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Curso de conservación de obras de arte

y objetos litúrgicos en recintos religiosos

 
Mirta Insaurralde

 

Habla ahora del valor antropológico insustituible de los objetos patrimoniales y la consecuente responsabilidad que comparten los custodios de los mismos con el Estado y los usuarios.

 

Capítulo XXXIII

Importancia de la utilización de métodos científicos para el estudio de bienes culturales

 

Como se ha dicho en sucesivas entregas, el gran valor que la sociedad le atribuye a los bienes patrimoniales, como receptáculos de símbolos de su identidad o como representantes del genio de los artífices que los crearon, hace necesario que estos sean estudiados de forma seria y sistemática para lograr un conocimiento profundo de sus características y principalmente para determinar cuáles son los mecanismos más apropiados para su conservación. Es por esta razón que cada vez se hace más necesario el uso de instrumental y metodologías científicas para el estudio de los bienes culturales.

Al hablar de “ciencia” se engloba tanto a las ciencias sociales como a las ciencias naturales y físico experimentales. En esta entrega nos ocuparemos del aporte de estas últimas para el estudio de bienes de interés patrimonial.

En la antigüedad tanto la factura como el cuidado de objetos artísticos se basaba en el conocimiento tradicional generado por los gremios de artistas y transmitidos de generación en generación. Este conocimiento tradicional era bastante sólido ya que acopiaba la larga experiencia que maestros y artífices acumulaban con el paso de los años. Sin embargo hacia finales del siglo XVIII, estos conocimientos tradicionales comienzan a ser complementados por observaciones y experiencias procedentes de las ciencias experimentales.

Más adelante, la idea de que las obras de arte del pasado, los monumentos y los vestigios arqueológicos en general constituían testimonios históricos valiosos que debían ser estudiados y preservados de la manera más objetiva posible, hizo que los acercamientos fueran cada vez más sistemáticos.

El uso del instrumental proveído por la ciencia, como por ejemplo los lentes de aumento y posteriormente el microscopio, permitió un avance muy significativo en la comprensión de la constitución material de los objetos y de los procesos de alteración que ponían en riesgo su permanencia. El descubrimiento de las posibilidades que ofrecía el uso de radiaciones invisibles al ojo humano –como por ejemplo la radiación ultravioleta o los rayos X– para conocer rasgos que no eran evidentes a simple vista, favoreció también una aproximación cada vez más certera, fiable y accesible, ya que no requería de equipos muy sofisticados. Todo lo anterior, además del perfeccionamiento de métodos de instrumentales de análisis sirvió para ampliar aun más el alcance de los estudios, ya que no solamente se utilizaban para conocer los materiales constitutivos de las obras y sus procesos de deterioro, sino que además servían como apoyo para llevar un seguimiento y control de las intervenciones de restauración, cotejando en cada caso el efecto que los tratamientos estaban teniendo sobre la obra original.

Actualmente la restauración profesional no puede concebirse separada de la ciencia, ya que esta le provee de una serie de recursos analíticos necesarios para comprender objetivamente la materialidad del objeto, las transformaciones que ha sufrido y en consecuencia le permite realizar un diagnóstico más fiable. Esta es la base para poder establecer una adecuada propuesta de intervención que garantice la correcta conservación del objeto y la preservación de la mayoría de sus valores: estéticos, formales, históricos y culturales.

Esta perspectiva científica ha marcado también la transición de una práctica artesanal de la restauración, basada en experiencias y recetas transmitidas de una generación a otra, a una práctica profesional sustentada en el estudio y diagnosis previa, que determina la puesta en marcha de proceso racional y crítico de intervención. Las instancias reguladoras en materia de conservación del patrimonio cultural, por su parte, exigen que todas las restauraciones se aboquen a esta perspectiva, y ofrezcan a la sociedad los argumentos que sustentaron la propuesta, los resultados obtenidos y los hallazgos o productos de su investigación.

El abordaje científico permite también revelar información relevante acerca de las obras intervenidas, que a su vez puede ser de utilidad para otros especialistas que tengan interés en estudiar a los objetos desde una perspectiva histórica, estética o antropológica. Pone también todo este cúmulo de información al alcance de los custodios, de manera que puedan comprender mejor el comportamiento del acervo que resguardan y establecer las normas idóneas de conservación. Para los usuarios comunes los datos procedentes de los estudios científicos son importantes, ya que a menudo revelan aspectos totalmente desconocidos de los objetos y conducen a procesos de revaloración por parte de la comunidad.

A primera vista puede parecer que un abordaje de este tipo es más complejo y costoso que una intervención artesanal, y efectivamente así es, pero se debe tener en cuenta que prescindir de este tipo de análisis es como intervenir a ciegas, por tanto el costo de las pérdidas o daños irreparables que se puede ocasionar a un bien cultural serán mucho mayores. Por esto insistimos en afirmar que toda intervención de restauración debe ser realizada por profesionales debidamente capacitados y acreditados.

 

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