Atavismos. Aquí referiría yo cómo la familia de Calles está entroncada desde hace muchos siglos con algún súbdito de Solimán el Magnífico, y cómo después de muchas vicisitudes, Elías el albañil (Calles significa en siro libanés, albañil) vino a vender a México “Mercancía Barata”, estableciéndose al fin en Sonora y fundando así la rama mexicana de Calles. Este entroncamiento se explica maravillosamente por el fenómeno de Atavismo, algo de la ideología de nuestro presidente, por ejemplo: el odio a Cristo.

            Capítulo segundo: En la Escuela Yaki. Aquí escribiría yo cómo nuestro ilustre presidente, estudió en una escuela laica del Yaki, de la cual con el tiempo llegó a ser maestro. Nuestro flamante pedagogo se dio entonces a leer los pocos y malos libros que podían llegar de Sonora, y esto explica admirablemente otro rasgo de su ideología: su criterio filosófico.

            Capítulo tercero: En familia. Aquí daría yo unas cuantas pinceladas bien discretas sobre la manera de nuestro invicto presidente, en educar y gobernar a alguno de sus ilustres vástagos; y esto explicaría perfectamente sus ideas en la educación y gobierno de un pueblo.

            Capítulo cuarto: El Plan de Agua Prieta. Sólo por este título ya daría a comprender bien negro o prieto (como decimos en México) de ciertas ideas del biografiado.

            Capítulo quinto: Compadrazgo. Aquí me extendería un poquito sobre la maravillosa Asociación de la CROM. Explicaría sus finalidades, y después estamparía yo una circular que publicamos en el número pasado. Esto sería la mejor explicación de la ideología bolchevique del Camarada Calles.

            Capítulo Sexto: Condecoraciones y aplausos. En este capítulo importantísimo expondría yo la serie de condecoraciones que ha recibido el presidente de parte de la Masonería Universal y del Bolchevismo Internacional, bajo el rubro oficial de alguna otra nación de la tierra, o a cara descubierta. Esto prepararía el terreno para el capítulo siguiente, y comenzaría a demostrar de dónde le salió la pepita a la gallina.

            Capítulo séptimo: La mano oculta. Aquí finalmente trataría yo con ciertos indicios de levantar todo el velo de la política de Calles y el secreto de su energía. El miedo a algo que se nos escapa, pero que lo hay, aunque no lo vemos por estar oculto bajo los negros pliegues de la túnica de una viuda, que no tiene nada de “alegre” sino que es por el contrario la viuda trágica, cuyos hijos, tres puntos dominan, en nombre de la potestad de las tinieblas, a este mísero mundo.

            Ya puede ver Esperancita, que yo podría escribir un libro también, acaso más interesante sobre la ideología del General Calles, y le aseguro que si presentáramos el suyo y el mío en un concurso, ya sé cuál se llevaría en toda justicia el primer premio.

 

Lo que calla la prensa.

Una gloriosa hazaña del callismo.

 

El General Eulogio Ortiz, verdugo del Estado de Aguascalientes, trogoldita sin nombre, degenerado y cobarde, acaba de consumar en la ciudad de Durango, ahora bajo la amenaza de su zarpa salvaje, un crimen horroroso, fusilando, sin el menor motivo ni pretexto a un virtuosos sacerdote de Zacatecas, el señor curo don Mateo Correa, párroco de Valparaíso.

El día seis de febrero, en el panteón de Durango, un pelotón de soldados fusiló al señor cura Correa, quien, conforme con la Voluntad Divina, y sin saber por qué se le arrastraba la vida, antes de morir perdonaba a los que tan mal le hacían, para que Dios le perdonase a él y le diera el galardón de la eternidad venturosa.

Ni los parientes del señor cura Correa, ni sus compañeros de prisión, ni las personas que en Durango llevaban diariamente a la prisión el sustento diario, han logrado investigar el por qué de la bárbara decisión del General Ortiz, tomada quizá en un momento de orgía o de locura provocada por el alcohol.

Cuando todos esperaban la libertad del señor cura Correa, sencillamente porque había logrado convencer a todo de que nada debía a la justicia, ni siquiera a esajusticia que hoy sirve a los tiranos para hacer de las suyas, vino la orden salvaje, y el padre Correa cayó muerto por las balas de los soldados, contra la tapia del panteón de Durango.

¿Se había rebelado contra el Gobierno el señor cura de Valparaíso? ¿Había sido capturado con las armas en la mano, o repartiendo proclamas que incitaban a la rebelión armada? Ninguno de estos “delitos” se paga con la vida, porque la Constitución fija claramente los casos en que puede aplicarse la pena capital. Si embrago, si el señor cura Correa se hubiese hecho reo de esas faltas, ya tendríamos el pretexto o la explicación de su fusilamiento.

Vean nuestros lectores, cómo fue preso el señor cura Correa, para que aprecien en toda su atrocidad la actitud del General Eulogio Ortiz.

Hallábase el padre Correa recibiendo hospitalidad de un conocido hacendado de Zacatecas, el señor don José Miranda, en la propiedad rústica de éste llamada San José de los Llanetes. A las seis de la tarde de un sábado, fue llamado el padre Correa a una confesión urgente, de un pobre labriego que se moría en un rancho vecino, si los auxilios de la Iglesia. El señor cura, acompañado del señor Miranda, se encaminaba al rancho donde yacía el enfermo, cuando, al volver de una vereda, tropezó con un destacamento federal. El jefe del destacamento aprehendió tanto al señor cura como a su acompañante don José Miranda, ordenando a sus hombres que los llevasen bien vigilados, a Valparaíso. En este lugar fue imposible obtener la libertad de los presos, pues fracasaron cuantas gestiones hicieron algunos particulares. El jefe militar de Valparaíso contestó siempre, invariablemente: “Los presos están a disposición del General Ortiz, y sólo él puede hacer algo”. Y bien lo podía… Tres días más este general revolucionario, sangriento y feroz, ordenó que los “reos” fuesen remitidos a Durango y más tarde que se pasara por las armas al señor cura Correa, sin haberse tomado la molestia de preguntar por qué había sido reducido a prisión.

Debemos añadir que hasta la fecha no se conoce absolutamente el paradero del señor José Miranda. ¿Fue también fusilado?

El general Eulogio Ortiz es amigo íntimo del general Calles. Este llama a aquel, cariñosamente el “Güerito”

            El “Güerito” es un portento de valentía. Es algo afecto a la pintura, y cuando no, se ocupa en fusilar, provisto de su caballete, paleta, pinceles y colores sale al campo… y pinta. Pintando le sucedió un día al güerito algo desagradable, que dejó mal parado su nombre de general y por los suelos su reputación de hombre valiente. El general había instalado su caballete al borde de un río, sin fijarse que muy cerca dormía, oculto entre las hierbas un gañán. Este, al despertarse, echó al suelo el caballete de don Eulogio, provocando, como es de suponerse, las iras del hijo de…Marte, que amenazó con su “tiento” pintoril al gañán imprudente. Pero donde menos se esperaba, suele hallarse la “horma de su zapato” el gañán era hombre con toda la barba y no se hallaba dispuesto a dejarse golpear por el militar iracundo, de suerte que, haciéndose de un palo pronto estuvo apto para tomar la ofensiva. ¿Creen ustedes lectores nuestros, que el general Ortiz le hizo frente? ¡Qué va! El sólo se las entiende con los que reducidos a la impotencia, no tienen más remedio que apechugar. Al ver el ademán resuelto del gañán, el general Ortiz sintió frío en la espina dorsal y no hallando por dónde salir, le dijo a su enemigo:

-No te molestes ni te incomodes. Ya sé que eres un valiente y esto era lo que yo quería saber-.

            ¿No hicimos bien en llamar cobarde, al principio de estas líneas, al feroz asesino del señor cura de Valparaíso, uno de los mártires de la Revolución?

 

Se casó la hija de don Plutarco

            Desde que se suspendieron los cultos en los templos de nuestro país, ninguna ceremonia religiosa ha despertado tanto interés como la que debía de unir en matrimonio a la hija e Calles, el Nerón de Sonora, con un pobre diablo de cuyo nombre no podemos acercarnos…

            Quince días antes del que se fijara para la boda, grandes y pequeños, ricos y pobres, viejos y ancianos, hombres y mujeres, hablaban solo del matrimonio religioso de la hija del perseguidor de la Iglesia.

            Por fin, unos días antes de la boda, Excélsior publicó un editorial sobre los matrimonios religiosos de los compadres de la Secretaría de Gobernación, la gente satisfecha, se chupó los dedos, como luego se dice, y aguardó, con mayor interés aún, noticias de Natalia y de Carlos.[1] (Ya nos vino a la memoria el nombre)

            Pero ¡oh decepción! Pasó el sábado famoso y nada supo la chismografía citadina que fuese digno de su comentario. ¿Se casó la hija de don Plutarco? Y decimos simplemente ¿se casó? Sin añadir por la Iglesia porque el matrimonio civil será todo lo civil que se quiera; pero no es matrimonio ni cosa que se le parezca.

            Se supo que un padre había venido expresamente a casar a la señorita doña Natalia, desde un curato de Veracruz; pero que Plutarco se había negado a que la ceremonia se celebrase por la “lo que había dicho el periódico”.

            Se supo que el padre Cortés, antaño célebre, casó a la feliz pareja de estirpe real, (véase el árbol genealógico de Solimán el magnífico).

            En suma, no se supo nada. Pero, si la hija de don Plutarco se casó, don Romeo Ortega y don Adalberto Tejeda son o mentecatos o faltos de decoro; si la hija de don Plutarco no se casó, entonces… ¡no se ha casado!

            ¡¡Pobre hija!! A ella también ha propuesto don Plutarco hacerla infeliz…



[1] Natalia Calles contrajo matrimonio civil con Carlos Herrera el 28 de febrero de 1927. Según ella misma lo confiesa, en una declaración filmada poco antes de su muerte, y que su nieta Natalia Almada utiliza en el filme “El General” (2008), su padre le pidió que en caso de querer la celebración de la boda, lo hiciera fuera de México, lo cual ya no se verificó [N del E].

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